Hundir el barco antes que entregarlo: mercantes del eje en el Caribe, 1939 - 40

V. Wobst

10-02-2007

Al iniciarse las hostilidades en 1939, eran muchos los barcos pertenecientes a los países en pugna que navegaban por los mares del mundo. En líneas generales, casi todos los capitanes habían sido instruidos desde meses antes sobre la conducta a seguir. Algunos sin embargo fueron sorprendidos por el estallido de la guerra sin contar con instrucciones precisas acerca del rumbo  que deberían tomar en la emergencia. Tal el caso de varias naves alemanas e italianas en las proximidades de la costa de Venezuela. Entre los meses de septiembre de 1939 y junio de 1940, en el momento de entrar Italia en la contienda, navegaban por la zona citada, los cargueros alemanes Durazzo y Sesostris y los italianos Jole Fassio, Bacicin Padre, Teresa Odero y Trottiera. Lo hacían con diferentes rumbos y cargas y en general, transportaban minerales estratégicos o combustible o se dirigían a cargarlos.

Ante el desarrollo de los acontecimientos y tratando de eludir la presencia de las naves de guerra aliadas, británicas en su mayoría, los citados barcos tomaron rumbo hacia los puertos venezolanos más próximos. Así, hacia junio de 1940, en Maracaibo se hallaba anclado el Durazzo y en La Guaira el Jole Fassio, ambos sin carga. En Carúpano se refugiaba el Sesostris, con un cargamento de madera, asfalto, café y cacao, mientras que en Puerto Cabello lo hacían el Teresa Odero y el Trottiera, sin carga, y el Bacicin Padre con petróleo.

Diría al respecto el capitán del Jole Fassio, al recordar el episodio muchos años después: “veníamos lastrados con agua de Génova, con destino a Curacao a cargar gasolina y querosén. Llevábamos nueve meses de guerra y mi país, Italia, seguía en posición neutral. Pasábamos grandes sustos en cada viaje, pues en medio del océano nos detenían las naves aliadas para revisarnos, medir el cargamento y hacernos miles de preguntas, tratando de descubrir si habíamos abastecido a algún submarino enemigo. Además, éramos escoltados permanentemente por los británicos, que en cualquier momento podían hundirnos, si desobedecíamos sus órdenes. Fue en ese último viaje de mi vida, el 8 de junio de 1940, cuando recibí la noticia de que Italia entraría en guerra... y, por lo tanto, debería refugiarme en la boca del Amazonas, en Brasil. Sin embargo, antes de llegar al mencionado lugar, recibí una contraorden: debía regresar a Curacao con mi petrolero de nueve mil toneladas de desplazamiento, para cargar combustible. Y así lo hicimos. Sin embargo, estando a tres horas de navegación para llegar a puerto y ya enviados los telegramas anunciando la llegada, a las seis de la tarde me informó el almirante Cavagnari, del Estado Mayor de la marina italiana, que siguiera hasta Venezuela para refugiarme, hundiendo inclusive el barco si fuera necesario. La misma orden la recibieron los demás capitanes, que ya se encontraban en aguas territoriales venezolanas. Fue así como entré al puerto de La Guaira, donde permanecí hasta el 24 de junio...”

El Sesostris

El barco italiano, sin embargo, no estaba solo. Las naves mencionadas anteriormente lo acompañaban en aquella decisión inesperada. Transcurrieron así varios meses, sin que ningún incidente alterara la situación. Los habitantes de Pto. Cabello recibieron de buena forma a las jóvenes tripulaciones refugiadas y se convirtieron en una especie de invitados de la ciudad. Los extranjeros visitaban con frecuencia el cine, bares, etc. y de alguna forma u otra formaban parte de la población para la época. El gobierno mantuvo su actitud de neutralidad y hasta entregaba los respectivos sueldos a los marineros de los barcos refugiados. La Navidad de 1940 fue triste para las tripulaciones, pero un poco menos para la del Sesostris, el único barco de bandera alemana, ya que estos fueron invitados a la fiesta de Navidad que se solía festejar en el Club Unión, como se llamaba el club alemán de Puerto Cabello. En esta celebración a la cual asistieron los oficiales y los marineros, muchos de estos ofrecieron en venta objetos de artesanía elaborados por ellos mismos, como timones, maquetas de barcos célebres, etc.

Los capitanes de los barcos italianos y alemanes se mantenían a la expectativa, aceptando pasivamente las órdenes recibidas de las autoridades venezolanas, pero también listos para llevar a la práctica las instrucciones recibidas oportunamente, de sus respectivos gobiernos. Estas últimas eran claras y simples: las naves no deberían caer en manos del enemigo en ningún momento ni bajo ningún concepto. Si tal situación fuera inminente, los barcos tendrían que ser hundidos de inmediato.

El 30 de marzo de 1941, finalmente, todas las naves italianas que se encontraban en puertos norteamericanos fueron incautadas por las autoridades. La información, como un reguero de pólvora, corrió entre los tripulantes de los barcos internados en Venezuela. En La Guaira, donde se encontraban los mercantes italianos Bacicin Padre, Teresa Odero, Trottiera y Jole Fassio y el alemán Sesostris, las autoridades (como buenos lacayos) intentaron repetir el hecho en la tarde del 31 de marzo. Así que un destacamento de la marina de guerra alcanzó a ocupar rápida y sorpresivamente al buque petrolero Bacicin Padre. La operación, sin embargo, no pudo continuar. Los cuatro restantes, tras la decidida acción de sus tripulantes, fueron rápida presa del fuego.

