El único evadido

minoru genda

02-01-2010

La biografía que voy a relatar a continuación la he publicado en http://www.forosegundaguerra.com/index.php y dada la peculiaridad y el misterio del personaje unido al hecho de ser el único prisionero alemán que se fugó con éxito de un campo de prisioneros merece la pena ser repetida y compartida con más personas vamos pues con un etenso resumen de las peripecias de este singular personaje

Franz von Werra era un piloto de la Luftwaffe que consiguió escapar de un campo de prisioneros en Canadá.

Cuando yo era un crío vi una película biográfica sobre dicho piloto titulada  "El único evadido" protagonizada por el actor alemán Hardy Kruger y en ella se narraban las peripecias de dicho piloto.

Vamos a comentar un poco las peripecias de Franz von Werra que a pesar de ser poco conocido se le podría conceder mucha más importancia por los hechos que aquí se van a presentar.

El teniente Franz von Werra era un tipo que le echaba mucho morro a todo, pero lo hacía porque tenía mucha imaginación, era inteligente y porque cuando llevaba cierto tiempo en la Luftwaffe se dió cuenta de que el mejor modo de progresar era que hablasen de uno, porque veía que lo que impresionaba era la osadía, el arrojo,..... en una palabra la excentricidad. Incluso a la hora de hacerse con una mascota fue diferente a sus compañeros y tomó como tal a un cachorro de león al que puso de nombre Simba. Como colofón a su curriculum se añadió el título de barón para darse cierto lustre ante sus camaradas y superiores.

Nada más comenzar la guerra su primer objetivo fue convertirse en as y consiguió derribar 8 aviones cuyos derribos fueron confirmados

En cierta ocasión tras regresar de una patrulla en solitario se jactó de haber derribado 5 Hurricanes y destruido otros cuatro en tierra, esos dudosos derribos y destrucciones pusieron a Franz entre los mejores pilotos al comienzo de la guerra, pero le quitaron cuatro de esos Hurricanes lo que no fue obstáculo para que le fuera concedida la Cruz de Caballero.

Tardaría mucho tiempo en lucir esa distinción pues antes de que se le fuera entregado y en su décima misión fue derribado sobre los cielos de Inglaterra y le hicieron prisionero.

En un primer interrogatorio llevado a cabo por un oficial hábil oficial inglés éste le comenzó a hablar sobre Alemania y otras cuestiones aparentemente triviales pero que proporcionaron a dicho oficial una valiosa información sobre el prisionero sin que von Werra se percatase de su propia indiscreción, von Werra había tenido la precaución de quemar cuantos papeles llevaba encima para evitar que los ingleses pudieran saber más de lo que él conscientemente pudiera decir, pero aún así el oficial inglés consiguió sacarle todo lo que pudo que no fue poco, pero von Werra se dio cuenta de cuanto había dicho de un modo inconsciente durante ese primer interrogatorio cuando en un segundo interrogatorio otro oficial le espetó tras una larga conversación nombres de su mejor amigo su mascota y grupo de caza y unidad a la que pertenecía, en sucesivos interrogatorio sufrió el acoso de diferentes oficiales de inteligencia que pusieron en práctica todos los medios posibles para conseguir sacarle más información sin darse cuenta que von Werra era un tipo inteligente que había aprendido la lección y no dio información militar a sabiendas de que lo hacía pero esos interrogatorios sirvieron para que el piloto alemán aprendiera casi todos los trucos de los ingleses para hacer hablar a cualquier prisionero lo aprendido por von Werra tendría consecuencias en un futuro no muy lejano, como veremos más adelante.

A unos 35 kilómetros de las costas del mar de Irlanda, en Grizedale Hall, había un caserón de piedra con 40 habitaciones, que era usado como albergue para prisioneros de guerra y que estaba muy bien vigilado, allí fue conducido Franz von Werra.

