Las guerras que produjo la Primera Guerra Mundial

Dan Daly

02-11-2008

Se decía en su época que la Gran Guerra era “la guerra que tenía que acabar con todas las guerras”. En ciertos ambientes bienpensantes, especialmente en las naciones democráticas, el trauma de la enorme matanza que había tenido lugar dio origen a la idea de que algo así ya no podría repetirse. Es más, ya antes de acabar la guerra estaba surgiendo el germen de una asociación mundial de estados que resolverían sus diferencias por vías diplomáticas, garantizando la integridad territorial y previniendo conflictos. Se trataba de lo que posteriormente se llamaría Sociedad de Naciones, idea contemplada ya en los “catorce puntos para la paz” del presidente Wilson. Pero para la época de las negociaciones finales del Tratado de Versalles los menos ingenuos ya se daban cuenta de que la guerra que acababa de terminar no sólo era una más de entre todas las guerras que había sufrido la Humanidad, sino que iba a ser el germen de otras todavía más cruentas y atroces.

Versalles: el germen de nuevas y peores guerras.

La Sociedad de Naciones fue desde su inicio fue una organización que nació fracasada, al autoexcluirse los EE.UU. (que la habían promovido), excluir a Turquía, Alemania (por perder la guerra) y a la URSS, y quedar claro que era una organización que no iba a ponerse en contra ni de Francia ni de Gran Bretaña.

Los cambios de fronteras y la destrucción de imperios ocasionados por el Tratado de Versalles y el resto de tratados de paz produjeron además numerosas situaciones de injusticia, al convertir a millones de personas en ciudadanos de otros estados que ellos rechazaban. El principio de autodeterminación de los pueblos sólo se aplicó en la práctica para premiar a Serbia como aliada de la Entente, entregándole un pequeño imperio. Nadie respetó los deseos de millones de alemanes o húngaros convertidos en súbditos checoslovacos o los de los húngaros convertidos en rumanos.

Guerrilleros alemanes de los Sudetes.

Dan Daly

02-11-2008

Por motivos de espacio no se pueden contar aquí todos los conflictos armados, revueltas e invasiones ocasionadas directa o indirectamente por la Gran Guerra. Citaremos sólo los más destacados e importantes para el futuro del mundo.

Fue en Rusia donde la Gran Guerra causó de forma más inmediata y directa otra guerra. Por muy anquilosado, caduco y corrupto que fuera el régimen de la dinastía Romanov, en ningún caso su caída se hubiera producido sin el desastre de la guerra contra los Imperios Centrales, o al menos no de la forma en que lo hizo. El punto de no retorno para el proceso revolucionario fue el golpe bolchevique de noviembre de 1917. La iniciativa para la lucha anticomunista con todas las consecuencias la toma el general Alexseiev, que en la región del Don comienza a reclutar un ejército en buena parte formado por cosacos, cuya jefatura asume en la Navidad de 1917 el general Kornilov. Este embrión de Ejército Blanco tendrá que retirarse hacia el Kubán ante la presión de los rojos. Tras asumir la jefatura el general Denikin (por la muerte de Kornilov) los blancos se reorganizan y con el apoyo del atamán Krasnov contraatacan y se hacen con el sur de Rusia, mientras más al este y a rebufo de la Legión Checa se van creando gobiernos antibolcheviques, a cuya cabeza unificada se pondrá (por las buenas o por las malas) el almirante Kolchak.

Tras rendirse los bolcheviques a los alemanes en marzo de 1918 por el Tratado de Brest-Litovsk, japoneses, americanos, italianos, franceses y británicos (los aliados de la Rusia zarista) desembarcan en Rusia, provocando así de facto dos hechos: la declaración de guerra a los bolcheviques y la extensión de la Gran Guerra hacia el este. Lo cierto es que estas tropas poco harán en realidad para ayudar a los blancos, sirviendo para que los rojos puedan decir que se enfrentan a una invasión extranjera.

