Singapur

Nonsei

05-02-2007

Singapur era el punto neurálgico del Imperio británico en Asia, y como tal había sido convertido en una fortaleza supuestamente inexpugnable. Después del ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, muchos pensaron que el siguiente objetivo de los japoneses sería Singapur, pero, a pesar de ello, el comandante británico permanecía tranquilo, convencido de que cualquier ataque japonés sería facilmente rechazado. Su artillería impediría cualquier asalto enemigo, y contaban con provisiones y municiones para resistir un bloqueo de seis meses, más que suficiente para que la Royal Navy acabase por imponerse y echase a los japoneses de Malasia.

El 8 de diciembre de 1941 (en realidad fue incluso antes del ataque a Pearl Harbor, debido al cambio horario) comenzó el ataque japonés a la península malaya con el desembarco en Kota Bharu. El día 9 se produjo el primer ataque aéreo a Singapur, que causó más de 60 muertos. El 10, el crucero de batalla Repulse y el acorazado Prince of Wales fueron hundidos por la aviación japonesa con base en Saigón, y la Royal Navy se quedaba sin presencia en Oriente. Pero seguía sin aparecer la preocupación en la colonia británica: un ataque por mar sería facilmente rechazado por la poderosa artillería costera, y en el continente había un ejército de la Commonwealth de casi 100.000 hombres al mando del general Percival dispuesto a defender Malasia, mezcla de unidades indias, malayas, australianas e inglesas. Pero la fuerza de invasión japonesa, dividida en tres columnas, se movía rápidamente por las junglas, evitando las carreteras donde los ingleses trataban de detenerlos. La jungla y las lluvias torrenciales se aliaron con los japoneses, mucho mejor preparados para combatir en esas duras condiciones. El 11 de enero Kuala Lumpur caía en manos de los japoneses. Las fuerzas británicas, junto a millares de civiles malayos, chinos, indios y europeos, se retiraron hacia Singapur. El 20 Singapur fue bombardeada por los japoneses, y más de 200 civiles resultaron muertos o heridos. Las tropas japonesas trataron sin éxito de tomar el puente de Johore, el único que unía Singapur al continente. El 31 de enero las últimas unidades británicas cruzaron el puente de Johore, y seguidamente lo volaron.

El sistema de defensa británico, basado en una estrategia concebida antes de la guerra, preveía que el ataque iba a ser desde el mar, ya que se había descartado un ataque por tierra al considerarlo inviable. Por ello todos los cañones británicos estaban distribuidos cubriendo la costa, pero no existía artillería apuntando hacia el continente. El general Percival mantuvo ese plan, y decidió repartir sus tropas por todo el contorno de la isla. El 8 de febrero 23.000 japoneses atacaron cruzando el estrecho de Johore, precedidos por un intenso fuego de artillería. Las tropas británicas se encontraban dispersas por toda la isla, y Percival no las envió a enfrentarse al avance japonés, ya que esperaba otro ataque en algún punto de las 70 millas de costa de la isla. Sólo dos brigadas australianas hicieron frente a las tres divisiones de Yamashita. El ataque fue rápido y feroz, con numerosos actos de crueldad, como en el hospital militar Alexandra, donde decenas de pacientes y médicos fueron masacrados a golpes de bayoneta.

Finalmente el 10 de febrero Percival ordenó al general australiano Benett, que estaba al mando del sertor noroeste, efectuar una contraofensiva, pero luego se echó atrás y anuló la orden a la vista de las cifras de pérdidas eventuales. El 15 de febrero de 1942, después de brutales combates en la ciudad de Singapur, el general Percival capituló oficialmente a las 20h 10' ante su homólogo japonés, el general Yamashita, que ya empezaba a ser conocido como "el tigre de Malasia". Con sólo 30.000 hombres, los japoneses habían conquistado la inexpugnable fortaleza de Singapur, defendida por 85.000 británicos. La caída de la ciudad fue una humillación para el gobierno británico. Los japoneses habían conquistado toda Malasia en sólo 73 días, un mes menos de lo que ellos mismos habían previsto, y perdieron menos de 10.000 hombres. Las bajas británicas fueron de 9.000 muertos y heridos, además de 130.000 prisioneros.