A los pocos días de encontrarse allí ideó un plan para fugarse. Durante los paseos que se llevaban a cabo cada dos días, para que los prisioneros pudieran hacer ejercicio y caminar estos tomaban dos direcciones aleatorias, hacia el norte o hacia el sur, dependiendo del criterio de un sargento que guiaba la comitiva de prisioneros y guardianes, compuesta por el Sargento montado a caballo que iba al frente de la comitiva, un oficial jefe de la comitiva y ocho guardianes cuatro de los cuales iban detrás y los otros cuatro al lado de los prisioneros. La distancia a recorrer era de aproximadamente tres kilómetros, al cabo de los cuales se detenían a descansar unos 10 minutos para tras el descanso volver a la casona prisión.

Cuando la comitiva se dirigía hacia el norte, las posibilidades de fuga eran casi nulas, pues el terreno estaba configurado por un prado abierto y amplio, guardado por una valla de alambre y sin lugares donde poder ocultarse. Por el contrario, el camino hacia el sur ofrecía al menos una posibilidad de escapar, era el momento en que el grupo se paraba a descansar, pues lo hacían junto a una tapia de piedra. Von Werra pensó que si sus compañeros entretenían a los guardianes el podría saltar la pequeña tapia y escapar agachado junto a la misma para más allá internarse en el bosque e intentar llegar a la costa para tomar un buque de un país neutral que le condujese a la libertad.

En uno de los paseos, uno de los prisioneros dio orden de seguir la ruta del sur. Y todos emprendieron dicho camino, ni el sargento dijo nada, ni el oficial puso objeción alguna, los vigilantes tampoco notaron el engaño y todos creyeron que o bien el sargento había dado la orden y éste a su vez pensó que aquel día el oficial había decidido elegir la ruta. Al llegar al lugar de descanso, se repitió el protocolo de siempre, los vigilantes se situaron a un lado de la carretera mientras los prisioneros se situaban del lado de la valla para permanecer de pie o moverse a uno y otro lado.

Von Werra se situó tras sus compañeros más altos todos los cuales se agruparon en un determinado momento con arreglo al plan preconcebido, von Werra se subió a la pequeña tapia de no más de un metro y a una señal de uno de sus amigos saltó al otro lado.

Al reiniciarse la marcha, unas mujeres, que habían visto la fuga, comenzaron a agitar las manos para alertar a los guardianes, pero uno de los prisioneros comenzó a devolver los saludos acción a la cual se sumaron otros compañeros y las señales de las mujeres no fueron tenidas en cuenta por los guardianes. Tras el incidente los prisioneros empezaron a cantar para (en otra señal acordada) indicar al fugitivo que todo iba bien y no había sido descubierta su fuga, no obstante el hecho de que los prisioneros cantaran alertó al sargento y al oficial pues estaba prohibido cantar durante los paseos. El sargento sospechando que algo ocurría empezó a pasear arriba y abajo intentando contar á los prisioneros, pero estos dándose cuenta de lo que pretendía empezaron a moverse y a agruparse y separarse para impedir que consiguiese su propósito, la actitud de los prisioneros incrementó las sospechas del sargento, que tras comentarlo con el oficial se dirigió a la parte delantera de la columna e hizo al grupo de prisioneros detenerse a punta de pistola, entonces el oficial y el sargento comenzaron a contar y tras la comprobación se dieron cuenta que faltaba un prisionero.

Tras varios días vagando por la campiña fue localizado pero volvió a escapar, dos días más tarde fue pillado definitivamente y al regreso a su prisión estuvo incomunicado durante varios días antes de ser enviado a una nueva prisión. (continuará)

minoru genda

02-01-2010

Franz von Werra llega a su nuevo destino, el campo de prisioneros de guerra de Swanwick situado en el centro de Inglaterra y nada más llegar ya empieza a pensar el modo de volver a fugarse y se puso manos a la obra comenzando a estudiar los sistemas de seguridad de su nueva prisión.

Swanwick estaba rodeada por dos robustas vallas de alambre de púas y entre ellas paseaban constantemente patrullas de vigilancia. A lo largo de la valla exterior se alzaban torres con centinelas provistas de ametralladoras y proyectores de luz, incluso las mismas vallas estaban iluminadas permanentemente de noche y solo se apagaban durante las alarmas por ataque aéreo, durante los cuales se reforzaba la guardia. A la vista de la situación von Werra llegó a la conclusión de que para poder escapar debía cavar un túnel.

