El "Experimento Milgram"

Sikorski

29-04-2010

Hola, compañeros.

Cuelgo aquí un artículo de Paula Sayavera en el que se cuenta lo que se considera el más famoso experimento de la historia de la Psicología: el Experimento Milgram.

Milgram, que era un psicólogo de la Universidad de Yale, se preguntaba hasta qué punto una persona "normal" podría obedecer órdenes si éstas estaban en contra de su código moral y ético. Le llamaba mucho la atención que en los juicios a los oficiales nazis éstos siempre acababan respondiendo con la misma frase: "Obedecía órdenes". Así que diseñó el que hasta la fecha se considera como el más famoso experimento de la historia de la psicología.

*En los años 60, Stanley Milgram realizó un estudio psicológico que desveló que las mayoría de personas corrientes son capaces de hacer mucho daño, si se les obliga a ello.

La idea surgió en el juicio de Adolf Eichmann, en 1960. Eichmann fue condenado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la Humanidad durante el régimen nazi. Él se encargó de la logística. Planeó la recogida, transporte y exterminio de los judíos. Sin embargo, en el juicio, Eichmann expresó su sorpresa ante el odio que le mostraban los judíos, diciendo que él sólo había obedecido órdenes, y que obedecer órdenes era algo bueno. En su diario, en la cárcel, escribió: «Las órdenes eran lo más importante de mi vida y tenía que obedecerlas sin discusión». Seis psiquiatras declararon que Eichmann estaba sano, que tenía una vida familiar normal y varios testigos dijeron que era una persona corriente.

Stanley Milgram estaba muy intrigado. Eichmann era un nombre normal, incluso aburrido, que no tenía nada en contra de los judíos. ¿Por qué había participado en el Holocausto? ¿Sería sólo por obediencia? ¿Podría ser que todos los demás cómplices nazis sólo acatasen órdenes? ¿O es que los alemanes eran diferentes?

Un año después del juicio, Milgram realizó un experimento en la Universidad de Yale que conmocionó al mundo. La mayoría de los participantes accedieron a dar descargas eléctricas mortales a una víctima si se les obligaba a hacerlo.

Milgram quería averiguar con qué facilidad se puede convencer a la gente corriente para que cometan atrocidades como las que cometieron los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Quería saber hasta dónde puede llegar una persona obedeciendo una órden de hacer daño a otra persona.

Puso un anuncio pidiendo voluntarios para un estudio relacionado con la memoria y el aprendizaje.

Los participantes fueron 40 hombres de entre 20 y 50 años y con distinto tipo de educación, desde sólo la escuela primaria hasta doctorados. El procedimiento era el siguiente: un investigador explica a un participante y a un cómplice (el participante cree en todo momento que es otro voluntario) que van a probar los efectos del castigo en el aprendizaje.

Les dice a ambos que el objetivo es comprobar cuánto castigo es necesario para aprender mejor, y que uno de ellos hará de alumno y el otro de maestro. Les pide que saquen un papelito de una caja para ver qué papel les tocará desempeñar en el experimento. Al cómplice siempre le sale el papel de "alumno" y al participante, el de "maestro".

En otra habitación, se sujeta al "alumno" a una especie de silla eléctrica y se le colocan unos electrodos. Tiene que aprenderse una lista de palabras emparejadas. Después, el "maestro" le irá diciendo palabras y el "alumno" habrá de recordar cuál es la que va asociada. Y, si falla, el "maestro" le da una descarga.

Al principio del estudio, el maestro recibe una descarga real de 45 voltios para que vea el dolor que causará en el "alumno". Después, le dicen que debe comenzar a administrar descargas eléctricas a su "alumno" cada vez que cometa un error, aumentando el voltaje de la descarga cada vez. El generador tenía 30 interruptores, marcados desde 15 voltios (descarga suave) hasta 450 (peligro, descarga mortal).

