Espías en Pearl Harbor

Nonsei

26-05-2008

En febrero de 1941, al tiempo que la Flota Combinada dirigida por el almirante Yamamoto comenzaba la planificación del ataque a Pearl Harbor, se ordenó al Tercer departamento del estado Mayor de la Marina Imperial (la sección de inteligencia) reforzar su red de información en Hawai.

Para los japoneses, establecer redes de espionaje en las islas Hawai era relativamente sencillo. En el archipiélago vivían 40.000 ciudadanos japoneses, además de otros 120.000 norteamericanos de origen japonés. Entre ellos, los japoneses contaban con un numeroso grupo de informadores a sueldo, además de los colaboradores ocasionales. El cónsul de Japón en Honolulu era un diplomático tradicional sin ningún interés por cuestiones de espionaje. Era el vicecónsul, Otojiro Okuda, quien estaba a cargo de las labores de información.

Por petición de la Marina, el cónsul fue sustituido a mediados de marzo por Nagao Kita, un hombre muy vinculado a la Marina Imperial y colaborador habitual del Tercer Departamento. Dos semanas después, el 27 de marzo, llegó a Honolulu el alférez de navío Yoshikawa, un agente del Tercer Departamento experto en la marina estadounidense. A partir de ese momento, Yoshikawa se encargará del trabajo de campo, vigilando los movimientos de la flota y las instalaciones militares. Okuda seguirá a cargo de su red de informadores locales, y el cónsul Kita será el que recopile la información y la envíe a Tokio. Las comunicaciones se hacían normalmente por medio de telegramas, usando las redes comerciales, pero previamente codificadas con la máquina Púrpura (la máquina de cifrado utilizada en las comunicaciones diplomáticas japonesas). Los mensajes menos urgentes se enviaban por valija diplomática, un medio mucho más seguro, pero demasiado lento para utilizarlo en la mayoría de los casos. A pesar de ello, los japoneses se sentían seguros: el código Púrpura era considerado indescifrable.

Takeo Yoshikawa

Antes de la llegada de Yoshikawa, el encargado de vigilar los movimientos de la flota norteamericana era Otto Kühn, un exmarino alemán, supuestamente un médico retirado, en realidad un espía profesional que había ofrecido sus servicios a los japoneses a cambio de dinero. Tras la llegada de Yoshikawa, el Tercer Departamento decidió que Kühn quedase en reserva, para el caso de que la red del consulado quedase neutralizada (si las relaciones entre los dos países seguían empeorando, el gobierno norteamericano podía decidir cerrar el consulado en Honolulu, y los japoneses se habrían quedado sin sus fuentes de información cuando más necesarias serían). Acordaron un sistema de comunicación a través de una radio de onda corta y un código de comunicaciones óptico (luces encendidas, ventanas abiertas o cerradas, cortinas de determinados colores...) para poder enviar mensajes a algún submarino desde su casa en la playa en caso de urgencia.

Otto Kühn

Nonsei

26-05-2008

Takeo Yoshikawa llegó a Hawai con el nombre falso de Tadashi Morimura, con el supuesto cometido de hacer un estudio jurídico para el ministerio japonés de Asuntos Exteriores sobre la situación de los nisei, los americano-japoneses de segunda generación. De 29 años, pronto comenzó a llevar una vida aparentemente despreocupada, ocupado en fiestas, esgrima, golf, mujeres y alcohol. Se instaló en una casa de campo con vistas a la isla Ford y al cuartel de Hickam Field. Pescaba y practicaba remo entre los buques fondeados en la bahía, se hizo socio de un club aéreo y con frecuencia sobrevolaba Oahu en aviones alquilados, se hizo habitual de los restaurantes y clubs frecuentados por oficiales, y también de los bares del puerto, donde debido a sus frecuentes borracheras protagonizó más de un escándalo sonado. Ayudado por algunos colaboradores locales escogidos de la red de Okuda, como un funcionario del consulado llamado Richard Kotoshidoro, o el taxista John Mikami, ambos con nacionalidad estadounidense, se dedicó a recopilar información y a responder a los cuestionarios enviados por Tokio. No se arriesgaba, trataba de no mostrarse demasiado curioso, y nunca trató de colarse en zonas de acceso restringido (para eso tenía al taxista Mikami, que solía llevar de vuelta a la base a los marineros borrachos).