La guerra en Rusia resulta brutal y compleja. Se trata de un enfrentamiento donde no se hacen prisioneros, en el que la tortura y el asesinato de cualquier sospechoso de desafección son habituales y a gran escala, con matanzas y genocidios por ambos bandos y con numerosos ejércitos y milicias haciendo la guerra por su cuenta y cambiando de bando; además de la Legión Checa también combaten las fuerzas anarquistas de Néstor Majnó, el llamado “Ejército Verde” (milicias campesinas de autodefensa), nacionalistas ucranianos (que no serán aplastados del todo hasta los años 50) y varios “señores de la guerra”, tanto asiáticos como atamanes cosacos. A eso hay que añadir las sangrientas rebeliones y revueltas que ocurren en las retaguardias, como la de Tambov o la de Kronstadt. No se sabe cuánta gente murió en esta guerra, pero parece seguro hablar de más de 12 millones de muertos.

En 1919 la guerra se extiende por toda Rusia, perdiendo los rojos en septiembre el control de Ucrania, el Cáucaso y la Rusia meridional, siendo amenazadas Moscú y Petrogrado. Pero el control de las zonas industrializadas y mejor comunicadas por los bolcheviques hace que el Ejército Rojo se imponga finalmente sobre los blancos, inferiores en número, minados internamente por la desunión, la corrupción y sin un programa político unitario. A finales de 1919 comienza la reconquista de Siberia por los rojos y Kolchak es capturado y fusilado en febrero de 1920. En la primavera de 1920 a los blancos apenas les queda Crimea y poco más. El general Wrangel aguantará hasta noviembre de 1920, cuando embarcará en Crimea los restos de su ejército.

Por su parte, en el Turquestán había estallado una rebelión de pueblos turcomanos (la llamada Rebelión Basmachi) apoyada por el Ejército Blanco, que a mediados de 1920 ya controlaba toda la región. Esta revuelta no sería del todo aplastada hasta 1925. Con la derrota Basmachi, los soviéticos disgregaron políticamente la región y crearon cinco repúblicas (Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistan, Kirguizistán y Tayikistán), que hoy día son otros tantos estados independientes.

El final de la guerra en Rusia consolidará a los bolcheviques en el poder definitivamente y dará origen a uno de los hechos más importantes del siglo: la creación de la URSS.

Dan Daly

02-11-2008

Finlandia era una especie de estado casi independiente asociado al Imperio Ruso. La Revolución Bolchevique trajo el caos entre las tropas rusas allí estacionadas y acabaron dedicándose al pillaje y al saqueo, lo que originó la formación de milicias y autodefensas antibolcheviques. La toma del poder por Lenin impulsó el deseo de independencia de las derechas finesas, cuyo líder Pehr Evind Svinhufvud proclamó la independencia el 6 de diciembre de 1917. Inmediatamente las milicias blancas y rojas crecieron en gran número y se armaron. Cuando el parlamento designó a los Guardias Blancos como fuerzas armadas del país comenzó la guerra. La Rusia de Lenin no iba a permitir una Finlandia secesionada y controlada por la derecha, así que las fuerzas rusas estacionadas en Finlandia y las milicias rojas locales se hicieron con el control de la capital y el sur del país.

El general Mannerheim fue nombrado Comandante en Jefe de la Guardia Blanca. Con apoyo material alemán, voluntarios suecos y rusos blancos consiguió contrarrestar la superioridad numérica inicial de la Guardia Roja. La llegada del Tratado de Brest-Litovsk resultó fatal para los rojos, pues el tratado incluía la retirada rusa de Finlandia. En la batalla de Tampere (del 15 de marzo al 6 de abril de 1918) los blancos consiguieron una decisiva victoria, lo que coincidió con la llegada de tropas alemanas al país, llamadas por el gobierno finés. Entre abril y mayo los rojos fueron derrotados definitivamente, huyendo a Rusia muchos de ellos.

Como en casi todas las guerras civiles, hubo más muertes en las retaguardias que en el frente entre puros y simples asesinatos y malos tratos hacia los prisioneros.

El Tratado de Tartu de octubre de 1920 acabó finalmente con la guerra, aunque este tratado será sólo una tregua de dos décadas.

