Degrelle es preguntado acerca de Paulus y su participación en Stalingrado

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27-06-2006

P.— Cuando Usted bajo del Cáucaso en noviembre de 1942 era casi, día a día, el momento en que el general Paulus se dejaba cercar por los ejércitos de los soviets en la región de Stalingrado. ¿Supuso ese cerco, tal como se  ha dicho, el comienzo del fracaso alemán en la URSS?

R.— Paulus mandaba en 1942 unas tropas que eran muy importantes —300.000 hombres— y que hasta entonces no habían sido vencidas en ninguna parte. Habían atravesado victoriosas toda Europa. Tenían el convencimiento de ser invencibles. Este instrumental humano no tenia parangón. Paulus fue incapaz de servirse de el en Stalingrado, y ni siquiera de conservarlo.

Era el tipo de oficial funcionario que hace inteligentemente planes de estado mayor, pero que permanece inerte a la hora de dirigir soldados. Nunca había mandado una unidad más importante que un batallón. Y además, eso ocurrió diez años antes?

P.— Entonces, ¿por que se le ofreció un puesto de mando tan importante?

R.— Durante la batalla de Moscú, en diciembre de 1941 y enero de 1942, los generales de Hitler, presos de pánico, pretendieron retirarse a trescientos kilómetros mas al oeste. Era aberrante. todo el material pesado se hubiese perdido, retenido en el hielo. Al cabo de una retirada espantosa, entre nevadas silbantes y a 40º bajo cero, hubieran ido a parar— si llegaban— a unas sierras desnudas en las que no había absolutamente nada dispuesto. Habrían sido aniquilados. Hubiese sido peor, diez veces peor, que el final de la Grande Armee de Napoleon.

Hitler, que era la energía misma, tomo en sus manos esa batalla de Moscú casi perdida. Se encargo personalmente de la conducción de las operaciones. En circunstancias tan extremas solo había una solución: aferrarse al suelo helado y a cualquier isba, y no ceder ni los carros ni los cañones empotrados en el hielo. De todos modos, porque retrocedieran no iba a estar menos helado el terreno.

Hitler ceso a una treintena de generales derrotistas y los reemplazo con lo mas combativo que tenia. Pero ya no disponía de mas. Entonces, unos días mas tarde, el jefe del VI Ejercito, general Von Reichenau, un notable conductor de hombres que mandaba las fuerzas del Reich en Charkov, cayo en la nieve, víctima de una congestión, a 30 grados bajo cero.

Este nuevo contratiempo pillo a Hitler desprevenido. ¿Con quien iba a reemplazar a Reichenau? Paulus había sido, durante la ofensiva de Francia en 1940, el jefe de estado mayor de ese VI Ejercito. En aquel puesto burocrático superior había estado a la altura de sus funciones. Hitler le vio durante mucho tiempo ante el, como buen teórico, sentado en los despachos de su Gran Cuartel General.

De todos modos, según los planes de Hitler se fijo para 1942, el  Vi ejercito no tendría que jugar un  papel capital en la futura ofensiva. Su misión solo consistiría en proteger el flanco norte de los ejércitos que se lanzarían el verano hacia el Cáucaso. Paulus quería obtener un puesto de mando a todo trance. A falta de algo mejor, Hitler se lo dio. Fue el error mas importante de su vida.

Este Paulus, por añadidura—y en la guerra es lo mas grave de todo— era un gafe.

P.— Comparte usted la opinión de Napoleón sobre los generales que arrastran consigo la mala suerte?

R.— Los gafes son seres inutilizables. La mala suerte crea mas mala suerte. Se puede tener lastima de los que tienen la negra, pero hay que descartarles inexorablemente; de lo contrario, le pegan a uno también su mala suerte.

La mala suerte se cebo en Paulus nada mas instalarse en su puesto de mando. En mayo de 1941, durante la batalla de Charkov, que tenia por objetivo cercar al mariscal Timochenko—y lo consiguió—, Paulus se revelo incapaz de llevar a termina la fase norte del envolvimiento de cientos de miles de soviéticos, que se habían lanzado imprudentemente hacia Dniepropetrovski. Indeciso, sin iniciativas, Paulus apenas logro avanzar quince kilómetros. La operación solo tuvo éxito porque la garra sur de la ofensiva— en la que precisamente participábamos los valones—r ealizo casi por si sola la operación. Y para colmo, Paulus estuvo incluso a punto de perder Charkov, en lugar de avanzar.