La conquista de Malasia puso en manos de los japoneses el primer productor mundial de estaño y caucho, pero para Gran Bretaña supuso mucho más que eso. Un ejército asiático brillantemente dirigido había dejado en ridículo al Imperio Británico, y terminó con el mito de la superioridad del hombre blanco. Los ingleses cometieron el error de creerse su propio mito: a pesar de la caida de Hong Kong, del hundimiento del Príncipe of Wales y el Repulse, o de las derrotas del ejército de Percival en la península malaya, los europeos de Singapur continuaron confiados, con su rutina de golf diurno y bailes nocturnos. Hasta el final no se dieron cuenta de que la derrota era posible, lo que hizo que su fracaso fuese todavía más humillante a los ojos de los pueblos asiáticos. Aunque Japón fuese finalmente derrotado, el Imperio Británico en Asia tenía las horas contadas.

Deleted member

05-02-2007

¡Que bien NONSEI!  añadiendole que al terminar la guerra el general  YAMASHITA fue juzgado injustamente por crimenes de guerra

Nonsei

06-02-2007

Sí. En Malasia y Singapur los japoneses cometieron actos criminales, pero es dudoso que se pudiera responsabilizar a Yamashita de ellos, o de los cometidos en las Filipinas, por los que también fue juzgado.

Nonsei

08-02-2007

El 7 de enero Churchill envió un telegrama al general Archibald Wavell, que acababa de ser nombrado comandante supremo de las fuerzas aliadas en Asia: "... Percival tiene más de 100.000 hombres, de los cuales 33.000 son británicos y 17.000 australianos. Es dudoso que los japoneses tengan tantos hombres en toda la península malaya... En esas circunstancias los defensores deben ser mucho más numerosos que los japoneses que han cruzado el estrecho y en una batalla bien planificada deberían destruirlos. En estos momentos no se debe pensar en salvar a las tropas o proteger a la población. La batalla debe ser peleada, cueste lo que cueste, hasta sus últimas consecuencias. La División 18 tiene la oportunidad de escribir su nombre en la historia. Los comandantes y los oficiales superiores deberán morir con sus tropas. El honor del Imperio Británico y del Ejército Británico, están en riesgo. Yo confío en usted que no mostrará piedad ni debilidad en ningún aspecto. Con los rusos peleando como lo están haciendo y los americanos empecinados en Luzón, la total reputación de nuestro país y de nuestra raza están en ello comprometidas. Se espera que todas las unidades sean llevadas a la batalla ante el enemigo a pelear". El ejército de Percival era más numeroso que el japonés, y además contaba con un porcentaje alto de británicos y australianos. No había ninguna excusa para la derrota, sólo había dos opciones, victoria o muerte.

Pero las cosas no salieron como Churchill esperaba, el honor británico no se defendió en Malasia, y el ejército de Percival ni venció ni murió allí. La retirada hacia el sur hizo que los ingleses empezasen (demasiado tarde) a preocuparse de la defensa de Singapur. El 19 de enero Wavell envió un telegrama a Churchill informándole de la situación: "...Hasta hace poco todos los supuestos estaban basados en rechazar cualquier ataque a la isla que proviniera del mar, así como en el caso de que el ataque fuera terrestre, éste debería rechazarse en Johore o más al norte. Poco o nada se hizo para construir defensas en la costa septentrional de la isla de Singapur para impedir que el enemigo cruce el estrecho. No obstante se han tomado las disposiciones precisas para la voladura de la calzada". Churchill afirmó luego que le pareció inconcebible que Singapur no tuviese preparadas defensas terrestres, aunque él mismo no había pensado hasta entonces que fuese necesario defender la isla de un ataque desde la península, porque eso habría significado que Malasia habría sido conquistada. Ya era tarde para preparar la defensa de Singapur, las tropas que se retiraban de Malasia llegaban completamente desmoralizadas y contagiaron su estado de ánimo a toda la guarnición de Singapur. Se envió una división de refuerzo, pero la superioridad numérica no sirvió de nada: era un ejército sin moral, sin disciplina, mal preparado y mal dirigido. Unas semanas después Churchill tuvo que aceptar que no había otra salida que la tercera opción: ni victoria ni muerte, rendición.

Nak

10-02-2007

Gran victoria japonesa poco conocida hoy día.

Posiblemente las maniobras de Yamashita hayan sido de las más audaces de todo el conflicto, no obstante, la predisposición del ejército de Percival era bastante negativa y su rendimiento muy bajo a pesar de tener de ventaja el factor defensa y la superioridad numérica.