Dan Daly

02-11-2008

Con la guerra ya perdida, abandonada por sus aliados, un “frente interno” cada vez más arruinado y desmoralizado y una situación institucional completamente anormal (el general Ludendorff se había convertido de facto en dictador del país) Alemania asistió el 28 de octubre de 1918 a un motín de la marinería en la base de Kiel. Cuando en noviembre el Ejército abandonó a Guillermo II y a través de Ludendorff el poder fue entregado al Partido Socialdemócrata para que fueran estos políticos quienes gestionaran la humillación de la derrota, se acababa de crear una débil república que sólo podría sobrevivir aliándose con sus enemigos más nacionalistas y revanchistas.

Cuando las tropas del Ejército se negaron a reprimir a los amotinados y huelguistas, el gobierno echó mano de unidades de voluntarios, los Freikorps, que serían los encargados de acabar con la revolución y de asegurar las fronteras de la república. Cuando el 9 de enero de 1919 los revolucionarios se lanzaron a la insurrección armada en Berlín empezó la lucha. El día 11 los Freikorps asaltaron el centro de la ciudad y en los días siguientes los revolucionarios fueron eliminados. El 4 de febrero los Freikorps atacaron con pleno éxito Bremen (los revolucionarios se habían hecho con el control de la región) y Halle el 1 de marzo, continuando la lucha por el centro del país (Magdeburgo, Dresden, Brunswick y Leipzig) hasta mediados de mayo.

En Baviera el izquierdista Kurt Eisner se había hecho con el control del gobierno y el 7 de abril se proclamó la República de los Consejos Bávaros, con unos 25.000 hombres en armas. Unos 30.000 hombres de los Freikorps se dirigieron hacia Munich, que fue atacada con pleno éxito el 1 de mayo y conquistada tras dos días de lucha callejera.

Freikorps victoriosos desfilan en Munich.

Incluso los Freikorps fueron enviados a luchar a los países bálticos, dado que el vacío de poder tras el armisticio podía ser aprovechado por los bolcheviques para hacerse con el control de la región, cosa que las potencias vencedoras de la guerra no deseaban, aunque no estaban dispuestas a enviar a sus propias tropas (cosa que, como veremos más adelante, ocurriría más veces). El 1 de febrero de 1919 el general von der Goltz desembarcó en Liepaja (Letonia), aunque él tenía unos planes más ambiciosos y particulares: avanzar en dirección al norte y tomar Petrogrado. Los alemanes no tardaron en deshacerse de sus aliados letones y tomaron Riga en mayo, derrotando a los rojos. Ya en Estonia la situación no fue tan bien para los alemanes, que tuvieron que retroceder y replegarse en dirección a Prusia Oriental, donde llegaron a finales de otoño.

También fueron los Freikorps junto con autodefensas locales quienes rechazaron el ataque polaco en Alta Silesia. Los nacionalistas polacos silesianos, apoyados por fuerzas de Polonia, iniciaron un levantamiento el 2 de mayo de 1921, aprovechando que las fronteras entre ambos estados no eran definitivas a pesar del plebiscito de marzo de 1920 que habían ganado los alemanes. Las tropas internacionales desplegadas apenas hicieron nada (los italianos sí, pero no los franceses o británicos), y tuvieron que ser los propios nacionalistas alemanes quienes se encargaran de su defensa.

La ocupación francesa del Ruhr en enero de 1923 con la excusa de que Alemania no pagaba las reparaciones de guerra fue un acto de agresión que el resto del mundo (Sociedad de Naciones incluida) quiso ignorar, cuyo objetivo era la creación de un estado artificial que sirviera de “colchón” entre Francia y Alemania, lo que demuestra que ya entonces y con una Alemania humillada y arruinada los franceses temían una nueva guerra franco-germana. El Gobierno Alemán sólo pudo protestar y llamar a la resistencia pacífica. Fueron los nacionalistas alemanes y los miembros del aún pequeño partido nazi quienes decidieron luchar. La aventura secesionista francesa no duró mucho.

