El Rescate del USS Squalus

Molders

18-07-2006

El submarino Squalus, de la armada norteamericana, empezó a escribir una pagina de la historia naval en la mañana gris y hosca del martes 23 de mayo de 1939, al zarpar de Portsmouth, en Nueva Hampshire, para hacer un ensayo especial de inmersión. Se trataba de un experimento importante, ya que los resultados determinarían en parte si el Squalus estaba en condiciones de someterse a la prueba final necesaria para su aceptación por la Flota. Esto, sin embargo, no in quietaba a su tripulación, expertamente instruida. Ya había hecho 18 pruebas de sumersión sin un solo contratiempo; así que esta no seria mas que un simple paseo.

A las 8:40 de la mañana, cuando el radiotelegrafista hubo trasmitido al astillero naval de Porstmouth el aviso reglamentario de que el Squalus iba a sumergirse, el comandante Oliver Naquin, dio la orden de iniciar la sumersión. El oficial encargado de esta maniobra, teniente de navío Willian Doyle, tomo el mando. «¡Avante a toda maquina!» gritó. Y al obedecer instantáneamente sus hábiles subordinados, el Squalus salto veloz como una marsopa.

Todo aparentemente marchaba bien pero cuando el submarino llego a  la profundidad de

15 metros Doyle recibio una comunicado urgente proveniente del cuarto de maquinas:

«¡Subir en seguida! ¡Las válvulas de inducción están abiertas!»

Ante el peligro, Naquin y Doyle reaccionaron al unísono: ¡Vaciar los tanques maestros!

¡Vaciar tanques de seguridad!.... Y al entrar el aire comprimido en los tanques con un silbido continuado, el Squalus fue enderezándose lentamente hacia la línea horizontal. Las palancas de mando se movieron hacia la posición de Asenso rápido y por un momento pareció que el submarino respondía a estas ordenes; pero sin aviso empezó a caer de popa, deslizándose bacía el fondo con un Angulo de inclinación de 40 grados, mientras todos los compartimientos se anegaban con los torrentes de agua que entraban por el sistema de ventilación.

Obedeciendo las ordenes de Naquin, todos los tripulantes acudieron inmediatamente a ocupar sus puestos de emergencia, para aislar herméticamente cada sección del buque. Tres de los hombres realizaron operaciones decisivas para la seguridad del submarino, con lo que dieron aliento al resto de la dotación. El primero de ellos fue Willian Isaacs, el cocinero. Cuando noto que el submarino se deslizaba hacia atrás, salto de la cocina al cuarto de acumuladores de popa y por la escotilla de la puerta vio que el cuarto de maquinas estaba medio llena de agua. Sin tiempo para pensar quien podría estar allí, aseguro firmemente la puerta, evitando que la mayor parte del agua penetrara en el cuarto de acumuladores, y después se dirigió  proa.

Lloyd Maness, ayudante de electricista había estado registrando las marcas de los manómetros en el cuarto de acumuladores de popa. Cuando el agua empezó a caer sobre el desde los ventiladores, Maness corrió inmediatamente a la estación de emergencia que tenia señalada, a cerrar la puerta la puerta entre el cuarto acumuladotes de popa y la cámara de maniobra. Estaba tirando de esta con todas sus fuerzas en contra del movimiento de la nave cuan do vio  a cuatro compañeros que a duras penas, con el agua a la cintura, subían por le piso inclinado hacia donde el se hallaba.

-¡ De prisa, por dios!- les grito, consciente de que si no llegaban a el en unos pocos segundos debería encerrarlos dándoles con la puerta en las narices. Pero los cuatro hombres llegaron  a tiempo y Máness aprestó a cerrar de nuevo a tirar de la pesada puerta, precisamente en el momento que  aparecia Isaacs chapoteando. Maness sintió como si sus brazos fueran a desprendérsele del cuerpo, pero se las arreglo Para resistir hasta que hubo pasado Isaacs, y después logro cerrar la puerta y asegurarla. ¡Por fin! ¡había vencido! ¡y que dios acogiera las almas de todos los que habían quedado encerrados a popa!

Mientras sucedía todo esto, el segundo electricista Larry Gainor estaba en el cuarto de acumuladores de proa, del lado de la cámara de maniobras opuesto a donde se encontraba Maness. Se ocupaba en cerrar también la puerta de la cámara de maniobra, cuando una mirada a sus voltímetros le dejo sobrecogido. La serie de acumuladores de proa estaba descargando con una rapidez peligrosa. Eso quería decir que había un corto circuito, y estos en un submarino eran pronto seguidos de incendio y explosión.. Gainor se lanzo de cabeza al foso de los acumuladores y arranco las conexiones eléctricas, sin saber si el instante siguiente seria el ultimo de su existencia. Cuando logro cumplir su objetivo volvió a su estación de emergencia.