El barracón donde estaba alojado estaba a un metro quizás algo más de la valla interior y tras hacer sus cálculos llegó a la conclusión que un túnel de entre unos 13 o 15 metros sería suficiente y aunque la posible salida del túnel estaba muy cercana a una de las torres de vigilancia observó que había algunos matojos y árboles que le ayudarían a ocultarse.

A los pocos días cinco oficiales alemanes prisioneros apoyaron su idea y formaron la  “Compañía Minera de Swanwick”

Los seis comenzaron a trabajar con entusiasmo en el túnel usaban palas de mango corto para excavar y cubos de los usados contra los incendios que podían producirse por las bombas incendiarias que los aviones de sus compatriotas lanzaban durante los bombardeos.

Uno de los miembros del equipo descubrió una enorme cisterna parcialmente vacia y en ella descargaban la tierra que se extraía del túnel. Mal olor y algún que otro leve derrumbe fueron problemas adicionales que por fortuna no ocasionaron problemas mayores ni levantaron sospechas entre los centinelas.

Todos los prisioneros colaboraron de algún modo en el plan vigilando  o avisando por medio de palabras clave sobre la presencia de guardianes, en ocasiones y cuando al excavar se producían ruidos se ponían a cantar o montaban alguna algarabía para enmascarar dicho ruido.

Durante un mes de trabajo casi continuo se fue construyendo el túnel al cabo del cual ya estaba listo para proceder a la fuga, todos los que iban a escapar excepto uno que desistió habían planeado ya los movimientos posteriores a su salida del campo, cuatro de ellos habían decidido dirigirse a dos puertos para abordar un buque neutral que les condujera a la libertad definitiva, dos habían decidido ir a Glasgow y otros dos a Liverpool, von Werra decidió llevar a cabo la aventura en solitario pues su experiencia anterior le había servido para darse cuenta de que una vez fuera del lugar de confinamiento se debía salir  inmediatamente del país y antes de que se iniciase la búsqueda pues una vez comenzada ésta las posibilidades de escapar eran casi nulas. El audaz piloto alemán  decidió que el mejor medio de conseguirlo era hacerse pasar por un piloto aliado derribado presentándose en un campo de la RAF y buscar el modo de hacerse con un avión para escapar.

Tras meditar de que modo podría llevar a cabo su propósito decidió hacerse pasar por un piloto hoplandés que se hubiera estrellado al regreso de una misión de bombardeo, la idea era creible por cuanto en Gran Bretaña había cantidad de pilotos de diferentes países, entre ellos Holanda que hablaban un inglés horrible y von Werra aunque con cierto acento, lo hacía de un modo muy aceptable. Se haría pasar por piloto del “escuadrón mixto de bombardeo” con base en Aberden (norte de Escocia) dio ese nombre porque la ambigüedad de la designación de escuadrón le permitía cierta libertad para contestar a ciertas preguntas que pudieran hacerle si alguien le pedía explicaciones.

Von Werra se equipó con ropas que consiguió de otros prisioneros e incluso se compró una bufanda de lana con cuadros y colores escoceses para dar mayor realismo a su indumentaria, el mayor problema fue el disco de identificación vulcanizado que por fin y con cartón consiguieron falsificar el “grupo de falsificaciones” del campo.

A las 9 de la noche del 20 de diciembre de 1940 von Werra salió del túnel la suerte se había aliado co él pues la noche estaba muy oscura y la alarma antiaérea había provocado que las luces del campo se apagaran, tras salir uno a uno los cinco fugitivos se reunieron en una especie de cobertizo situado lo suficientemente alejado como para que no fueran vistos y se despidieron deseándose mucha suerte.

