La batalla particular del "Musical Box"

Dan Daly

28-11-2010

De todos los hechos de armas llevados a cabo por los carros de combate a lo largo de la Gran Guerra sin duda hay dos que sobresalen por encima de los demás, habiendo pasado a la Historia por motivos bien distintos. El primero de ellos es, como no podía ser de otra forma, el célebre combate de Villers-Bretonneux, por ser el primer combate entre carros de la Historia, y el segundo es la pequeña batalla individual que libró un carro de combate británico en solitario el primer día de la batalla de Amiens; pequeña batalla singular y puede que única en su género, pues aquellos tres tanquistas decidieron lanzarse al combate con su vehículo contra el enemigo simplemente para combatir mientras tuvieran municiones, combustible y energías, sin ningún plan ni objetivo concreto previos, importando sólo la destrucción del enemigo.

El 8 de agosto de 1918 era el día D para el inicio de la batalla de Amiens, en Picardía, “el día negro del Ejército Alemán”, en palabras de Ludendorff. El IV Ejército del general Henry Rawlinson disponía de 12 divisiones de infantería y 3 de caballería, más 9 batallones de carros pesados Mark V, dos batallones de carros medios Mark A “Whippet” y un batallón de camiones blindados, desplegados en un frente de 21 km. Se trataba de sorprender al enemigo, así que no habría bombardeo previo que pudiera alertarles del ataque. El choque principal de ruptura estaba encargado a los carros pesados, mientras que los blindados más ligeros y la caballería se encargarían de la persecución.

Uno de los batallones de tanques Mark A era el 6º, y en la Compañía B uno de sus vehículos apodado “Musical Box” (“Caja de Música”) estaba al mando del alférez Clement Arnold, completando su tripulación el conductor Carney y el ametrallador Ribbans. El 8 de agosto, el “Musical Box” estaba en la línea de partida con su compañía y a la hora cero recibió junto a los demás la orden de avanzar. Eran las 4:20.

La compañía de carros avanzó al sur de Villers-Bretonneux, cruzó el ferrocarril y pasó junto a la infantería australiana, que avanzaban cautelosamente a cubierto de los pesados Mark V. Tras recorrer casi 2 km el “Musical Box” se encontró solo, el resto de vehículos de la compañía habían caído en zanjas o pozos, o estaban inutilizados por razones diversas. Arnold pudo ver como los Mark V eran duramente golpeados por una batería alemana de cuatro cañones que pronto empezó a disparar también contra él. La batería estaba entre Aboucourt y Bayonvillers y lo bastante cerca como para ver los fogonazos de sus disparos con claridad. Dos carros pesados delante del “Musical Box” fueron alcanzados. Arnold entonces giró a la izquierda y avanzó en diagonal a menos de 600 metros de los cañones. Su destino era un bosquecillo donde ponerse a cubierto. Una treintena de disparos de la batería cayeron a su alrededor antes de llegar a los árboles. Una vez allí se movió a cubierto de la arboleda y salió de los árboles girando a la derecha y atacando a la batería con sus ametralladoras. Los artilleros alemanes huyeron para salvarse, mientras Arnold y Ribbans les disparaban. El carro no se paró, giró a la izquierda y encontró un grupo de infantes enemigos a los que atacó sin que éstos opusieran mucha resistencia.

Libres de la presión de la batería alemana, los australianos avanzaron. Arnold bajó de su vehículo para preguntar a un oficial australiano si necesitaban apoyo, pero el lugar no era nada seguro pues en medio de la conversación el australiano fue derribado de un disparo. Arnold volvió a su vehículo y decidió cumplir a rajatabla la vaga orden que previamente había recibido de su comandante: hacer el mayor daño posible al enemigo. Fue hacia el este, siguiendo el ferrocarril, y encontró dos patrullas de caballería propia que estaban detenidas cerca de un puente ferroviario por fuego enemigo. Arnold se dirigió al puente y lo cruzó, dispersando a los alemanes que encontró al otro lado. El “Musical Box” continuó hacia el este y entró en una depresión del terreno en la que se dio de bruces con centenares de sorprendidos infantes alemanes que estaban preparándose para marchar. El tanque disparó a discreción y al cesar el fuego había dejado unos 60 muertos sobre el terreno.