Nonsei

12-02-2007

El entrenamiento y la equipación del ejército de Percival dejaban mucho que desear. Lo mejor del ejército indio y del australiano, y no digamos del inglés, estaban en el norte de Africa y Oriente Próximo. En Malasia se reunieron fuerzas sin experiencia, muy inferiores a los japoneses en artillería de campaña, en inferioridad aérea, y sobre todo no tenían entrenamiento específico para el terreno en el que iban a combatir, mientras que el ejército de Yamashita había estado adiestrándose durante meses para la lucha en la jungla.

Nak

12-02-2007

El entrenamiento y la equipación del ejército de Percival dejaban mucho que desear. Lo mejor del ejército indio y del australiano, y no digamos del inglés, estaban en el norte de Africa y Oriente Próximo. En Malasia se reunieron fuerzas sin experiencia, muy inferiores a los japoneses en artillería de campaña, en inferioridad aérea, y sobre todo no tenían entrenamiento específico para el terreno en el que iban a combatir, mientras que el ejército de Yamashita había estado adiestrándose durante meses para la lucha en la jungla.

Entonces no sería tan sorprendente la victoria japonesa.

Nonsei

13-02-2007

Sorprendió a todos, pero es explicable. El prestigio que tenía el ejército británico no correspondía a su situación real, pero eso se vio cuando fueron derrotados.

Nonsei

26-12-2007

Mapa de la conquista japonesa de la península malaya, desde el primer desembarco en Kota Bharu el 8 de diciembre de 1941, hasta que alcanzaron el estrecho de Johore, el 31 de enero de 1942:

Nonsei

23-03-2009

La vergonzosa derrota británica en Singapur fue también un inexplicable error de inteligencia comparable al de Estados Unidos antes del ataque a Pearl Harbor. Los británicos fallaron en la apreciación de inteligencia de las intenciones y la fuerza reales de los japoneses. Es cierto que el Imperio se encontraba ya en guerra, las mejores tropas de la India y de Australia se encontraban combatiendo en Africa y en Oriente Próximo, y el papel de la colonia malaya se reducía a exportar la mayor cantidad posible de caucho y estaño para financiar la guerra. Sin embargo, en los meses anteriores la amenaza se había multiplicado a ojos vista. En julio de 1941 los japoneses ampliaron su presencia militar a toda la Indochina francesa, estableciendo una nueva base de operaciones en la bahía de Cam Ranh, en el sur de Vietnam. Ciertas estimaciones calculaban en 200.000 los soldados japoneses en Indochina. Desde sus bases en el sur de Indochina los bombarderos japoneses tenían en su radio de alcance la isla de Singapur y la península malaya. Al mismo tiempo, Japón estaba presionando a Tailandia para establecer tropas y obtener permiso de paso por su territorio. A pesar de ello los británicos no modificaron su absurda estrategia de fortificar Singapur y esperar el auxilio de la Royal Navy en caso de ataque. El más grave de sus errores fue la infravaloración del enemigo. Pasaron por alto su entrenamiento para la guerra en el trópico, fueron sorprendidos por sus tácticas de avance escalonado, su mayor movilidad, conseguida entre otras cosas por algo tan sencillo como el uso de bicicletas, e incluso por la utilización de carros de combate ligeros, que la doctrina británica descartaba totalmente en un terreno como el malayo. En el aire la infravaloración fue aún mayor. Los occidentales despreciaron la capacidad técnica de la industria aeronáutica japonesa, capaz de desarrollar modelos al menos al nivel de las grandes potencias. Al mismo tiempo tenían absurdos prejuicios por los que consideraban a los japoneses racialmente incapacitados para ser unos pilotos aceptables a causa de defectos como su miopía congénita, su mala visión nocturna o su deficiente sentido del equilibrio. Pasaron por alto su experiencia de años de guerra en China y el desarrollo de la aviación naval japonesa, en ese momento la mejor del mundo. Así que la gran maniobrabilidad de los cazas Zero y su absoluta superioridad sobre los obsoletos Brewster Buffalo o la efectividad de sus bombarderos resultaron toda una sorpresa para la RAF.