"El cielo se puso rojo con el resplandor", "El agua hervía en torno de los barcos"; estos fueron algunos de los titulares que aparecieron en la prensa del 1 de abril. Aproximadamente a las ocho de la noche ya se habían aglomerado una gran cantidad de personas en el puerto, que sorprendidas y confundidas miraban estupefactos el horrible espectáculo. Pronto, se corrió la voz de que esto no era ningún accidente. La población estaba indignada. No podían creer que estos refugiados a quienes habían tratado como huéspedes especiales pudieran poner en peligro las instalaciones del puerto que los había auxiliado en su tiempo de desdicha. La multitud no toleró semejante insulto y el disgusto general se convirtió en una persecución de marineros y oficiales que duró hasta altas horas de la madrugada. Al día siguiente se renovaron las indignaciones y las masas se aglomeraron enfrente de la casa #5 de la calle comercio, donde se rumoraba que se encontraban escondidos varios marineros italianos. Las puertas y ventanas de esta casa, al igual que sus refugiados, fueron salvados por la policía. Afortunadamente no hubo ningún linchamiento.

Después de haber sido capturadas todas las tripulaciones de los barcos (alrededor de 300 marineros y oficiales) fueron llevadas a distintos lugares ya que no cabían en la jefatura de la policía. Algunos marineros alemanes fueron llevados al cercano pueblo de San Esteban, donde se hospedaron en casas de familias alemanas que vivían en este pueblo.

Las tripulaciones fueron enjuiciadas. Los cargos presentados por Venezuela fueron dos principalmente: 1-Haber puesto en peligro las instalaciones del puerto; y 2-Haber violado el tratado de refugio que Venezuela había otorgado.

Recordaría, en octubre de 1972 en declaraciones a la prensa, el comandante del Jole Fassio, Amleto Rovelli: “Los tripulantes fueron llevados a San Esteban, a pocos kilómetros de Puerto Cabello. Después vinieron los largos días del proceso a los capitanes y el enjuiciamiento de las tripulaciones que habían tenido la culpa de obedecer a sus respectivas autoridades... El 14 de agosto se produjo la primera sentencia. Los capitanes fuimos condenados a cuatro años de cárcel y los tripulantes a dos ( :(¡! :o). Por otra parte, el gobierno de Venezuela, presidido por el general Isaías Medina Angarita, se opuso a enviarnos al estado de Montana, en los Estados Unidos. El fallecido presidente... indultó posteriormente a las tripulaciones italianas, mientras que los alemanes deberían seguir cumpliendo la condena... hasta hace poco sobresalían del agua los mástiles del casco metálico del buque alemán Sesostris... Los otros capitanes fueron muriendo poco a poco y el único que queda con vida soy yo, por ser el más joven de todos”.

La gran mayoría de estos marineros y oficiales, vivieron el resto de sus días como ciudadanos venezolanos y adoptaron este país como el suyo. Algunos ya habían contraído matrimonio con mujeres de Puerto Cabello como el capitán de la nave italiana Jole Fassio el señor Amleto Rovelli quien fundó una importante compañía aduanera en La Guaira.

El capitán del Sesostris único barco alemán involucrado en el hecho, el señor Karl Ueding también se quedó en Venezuela y se casó.

Los barcos incendiados Jole Fassio, Trottiera y Teresa Odero fueron reflotados. Mas tarde todos excepto el Teresa Odero fueron vendidos a los gringos junto a los otros tres barcos italianos que se encontraban en la bahía, el Bacicin Padre, el Alabama y el Dentice; el Teresa Odero fue adquirido por Argentina.

El buque alemán Sesostris quedo tan destruido que fue imposible su reconstrucción, y por orden del presidente Isaias Medina Angarita fue desguazado, remolcado y abandonado en una isla cercana a Puerto Cabello llamada Isla Larga, donde aun permanece hundido, siendo el paraíso de los buceadores de naufragios.

El Sesostris en los setenta

esquema del Sesostris

                                       

El Sesostris ahora

Espero que les haya gustado

Saludos a todos

Topp

10-02-2007

Me ha encantado V. Wobst, ha sido un relato muy interesante.

De todas formas, no te olvides poner las páginas en las que has basado tu relato.

Saludos.

Zhukov

16-12-2007

**Barco Alemán Sesostris.

Puerto Cabello,Isla Larga,Venezuela.

Video Submarino.**

http://es.youtube.com/watch?v=i6meDNUKM_I

Kurt Meyer

16-12-2007

Cuantos trabajos no he leido <<8 <<8. Gracias a lo aporte de Zhukov encontré este excelente articulo de Wobst. Desconocia completamiente la historia.

Enhorabuena <<37

Saludos

V. Wobst

08-01-2008

Gracias por el feedback camaradas (tarde pero seguro :) )

Un comentario medio off-topic: justamente en estas vacaciones navideñas intenté ir a Isla Larga, en Puerto Cabello. Pero en temporada alta es imposible: fíjense en el gentío en la playa y el muelle para tomar el peñero para llegar a la isla

así que me tuve que conformar con ir a la parte menos congestionada y no ver al Sesostris. Desde esta imagen se observa a lo lejos Isla Larga. El pecio se encuentra del otro lado de la isla.

Saludos kameraden

Deleted member

04-07-2010

Excelente artículo, lo  leí con atención, pondré un artículo sobre el tema proximamente.

                                      Atentamente

                                        Kelder Toti

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