Von Werra se quedó junto al pajar y esperó a que la alarma antiaérea cesase, pues no deseaba ser detenido como superviviente de un avión alemán derribado, con un poco de suerte la fuga no sería descubierta hasta la mañana siguiente, a la hora de pasar lista, lo que le daría un margen de tiempo suficiente para huir lejos.

Como a las tres de la mañana aún seguía el bombardeo,  von Werra no se atrevió a seguir esperando, pues la proximidad del campo unido a un menor tiempo para alejarse incrementaba el riesgo de ser capturado de nuevo, así que salio de su escondite y se fue con paso firme y rápido del lugar con su “flamante” uniforme y llevando debajo del brazo un ejemplar del Times que también había conseguido en el campo de prisioneros.

Posiblemente estaría más preocupado si supiera que ya se había descubierto su fuga, uno de sus compañeros había robado una bicicleta que resultó ser de un policía que se había bajado a echar un vistazo y que al percatarse del hecho dio la alarma.

Tras recorrer varios kilómetros, von Werra oyó una locomotora que se encontraba en un desvío próximo a una estación y se puso a correr para alcanzarla, subiendo a la cabina con gran asombro del maquinista al que le dijo que era el capitán van Lott de la fuerza aérea holandesa y actualmente en la RAF, añadiendo que acababa de hacer un aterrizaje forzoso en un aparato Wellington tras haber sido alcanzado en un ataque sobre Dinamarca, concluyendo que debía llegar lo más pronto posible al campo más cercano de la RAF y preguntando que donde podría haber un teléfono cerca.

El maquinista le dijo que el fogonero dejaría el servicio y le acompañaría a la estación, paró la máquina y von Werra y el fogonero se bajaron, ambos caminaron por la vía llegando a la estación hacia las 5,30 de la madrugada, el lugar donde se encontraba el teléfono estaba cerrado, era la taquilla y el taquillero no llegaría hasta las seis.

El taquillero al llegar escuchó la historia que von Werra ya le había explicado al maquinista añadiendo que la dotación estaba sana y salva y el se había encargado de ir a buscar un teléfono para pedir ayuda.

El taquillero le hizo algunas preguntas y llamó a la policía, cuando acabó de hablar le dijo a von Werra que no se preocupara que enseguida llegaría alguien que le podría ayudar, entretanto llegaba esa ayuda le ofrecieron té que había preparado el empleado del andén y los tres charlaron sobre el accidente. El taquillero impresionado por la historia y las explicaciones del fugitivo se ofreció a llamar de nuevo directamente a la base más cercana, von Werra le dijo que lo hiciera y el empleado se puso en contacto telefónico con el oficial de servicio de la base de Hucknall,  el interlocutor tras las explicaciones de primera mano, pidió que el presunto piloto holandés se pusiera al teléfono. Al final tras algunas dificultades von Werra consiguió convencerle y sintió cierto alivio cuando oyó decir que enviarían un vehículo a recogerle.(continuará)

minoru genda

02-01-2010

A las 7 horas aparecieron en la estación tres policías, dos de ellos iban vestidos de paisano y un tercero con uniforme de sargento.

La primera pregunta tras un rato de observación fue un “Sprechen sie deutsch” (¿habla usted alemán?)

Von Werra no cayó en la repentina y hábil trampa y respondió en inglés “sí, lo hablo, la mayoría de los holandeses lo hablan”

Tras una serie de preguntas a las que el piloto “holandés” respondió con firmeza, los policías le pidieron la documentación y von Werra les respondió sonriendo: “¿no sabe usted que está prohibido volar con documentación personal mientras se vuela?”.

Tras otra serie de preguntas y al conocer que un coche del aeródromo de  Hucknall iba a recoger al piloto, los policías dieron por supuesto que estaban ante un piloto holandés, le desearon suerte y le comentaron que la noche anterior se habían escapado unos prisioneros alemanes y que habían pensado que él podía ser uno de ellos, de ese modo von Werra supo que ya había sido descubierta su fuga.

Al poco de irse la policía apareció un vehículo y de él se bajo un soldado de aviación que tras saludar marcialmente le dijo: “transporte para Hucknall jefe”.