Al igual que pasó en Estados Unidos antes del ataque a Pearl Harbor, la infravaloración del enemigo japonés llegó a niveles increíbles si hablamos de contrainteligencia. Los espías japoneses actuaban sin ningún disimulo sin ser prácticamente molestados. En los años anteriores Japón había creado una efectiva red de inteligencia en Malasia y Singapur, aprovechando los miles de residentes japoneses y las numerosas compañías comerciales instaladas en las colonias británicas. También aprovechaban el abundante tráfico marítimo. Era normal que en las tripulaciones de los mercantes japoneses que tenían su ruta siguiendo la costa oriental de la península malaya hubiese oficiales de la Marina como observadores. Muchas de las actividades de los agentes japoneses eran conocidas por la policía británica, sin embargo se dejaba hacer para no crear problemas diplomáticos. También se permitieron los numerosos vuelos de reconocimiento que se hicieron en las semanas anteriores al ataque, muchos de ellos detectados por la RAF. La despreocupación de las autoridades coloniales llegaba a extremos ridículos. En el puerto malayo de Endau estuvieron amarrados dos submarinos japoneses sin permiso, sin que nadie reaccionase. Un oficial británico, el capitán Collinge, dijo haber visto en septiembre u octubre de 1940 a un oficial japonés perfectamente uniformado observando unos ejercicios de un escuadrón de carros armados. Cuando informó de ello al parecer unos funcionarios civiles le replicaron que la política del gobierno era la de evitar a toda costa un incidente con Japón.

Para mayor vergüenza, el principal agente japonés en Malasia fue un militar británico. El capitán Patrick Heenan, del 3/16 Regimiento Punjab, fue reclutado como espía en un viaje a Japón en el verano de 1938. A pesar de que era ya considerado sospechoso fue destinado a un puesto clave, como oficial de enlace con la fuerza aérea. Tenía acceso a todos los planes operativos y podía conocer la localización y el estado de todos y cada uno de los aparatos de la RAF en Malasia. Con esa información los japoneses pudieron comenzar la ofensiva con una serie de precisos ataques a las instalaciones de la RAF, en particular al aeródromo clave de Alor Star, asegurándose la superioridad aérea para el resto de la campaña. Heenan fue arrestado el 10 de diciembre, fue juzgado por una corte marcial y condenado a muerte en Singapur en enero de 1942, y posiblemente acabó ejecutado durante los caóticos últimos días de resistencia.

Después de la guerra los británicos descubrieron sorprendidos que los japoneses habían tenido acceso a las comunicaciones entre el gabinete de guerra en Londres y el general Percival en Singapur. A finales de septiembre de 1940 el gobierno británico envió al comandante militar de Singapur una serie de documentos, información ultrasecreta que incluía los planes de operaciones para Extremo Oriente, las apreciaciones de inteligencia sobre la defensa de las colonias británicas, o los libros de códigos para la flota británica. Para asegurar el secreto y no comprometer la seguridad, se decidió no utilizar las comunicaciones habituales y enviar la correspondencia a Singapur en un mercante rápido de 7.500 toneladas, el Automedon. El mensajero encargado de llevar documentos, el capitán Evans, tenía instrucciones de tirarlos al mar en caso de que el buque estuviese en peligro. Pero en noviembre de 1940, cuando el Automedon estaba ya en la parte final de su travesía, a la altura de las islas Nicobar, tuvo la mala suerte de encontrarse con el Atlantis, un buque corsario alemán camuflado como barco holandés. Estuvieron durante un tiempo navegando en paralelo, sin que la tripulación del Automedon sospechase nada, hasta que de repente el Atlantis aumentó su velocidad e hizo varios disparos de cañón. Uno dio de lleno en el puente matando al capitán del Automedon y dejando inconsciente al capitán Evans, otro destrozó la sala de radio, impidiendo así que el buque atacado enviase una señal de auxilio. Cuando los alemanes abordaron el mercante se encontraron con los documentos y con los códigos marítimos británicos. El Almirantazgo nunca supo que sus libros de códigos habían sido capturados. Como en un ataque de un buque corsario de superficie normalmente el barco atacado tenía tiempo de enviar un aviso, los británicos supusieron que el Automedon había sido torpedeado y hundido por un submarino. Los alemanes no tenían mucho interés por los proyectos británicos en Extremo Oriente, pero pasaron toda la documentación a los japoneses. Estos fueron de gran importancia en la planificación de la campaña malaya, como quedó demostrado tras la caída se Singapur, cuando los japoneses regalaron al capitán Rogge del Atlantis una espada samurai de gran valor.

josmar

23-03-2009

Muy  buena información, Nonsei....Enhorabuena...

Si ya lo dice el refran chino..."donde hay confianza...."

minoru genda

26-03-2009

Un mapa de Singapur un poco más "bestia"

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