El ataque al Puerto de Alexandria (Egipto)

Molders

15-02-2006

Durante el mes de diciembre de 1941, la flota británica azotaba las rutas de convoyes italianos y alemanes que pretendían abastecer a las fuerzas germano-italianas en África. Los únicos acorazados con que contaba la Royal Navy en el Mediterráneo eran el HMS Queen Elizabeth y el HMS Valiant que poco tiempo atrás participaron en la Operación Tiger. La inteligencia naval italiana estudió con sumo cuidado la operación, que le brindaría un alivio a las fuerzas del Eje en África, las cuales estaban sufriendo los problemas del desabastecimiento agudo. Del total de suministros que zarpaban de los puertos italianos, se perdían el 75%, cantidad verdaderamente preocupante.

El día 18 de noviembre, el submarino Scirè al mando del comandante Junio Valerio Borghese, se aproximó sigilosamente al puerto de Alejandría después de sortear muchos obstáculos y dificultades. Una vez en la entrada del puerto, los marinos italianos descargaron 3 Maiali, Siluri de Lenta Corsa o "torpedos humanos" como también se les conocía, con dos tripulantes cada uno, que iban montados a horcajadas en cada SLC.

La flotilla era liderada por el Marques Luigi Durand de La Penne, acompañado por Emilio Bianchi, Antonio Marceglia, Vincenzo Martellotta, Spartaco Schergat y Mario Marino. El comando italiano obtuvo una de las más resonantes victorias navales sin pérdidas de vidas por su parte.

Durant de la Penne, E. Bianchi, A. Marceglia, E. Schergat, V. Martellotta y M. Marino

Durand y Bianchi tenían como blanco al HMS Valiant, Marceglia y Schergat debían atacar el HMS Queen Elizabeth, mientras que Martellotta y Marino se dirigieron contra un tanquero de 16 mil tn debido a que el portaviones HMS Eagle, que debía ser el blanco primario, no se encontraba en el puerto.

Una vez cumplida la misión volverían a encontrarse con el Scirè para regresar a su base. El ingreso a la bahía fue muy difícil puesto que los británicos protegían la base con mallas metálicas anti-submarinos, con cargas explosivas y centinelas que vigilaban día y noche. Por esa razón, la entrada en la bahía fue más difícil que lo que había supuesto el alto mando naval italiano.

Una vez que Durand y Bianchi llegaron al lado del Valiant, súbitamente el Maiale se hundió, justo debajo del acorazado y Bianchi desapareció en las oscuras aguas del puerto. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Durand logró extraer la carga explosiva del Maiali que yacía en el fondo y lo fijó a la quilla del acorazado. Casi exhausto, Durand emergió y encontró a su compañero que casi estaba desfalleciendo, por una falla en su equipo ARO de buceo. Ambos trataron de alcanzar un muelle, pero fueron descubiertos por un centinela y finalmente fueron capturados.

Los dos marinos fueron interrogados por oficiales del Valiant pero sólo dieron su nombre, rango y número de serie. El Almirante Cunningham (hermano del General Cunnigham, que en esos momentos la estaba pasando muy mal en la Cirenaica) fue despertado e informado. Cunningham ordenó que fueran encerrados en los compartimientos más profundos del mismo acorazado Valiant, esperando que se asustaran y confesaran si es que el buque estaban en peligro, y por tanto la vida de los dos marinos italianos. Durand le dijo a Bianchi, que morirían, pero lo harían sabiendo que la misión se había cumplido. La carga debía explotar en tres horas.

A las 6:00 de la mañana siguiente, Marceglia y Schergat destruyeron al buque tanque Sagona que se estremeció e incendió con una fuerte explosión y causaron daños en el destructor HMS Jervis que se encontraba acoderado a su lado en labores de abastecimiento de combustible. Diez minutos antes de la explosión, Durand hizo llamar al capitán del Valiant, Charles Morgan, y le dijo que evacuara a su tripulación porque el buque iba a volar en minutos. Morgan le preguntó donde se encontraba la carga, pero Durand se negó a revelarlo. Morgan ordenó que fueran llevados a su celda, mientras la tripulación abandonaba el buque. A las 6:20 una poderosa explosión sacudió el barco y los marinos italianos lograron salir, pues la celda no estaba con llave. Unos minutos después, a las 6:24, una explosión sacudió también al Queen Elizabeth. Durand, Bianchi y el resto de los comandos capturados poco después, marcharon a un campo de concentración británico.

Las explosiones causaron poca pérdida de vidas, pero hundieron los buques en la bahía. Sin embargo debido a la poca profundidad, los acorazados se mantuvieron verticales con las quillas en el fondo, lo que permitió su reflotamiento. Pero los destrozos fueron tan considerables que luego de reparar los cascos debieron partir, el Valiant a Durban y el Queen Elizabeth a EEUU para hacer reparaciones permanentes, permaneciendo en Norfolk, Virginia, durante 17 meses y medio. El problema para los británicos era que en dos meses habían perdido cinco acorazados y un portaaviones, lo que los ponía en una situación crítica. Por órdenes del Almirantazgo, la opinión pública no se enteró de la pérdida de los buques.

Fuente Exordio.com

Nonsei

09-05-2006

No sólo se ocultó la pérdida de los dos acorazados a la opinión pública británica por el daño que pudiera hacer la noticia a la moral nacional, había otro motivo para mantenerlo en secreto. Como el puerto era poco profundo y los dos buques se quedaron verticales apoyados en el fondo, los reconocimientos aéreos italianos no detectaron daños en los acorazados, y los italianos creyeron que la misión había fracasado. Con eso no pudieron sacar ventaja de la situación de debilidad en que había quedado momentaneamente la Royal Navy en el Mediterráneo.