Tras recorrer los 16 kilómetros hasta el campo de aviación el soldado detuvo el coche ante el cuartel general del campo y llevo al piloto a la oficina del oficial de servicio.

El oficial británico, sospechaba que el tal van Lott podía ser un impostor y cerro todas las ventanas, al tiempo que subía la calefacción al máximo, para forzar a von Werra a quitarse el traje de vuelo que llevaba sobre el uniforme, incluso al entrar le pidió que se lo quitara, a lo que el alemán respondió que no merecía la pena porque su avión llegaría enseguida.

Tras una larga conversación en la que de nuevo von Werra repitió, a petición del oficial inglés, su supuesta odisea, añadiendo todo lo ocurrido hasta su llegada al aeródromo incluido el interrogatorio de la policía pareció que su interlocutor se convenció de que lo narrado era cierto.

Por fin el oficial inglés le pidió que le mostrara el disco de identificación y von Werra se dispuso a sacarlo de debajo del traje de vuelo, pero al tocarlo, se dio cuenta de que con el sudor que el calor le había provocado el cartón se haba vuelto un amasijo de pasta, entonces no se atrevió a enseñarlo y empezó a buscar por los bolsillos con intención de ganar tiempo, de nuevo la fortuna le sonrió al sonar el teléfono, era la llamada que estaban esperando de Aberdeen, momento que el alemán aprovecho para indicar con un gesto que iba al baño, abrió la puerta del servicio de caballeros y la cerró de nuevo para escabullirse por la puerta principal del cuartel en dirección a los hangares, delante del segundo de los cuales había un grupo de Hurricanes y de nuevo hizo gala de su inventiva y determinación.

Se encontró con un mecánico y le dio los buenos días al tiempo que decía: “Soy el capitán van Lott, piloto holandés me acaban de destinar aquí, pero nunca he volado en Hurricanes, el oficial de guardia me manda para que usted me enseñe a manejar los mandos y pueda hacer un vuelo de práctica ¿Qué aparato está listo para despegar?”

Tras el intercambio de algunas palabras en las que el mecánico mostró su extrañeza, preguntándole que si no se había equivocado de lugar y la insistencia de von Werra en que el oficial de guardia le había dicho que se presentara precisamente en ese lugar, el mecánico le dijo que no podría atenderle mientras no hubiera firmado en el libro de visitas y añadió “espere un minuto” mientras se iba hacia el hangar en busca del gerente.

El mecánico regreso con un hombre, el gerente, que pidió a von Werra le acompañara para cumplir con las formalidades preceptivas, tras cubrir un impreso y firmar en el libro el gerente le indicó que solo faltaba recibir los papeles de instrucciones para la entrega del avión, von Werra le dijo que mientras llegaban esos papeles, le podían dar algunas indicaciones sobre los mandos, a lo que el gerente accedió, cuando estuvo a bordo del avión von Werra se dispuso a pulsar el motor de arranque y el mecánico le indico que solo se podía arrancar con un acumulador, una nueva pérdida de tiempo, del que ya el piloto alemán apenas disponía pues el oficial de guardia ya estaba buscando al falso piloto holandés, el mecánico se alejo en busca del acumulador, al volver y tras colocar los cables del mismo y mientras von Werra comenzaba a accionar la bomba inyectora de combustible, apareció el oficial de guardia y lo detuvo apuntándole con una pistola y ordenándole bajar del avión.

Así acabó la segunda intentona de fuga del osado piloto alemán, aún habría un tercer intento.

Si nos fijamos un poco en el relato, incomprensiblemente todas las explicaciones dadas por von Werra fueron aceptadas a pesar de que algunos de sus interlocutores, caso de los policías, conocían la fuga del campo de prisioneros, el traje de vuelo tampoco se ajustaba a ningún tipo reglamentario ni siquiera a los tipos de traje de vuelo usados por pilotos de otras nacionalidades, nadie se molestó en comprobar la identidad del piloto con su disco o chapa de identificación salvo el oficial de guardia del aeródromo al que también consiguió engañar y por poco consigue su propósito, la suerte que le había acompañado en momentos puntuales le abandonó en el último segundo. Al respecto uno de los miembros de la base dijo: “Muchos de nosotros que tenemos sangre deportiva  casi lamentamos que no se saliera con la suya”.