El "falso alumno" daba sobre todo respuestas erróneas a propósito y, por cada fallo, el profesor debía darle una descarga. Cuando se negaba a hacerlo y se dirigía al investigador, éste le daba unas instrucciones (4 procedimientos):

Procedimiento 1: Por favor, continúe.

Procedimiento 2: El experimento requiere que continúe.

Procedimiento 3: Es absolutamente esencial que continúe.

Procedimiento 4: Usted no tiene otra alternativa. Debe continuar.

Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.

Este experimento sería considerado hoy poco ético, pero reveló sorprendentes resultados. Antes de realizarlo, se preguntó a psicólogos, personas de clase media y estudiantes qué pensaban que ocurriría. Todos creían que sólo algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo. Sin embargo, el 65% de los "maestros" castigaron a los "alumnos" con el máximo de 450 voltios. Ninguno de los participantes se negó rotundamente a dar menos de 300 voltios.

A medida que el nivel de descarga aumentaba, el "alumno", aleccionado para la representación, empezaba a golpear en el vidrio que lo separa del "maestro", gimiendo. Se quejaba de padecer de una enfermedad del corazón. Luego aullaba de dolor, pedía que acabara el experimento, y finalmente, al llegar a los 270 voltios, gritaba agonizando. El participante escuchaba en realidad una grabación de gemidos y gritos de dolor. Si la descarga llegaba a los 300 voltios, el "alumno" dejarba de responder a las preguntas y empezaba a convulsionar.

Al alcanzar los 75 voltios, muchos "maestros" se ponían nerviosos ante las quejas de dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su "alumno".

En estudios posteriores de seguimiento, Milgram demostró que las mujeres eran igual de obedientes que los hombres, aunque más nerviosas. El estudio se reprodujo en otros países con similares resultados. En Alemania, el 85% de los sujetos administró descargas eléctricas letales al alumno.

En 1999, Thomas Blass, profesor de la Universidad de Maryland publicó un análisis de todos los experimentos de este tipo realizados hasta entonces y concluyó que el porcentaje de participantes que aplicaban voltajes notables se situaba entre el 61% y el 66% sin importar el año de realización ni el lugar de la investigación.*

Lo que no se cuenta en el artículo es que Milgram se puso en contacto con los sujetos un año después y casi todos le agradecieron haber sido "engañados" para ese experimento, ya que descubrieron en sí mismos aspectos que ni siquiera podían sospechar que tuvieran. Y de esa manera se acabaron conociendo mejor.

Lo más sorprendente del experimento no es que hubiera personas dispuestas a obedecer hasta el final, si no el elevado porcentaje de ellas: entre 6 y 7 de cada 10 personas.

¿Tenemos todos un lado oscuro que no sospechamos?

¿Seríamos capaces de mantenernos firmes en nuestras convicciones ante una autoridad impositiva?

¿Hasta qué punto nos creemos en el control de nosotros mismos?

PARA SABER MÁS:

Os recomiendo el libro "Obediencia a la autoridad" de Stanley Milgram (Editorial Desclee de Brouwer), en el que se explica de una manera exhaustiva lo que fué este experimento.

Nonsei

29-04-2010

En otro tema Zhukov nos explicó el experimento Milgram y algunos parecidos:

https://mundosgm.com/smf/index.php/topic,3153.0.html

Un saludo.

gilfi

29-04-2010

Excelente post en verdad es facil juzgar desde una perspectiva exterior pero si te toca las cosas son bien diferentes........

Saludos

Sikorski

03-05-2010

Es el eterno dilema:

¿los alemanes obedecían ciegamente a la autoridad sin ni siquiera plantearse la opción de negarse?

Como defienden autores como Christopher Browning en "Aquellos hombres grises".

¿O más bien, el pueblo alemán partía de un antisemitismo profundo y sabían perfectamente lo que hacían sin necesidad de obedecer órdenes?