El aplastamiento de la revolución con la consiguiente guerra civil y la salvaguarda de las fronteras fue capitalizada posteriormente por la extrema derecha y por las milicias nazis, que para muchos ciudadanos eran quienes habían salvado al país y quienes podían acabar con la humillación del Tratado de Versalles, que no sólo criminalizaba a Alemania como responsable de la guerra sino que la mutilaba territorialmente y le imponía unas indemnizaciones millonarias totalmente abusivas. Mientras la economía nacional se iba recuperando la débil y poco respetada república se mantuvo, pero cuando se hundió la bolsa de Nueva York en 1929 Alemania fue la nación que más acusó el golpe (aparte de los propios Estados Unidos) debido a los numerosos créditos que se habían contraído con la banca norteamericana y lo fuertemente vinculadas que estaban ambas economías por la necesidad alemana de crédito para cumplir con el Tratado de Versalles. Los millones de alemanes que quedaron en el paro y el hundimiento económico destruyeron la estabilidad del país y radicalizaron a los extremistas. En 1932 los nazis ya tenían uno de cada tres votos en las elecciones y se hicieron con el gobierno al año siguiente. Cuando murió el presidente Hindenburg y gracias a una triquiñuela legal Hitler asumió la jefatura del Estado, la guerra en Europa era cuestión de tiempo.

Dan Daly

02-11-2008

Tras el armisticio del 11 de noviembre, la independencia de Letonia quedó reconocida de facto por las potencias vencedoras, aún cuando ni se había proclamado oficialmente su independencia. El día 17 de noviembre se reúne el Consejo del Pueblo de Letonia y Karlis Ulmanis se convierte en primer ministro. Al día siguiente en Riga es proclamada la República de Letonia, pero el 1 de diciembre el Ejército Rojo invade el país y para dar una apariencia de guerra civil unos días más tarde se proclama en Rusia la República Socialista Soviética de Letonia. El país casi no tiene ejército (su primer batallón no será formado hasta enero), por lo que el gobierno provisional apenas puede defenderse y se refugia en Liepaja, zona controlada por los alemanes; el resto del país está en manos rusas. El 3 de marzo los alemanes del general Rudiger von der Goltz y los letones atacan con éxito a los rusos, haciéndoles retroceder, pero el 16 de abril los alemanes dan un golpe contra los letones (recordemos que Rudiger von der Goltz pretendía hacerse con el control de toda la costa báltica hasta Petrogrado) y el gobierno provisional tiene que buscar refugio en el buque británico “Saratow”. Los alemanes instalan un gobierno títere y Riga cae en manos alemanas en mayo, prosiguiendo su avance hacia el norte. El Ejército de Estonia, tras echar a los rusos de su territorio, entra en Letonia. El 5 de junio fuerzas alemanas y estonias combaten cerca de Cesis, que es tomada por los alemanes al día siguiente. Tras una precaria tregua y una mediación internacional fracasada la lucha se reanuda el día 19, en el que la División de Hierro alemana ataca Limbazi, pero son rechazados por estonios y letones, volviendo al ataque el 21, pero un contraataque estonio-letón el día 23 les hace retroceder hacia Riga. El 3 de julio se firma un alto el fuego, a instancias de las potencias occidentales y las fuerzas letonas entran en Riga. En octubre los alemanes salen de Riga pero el día 8 las fuerzas rusas blancas de Avalov-Bermont (aliado de von der Goltz) lanzan un ataque; en noviembre las fuerzas de Avalov-Bermont son derrotadas, siendo sus restos eliminados por los lituanos. El 3 de enero de 1920, letones y polacos atacan a los rusos en Latgale y toman Daugaupils. El 1 de febrero Letonia firma con Rusia un alto el fuego, y el 15 de julio lo hace con Alemania.

