Angel Salamanca Salamanca

Deleted member

08-10-2006

Me ha sorprendido no encontrar ningún mensaje que haga referencia al Teniente Angel Salamanca, en cuanto pueda encontrar algo más de lo que sé (que es bastante poco, queria informarme en el foro) lo subiré. De momento sólo os puedo decir que este valiente soldado español de la división azul ganó la medalla militar individual en combate en la batalla de Krasny Bor, pasó once años encerrado en un gulag, y  participó en 2004 junto a un antiguo soldado español de la division Leclercq en el desfile de la Fiesta Nacional.

.

Un saludo

Doctor Oskar

08-10-2006

Muy interesante...tienes fotografias de el ?

Wittmann

08-10-2006

Aqui lo tienes en una foto meses antes de su muerte, los que lo rodean son miembros de un grupusculo de extrema derecha.

Deleted member

08-10-2006

No sabía que tuviera convicciones ideológicas de extrema derecha, el ejemplo que dió al desfilar junto a un excombatiente de la división Leclercq parecía demostrar que no guardaba rencor contra personas de ideología contraria a la suya (suponiendo que fuera a la división azul por causas ideológicas, ya que muchos de los divisionarios eran republicanos que pretendian evadir críticas o simplemente gente que quería ganar dinero, ya que decían que los alemanes pagaban muy bien a los voluntarios)

Moisin-Nagant

08-10-2006

Pues si combatio en la Division Azul era de esperar que fuera de extrema derecha.

Wittmann

08-10-2006

Te equivocas Moisin, muchos miembros de la azul fueron conocidos izquierdistas que pretendieron lavar su imagen, ejemplos paradigmáticos serian el director de cine Luis Garcia Berlanga, o el genial actor Luis Ciges.

Ojo, yo no estoy juzgando a nadie, ni se los intimos sentimientos que hicieron que participasen de la decisión de presentarse voluntarios en la azul.

Saludos.

ULRICH

08-10-2006

Mañana publicaré material sobre éste bravo soldado.

Moisin-Nagant

09-10-2006

Te equivocas Moisin, muchos miembros de la azul fueron conocidos izquierdistas que pretendieron lavar su imagen, ejemplos paradigmáticos serian el director de cine Luis Garcia Berlanga, o el genial actor Luis Ciges.

Pues no lo sabia Witt, la verdad me parecia que la mayoria eran Falangistas, ¿asi que izquierdistas? Vaya forma de lavar su imagen, parecen los batallones de castigo de los sovieticos  ;D ;D

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09-10-2006

HISTORIA / LA DIVISION AZUL EN LENINGRADO

El dia que perdí a 1.000 compañeros

El 10 de febrero se cumplió el 60 aniversario de Krasny Bor, la mas dura

batalla de la Division Azul en el frente ruso. un superviviente, el entonces

sargento Angel Salamanca, rememora como la nieve se lleno de cadaveres de

españoles

«Parece que el cielo se va a desplomar encima de ti, que se acaba el mundo,

que nadie va a quedar vivo. Faltaban pocos minutos para las siete de la

mañana del 10 de febrero de 1943 y había comenzado el miércoles negro en

Krasny Bor. La artillería rusa inició el castigo sin piedad. Los españoles

que estábamos en primera línea corrimos a los búnkeres a cobijarnos de los

fogonazos de más de 800 cañones que hacían agujeros tan grandes como plazas

de toros. La tierra temblaba y el humo hacía difícil la

visibilidad. Estábamos escondidos como ratas en el búnker, a 2,5 metros de

profundidad. Todo era ruido, fuego, gritos, lodo, nieve y sangre. El

termómetro no subía de los 25º bajo cero. Pese al frío, se sudaba, pero no

se comía, ni se bebía, ni se fumaba, ni se daban los buenos días.

Muchos oficiales, en labores de vigilancia, fueron alcanzados con los

primeros bombazos, dejando sin mando a la tropa. Fue ésta una de las claves

de la batalla. Se decía que nunca caía un obús o un mortero donde ya había

caído otro. Mentira. Caían por cientos, unos encima de otros, y al explotar

esparcían metal caliente en todas direcciones. Cada una de las 800 bocas

vomitaba fuego cada 10 segundos, el tiempo necesario para cargar y

disparar. Enseguida se sumaron los famosos organillos de Stalin, camiones con

plataformas de artillería que disparaban consecutivamente, provocando un

ruido atroz, como si fuesen órganos. Tanto poderío militar para el sector

tan reducido por el que se peleaba era una barbaridad.