Gracias a la sangre fría de Gainor, ya no había peligro de explosión, pero el Squalus estaba sumido en una oscuridad total al tocar fondo con el golpe de sus 1475 toneladas, la proa levantada en un Angulo de 10 grados y la popa empotrada en el fango. En la cámara de maniobras, el comandante Naquin intento hacer señales al extremo de popa del sumergible. no obtuvo contestación. entonces, con un hondo suspiro, hablo al resto de la tripulación:

-Estamos en el fondo del mar, a 40 brazas. Los compartimientos de popa están anegados al parecer, pero los de proa están secos. Tenemos que esperar hasta que nos llegue socorro. No es mas que cuestión de tiempo.

Molders

18-07-2006

El Squalus estaba equipado con os mejores instrumentos de seguridad y salvamento conocidos: un pulmón Momsen para cada tripulante, una provisión de bombas sde hbumo que ascendían a la superficie para allí estallar en una nube de color, un boya telefónica hermética en el puente que desde el interior podía hacerse llegar flotando hasta la superficie. El barco tenia, además , un dispositivo especial para recibir una campana de profundidad dentro de la cual podrían escapar los hombres una vez que bajaran hasta el submarino. Naquin señalo a sus subordinados todas esrtas cosas, y además subrayo el hecho de que el Squalus tenia bastante oxigeno y purificador de aire para unas 72 horas.

Entre las 8:47 y las 8:50 se soltó la primera bomba de humo, seguida de la boya telefónica. Entonces se paso lista por primera vez y se vio que estaban presentes 33 hombres. Los 26 restantes tenían sus puestos a popa. Naquin dividió a los sobrevivientes en dos grupos para hacer mas lento el enrarecimiento del oxigeno y les hiso prevenciones acerca del consumo del oxigeno.

A las 9:40 cde la mañana, no habiendo recibido del Squalus aviso de haber vuelto  a la superficie, el contraalmirante Cyrus Cole, comandante del astillero de Portsmouth, empezó a preocuparse y a adoptar medidas. Para las 10.55 ya había ordenado que se hicieran esfuerzos por establecer comunicación por radio con el sumergible, había advertido a New london que quizás llegara a necesitarse el barco de socorro Falcon con su campana de salvamento, y avisado al remolcador Penacook que encendiera calderas. A las 11:55 se ordeno al submarino Sculpin que navegaba rumbo a aguas cubanas para hacer practicas, que permaneciera en el paraje donde se efectuaba la prueba hasta localizar a su buque gemelo. Entretanto, el Squalus había hecho llegar a la superficie cinco bombas de humo que pasaron inadvertidas.

A las 12:40 de la tarde, el Sculpin vio la sexta bomba de humo y unos segundos mas tarde Cole recibió el aviso:¡había naufragado un submarino! Inmediatamente informo al almirante Willian Leahy, jefe de operaciones navales en Washington, y después ordeno la salida del Falcon de New London y la del remolcador Waldank de Boston.

Mientras Cole estaba aun dando ordenes a diestro y siniestro, la dotación del Squalus oyó el sonido de hélices que se aproximaban y pocos minutos mas tarde le llegaba por el teléfono de boya la voz del comandante Warren Wilkin. Naquin le dio el mensaje que ya tenia preparado:”Envíenos un buzo para cerrar desde el exterior las válvulas de inducción. Que enganche mangueras de extracción a los compartimientos anegados y que expulse el agua de ellos con aire comprimido”.

Si se lograba esto, el Squalus tal vez podría ascender por cuenta propia a la superficie. Pero en eso precisamente momento, un repentino golpe de mar arrastro al Sculpin y la línea telefónica se rompió. Sin embargo, como el Sculpin tenia equipo de sondeo acústico, los del Squalus empezaron a golpear en el casco, sabedores de que el buque de la superficie señalaría con una boya su posición a la partida de socorro que debía ir ya rumbo a aquel paraje. Efectivamente, los salvadores ya estaban en camino.

En esos momentos el contralmirante Cole estaba ya a bordo del viejo Penacook, que iba renqueando desde Portsmouth, y por otra parte el Falcon, con la campana de buzos amarrada sobre cubierta, navegaba por la Ensenada de Long Island. Al mismo tiempo, también en Washinton había movimiento: el almirante Leahy había enviado a buscar a los capitanes de corbeta Charles Momsen, inventor del pulmón artificial Momsen y Allan McCann, inventor de la fabulosa campana de salvamento. Ya se dirigían ambos hacia allá en aviones diferentes, en unión de una docena de buzos expertos de la armada.