El Consejo de Lituania (un consejo de veinte miembros tutelado por los alemanes como gobierno proalemán de Lituania durante la ocupación) proclamó la independencia el 16 de febrero de 1918. Tras el armisticio del 11 de noviembre, los rusos crearon la República Socialista Soviética de Lituania, y a finales de diciembre el Ejército Rojo invadió el país. Vilna (capital del nuevo estado) cayó el 5 de enero de 1919 y a mediados de mes ya se habían hecho con el control de la mayor parte del país. Pero a finales de agosto, los rusos fueron expulsados de territorio lituano. Tras la salida bolchevique, el ejército lituano se volvió contra las fuerzas de Avalov-Bermont y sus aliados alemanes, y para finales de año ya habían sido derrotados. El tratado de paz con los rusos en julio de 1920 no hizo más que incrementar las tensiones con Polonia y éstos acabaron invadiendo la parte central del país, que sería anexionada por los polacos en 1922 tras un plebiscito y la fracasada mediación de la Sociedad de Naciones. Pero las armas no callaron: en la región prusiana de Memel, que estaba bajo administración francesa y cuyo futuro debía de ser decidido por la Sociedad de Naciones, tuvo lugar en enero de 1923 un alzamiento de grupos que pretendían unirse a Lituania, con la ayuda de fuerzas llegadas de la propia Lituania; el día 15 de enero los insurgentes atacaron a la guarnición francesa forzándola a retirarse y el territorio se unió a Lituania, a pesar de las presiones occidentales. Fue una de las pruebas más claras de para qué servía la Sociedad de Naciones y de lo que las potencias vencedoras en la Gran Guerra estaban dispuestas a hacer para respetar el statu quo que ellas mismas defendían.

Dan Daly

02-11-2008

El 24 de febrero de 1918 fue proclamada la independencia de Estonia, en plena ocupación alemana, realizada para expulsar a los probolcheviques guardias rojos estonios y para forzar al régimen ruso en la firma del Tratado de Brest-Litowsk. Por este tratado, firmado el 3 de marzo de 1918, Rusia ponía el país bajo administración alemana e inmediatamente fueron encarcelados los líderes nacionalistas locales, pero el reconocimiento de la nueva república por Francia, Gran Bretaña e Italia en mayo dio un empuje decisivo al nuevo estado. Tras el armisticio del 11 de noviembre, los alemanes transfirieron el control del país a un gobierno provisional estonio y los rusos vieron su oportunidad: el 22 de noviembre el Ejército Rojo entró en el país con una gran superioridad en hombres y medios. Las fuerzas estonias, armadas a toda velocidad por fineses, franceses y británicos (y con la colaboración de la Royal Navy) contraatacaron y la guerra continuó durante 1919 y en mayo las fuerzas estaban casi igualadas, lo que permitió una exitosa ofensiva en colaboración con fuerzas rusas antibolcheviques del general Yudenich. Pero los estonios también luchaban contra los alemanes de von der Goltz, que a principios de junio entraron en el país, aunque la aventura militar alemana acabó en fracaso, como ya hemos visto. A la contraofensiva bolchevique de julio le siguió otra de Yudenich en dirección a Petrogrado, que acabó en derrota. El Tratado de Tartu de 2 de febrero de 1920 entre Estonia y Rusia acabó con la guerra e incluía la renuncia rusa a cualquier agresión sobre Estonia. Como ahora sabemos, los rusos no pensaban cumplir el tratado y de hecho no lo hicieron años después.

El Tratado de Versalles no definió del todo las fronteras entre la nueva Polonia y la Rusia Soviética. Los nacionalistas polacos, con Josef Pilsudski al frente, intentaron expandir las fronteras polacas lo máximo posible, así como crear “estados colchón” (Lituania, Ucrania, etc.) entre Polonia y sus tradicionales enemigos rusos y alemanes.

En 1919 Polonia controlaba gran parte de Ucrania Occidental, intentando crear allí un estado títere. Con el avance del Ejército Rojo en la Guerra Civil Rusa el choque entre polacos y rusos bolcheviques se convirtió en guerra abierta en abril de 1920, con el Ejército Polaco apoyado por fuerzas ucranianas nacionalistas de Simón Petlura. La ofensiva bolchevique de mayo de 1920 rompió el frente a principios de junio gracias a la superioridad numérica y material. Con el avance de los rojos en dirección a Varsovia parecía que la victoria sería para los rusos, que cruzaron el Vístula el 10 de agosto. Pero la inteligencia polaca había desencriptado los códigos secretos que los rusos radiaban y también Stalin (comisario principal de la campaña) animaba a que “sus” generales le obedecieran a él y no al general en jefe ruso Mijail Tujachevski, a quien Stalin consideraba un rival político; todo ello, unido a los eficaces contraataques polacos, convirtieron la batalla en una enorme derrota rusa y se ordenó la retirada hacia el río Bug el día 18 de agosto, y a partir de ahí los bolcheviques no hicieron más que retroceder. La victoria polaca en Varsovia fue una de las batallas más importantes del siglo XX, pues no sólo impidió el establecimiento de un estado comunista en las fronteras de Alemania sino que desanimó a los bolcheviques a intentar otras aventuras militares en Europa. El 12 de octubre se firmó el armisticio y el 18 de marzo de 1921 se firmó la Paz de Riga, pero al igual que con los bálticos esto sólo sería una tregua de dos décadas. Poco se imaginaban los militares polacos lo caro que iban a pagar el haber dejado en evidencia a Stalin.