Al reintegrarse de nuevo al campo de prisioneros de Swanwick von Werra y el resto de compañeros de fuga, en total 5 fueron castigados a 14 días de encierro.

Por la mañana del día 14 de dicho encierro  les comunicaron a los cinco que serían enviados a Canadá junto a otro grupo de prisioneros.

A von Werra no solo no debió de importarle demasiado si no que además comenzó a recabar información de otros prisioneros que pudieran conocer algo de dicho país, por supuesto lo hacía con la intención de repetir el intento de fuga.

El piloto alemán estuvo custodiado por una guardia especial, hasta el momento de zarpar, a bordo del buque Duchess of York del puerto escocés de Greenock, era el 10 de enero de 1941. Durante la travesía se pasaba horas metido en una bañera llena de agua de mar fría como el hielo. El objeto de hacerlo era para aguantar mejor el frío y para en caso de poder saltar al agua al llegar a puerto estar acostumbrado a soportar las bajas temperaturas que en el agua habría.

El 21 de enero el buque llega al puerto canadiense de Halifax pero a von Werra no se le presenta ninguna oportunidad de saltar al agua y huir.

Todos los prisioneros fueron conducidos a un tren y von Werra pensó que en el tren podría tener la oportunidad que no tuvo en el puerto.

En cada vagón iban 35 prisioneros custodiados por 12 guardias de los cuales 3 montaban guardia en el pasillo, cada vez que un prisionero iba al retrete era acompañado de un guardia y no se le permitía cerrar la puerta del mismo, las ventanillas eran dobles y presuntamente serían difíciles de abrir pero en todo caso no se permitía a los prisioneros abrirlas.

Tras la opípara cena que ofrecieron a los prisioneros algunos de los que habían pensado en fugarse olvidaron su propósito pero von Werra seguía pensando en escapar y su intención se reafirmó al enterarse de que iban a un campo de prisioneros de Notario en la ribera del lago Superior y muy cerca de la frontera con EE.UU por entonces país neutral.

Pensó que si saltaba del tren podría conseguirlo pero no podía hacerlo a plena marcha porque era demasiado arriesgado y podría matarse tampoco podía saltar en una estación porque la vigilancia se hacía más estrecha e incluso se colocaban guardias en el exterior, estaba claro que el mejor momento era cuando el tren fuera a baja velocidad tras salir de la estación y poco antes del amanecer.

Von Werra se puso a intentar abrir la ventanilla interior mientras sus compañeros distraían a los guardianes consiguió que se abriera más o menos un centímetro, era una abertura pequeña pero de ese modo el calor del coche llegaría a la ventanilla exterior e iría descongelándola lo que facilitaría la apertura de la misma, tras una larga espera a ver que ocurría von Werra pidió a sus compañeros que abriesen del todo las válvulas de calefacción. Aún así tenía una serie de problemas sin solventar, debía abrir la ventana exterior sin que los centinelas se diesen cuenta luego ponerse el abrigo, si se lo ponía antes con el calor que había en el vagón levantaría sospechas) y saltar.

De nuevo la suerte vino en su ayuda, aquella noche los prisioneros volvieron a tener una suculenta cena y tras ella comieron cantidad de manzanas, por lo que a partir de la medianoche el ir y venir de prisioneros al lavabo, fue continuo, lo que para los guardianes resulto ser una cosa divertida que les relajó en sus labores de vigilancia, además la inesperada situación requería su continua atención y por momentos en el vagón solo quedaba un vigilante, las molestias de los prisioneros eran tantas que algunos incluso se pusieron el abrigo y se acurrucaron en sus asientos sujetando su vientre, por tanto von Werra pudo ponerse el abrigo, pues no había nada de sospechoso en que lo hiciera, se sentó con una manta sobre sus rodillas y la cabeza entre las manos, cuando el tren empezó a aminorar la marcha para parar en la próxima estación, se levantó y empezó a sacudir la manta, mientras, un compañero tapado por ella abría la ventanilla interior, durante la parada en la estación la ventanilla exterior se desheló del todo,de modo que aquel cristal absolutamente limpio era un peligro porque destacaba sobre el resto, por fortuna ninguno de los guardianes se fijó en el detalle.