Nueva contrariedad, mucho mas peligrosa aun, diez días antes de comenzar la ofensiva del Cáucaso. A uno de los oficiales del estado mayor de Paulus, un simple teniente, se le ocurrio una tarde la absurda idea de irse a dar un paseo por el frente en avioneta. Hitler había prohibido rigurosamente a los jefes de los ejercitos que iban a participar en la inmensa expedición del sur de Rusia, que sacaran copias de los planes de operaciones relativos a su propio sector. Cada cual debía conservar su ejemplar único en el mayor secreto.Paulus, contraviniendo esas ordenes expresas, habia ordenado que se hicieran siete copias. El joven oficial del avión llevaba una consigo, para enseñársela a un compañero, en un puesto avanzado, y dárselas de hombre importante. Cometió la imprudencia, o la estupidez, de hacer una corta incursión por el cielo soviético, ante las posiciones de su camarada. De repente una bala rusa, una sola, reventó el deposito de gasolina. El avión cayo al instante en el sector enemigo.

Hubo que montar, por orden de Hitler, un ataque de gran envergadura para recuperar los restos del aparato. Estaba destruido. No había trazas del teniente. Se descubrió al fin un terreno que había sido removido. Se cavo. Apareció un cadáver totalmente desnudo, el del teniente de Paulus portador de la famosa copia. Evidentemente, los rusos se habían apoderado del documento. De este modo, una semana antes de la ofensiva, Paulus acababa de entregar a los soviéticos el plan de ataque de Hitler en el sector de su VI Ejercito.

Lo pagaría caro, pues los rusos, ya prevenidos, se mantuvieron firmes en Voronech, punto envolvente casi indispensable, del que Paulus debía apoderarse en los primeros días, y que, a cause de este estúpido incidente, nunca llegaría a conquistar del todo.

P— Cual fue el papel de Paulus en la ofensiva alemana del Cáucaso?

R.— Durante la ofensiva principal que se dirigía hacia el Cáucaso, la misión de Paulus era indirecta. Debía servir simplemente de guardaflanco, protegiendo la ofensiva del sur frente a una contraofensiva rusa que bajase del norte. Tras neutralizar a Stalingrado, Paulus se alinearía entre el Dnieper y el Volga, formando una línea defensiva.

Paulus no tenia que franquear verdaderos obstáculos naturales en las llanuras con suaves montículos del Don. Solo unos cientos de kilómetros, mientras que nosotros, antes de alcanzar los montes caucasianos, en el caso mas favorable, teníamos que recorrer mil cien kilómetros. No se preveía ninguna resistencia ante Paulus. Los rusos huían. La región que el VI Ejercito debía atravesar abundaba en alimentos. Los soldados se batían mas contra las gallinas y las ocas que contra los soviéticos. Sin embargo, Paulus se demoro interminablemente antes de alcanzar el gran río, el Don, alejado en ciento diez kilómetros del primer objetivo que se le había asignado: el Volga.

Poseo el texto de las cartas de Paulus a su mujer durante esas semanas de avance demasiado lento. Este jefe funcionario no hace en ellas mas que lamentarse a propósito de sus diarreas. Era lo que mas le preocupaba en el curso de esas semanas históricas.

Un general sin cólicos y algo mas dinámico hubiera franqueado el Don, lo mas tarde, a final de julio de 1942, y hubiera ocupado Stalingrado, sobre el Volga, ocho o diez días después.

P.— Prosiga, se lo ruego, pues ese aspecto de la batalla de Stalingrado es poco conocido.

R.— A finales de agosto de 1942, cuando nosotros ya estábamos desde hacia quince días en plenas montañas del Cáucaso, Paulus llego, finalmente, cerca de los suburbios de la parte norte de Stalingrado.

Y ni siquiera eso se debía a el, sino al general Hube, el famoso general de carros, un manco barrigudo cubierto de gloria. El 21 de agosto, desembarazándose de la interminable espera de su jefe, hizo avanzar en línea recta su división acorazada, retenida hasta entonces por Paulus al oeste del Don. Ciento diez kilómetros de cabalgada de sus carros en una sola mañana! A las cuatro de la tarde Hube acampaba en la orilla izquierda del Volga y dominaba el río, allí donde Paulus, de haber sido un hombre de carácter, debería estar ya instalado desde hacia mucho tiempo.

Al ver que Paulus se demoraba tanto e iba a dar a los rusos la posibilidad de reagrupar sus fuerzas en ambas villas del Volga, Hitler, lleno de una creciente inquietud y muy contrariado, se decidió a desviar una parte de sus carros del Cáucaso para enviarlos apresuradamente en apoyo del rezagado.

Uno de los mas notables jefes de los medios acorazados alemanes, el general Hoth, bajo del Kuban y empujando a los rusos apareció, el 30 de agosto de 1942, al sur de Stalingrado. A Paulus solo le faltaba franquear en su dirección unos veinticinco kilómetros para cerrar la bolsa y cortar toda retirada a los dos ejércitos soviéticos, que retrocedían penosamente entre el Don y el Volga y se encontraban casi cercados. En aquel momento, y gracias a la intrepidez del general Hube, los blindados del Vl Ejercito se alineaban al norte de los suburbios de Stalingrado. Dos horas mas de marcha de esos carros de Paulus hacia los de Hoth llevarían al limite de la capitulación a los cientos de miles de soldados soviéticos que refluían del Don.