Fuerzas polacas en los alrededores de Varsovia, esperando a los rusos.

Dan Daly

02-11-2008

La desaparición del Imperio Austro-Húngaro convirtió al conde Mihály Károlyi en presidente de un débil gobierno en Hungría con la ingente tarea de organizar política, social y económicamente un nuevo estado. El Partido Comunista de Hungría, encabezado por Bela Kun, se había formado en Moscú en noviembre de 1918 y ganó muchas simpatías populares a raíz de la de la represión policial y la

detención de sus líderes en febrero de 1919. Tras la fusión de comunistas y socialdemócratas en el Partido Socialista Húngaro, éste se hizo con el gobierno.

El nuevo gobierno proclamó la República Soviética de Hungría y echó a Károlyi, siendo Bela Kun el nuevo hombre fuerte. Kun no tardó en dar un golpe y echar a todos los socialdemócratas del gobierno, tras lo que los comunistas nacionalizaron la industria y el comercio, socializaron la vivienda, el transporte, la cultura, así como pusieron en marcha numerosas medidas de corte leninista. Kun propuso a Lenin el establecimiento de una alianza entre ambas naciones comunistas, pero Lenin prácticamente se desentendió de Hungría, inmerso como estaba en plena guerra civil. Mientras, Kun comenzó su particular “terror rojo” con destacamentos móviles encargados de eliminar contrarrevolucionarios, matando o aterrorizando al margen de toda ley a cualquier sospechoso de desafección al nuevo régimen.

Una de las principales promesas de los comunistas (y la principal base de su apoyo popular) era la creación de una “Gran Hungría”, con la incorporación al nuevo estado de aquellos territorios de población húngara. A finales de mayo, el sur y este de Eslovaquia (territorios con una gran población húngara) fueron invadidos por Hungría y se proclamó la República Soviética Eslovaca, pero ante las amenazas francesa y norteamericana y el contraataque de las fuerzas checoslovacas los húngaros se retiraron a mediados de julio. Kun miró entonces hacia Transilvania, ahora en manos rumanas, pero al Ejército de Rumanía no le fue difícil derrotar a las fuerzas húngaras y a principios de agosto los rumanos entraban en Budapest, tras la huída a Austria de los principales dirigentes comunistas húngaros. En el vacío de poder que siguió, grupos armados anticomunistas se hicieron con el control de la zona occidental del país, cometiendo numerosos crímenes contra izquierdistas y judíos.

Siria: Mucho antes del fin de la Gran Guerra tanto Francia como Gran Bretaña habían planeado repartirse Próximo Oriente, destruyendo así el Imperio Otomano. Mediante el secreto Acuerdo Sykes-Picot de 1916 Francia se quedaría con lo que hoy es Siria y Líbano, y Gran Bretaña con Jordania, Irak y (tras renegociar el acuerdo en 1917) Palestina. Las fronteras en esta parte del mundo no han cambiado y son el resultado de este “reparto del botín” realizado aún en plena guerra. En 1920 la Sociedad de Naciones reconoció estos mandatos coloniales, pero el mismo año el rey Faisal I proclamó el Reino Árabe de Siria, rechazando el mandato francés y la secesión de Líbano, estado creado por Francia en una provincia siria de mayoría cristiana, como refugio de los cristianos sirios. Tropas francesas al mando del general Gouraud partieron de Beirut rumbo a Damasco. El pequeño y débil ejército de Faisal no resistió a los franceses y fue derrotado el 23 de julio en Maysalun, al oeste de Damasco, entrando las tropas francesas en la ciudad al día siguiente. Faisal tuvo que exiliarse, pero las revueltas antifrancesas se repetirían a lo largo de los años siguientes en el país, especialmente en Damasco y en el norte.