Nada más arrancar el tren, varios prisioneros se levantaron y pidieron ir al retrete, mientras, uno de los compañeros, repetía la maniobra de la manta tapando la ventana, von Werra tiró de la ventanilla que no sin cierta oposición se abrió, entonces saltó, tras el salto sus compañeros cerraron de nuevo ambas ventanillas y la fuga no se descubrió hasta que el tren estuvo a mucha distancia.

Se supone según los canadienses que von Werra se había tirado del tren a unos 50 kilómetros de la frontera.

A las siete de la mañana del 24 de enero, von Werra llegó a la localidad de Johnstown en la orilla norte del río San Lorenzo    en la orilla opuesta estaba la localidad de Ogdensburg (estado de Nueva York) el río estaba helado y pensó que podría cruzarlo a pié,  se encontró con un canal de agua, regresó a la orilla canadiense y se dirigió a un campamento en el que encontró una canoa, estaba pegada al suelo por el hielo pero consiguió despegarla, la arrastró y a bordo de ella llegó a la orilla estadounidense arrastrado por la corriente, paró un coche que iba conducido por una enfermera a la que pregunto si estaba en la orilla estadounidense, tras confirmarle que así era, von Werra se identificó como oficial de la fuerza aérea alemana añadiendo “soy…..era prisionero de guerra” (continuará)

minoru genda

02-01-2010

A pesar de encontrarse en un país neutral (EE.UU lo era oficialmente pues aún no había entrado en guerra) von Werra distaba de estar del todo a salvo de no ser de nuevo enviado al campo de prisioneros, no hacía mucho un prisionero huido de Canadá que llegó a Minnesota fue devuelto de nuevo a Canadá. En principio von Werra  fue acusado de entrada ilegal en el país y fue encarcelado en Ogdensburg, pero los reporteros sensacionalistas comenzaron a interesarse por sus exageradas historias (había comentado que se había escapado a unos 160 kilómetros de la frontera y cerca de Ottawa, todas sus declaraciones hicieron que su huida tuviera una repercusión internacional.

El cónsul alemán pago una fianza de 5000 dólares que más tarde se elevó a 15000 para evitar algunas de sus indiscreciones, se lo llevó a Nueva York e hizo lo posible porque se distrajera en cabarets, teatros y otros lugares de diversión. En Alemania fue elevado a la categoría de héroe nacional gracias a toda la publicidad internacional que se había montado en torno a él. En Canadá para reforzar los argumentos de su extradición le acusaron del robo de la canoa valorada en 35 dólares y estaban llevando a cabo grandes esfuerzos jurídicos y diplomáticos para conseguir que fuera devuelto.

Los funcionarios del consulado alemán tras algunas gestiones supieron que con toda posibilidad sería devuelto a Canadá por tanto decidieron que lo mejor era olvidarse de la fianza y huir del país.

Policías del FBI estaban encargados de su vigilancia pero eso no suponía mayor problema para alguien que había burlado varias veces a los británicos y canadienses y tras varios cambios de taxi, les despistó, se subió a un tren que le llevó a El Paso y cruzó el puente internacional disfrazado de campesino mexicano. La embajada alemana le preparó un pasaporte con nombre falso y le consiguió un pasaje aéreo vía Río de Janeiro y Roma tras lo cual llegó a Berlín el 18 de abril de 1941 su llegada se mantuvo en secreto algún tiempo por motivos de seguridad (recordemos que von Werra sabía cuestiones muy importantes sobre el interrogatorio de los británicos a prisioneros) por fin se le entregó la Cruz de Caballero que se había ganado se la dio Hitler personalmente que le felicitó por su escapatoria, Göering le ascendió a capitán y se hicieron muchas fiestas particulares en su honor.