El 1 de noviembre llegó a Pearl Harbor el Taiyo Maru, el paquebote que cubría la línea regular entre Tokio y Honolulu. Era su último viaje, ya que debido a la crisis entre los dos países las líneas civiles iban a ser interrumpidas. El Taiyo Maru había seguido una ruta nada habitual: por el Pacífico Norte dirección este, entre las Aleutianas y Midway, para luego girar al  sur y llegar a Hawai desde el norte. Esa iba a ser la ruta de ataque de la flota japonesa, y los servicios de información de la Marina querían conocer el tráfico marítimo que se podían encontrar, las condiciones meteorológicas y el estado del mar. El Taiyo Maru hizo el viaje sin contratiempos, sin avistar un solo barco en toda la travesía.

El Taiyo Maru

Camuflados entre la tripulación del Taiyo Maru llegaron a Pearl Harbor dos agentes del Tercer Departamento, los tenientes de navío Suzuki y Maejima. Tras desembarcar, Suguru Suzuki se puso en contacto con Yoshikawa y el cónsul Kita, que le pasaron toda la información que habían recopilado sobre las instalaciones y las defensas estadounidenses. También había llegado el momento de “despertar” al espía durmiente: a través de Yoshikawa, Suzuki dio instrucciones a Kühn para que estuviese preparado para reanudar sus actividades en cuanto recibiese la señal. Mientras tanto, el teniente Maejima hacía sus propias indagaciones sobre le terreno: cuando regresó al Taiyo Maru llevaba varios lotes de tarjetas postales con vistas aéreas de Pearl Harbor, que había comprado en las tiendas para turistas. Esas fotografías sirvieron a los pilotos de la fuerza de ataque japonesa para identificar sus blancos.

Vista aérea de Pearl Harbor, octubre de 1941

Nonsei

26-05-2008

Esta visita de los espías japoneses del Taiyo Maru pasó desapercibida a los agentes del FBI, pero no así muchas otras de las actividades de las redes locales. Los japoneses no imaginaban hasta qué punto sus movimientos estaban siendo controlados. Casi desde el momento en el que desembarcó en Honolulu, Yoshikawa estuvo sometido a vigilancia. Su teléfono estuvo pinchado, y su casa vigilada, aunque el FBI no consideró sus actividades peligrosas y le dejó hacer sin intervenir en ningún momento. Lo cierto es que el FBI tenía en su contra la despreocupación con la que todo el mundo veía la creciente crisis política con Japón. En una ocasión, una queja de la compañía telefónica les obligó a retirar las escuchas que habían instalado en el consulado japonés, para evitar el escándalo que habría supuesto que se llegase a conocer que el FBI estaba espiando a diplomáticos. Sin embargo, continuaron con la vigilancia a los agentes identificados, con la mayor discreción. Hubo dos llamadas registradas por el FBI en los días previos al ataque a Pearl Harbor que tenían que haberles puesto en alerta, pero ellos, como todos los demás, no supieron ver el nivel real de la amenaza. Una fue de un agente japonés al que el FBI mantenía en vigilancia llamado Otozo al cocinero del consulado, la noche del 3 de diciembre: “Quema los documentos. Es la guerra”. Otra fue el día antes del qtaque, el 6 de diciembre, cuando un dentista llamado Mori (que también tenía intervenido el teléfono por ser sospechoso de espionaje) recibió una llamada desde Tokio, de alguien que hacía curiosas preguntas sobre el tipo de flores que se podían ver en Honolulu (una clave bastante evidente para referirse a las clases de buques que se encontraban en la base).