Tesis defendida por Daniel J. Goldhagen en "Los verdugos voluntarios de Hitler".

Son las dos posturas encontradas.

Confieso que sigo sin tenerlo claro.

czesc

leytekursk

13-05-2010

  Es posible negarse al asesinato y algunos altos oficiales alemanes lo hicieron. Por ejemplo el general Fridolin von Senger Und Etterlin, quien estaba a cargo de las fuerzas de evacuación de  Cerdeña y de la defensa de Córcega a fines de 1943.

                          A von Senger le fue transmitida una orden directa de Hitler de ejecutar a todos los oficiales italianos prisioneros que hubiesen combatido contra los alemanes. Von Senger se negó a cumplir esa orden y así se lo comunicó a Kesselring quien se hizo el desentendido. Von Senger desobedeció una orden directa de Hitler de asesinar prisioneros de guerra. Y nada le ocurrió, al contrario, luego se distinguiría en Montecassino.

    En algún lado tengo el libro de memorias de guerra de Von Senger en que relata en detalle este episodio... si a alguien le interesa en particular, puedo transcribir el relato del propio general alemán de esta situación.

               

                                                            Saludos...

                                                             

Sikorski

13-05-2010

Está claro que hubo gente que se negó. El problema no es ese, si no el porcentaje que así lo hizo frente al porcentaje que obedecía.

Me interesaría bastante Leyte, que transcribieras ese relato y lo colgaras. Gracias

Do widzenia

leytekursk

13-05-2010

Está claro que hubo gente que se negó. El problema no es ese, si no el porcentaje que así lo hizo frente al porcentaje que obedecía. Me interesaría bastante Leyte, que transcribieras ese relato y lo colgaras. Gracias Do widzenia

Pues aquí va...

Cito:

                              “El 14 de septiembre lo pasé en Bastia, con la intención de organizar una resistente cabeza de puente. Carecíamos de fuerzas de infantería y tuve que abandonar la idea de tomar también desde ahí, la península que se extiende en dirección al norte. Las pocas fuerzas de que disponía se hubieran dispersado aún más. Cuando regresé por la noche a mi puesto de mando, contento por la toma de Bastia y por el hecho de que los italianos se habían retirado al interior de la isla, encontré a mi oficial de Estado Mayor desesperado, por  órdenes que habían sido recién transmitidas.

                  Por disposición directa de Hitler, debíamos fusilar a todos oficiales italianos y reportar, a más tardar, esa misma noche, los nombres de los ejecutados. La orden había sido girada basándose en una disposición generalizada del Alto Mando Alemán, que decía que todos los oficiales italianos capturados después del 10 de septiembre, siempre y cuando a partir de la fecha mencionada hubieran luchado contra nosotros, debían ser tratados como guerrilleros y fusilados en el acto.

                                    Pero estos oficiales italianos habían seguido órdenes emanadas de su legítimo gobierno. La mayoría de los doscientos oficiales capturados había preferido el cautiverio alemán a una entrega muy probable, aunque por tiempo limitado solamente, a las fuerzas francesas libres. De esta manera esperaban regresar más pronto a Italia. Además, ellos contaban con muy buenos amigos entre sus antiguos aliados, quienes los saludaban muy efusivamente.

                                          Por tanto, llegué a la conclusión absolutamente decidida de que había llegado la hora de desobedecer la orden correspondiente. En el acto hablé con el mariscal Kesselring, usando la red inalámbrica telefónica, y le reporté que me negaba a cumplir esa orden. El mariscal aceptó mi declaración, absteniéndose de hacer comentario alguno y me aseguró su inmediata retransmisión al Alto Mando Alemán. Luego ordené el traslado a tierra firme de los oficiales capturados, donde aún no podía conocerse la orden de fusilamiento. Debo agradecer al mariscal Kesselring el hecho de que aceptó sin más ni más mi negativa de cumplir la orden, sin proceder en contra mía como las circunstancias, evidentemente, lo exigían.