La fuga de  Franz von Werra tuvo consecuencias desproporcionadas en lo referente al hecho en sí, pero las consecuencias fueron nefastas para los servicios de inteligencia en el interrogatorio de pilotos alemanes, von Werra fue adscrito a los servicios de inteligencia de la Luftwaffe y redactó un informe que fue compilado en un folleto de 12 páginas sobre los métodos interrogatorios de los británicos que era de obligado estudio por todas las dotaciones y pilotos.

Von Werra había intercambiado impresiones con otros prisioneros y oficiales de alta graduación sobre los interrogatorios británicos y llegó a la conclusión de que cualquier frase por inocua que pareciera era una pista, tenía su espacio en el enorme rompecabezas que era la información obtenida por diferentes prisioneros.

Descubrió que los británicos se tomaban excesiva molestia en saber algo tan aparentemente inútil como el número de estafeta de campaña de los prisioneros, los servicios de información aemanes estudiaron el porqué de ese interés y descubrieron que por ese número los británicos llegaban a saber la unidad a la que pertenecía el prisionero y el lugar en el que estaba estacionada dicha unidad. Tras ello los alemanes cambiaron el sistema de numeración.

Asistió a interrogatorios de prisioneros ingleses en Dulag Luft (centro aéreo de interrogación alemán) y descubrió que los interrogatorios a los pilotos británicos eran muy deficientes. Tras ello los alemanes adoptaron los métodos británicos de interrogación.

Visitó varios campos de prisioneros ingleses para  recomendar medidas contra las evasiones pero las hizo sobre el medio de mejorar las condiciones de vida de los prisioneros.

Escribió un libro titulado “Mein flucht aus England” (Mi evasión de Inglaterra) libro que el Ministerio de propaganda nazi prohibió por considerarlo pro británico.

Destinado a Rusia dos semanas después del ataque alemán, como jefe del 1er grupo de la escuadrilla 53 de caza  se le reconocieron 8 victorias aéreas con lo que llegó a los 21 aviones derribados

Destinado en septiembre de 1940 a la defensa costera en Holanda con su grupo, el 25 de octubre de 1941 durante un vuelo de patrulla rutinario su avión tuvo un fallo en el motor y cayó al mar, se investigó la perdida del avión y la conclusión fue “fallo del motor y descuido del piloto”

Espero que la rocambolesca aventura os haya gustado paso a citaros fuentes

Bibliografía:

Secretos de la segunda guerra mundial de selecciones del Reader’s Digest

Filmografia:

El Unico Evadido protagonizada por el actor alemán Hardy Kruger

Topp

02-01-2010

Esta creo que es la más conocida foto de Von Werra. Está tomada en Junio de 1940 cuando pertenecía al II./JG 3.

Saludos.

pio-3

03-01-2010

Muy interesante minoru .

Menuda imaginación, sangre fria y audacia la de este tipo.

    Saludos

ULRICH

03-01-2010

No se como los americanos no han hecho una película de esto, quizas por ser alemán el protagonista.

minoru genda

04-01-2010

La que hay protagonizada por Hardy Kruger es británica y está editada en blanco y negro.

En Youtube se pueden encontrar secuencias de la misma eso si en versión original así que para visionarla como es debido hay que saber inglish. Un enlace a una de las partes:

http://www.youtube.com/watch?v=nH52FevXMso#ws

Si se quiere encontrar el resto la clave para buscar dentro de Youtube es:

El unico evadido Hardy Kruger

josmar

11-01-2010

Una Odisea en toda regla. Enhorabuena, Minoru...

centinela talako

12-01-2010

Una historia de pelìcula que ya se la quisieran muchos en holywood.

Felicitaciones, un tema muy interesante.

valhalla

17-04-2010

Hombre, los ingleses dijeron que exageraba mucho el tema de los aviones enemigos abatidos. No sé si  estas fanfarronadas forman parte de la leyenda.

drvonz

06-10-2011

interesante historia la perseverancia pudo mas

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