Además del FBI, que tenía competencias en contraespionaje en territorio norteamericano, la inteligencia militar también tenía sus medios para controlar las actividades de los agentes japoneses. El código Púrpura, el utilizado para las comunicaciones diplomáticas japonesas (y como ya se dijo para las comunicaciones entre Tokio y sus agentes en Hawai) estaba siendo sistemáticamente descifrado. Los mensajes Púrpura descodificados tenían el nombre en clave de Magic. Muy pocos tenían acceso a Magic. Uno de ellos era el general MacArthur, en las Filipinas, pero nadie en Hawai sabía de su existencia. En Washington, los servicios de inteligencia del Ejército y la Marina fueron conociendo cómo Tokio pedía informes cada vez más detallados sobre los movimientos de la flota en Pearl Harbor, como el mensaje descifrado el 5 de octubre, en el que se dividía el puerto en cinco sectores y se pedía que a partir de ese momento se diesen indicaciones detalladas sobre cada uno de ellos. O el del 15 de noviembre en el que se pedía doblar la frecuencia con la que se enviaban los informes. En Washington veían cómo aumentaba la comunicación entre Tokio y Honolulu a medida que se acercaba la fecha del ataque, pero nadie consideró necesario alertar a Pearl Harbor.

Yoshikawa nunca fue procesado. Fue internado con el resto del personal del consulado, y cuando pudo regresar a Japón montó una gasolinera en su pueblo natal.

Otto Kühn (sospechoso para el FBI desde 1939) sí fue detenido y acusado de espionaje inmediatamente después del ataque japonés. El 21 de febrero de 1942 fue declarado culpable y condenado a morir fusilado. Más tarde se le conmutó la pena a 50 años de prisión, y unos años después fue deportado a Alemania.

Yoshikawa en un programa de TV, 1964

*Jean-Jacques Antier: Pearl Harbor

Manuel Leguineche: Recordad Pearl Harbor

http://www.fbi.gov/page2/feb05/kuehn022105.htm

http://en.wikipedia.org/wiki/Takeo_Yoshikawa

http://cryptome.org/csp/spy002/spy002.htm*

josmar

26-05-2008

Una reseña muy detallada, Nonsei. Enhorabuena.

Hiwi

26-05-2008

En los diarios (periodicos) norteamericanos se detallaban a diario las entradas y salidas de los buques de pearl harbor, por eso era una fuente de espionaje sencilla y segura. 

Fug

26-05-2008

Tantas personas habia en las islas, solo los japoneses y , 160.000 ademas de los nativos, yankis, la flota el ejercito, pues si que habria jente en las Hawai.

Saludos y buen aporte, como siempre.

Balthasar Woll

26-05-2008

Muy bueno Nonsei.

Saludos

Kurt Meyer

26-05-2008

Buen trabajo Nonsei.

Pero mira, detectar una llamada del tipo “Quema los documentos. Es la guerra”., de un espia reconocido...y no tenerse hecho nada?

Raro, no?

Saludos

Nonsei

27-05-2008

Magic había interceptado los mensajes desde Tokio a las embajadas japonesas en las que les daban instrucciones para quemar los documentos y destruir las máquinas de cifrado. Era un aviso a un nivel mucho más alto que una llamada de un agente de segunda fila a un cocinero.

Visto por nosotros, que conocemos los planes japoneses y sabemos qué pasó, nos parece inconcebible que los estadounidenses se quedasen sin hacer nada mientras esperaban a ser atacados. Pero es que ellos no lo esperaban. Subestimaron al enemigo, pensaban que si había una declaración de guerra sería una guerra fácil contra un enemigo inferior en el otro extremo del mundo. El FBI hacía su trabajo, tenía controlados a muchos de los agentes japoneses, pero para ellos la amenaza eran los saboteadores. Al ejército y a la marina les pasó lo mismo, para la gran mayoría era inconcebible que los japoneses pudiesen planificar y ejecutar un ataque aéreo por sorpresa a la flota del Pacífico en Hawai. Tomaron medidas para evitar actos de sabotaje, y con ellas facilitaron los objetivos de los pilotos japoneses, como la genial idea de mantener los aviones alineados fuera de los hangares. En Washington (no tanto en Hawai) muchos eran conscientes de que la guerra iba a estallar de un momento a otro, pero lo que nadie imaginaba era cómo.

frantels

27-01-2009

Interesante aportación Nonsei

TITUS20050

28-01-2009

Muy buena historia Nonsei , tambien revela la poca importancia que el contraespionaje americano dio a algunas señales sobre la inminencia de la guerra, o las ignoro deliberadamente para que esta se produjera, como algunas teorias actuales ponen de manifiesto

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