El general Gouraud inspecciona a sus tropas antes de partir hacia Damasco.

Dan Daly

02-11-2008

Turquía: Mucho antes del fin de la guerra, se habían firmado toda una serie de acuerdos secretos y cerrado varios pactos entre la Entente y sus aliados para el reparto del Imperio Otomano. Aparte del Acuerdo Sykes-Picot franco-británico para el reparto de Próximo Oriente, Grecia tenía el apoyo británico para expandirse a costa de los turcos, y los armenios el apoyo francés para la creación de un estado armenio. Tras el Armisticio de Mudros, Estambul fue ocupada el 12 de noviembre por el Ejército Francés, seguido después por los británicos. El 15 de mayo de 1919 fuerzas griegas entraban en Izmir y unos días después los italianos hacían lo propio en Natalia. Pero el intento de los ocupantes de mantener el control del Ejército Turco se hizo casi imposible, pues lo viejos generales no tenían ningún respaldo y sí lo tenían hombres como Mustafá Kemal o Ali Fuat Cebesoy. La resistencia a la ocupación no tardó en organizarse secretamente e incluso el general Cebesoy llevó todo un cuerpo de ejército de Siria a Ankara, constituyéndose el centro de la resistencia en Anatolia Central. El gobierno del sultán, que carecía del poder real en el territorio, intentó durante meses apaciguar los ánimos y reconducir el creciente movimiento nacionalista, y en diciembre de 1919 hubo elecciones al parlamento, pero la nueva cámara quedó en la práctica bloqueada y deslegitimada, pues cualquier resolución debía de ser ratificada por el comandante británico de la ciudad, lo que no hizo más que indignar aún más a los nacionalistas. El 28 de enero de 1920 el parlamento aprobó un acuerdo de autodeterminación incompatible con la presencia extranjera en el país. El 15 de marzo los británicos decidieron acabar con el movimiento nacionalista y comenzaron las detenciones y los choques armados. Un centenar de parlamentarios que pudieron escapar de Estambul, junto con otros representantes, formaron en Ankara la Gran Asamblea Nacional, y el 23 de abril Mustafá Kemal fue designado presidente. La guerra había empezado. En Anatolia se encontraban varios batallones británicos, además de las tropas del sultán y de varios señores de la guerra que los británicos habían puesto de su parte. Las fuerzas nacionalistas fueron ganando terreno tras los primeros choques, además de unirse a ellas gran parte de las fuerzas del sultán. La petición de refuerzos realizada por el general británico Milne cayó en saco roto: de nuevo las grandes potencias no estaban dispuestas a emplear a sus propios ejércitos; la única opción para aplastar la sublevación era emplear a los enemigos tradicionales de los turcos: los griegos.

Mientras, se firmaba el Tratado de Sevres el 10 de agosto de 1920, con lo que terminaba formalmente la Gran Guerra para el Imperio Otomano, y que significaba el reparto del Imperio entre los ganadores de la guerra, la creación de “zonas de influencia” en la propia Turquía y la creación de un nuevo estado: la República Democrática de Armenia. Francia, Gran Bretaña y sus aliados creían que podían desmembrar Turquía con la misma facilidad con que se habían repartido su imperio, y además sin enviar sus tropas.

En junio de 1920 comenzaron los choques entre irregulares armenios y turcos en Oltu, que no tardó en ser ocupada por los armenios, que fueron desalojados en septiembre por los nacionalistas turcos. De nuevo el avance turco estuvo acompañado de masacres entre la población armenia, que fueron respondidos por matanzas de musulmanes a manos de armenios en Yerevan y Kars. La ayuda aliada a los armenios se quedó en casi nada, pues los aliados ya tenían sus propios problemas en otros frentes. La toma de Kars por los turcos fue seguida de más matanzas de armenios. Mientras se negociaba un final de la guerra entre armenios y turcos, el 29 de noviembre los soviéticos invadieron Armenia. La firma del Tratado de Alexandropol entre armenios y turcos supuso la pérdida de la mitad de territorio de la república armenia. El final de la nación armenia llegó cuando los soviéticos entraron en Yerevan, el 4 de diciembre. Ninguno de los firmantes del Tratado de Sevres hizo realmente nada por salvar a la nueva nación que habían creado.