La División Azul estaba desplegada en el norte del pueblo de Krasny Bor, en

un frente de 20 kilómetros de largo al sur del sitiado Leningrado. Desde

1941 los alemanes habían cercado la ciudad y, en su intento definitivo por

acabar con el sitio, los soviéticos habían elegido Krasny Bor. Estábamos,

pues, en el eje de su ataque. Mi unidad, unos 5.000 hombres -aproximadamente

un tercio de los efectivos españoles- se encontraba allí.

Yo estaba incorporado como sargento a la Quinta Compañía del II Batallón del

Regimiento 262, a las órdenes del capitán Teodoro Palacios, quien me destinó

a la segunda sección, al mando del alférez Céspedes. A mi cargo tenía un

pelotón reducido de 35 hombres. Venía de un larga experiencia en combate en

primera línea adquirida en los frentes de Aragón, Madrid y Cataluña durante

la Guerra Civil desde agosto de 1936, cuando tenía 17 años. Me enrolé en la

División Azul en verano de 1942, en Logroño.

Cuando empezaron las hostilidades aquella mañana del 10 de febrero, en

realidad hacía ya días que sabíamos que algo gordo se cocía en las filas

rusas. En las trincheras, Radio Macuto informa con mucha antelación. Un

ucraniano que se pasó al bando español en la noche del 9 de febrero fue la

señal inequívoca de que el ataque era inminente: llevaba ropa interior

nueva, una costumbre local antes de la batalla para morir limpios y puros si

caían abatidos en combate. Entendimos rápidamente que en pocas horas

empezaría el baile. Había tensión, pero no miedo.

El fuego de artillería duró más de dos horas, en las que se produjo la mitad

de las bajas del día. Al cesar la artillería, comenzaron las pasadas de la

aviación enemiga, que hostigaron especialmente a nuestra Quinta Compañía;

sólo en el pelotón bajo mi mando hubo una decena de bajas, entre muertos y

heridos, en las tres primeras horas. Otras compañías fueron literalmente

trituradas.

Pese a que el avance terrestre del Ejército Rojo se produjo por cuatro

líneas de penetración con una división en cada una -44.000 hombres en

total-, se toparon con serias dificultades. El calor de la artillería había

dejado el acceso a nuestras nevadas posiciones como un completo barrizal por

donde los carros de combate KV-1 y T-34 quedaban atascados y los

esquiadores, empantanados.

Pero más importante fue que no esperaban nuestra respuesta. Creían que tras

el bombardeo estaríamos todos muertos. Y lo que hicimos fue salir a nuestros

puestos, emplazar las máquinas y recibirlos a fuego limpio. Las órdenes del

capitán Palacios eran claras: "¡Resistir y resistir!".

Aunque la infantería rusa llegaba por oleadas, lo hacía muy desordenada y

pudimos repeler los primeros ataques. Había que resistir hasta morir. Pero

iban acumulándose las bajas; entre ellas la del alférez Céspedes. Si había

heridos, se les evacuaba. Si había cadáveres, se apartaban para no pisarlos

y se seguía disparando. El espectáculo era dantesco. Para coger una pistola

y pegarse un tiro.

A media mañana, los rusos habían perforado el frente por tres sitios, pero

los capitanes Campos, Oroquieta, Aramburu y Palacios resistían a duras penas

con seis compañías muy debilitadas. La Luftwaffe no hacía acto de presencia;

y la División SS Volkspolizei, situada en la media distancia, no podía

auxiliar, pues debía aguantar para hacer frente a una previsible embestida

rusa.

A mediodía estábamos prácticamente cercados por el flanco izquierdo. Mi

sección, sin oficial al mando, era ya un islote con unos pocos

supervivientes. Sólo pude atrincherarme y abrir fuego de costado. Primero con

un único tubo de mortero que defendía Joaquín, un cabo de Ponferrada. Cubría

su ojo izquierdo con una mano porque le habían pegado un tiro en la cara.

Nos retiramos por la trinchera de evacuación y regresé con dos soldados más

para recuperar parte de la munición y alimentos del búnker y destruir el

resto. Tiramos bombas de mano como locos. Al retirarnos al enclave donde

resistía Palacios, éste me dijo: "¡Salamanca, desde este momento eres

Medalla Militar!". Acto seguido acudí al sector del puesto de mando. Sólo

quedaba operativo un fusil ametrallador, pero causó estragos.

