Discurso de Adolf Hitler del 31 de diciembre de 1938

Matias

23-03-2017

Hombres y mujeres nacionalsocialistas, camaradas:

Con profundo agradecimiento para el clemente obrar de la Providencia, abandona la Alemania nacionalsocialista, el año 1938.

Con él no solo fenece el sexto de la revolución nacionalsocialista y del régimen estatal y nacional por ella instaurado, sino que ante todo se cierra el año más rico en acontecimientos de la historia de nuestro pueblo desde hace muchos siglos.

Si la labor del movimiento nacionalsocialista y de nuestro partido se encaminó principalmente en los cinco primeros años, a partir de 1933, al lograr la superación de la penuria política, social, societaria y económica en que se hallaba nuestro pueblo, la

misma ha logrado resolver en los últimos doce meses el mayor problema de nuestra situación política exterior.

¿Quién a la vista del gran Reich alemán que ante nosotros ha surgido no pensara con profunda emoción en la situación en que nos encontrábamos hace seis años? ¿Y quién querrá, después de una tan inaudita transformación operada en la vida de un pueblo, seguir discutiendo sobre la idoneidad tanto de las fuerzas como de los métodos aplicados? En Alemania, nadie que consciente no desease el infortunio de nuestro pueblo; en el mundo circundante, desde luego, todos aquellos que, sea por las causas que fueran, creían tener que oponerse al resurgimiento del Reich. Cuando dirijo la mirada hacia el pasado, en el momento de concluirse el año de más rica cosecha de nuestra historia, se apodera de mi ánimo el sentimiento de gratitud hacia la Providencia y hacia el partido. El movimiento nacionalsocialista ha realizado este milagro. Si el Altísimo permitió que se realizara esta obra, fue el partido su instrumento. Pronto se cumplirán dos decenios desde que con inconmovible lealtad viene ayudándome el mismo cual valioso instrumento, siendo mi partido el que ha establecido las condiciones previas para que pudiera iniciarse y lograrse la nueva exaltación alemana. El mismo partido ha creado, en muchos años de una infatigable labor, la trabazón íntima de nuestro cuerpo nacional, que me ha permitido el poder representar, bien seguro de que tras de mí se encontraban agrupadas las fuerzas de toda la nación, el derecho a la vida de nuestro pueblo aún aceptando el peligro de las últimas y más graves consecuencias. Todos los jefes del partido y sus organizaciones combativas, lo mismo que las agrupaciones a las mismas incorporadas y los millones de conscientes y anónimos camaradas, todos estos nacionalsocialistas activos pueden con satisfacción y orgullo contemplar al final del año 1938 la creación del gran Reich alemán, logrado gracias a su labor.

El establecimiento de una nueva comunidad popular y de un inconmovible régimen político, debido al nacionalsocialismo, me ha permitido igualmente el llevar a la práctica la reconstrucción del ejército alemán, que en el año transcurrido ha

suministrado la primera gran prueba de la garantía que representa. Oficiales y soldados han rivalizado en sus servicios en pro del gran Reich nacionalsocialista. ¡El pueblo alemán se siente de nuevo orgulloso de sus soldados!

El propio Estado y su administración han cumplido brillantemente en este año una misión de importancia excepcional.

Pero sobre todo, se dirige mi agradecimiento a la totalidad del pueblo alemán que con su maravillosa conducta ha contribuido decisivamente a arrancar al mundo que espiándonos nos rodea la última esperanza sobre la nueva irrupción de la antigua

desgracia de los alemanes. Ninguno de los llamados estadistas demócratas tuvo en este año ni remotamente el derecho a hablar en nombre de su pueblo como yo; lo que ha cooperado a que sin guerra se resolviese un problema europeo que, de un modo o de otro, por fuerza tenía que ser solucionado. La actividad de nuestros labradores nos ha asegurado el sustento del pueblo, a la vez que el obrero ha logrado que la producción de nuestra economía se incrementase extraordinariamente. Un agradecimiento especial siento para con los cientos de miles que han rodeado la frontera occidental del Reich de una coraza de acero y cemento de la que sabemos que ninguna potencia del mundo podrá jamás forzarla. En este mismo tiempo la capacidad de organización de nuestro pueblo ha registrado nuevos triunfos. Al lado de la brillante actuación del ejército aparéjanse las no menos brillantes logradas en el campo de la economía y en el de nuestra administración en general. Llegará un día en que la Historia especialmente destaque que, a pesar de la extraordinaria tensión política y de los gigantescos esfuerzos y éxitos registrados, la vida cultural en ningún momento se paralizó sino que, por el contrario, logró alcanzar un maravilloso desarrollo. Así es como la comunidad popular nacionalsocialista ha subsanado en todos los aspectos de su vida, tan rica en organizaciones, y en los últimos años, lo que en décadas e incluso centurias anteriores había faltado a nuestro pueblo. A todos aquellos que con fe en esta comunidad popular desde hace años y decenios tuvieron que padecer sufrimientos por la misma, y que quizás no llegaron a vivir el feliz momento del establecimiento del gran Reich alemán, ha de servirles de consuelo más allá del sepulcro el que gracias a sus padecimientos han recuperado la felicidad y la satisfacción incontables millones de sus compatriotas. No han pues ni sufrido ni caído en balde, ya que el año 1938 es también el año de la gran declaración de fe de un pueblo. Dos veces durante el mismo fueron convocados los alemanes para elecciones. La primera los del antiguo Reich con los compatriotas de nuestra nueva Marca del Oeste alemana, y la segunda no hace mucho los sudeto-alemanes, igualmente acogidos por el Reich. ¡De esta manera y en este año, por primera vez en la historia de nuestro pueblo toda Alemania ha expresado solemnemente su voluntad de formar parte del gran Reich alemán nacionalsocialista y no separarse jamás del mismo, pase lo que pase!

Los objetivos para el futuro son los siguientes:

El primero es y continua siendo, lo mismo que en el pasado, la educación de nuestro pueblo para la comunidad nacionalsocialista. El segundo, el mejoramiento y refuerzo de nuestras instituciones armadas. El tercero lo vemos en la realización del Plan Cuatrienal, en la solución del problema de nuestra falta de brazos y especialmente en la incorporación económica de las nuevas regiones del Reich. En política internacional la posición de Alemania hállase determinada y fijada. Las obligaciones que para nosotros se derivan de nuestra amistad con la Italia fascista son claras y irresolubles. Nuestra comprensión del papel histórico de Mussolini al servicio del mantenimiento de la paz en el último año, nos obliga a la más profunda gratitud. Agradecemos también a los restantes estadistas que en este año han emprendido con nosotros el camino para buscar y encontrar una solución pacífica a problemas inaplazables. En toda la amplitud de la Tierra, nuestra posición política encuéntrese determinada por el Pacto Anticomunista. Réstame manifestar una vez más el deseo de que también en el próximo llegue a lograrse la cooperación para el logro de una pacificación general del mundo.

¡Que la gracia del Todopoderoso acompañe a nuestro pueblo!

**Fuente:Adolf Hitler, discursos 1933-1938.

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