Prisioneros de Guerra: Frente Occidental

MIGUEL WITTMAN

14-08-2007

Aunque los campos de prisioneros de guerra en Alemania deberían haber estado administrados según la Convención de Ginebra de 1929, los prisioneros aliados no recibieron por igual el mismo trato. Por lo que respecta a los prisioneros occidentales, la Cruz Roja creó, en setiembre-39 una agencia central de información, para transmitir noticias personales provenientes de prisioneros.

Para los polacos que engrosaron los primeros contingentes, británicos, franceses, americanos, belgas y holandeses, las condiciones de cautiverio variaron considerablemente de uno a otro campo. La política nazi en la materia, consistía en hacer trabajar duramente a los prisioneros, quienes, excepto oficiales y suboficiales, sufrieron largas horas en las granjas, las fábricas y las minas. La crueldad sistemática hacia los prisioneros era escasa. Algunos británicos fueron durante algún tiempo encadenados, como represalia, pero en general, los barracones construidos al efecto, las escuelas y los castillos, convertidos en campos, fueron prisiones más humanas que los centros de tránsito en el Norte de Africa, o las fosas abarrotadas que empleaban los japoneses.

En principio, los derechos de los prisioneros de guerra británicos y americanos estaban claros: tras su captura, oficiales y hombres de tropa debían partir primero hacia prisiones diferentes y despues hacia campos de tránsito desde los cuales se enviaba a la tropa hacia los "Mannschaftsstrammlager" o, abreviado "Stalag" y los oficiales hacia los "Oflag". La administración del campo dependía mucho del comandante que siempre estaba asistido por un representante del Abwehr encargado de las cuestiones políticas, de la seguridad y de la censura del correo.

Los soldados de mayor edad de los Batallones de la 2ª reserva alemana se encargaban generalmente, de la custodia de los campos.

Los prisioneros de la RAF dependían de la Luftwaffe, que calcaba sus campos, los "Stalag Luft" de los del Ejército de Tierra.

El comandante debía tratar a sus prisioneros humanitariamente según los términos de la Convención de Ginebra y protegerlos "no sólo de los actos de violencia y de los insultos, sino también de la curiosidad pública". La Convención también puntualizaba que estaban prohibidas las represalias.

A diferencia de los oficiales y suboficiales, que no estaban obligados a trabajar, los hombres de tropa fueron organizados en campos de trabajo, o "Arbeitskommandos", distribuidos en granjas, fábricas y minas.

Algunos "Stalag" ocupaban edificios sólidos como escuelas sin uso, por ejemplo, pero otros como el "Oflag VI B" de Dössel, no eran más que un conjunto de barracones insanos, húmedos, con rudimentario sistema de alcantarillado, infestados de ratas.

Al principio, los alemanes respetaron el derecho a evadirse, reconocido internacionalmente, y sancionaron sin demasiados excesos los intentos abortados. Pero despues de 1941, fusilaron a los evadidos soviéticos capturados. Poco a poco, esta despiadada sanción se hizo extensiva a todos los prisioneros. A partir de la primavera de 1944, muchos evadidos recapturados fueron enviados a campos de concentración y ejecutados. Se formaron grupos de evasión por doquier. En 1944, 76 prisioneros se escaparon del "Stalag Luft III".

Llegaron a Inglaterra 3 de ellos, pero la mayoría de los restantes fueron fusilados. Estas represalias constituyeron un ejemplo célebre de la brutalidad nazi. Para los menos emprendedores o menos afortunados, la liberación fue tarea de los Ejércitos Aliados conquistadores en 1945.

Los primeros contactos dieron lugar a escenas a la vez emotivas y curiosas.

"La 2ª GM". SAPE.

MIGUEL WITTMAN

14-08-2007

Prisioneros en Italia.

Todo soldado aliado apresado en el Norte de Africa pasaba primero unos cuantos días en un campo sumario rodeado de alambradas. Despues, era enviado a un centro de tránsito. Allí, al cabo de una serie de formalidades, a menudo largas, salía con destino hacia un campo permanente situado en Italia.