Mientras, en el oeste, los griegos, animados por la ambición de construir un pequeño imperio a costa de Turquía en regiones pobladas por cristianos y animados con el respaldo franco-británico, desembarcan su ejército en Esmirna el 15 de mayo de 1919 y desde el primer momento corrió la sangre. A lo largo del siguiente año los griegos se movieron hacia el oeste y el noroeste, y en octubre de 1920 hacia el interior de Anatolia para derrotar a los nacionalistas turcos. No fue hasta el 11 de enero de 1921 que los griegos fueron derrotados en la batalla de Inonu. Entonces aparecieron las desconfianzas tradicionales entre franceses y británicos y estos últimos retiraron casi toda su ayuda militar a los griegos para no irritar a los franceses, todo ello mientras los nacionalistas turcos seguían recibiendo ayuda de Rusia, con quien en esos momentos compartían intereses. En septiembre de 1921, y ya cerca de Ankara, los griegos fueron derrotados en el río Sakarya. La posterior petición de ayuda de Grecia a sus antiguos aliados cayó en saco roto, y los militares griegos quedaron abandonados y aplastados en la batalla de Dumlupinar y hasta Esmirna fue conquistada por las fuerzas de Kemal (septiembre de 1922), con el consiguiente exterminio de casi todos los cristianos de la ciudad y el incendio de ésta. El deseo francés de proteger a los cristianos que había empleado para “fabricar” Líbano no se vio aquí por ninguna parte. El Tratado de Lausana acabaría finalmente con la guerra y daría paso a la moderna Turquía.

Antes de 1914 los judíos de Palestina eran menos de 100.000, concentrados en Jerusalén, Haifa y en varias colonias agrícolas, recibiendo ayuda económica del Fondo Nacional Judío, que tenía sus principales apoyos y benefactores dentro de Alemania, Rusia y Austria-Hungría. Con la Gran Guerra el peso del movimiento sionista se movió hacia Gran Bretaña. Dirigentes sionistas de Inglaterra, como Chaim Weizmann y Nahum Sokolow se movieron políticamente y consiguieron que el 2 de noviembre de 1917 el ministro de exteriores británico Arthur Balfour declarara que el Gobierno Británico veía con buenos ojos el establecimiento en Palestina de una nación para los judíos, sin perjuicio de los derechos de otras comunidades. Esta doctrina se ratificaría en 1920 en el Tratado de San Remo y en 1922 la Sociedad de Naciones concedió a Gran Bretaña el mandato sobre Palestina. Pronto comenzaron a emigrar miles de judíos (más de 450.000 de 1919 a 1940), construyendo la infraestructura social y política para un futuro estado. Los británicos optaron por una política neutral entre judíos y árabes (cuyos sentimientos nacionalistas habían azuzado los británicos durante la Gran Guerra), lo que era completamente ilusorio. En 1921 y 1929 estalló la violencia antijudía, pero el gran estallido árabe fue en 1936 contra los judíos y los británicos; este levantamiento no fue sofocado del todo hasta 1939.

Dan Daly

02-11-2008

Fuentes principales:

"La Primera Guerra Mundial", de Winter.

"The german freikorps", de Carlos Caballero.

"Grandes batallas de la Primera Guerra Mundial", de Livesay.

http://granguerra.crearforo.com/index.php

Wikipedia

"La Revolución Rusa", de Orlando Figes.

"Las armas de la resistencia", de D. Venner.

josmar

02-11-2008

Un gran trabajo de recopilación, Dan Daly... Enhorabuena.

Wittmann

04-11-2008

Una recopilación enciclopédica, felicidades por el trabajo.

Deleted member

05-11-2008

Excelente. 

Saludos.

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