Deleted member

22-06-2006

Añado mi versión de los hechos, con tu permiso Molders.

Desde el verano de 1941 resultaba evidente que el objetivo capital de la flota inglesa en el Mediterráneo era la destrucción de los convoyes italo – alemanes que abastecían a Rommel. El 13 de noviembre del 41, el Ark Royal, el mayor portaaviones británico en el Mediterráneo, era torpedeado y hundido. El 24 del mismo mes se iba a pique, con 900 hombres el acorazado Barham. En vista de la situación se decidió ordenar al resto de unidades que pusieran rumbo a Alejandría, en espera de una ocasión más favorable para reanudar las operaciones.

El puerto de Alejandría estaba muy bien protegido y fuertemente custodiado. La Home Flete había minado una magnitud de varias millas de amplitud. Cerca del puerto flotaban cables con sistemas automáticos de alarma. Y por si fuera poco los numerosos bajíos existentes cerca del puerto constituían un buen obstáculo natural. Tres tupidas redes metálicas bloqueaban el acceso al estrecho pasillo por el que se accedía al puerto, en cuyas inmediaciones patrullaban noche y día lanchas rápidas que lanzaban a intervalos regulares cargas de profundidad muy cerca de las barreras.

Al retornar de su última misión, los acorazados Queen Elizabeth y Valiant gemelos del desaparecido Abraham anclaron en la dársena principal. Ambas naves formaban el grueso de la flota británica en el Mediterráneo.

En este mes de diciembre de 1941 tocaba a su fin el entrenamiento de seis oficiales de la flota italiana que tan duro golpe asestarían a las unidades británicas ancladas en Alejandría.

El arma que por fin alcanzaría el éxito – después de dos intentos de ataque sin resultados positivos – iba a ser un descubrimiento italiano. Un torpedo de 5.5 metros de longitud y 0,5 de diámetro, con una dotación de dos hombres. Era impulsado por un motor eléctrico silencioso y se desplazaba a una velocidad de 4 km/h. Tenía una autonomía de 16 km. Y podía navegar a 30 metros de profundidad. La parte anterior del torpedo era desmontable: se trataba de una cabeza explosiva de 1,4 metros de longitud y 300 kilos de peso que podía sujetarse a cualquier lugar mediante un cable que se pasaba por una anilla fijada en el morro o en la estructura. La parte media del torpedo era una cámara estabilizadora.

Tras una plancha protectora se encontraban los mandos y el armazón. El respaldo del asiento del segundo tripulante servía como caja de herramientas. Detrás del ocupado por el timonel iban los motores y acumuladores. Los tripulantes llevaban sobre su traje de buzo un respirador con el que se toleraba una inmersión de seis horas. Para transportar el ingenio al lugar de la acción se utilizaban contenedores estancos, asegurados en cubierta de un submarino. Ya en la zona de operaciones, el submarino emergía lo suficiente para poner a flote los contenedores y sus torpedos. Los buceadores salían por la tortea y, tras montar en los torpedos continuaban rumbo a su objetivo.

El ataque a la base de Alejandría se preparó con toda meticulosidad. El príncipe Junio Valerio Borghese, capitán de navío, eligió a los hombres que iban a tomar parte en la operación, en la que se introducirían tres torpedos. El primero mandado por el teniente de navío Luigi Durand de la Penne, de 27 años, quien al propio tiempo mandaría el grupo de asalto, junto con su segundo, el cabo buceador Emilio Bianchi, se encargaría de atacar el Valiant. El capitán de máquinas Antonio Maceglia y el marinero buceador Spartaco Schergat harían lo propio con el Queen Elizabeth, mientras el capitán de armas navales Vicenzo Martellotta y el cabo buceador Mario Marino atacarían un portaaviones.

Una sección especial de la Regia Marina preparó una maqueta del puerto egipcio. Se analizaron con esmero informes metereológicos e hidrográficos. En una réplica del Queen Elizabeth se estudiaron las características de este tipo de buques. Nada se dejó al azar ni a la improvisación.

El príncipe Borghese se hizo cargo del submarino Scire con el que llevaría el comando desde la isla de Leros al objetivo. El comando partió el 14 de diciembre. En la noche del 18 alcanzaron la posición señalada, es decir, a dos kilómetros y medio del faro de Ras – el – Tin. Al día siguiente otro submarino se situó junto a la desembocadura del Nilo, en espera de que regresaran los hombres del comando para recogerlos. Esa noche los tres torpedos salían del submarino rumbo a Alejandría. Cuando las redes se abrieron para dejar entrar a un mercante, y tres destructores, aprovecharon la ocasión para entrar al puerto.

Luigi Durant de la Penne, logró, tras no pocas incidencias, dejar la carga explosiva junto al Valiant. Pero fue capturado por los ingleses y llevado a bordo. Durant, en fin, estaba en el propio Valiant cuando hizo explosión la carga. Consiguió salvarse.

Marceglia y Schergat colocaron otra carga bajo el Queen Elizabeth y pudieron llegar a tierra. Marleotta y Marino se encontraron con que su objetivo, el portaaviones, ya había zarpado. Colocaron la carga en la popa del petrolero Sagona, pero fueron apresados.

A las 6 de la mañana estallaron las minas. Por la chimenea del Queen Elizabeth salió un gran chorro de combustible junto con piezas de las máquinas. Tanto éste como el Valiant se posaron sobre el fondo. La popa del Sagona se hundió inmediatamente.

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