Los guardianes italianos que aseguraron el traslado del reverendo James Chutter, capellán de la 2ª div. sudafricana, apresado en Tobruk, prometieron que, al llegar, la hospitalidad italiana se manifestaría bajo la forma de un abundante abastecimiento de agua, comida y alojamiento decente. Eran puras mentiras, como comprobarían los prisioneros aliados, amontonados en viejos cuarteles, húmedos castillos y todo tipo de edificios requisados para ello.

En Bari, donde Chutter estuvo en un campo de tránsito, la comida era escasa, los barracones estaban atestados y los guardianes italianos no dudaban en matar a los evadidos capturados. Más tarde, en Chieti, ciudad situada sobre una colina a cierta distancia de Pescara, los oficiales prisioneros hicieron lo que pudieron para adaptarse a un largo cautiverio.

Los barracones eran aceptables, pero, en 1942 y 1943, la comida escaseó cruelmente. Además, los italianos, a diferencia de los alemanes, no suministraban prendas de abrigo. Así, los hombres, hechos prisioneros con los uniformes que llevaban en el desierto, pasaron mucho frío. Algunos mostraron su ingenio y, practicando un agujero en sus mantas, pudieron vestirse con una especie de túnicas de monje. Pero la Cruz Roja acabó enviando uniformes que fueron marcados con las letras "PG" en rojo.

Las noticias de la guerra llegaban hasta los prisioneros gracias a algunos periódicos italianos y a las conversaciones de los guardianes. Observaciones tales como "Benito finito..." indicaban claramente que los Aliados avanzaban en Sicilia e Italia. Contando con una pronta liberación, los prisioneros siguieron al pie de la letra las recomendaciones del Ministerio de Guerra británico, que ordenaban a los oficiales aguardar con serenidad una liberación según las reglas. Pero, en el otoño de 1943, los alemanes que sustituyeron a los italianos, enviaron a los prisioneros a Austria, Checoslovaquia y a Alemania donde permanecieron hasta el final de la guerra en Europa.

MIGUEL WITTMAN

14-08-2007

Prisioneros italianos en Gran Bretaña.

Los italianos adquirieron en justicia su reputación de rendirse en bloque. En el Norte de Africa levantaron los brazos a millares. Antes de la rendición de Italia, en 1943, se decía, en el teatro de operaciones del Mediterráneo, que grupos enteros de italianos se lanzaban en busca de cualquier soldado aliado susceptible de hacerlos prisioneros.

Muchos italianos fueron internados en Gran Bretaña, donde aportaron el calor de su encanto mediterráneo que fue muy apreciado. Tal y como se hacía con los prisioneros alemanes, se les internaba en granjas. Pero al revés que los alemanes, pronto se hicieron muy populares. En un principio, las almas puritanas protestaron pretendiendo que ninguna mujer británica podría resistir a su volcánico temperamento. Ideas tan peregrinas pronto se vinieron abajo. Pero los británicos, que trataban fríamente a los alemanes, saludaban a menudo a los camiones italianos que se dirigían a los campos.

"Mussolini vencerá", gritaban los italianos riendo. Lo que les contestaban no puedo decirlo, pero, era un combate verbal bromeando.

Los que se encontraban con prisioneros de guerra italianos no dejaban de testimoniarles su amistad. En realidad, los italianos trabajaban poco, pero cantaban trozos de ópera durante todo el día, con gran orgullo por parte de las jóvenes madres, besaban profusamente y abrazaban a todos los bebés que estuvieran a su alcance.

Fueron empleados en reconstruir carreteras o en cavar refugios en los parques de Londres. Se les reconocía por su uniforme azul marino, marcado con grandes parches verdes en una pierna o con unos cosidos redondos en la espalda.

A menudo, despues del tranajo, deambulaban ante los pubs, esperando que alguien les convidara a una copa, cosa que solía ocurrir. A causa de su bonachonería y de su perfecta serenidad en cuanto a la guerra, la vigilancia no era demasiado estricta cuando estaban fuera de los campos.