El tanque viró luego a la izquierda y pudo ver varias columnas de infantería enemiga en retirada. El “Musical Box” se lanzó al ataque, disparando durante casi una hora a todo lo que se movía, a distancias entre 200 y 600 metros. Los tres hombres eran conscientes de que estaban tras las líneas alemanas, pues hacía rato que no veían un solo soldado propio, pero ello no les detuvo en su batalla particular hacia el este, como no les detuvo ser el blanco de todas las armas alemanas que estaban en condiciones de disparar, ni tampoco les detuvo lo peligroso que se estaba poniendo la situación dentro del vehículo, pues los “Whippet” solían llevar latas de combustible colgadas del exterior como reserva suplementaria, y algunas de las latas se habían roto, haciendo que parte del combustible se vertiera en el interior de la cámara de combate, por no hablar de la cantidad de líquido inflamable que cubría el exterior de ésta.

Sobre las 14:00 horas, el “Musical Box” llegó a un aeródromo abandonado, encontrando sólo un globo cautivo y varios vehículos, tanto a motor como de tiro. Cruzaron otro puente y vieron un camión que iba hacia ellos. El carro se echó en una hondonada y esperó. Cuando se puso a su altura, el tanque saltó de improviso y embistió por sorpresa al camión, echándolo a un hoyo. Tras esto, el tanque continuó hacia el este (“hacia Berlín”, en palabras del propio Arnold), encontrándose más columnas alemanas en retirada a unos 400 metros. Arnold y Ribbans abrieron fuego contra hombres, animales y vehículos, recibiendo también un intenso fuego de fusiles, ametralladoras y al menos un cañón. En mitad de la refriega ocurrió lo que tenía que ocurrir antes o después: el combustible derramado se inflamó y las llamas se filtraron dentro de la cámara donde estaban los tres hombres. Tras más de diez horas de lucha en solitario, el “Musical Box” había llegado al final de su particular batalla.

Carney, Ribbans y Arnold saltaron por la puerta en llamas y cayeron al suelo con los uniformes ardiendo. Rodaron por el suelo para intentar apagar el fuego que llevaban encima. Carney intentó levantarse y recibió un disparo fatal en el estómago. La huida era imposible, así que sólo cabía la rendición. El primer alemán que llegó junto a Arnold le puso su bayoneta en la cara. El segundo le dio un culatazo en la cabeza. Los demás le pegaron una paliza.

Arnold y Ribbans fueron llevados más atrás y separados. Una hora después, un oficial interrogó a Arnold. Éste sólo respondía: “No lo sé”. El alemán preguntó: “¿Significa que no sabe o que no me lo dirá?”. Arnold respondió: “Tómelo como quiera”. La respuesta del alemán fue pegarle una bofetada. Después de esto, le vendaron algunas de sus heridas, aunque no todas. Por su contumacia al no responder a las preguntas que le hacían, Arnold pasó cinco días a pan y sopa en un cuarto sin ventanas. Tras protestar por el trato recibido y viendo que no sacaban nada de él, sus interrogadores lo dejaron estar y le enviaron a un campo de prisioneros en Friburgo, donde tuvo la alegría de encontrarse con su hermano, que estaba allí prisionero.

Tras el 11 de noviembre, Arnold y Ribbans fueron liberados, y en enero de 1919 regresaron a casa.

Dan Daly

28-11-2010

La única imagen del "Musical Box", tomada bastante después de su aventura, cuando el terreno ya había sido tomado. El chamuscado vehículo sirvió algún tiempo como improvisado cobijo de prisioneros alemanes heridos.

Dan Daly

28-11-2010

Fuentes:

“Landships”, de D. Fletcher.

http://www.landships.freeservers.com/

pio-3

28-11-2010

Interesante historia Dan Daly  .

    Saludos

Topp

28-11-2010

Pues sí señor, interesante anécdota

Saludos.

MIGUEL WITTMAN

28-11-2010

Buen relato Dan Daly. 

Te saludo.

josmar

28-11-2010

¡¡ Toda una hazaña....!! ...lastima que Berlin aún quedaba un poco lejos...

Haz login o regístrate para participar