                    Mucho más tarde me enteré de que se habían librado batallas en el Alto Mando Alemán en relación con mi persona, durante las cuales salieron ganando aquellos que iban a favor mío. No obstante permanecí anotado en ciertas listas de personas indeseables, precisamente porque me había negado a cumplir aquella orden asesina.”

Fuente: “Guerra en Europa”: Frido von Senger und Etterlin, Editorial Herrero, Mexico D.F.  1963.

                                                                            Saludos…

Sikorski

13-05-2010

Muy interesante, Leyte.

Lástima que el ejemplo de este hombre no fuera más extendido. De esa manera, no se hubiera llegado a algunas barbaridades históricas que se cometieron en la época.

Do widzenia

Deleted member

22-01-2011

Hola.

esto solo como un aporte mas para tratar de comprender el "comportamiento humano"

tambien tendriamos q diferenciar entre estar directamente "implicado" en un procedimiento directo de producirle un mal a otra persona y estar en una oficina, en un ambiente sin "violencia" a la vista e impartiendo ordenes que esta persona sabe perfectamente el mal que va a producir.

Despues aplicar la frase de "obediencia debida" el interesado cuando es juzgado la puede aplicar para desenbarazarse del problema de culpa o porque en su momento si se negaba podria recibir castigo para el o su familia.

En los regímenes verticalistas las ordenes "no" se discuten, pasado el tiempo siempre habra personas que no puedan entender como puede suceder esto.

saludos

Sikorski

24-01-2011

Hola. esto solo como un aporte mas para tratar de comprender el "comportamiento humano" tambien tendriamos q diferenciar entre estar directamente "implicado" en un procedimiento directo de producirle un mal a otra persona y estar en una oficina, en un ambiente sin "violencia" a la vista e impartiendo ordenes que esta persona sabe perfectamente el mal que va a producir. Despues aplicar la frase de "obediencia debida" el interesado cuando es juzgado la puede aplicar para desenbarazarse del problema de culpa o porque en su momento si se negaba podria recibir castigo para el o su familia. En los regímenes verticalistas las ordenes "no" se discuten, pasado el tiempo siempre habra personas que no puedan entender como puede suceder esto. saludos

Correcto, Stuka_1939.

Lo de la "obediencia debida" es un argumento que se empleó en los juicios de Nuremberg hasta la saciedad. Era la excusa perfecta para eludir responsabilidades.

Porque, ¿dónde empieza el deber a la obediencia cuándo esa obediencia choca, precisamente, con tu escala de valores?

De hecho, algunos oficiales o miembros de la Wehrmacht se negaron a aplicar ciertas órdenes.

Pienso que todo tiene un límite que no se debe traspasar, incluso la "obediencia debida".

Do widzenia

gamaliel gustavo

24-01-2011

Tambièn deberà de tomarse en cuenta la influencia del adoctrinamiento que recibiò la poblaciòn alemana, una poblaciòn que ademàs se le ha reconocido por su disciplina, encuadrando esto ùltimo en una obediencia casi ciega en el cumplimiento de las ordenes recibidas. Desgraciadamente todos los factores que pudieron haberse confabulado para que se dieran tan terribles hechos, estuvieron presentes. Saludos.

Sikorski

25-01-2011

Tambièn deberà de tomarse en cuenta la influencia del adoctrinamiento que recibiò la poblaciòn alemana, una poblaciòn que ademàs se le ha reconocido por su disciplina, encuadrando esto ùltimo en una obediencia casi ciega en el cumplimiento de las ordenes recibidas. Desgraciadamente todos los factores que pudieron haberse confabulado para que se dieran tan terribles hechos, estuvieron presentes. Saludos.

Exacto. Partiendo ya de un antisemitismo que estaba presente desde el siglo anterior, y que no inventó ni Hitler ni su camarilla.

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