A media tarde, el contralmirante Cole trasbordo del Penacook al Sculpin  y a las 7:30 un arpeo del Penacook se engancho al Squalus. Ahora solo faltaba esperar la llegada del Falcon con la campana.

En el interior del Squalus los marinos se habían amontonado para conservar el calor de sus cuerpos. En su mayoría los marinos estaba serenos, y algunos hasta se habían dormido. Sabían que lo mejor de la armada acudía ya en su auxilio. Momsen llego al lugar del accidente pocos minutos antes de las 10:00 pm y McCann llego al fin a las 4:25 de la madrugada del día 24. a estas alturas, ya el Squalus llevaba sumergido cerca de 20 horas

Pronto Habrian de comenzar los trabajos de salvamento, pero antes había que inmovilizar  al Falcon para mantenerlo exactamente encima del sumergible en todo instante. A Las 10:14 el primer buzo, segundo contramaestre Martín Sibitzky, de 30 años de edad y casi una docena de servicios en la armada, salto por la borda, su misión consistía 4en localizar la conexión de salvamento en loa proa del Squalus y asegurar a la misma un cable por medio del cual pudiera descender la campana de buzos. Con una suerte que se da una sola vez en un millón, Sibitzky fue a parar en su descenso a unos dos metros del sitio que buscaba. En 20 minutos  ya estaba regresando a la superficie después de haber sujetado el cable al aparejo el submarino.

Entonces empezó a dirigir el lanzamiento de la campana el capitán de fragata McCann.

La campana de salvamento inicio su descenso tripulada por Juan Mihalowski y Walt Hartman, dos expertos marineros se sumergible. Eran las 11:30; 42 minutos mas tarde se hallaba justamente encima del dispositivo de salvamento del Squalus. Entonces empezaba la parte mas seria.

Mihalowski dio vuelta a la rueda de rosca que cerraba herméticamente la escotilla de rescate del submarino y levanto la tapa. Allí abajo, a la luz del compartimiento superior de la campana, podía ver al puñado de hombres atrapados. Con una sonrisa de orejan a oreja, Mihalowki entrego al mas próximo un jarro de café y saludo jovialmente: “¡Hola, muchachos Aquí estamos!”

En su primer ascenso, con siete de los sobrevivientes, la campana llego a la superficie a la 1:42 de la tarde, sin novedad. A los 11 minutos emprendió nuevamente el descenso a las 4:11 estaba otra vez arriba con nueve hombres mas. A las 6:27 subieron nueve hombres mas. A las 6:27 subieron, en el tercer viaje, otros nueve.

Alas 6:41 Juan Mihalowski descendió una vez mas, en compañía de Jaime McDonald, que manejaba la campana. Tomaron a bordo los últimos ocho sobrevivientes. El comandante del sumergible Naquin, ultimo en entrar ala campana  de salvamento a las 7:51, había estado en el fondo del océano mas tiempo que ningún otro hombre que jamás viviera para contarlo.

La campana ascendía normalmente pero a los 45 metros de profundidad se inmovilizo:

Desde la campana MacDonald reporto al Falcón por teléfono:

-El cable de descenso esta a atascado. No podemos movernos.

McCann ordeno levantar la campana con el cable guía pero al realizar esta maniobra estallaron unos hilos del cable. Se detuvo al operación de izamiento por este medio y MacCann le dijo a MacDonald que graduara la flotabilidad de la campana para ayudar a que el cable guía  soportara el peso.

MacDonald trasmitió la orden a Mihalowski, y este dando vuelta al aire comprimido desalojo agua de los tanques de lastre. La campana lentamente ascendió hasta que se encontró en la superficie y entonces los hombres del Falcon empezaron a tirar del cable averiado con cuidado hasta que la campana se poso sobre cubierta. Con allegada de los, últimos sobrevivientes quedo cerrado uno de los mas asombroso capítulos de los anales del mar.

Sobrevivientes del Squalus

La vida aventurera del Squalus no termino allí. A pesar de varios contratiempos, las brigadas de salvamento lograron extraer el submarino después de haber permanecido este 113 días en el fondo del mar. En mayo de 1940, el navio volvio al servicio bajo el nombre de Sailfish, con cuatro de sus sobrevivientes entre la tripulación. Pero esa es otra historia

Rescate de un submarino. Joseph Harrington

http://www.rddesigns.com/subs/192.html

Deleted member

19-07-2006

Anoche tuve ocasión de leer este artículo Molders... es una excelente anecdota en tiempos de paz, me recordó mucho a Das Boot... gracias una vez más por tus artículos. ;)

Hiwi

24-07-2006

Gran articulo, un placeer leerlo.  ;)

Stalingrado!

16-10-2006

Buenisimo articulo... recien lo leo y me da una extraña sensacion de seguridad.

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