Llegaban columnas con medio centenar de hombres que eran abatidos

sistemáticamente. Disparábamos ferozmente, sin parar, esperando a que el

enemigo se encontrase a menos de 100 metros, disparábamos al bulto. Pero

hasta un ciego habría hecho blanco.

Toda la potencia de fuego de la máquina, 1.300 disparos por minuto, provocó

una carnicería en las filas enemigas y nos mantuvo con vida. No es que

nuestro cañón estuviese caliente, es que estaba al rojo vivo. En la

refriega, tres veces cayó el soldado que la servía. Cuando un cuarto soldado

me dijo con la mirada: «Sargento, ¿quiere usted que me maten?», decidí

empuñar personalmente la ametralladora. Al cabo, los rusos acertaron con una

granada de 120 que cayó ante el cañón. Salí despedido cuatro metros,

perdiendo el conocimiento momentáneamente, la cara llena de sangre y

metralla y una ceguera casi total por el alumbramiento del fogonazo. Fui

evacuado al búnker. Luego supe que tenía también una herida de bala en la

rodilla.

Sin munición, con la mayoría de los supervivientes heridos y los indemnes,

agotados, el final estaba próximo. A las tres de la tarde, un soldado entró

al búnker: "De parte del capitán, que salgáis todos; estamos hechos

prisioneros". Los 25 heridos salimos y encontramos a otros 18 hombres con

las manos en alto con el capitán Palacios al frente. Nos mandaron formar e

hicieron un simulacro de fusilamiento pero sólo se tiraron como fieras sobre

nuestros relojes y todo lo que llevábamos.

El trayecto hasta Kolpino, en fila de a tres, fue entre una alfombra de

cadáveres. No nos trataron mal gracias a un jefe de escolta mongol que no

debió de haber otro mejor en toda la Unión Soviética. Los 30 detenidos de

Oroquieta, con los que enlazamos, recibieron toda suerte de golpes. Al

llegar a Kolpino, un enloquecido grupo de mujeres rusas trató de atacarnos,

pero el mongol las rechazó a culatazos.

Enseguida empezaron los interrogatorios, con las traducciones de un español

enrolado en el Ejército soviético. Todo el afán del coronel ruso era saber

qué armamento usábamos, hablándonos incluso de un arma secreta de Hitler.

«Dice el coronel que habéis causado más de 14.000 bajas, y eso es imposible

con ametralladoras y fusiles mauser corrientes», nos informó el republicano

español.

Luego vino un cautiverio en campos de concentración que se alargó hasta

  1. Las estadísticas hablan de 2.252 bajas españolas (1.125 muertos, 91

desaparecidos y 1.036 heridos) en un solo día. Otras 1.000 se sumaron en los

días posteriores. Aunque los españoles retrocedimos ese día tres kilómetros,

los rusos no avanzaron más. Tras intensos combates, el mando soviético

ordenó a sus fuerzas pasar a la defensiva. El frente quedó estabilizado

durante un año.

La batalla de Krasny Bor, con una encomiable resistencia de nuestra

División -el 10 de febrero se consiguieron tres de las ocho laureadas de la

División Azul en la URSS- enterró una gran ofensiva posterior para romper el

cerco de Leningrado. Los divisionarios que luchamos allí y estuvimos

cautivos hasta 1954 no supimos qué ocurrió hasta el regreso a España, pero

teníamos la creencia de que la ofensiva no había llegado más al sur que

Krasny Bor.»

Deleted member

09-10-2006

Muchos otros lucharon en la DEV por que allí tenían el rancho asegurado, tan siemple como que en España la gente se moría de hambre.

Doctor Oskar

09-10-2006

Genial relato corocotta.

Deleted member

09-10-2006

Pues el propio Angel Salamanca escribió un libro llamado "Esclavos de Stalin" sobre su participación en la batalla de Krasny Bor y su cautiverio durante 11 años en un gulag, si algún miembro lo hubiera leido agradecería que nos ablara de él.

Deleted member

09-10-2006

Parecido a ese relato está Embajador en el Infierno del capitán Palacios, toda una obra maestra de la literatura bélica, según mi gusto claro...

Por cierto amigo, yo también admiro a Nietzsche y soy ferviente defensor del filósofo alemán.

Wittmann

09-10-2006

Cocorotta ¿donde está esa placa? ::)

Deleted member

09-10-2006

El último soldurio, el último resistente a las invasiones romanas en el norte de España...

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