Emanaba de ellos un clima de distensión que se contagiaba a sus guardianes. Incluso se llegó a temer que algunos tuvieran la tentación de tal relajamiento para evadirse. Pero, de hecho, la principal preocupación de los prisioneros italianos era la de no perder el camión que les llevaba al campo al terminar la jornada.

"La 2ª GM". SAPE.-

MIGUEL WITTMAN

16-11-2007

No solamente fueron los cosacos rendidos a tropas británicas y entregados a los rusos, hay muchos casos entre el generalato alemán prisionero tras el fín de la guerra y entregados a Francia, o Grecia por ejemplo.

El General der Fallschirmjaeger Bernhard Ramcke, uno de los 27 militares alemanes que recibieron la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes, escribió el libro titulado "Paracaidistas" (publicado en español en 1978 por Ediciones Almena, Buenos Aires).

En él se describe la persecución sufrida por los generales alemanes, y las penosísimas condiciones en que estuvieron presos él y otros muchos generales alemanes, en las prisiones de americanos, ingleses y franceses.

Armia Krajowa

16-11-2007

Algo que no se si es muy conocido es que los judios liberados de los campos de concentración alemanes , estuvieron durante un tiempo tras la liberación en otros campos americanos donde obviamente no los mataban pero los tenian hacinados... no sabian que hacer con ellos... ya que sus casas o fueron confiscadas o estaban destruidas... y si volvían por su pueblo o zona decían que los miraban como quien mira a los muertos: "que estais haciendo aqui?" ...casi como pensando "no debían haber muerto estos ya?".

MIGUEL WITTMAN

16-11-2007

Armia, en este hilo se habla de militares prisioneros de guerra.

El tema de los judíos, no toca.

Saludos.

Armia Krajowa

17-11-2007

Cierto, ya se la problemática y las normas del foro, es solo que lo vi en un documental de la noche temática en la 2.

V. Wobst

15-01-2008

Interesante el asunto de los prisioneros de guerra, no se había tratado extensamente aqui en el foro. Gracias por publicar algo, Steiner. Queda muchísimo por decir, voy a investigar.

MIGUEL WITTMAN

15-01-2008

Wobst, hay otro apartado sobre el frente oriental.

Todo aporte enriquecerá el hilo.

Saludos.

Lenz Guderian

19-07-2008

El General der Fallschirmjaeger Bernhard Ramcke, uno de los 27 militares alemanes que recibieron la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes, escribió el libro titulado "Paracaidistas" (publicado en español en 1978 por Ediciones Almena, Buenos Aires). En él se describe la persecución sufrida por los generales alemanes, y las penosísimas condiciones en que estuvieron presos él y otros muchos generales alemanes, en las prisiones de americanos, ingleses y franceses.

Ojalá pudieses ahondar un poco mas al respecto.

MIGUEL WITTMAN

19-07-2008

Ahora que lo dices, no sé si fue Nacht o Juan Manoel el que mostraba una foto del libro de Ramcke. Quizás ellos pudieran aportar más información.

Yo lo he buscado, sin éxito, en Ebay. Y en librerías, también fracasé.

Saludos.

Lenz Guderian

19-07-2008

Se tiene el ejemplo emblematico de los maltratos a Runstedt, y las palizas a los prisioneros  que participaron en la ofensiva de las ardenas para sacarles las confesiones, pero no es facil encontrar historias mas cercanas

Deleted member

20-07-2008

interesante aporte,desconocia el derecho a poder fugarse, aunque las consecuencias fuesen nefastas y por lo que citas, el trato a los italianos fue más permisible en Gran Bretaña

saludos

Lenz Guderian

22-07-2008

El acto de fugarse en un "derecho" reconocido sobre todo en los oficiales. Es su deber

Taylor

28-09-2008

no quisiera caer prisionero :D no lo quiero imaginar

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