Fue entonces cuando Paulus declaro que necesitaba dos días para preparar esa unión. Poseo el texto de los telegramas cruzados entre el general Hube y el jefe de la división acorazada Hoth, reventado tras haber hecho tan larga carrera, pero situado a solo unas decenas de kilómetros de los medios acorazados del VI Ejercito. Es indiscutible que en media jornada hubiera podido lograrse la unión. Una vez hechos prisioneros los dos ejércitos rusos del Don, la metrópolis del Volga hubiera sucumbido en unas horas y el adversario hubiese sido eliminado de la región. nunca habría habido batalla de Stalingrado.

Otra consecuencia catastrófica de la debilidad de carácter de Paulus: mientras que hubiera podido y debido arreglárselas totalmente solo, la operación de auxilio de los carros del sur— de la que ni siquiera saco provecho— resulto fatal para toda la ofensiva, privando al ejercito del Cáucaso de la fuerza acorazada que hubiese asegurado el cerco de la zona petrolífera de Baku y hubiera alcanzado sin duda Tiflis y la frontera del Irán, lo que habría significado la liquidación definitiva de la guerra en todo el sur del imperio soviético. Con ello también se habrían podido reenviar las tropas mas selectas alemanas hacia el norte de Rusia, ultimo bastión que había que derribar.

P.— Que objetivo concreto fijo Hitler a Paulus?

R.— En Stalingrado mismo, una vez salvados los dos ejércitos soviéticos por culpa de su abulia, y solidamente reinstalados ya en la orilla oeste del Volga, Paulus mostró de nuevo una lentitud fatal. Sus tropas eran admirables. Firmemente mandadas, hubiesen alcanzado su objetivo a finales de agosto de 1942. Stalin mismo estaba devorado por la angustia, al pensar que iba a perder Stalingrado, tal como lo reflejan sus ansiosos telegramas y sus consternadas confidencias a Churchill.

Los ejércitos alemanes del Cáucaso franquearon a primeros de agosto el río Kuban y conquistaron el importante centro petrolífero de Maikop. Inmediatamente lo rebasaron. Cazadores de montaña colocaron la bandera de la cruz gamada en todo lo alto de los cinco mil metros del monte Elbruz. Pues bien, mientras tanto, Paulus segura sin avanzar en el Don, acuciado por sus endiablados cólicos. Precisamente su misión era la de actuar de prisa y eliminar sin retraso el obstáculo secundario de Stalingrado, tan secundario que en los primitivos planes de la ofensiva del sur de 1942, ¡ ni siquiera figuraba su nombre!

Una vez que el Volga se cerrase en Stalingrado con el cerrojo puesto, todo el VI Ejercito tema que ponerse en movimiento hacia el norte pare relevar, con sus trescientos mil combatientes y sus cientos de carros de combate, a las tropas rumanas, húngaras e italianas, tropas valientes, pero de segunda mano y mal armadas, que solo habían sido colocadas allí provisionalmente como barrera a lo largo del Don superior, en espera de las divisiones de Paulus.

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27-06-2006

Desde allí, al año siguiente, es decir, en 1943, todos los ejércitos del Reich se hubieran lanzado en dirección del Volga superior y de Moscú. Era la tercera y ultima etapa del vasto plan estratégico de Hitler. En 1941, había ocupado un espacio inmenso en la Rusia occidental y capturo a cinco millones de prisioneros; sin embargo, no había podido llevar hasta el final su blitzkrieg. La segunda etapa tenia por objetivo, en 1942, barrer la Rusia del sur, ocupar los pozos caucasianos y privar a Rusia de su petróleo y de lo esencial de sus abastecimientos exteriores, enviados por los aliados a través de Persia y el mar Caspio. El tercer año— 1943 —los ejércitos de Hitler remontarían la línea Don-Volga hacia Moscú, Arkangelsk y el océano Ártico, terminando así la campana de Rusia.

P.— Volvamos a Paulus...

R.— Desde primeros de septiembre de 1942 Paulus habría tenido que ocupar sus nuevas posiciones del Dniester-Don. No lo conseguiría ni entonces ni mas tarde, con su cerebro paralizado ante el obstáculo. Solo sus tergiversaciones continuas y su falta de carácter permitirían a los soviets, durante esos dos meses de estancamiento, preparar su ofensiva victoriosa de noviembre de 1942.

Ocho días antes los alemanes se enteraron perfectamente de los preparativos rusos. Y ocho días antes Hitler ordeno el envío al sector del Don—en el que los soviets, según las observaciones de la LuLtwaffe, iban a dar su golpe de ariete— una división acorazada que tenia en reserva.

Esta, en sus tres cuartas partes, quedo bloqueada a una cuarentena de kilómetros del Don. ¿Y por que? Una mala suerte increíble: todos los sistemas eléctricos de sus carros habían sido roídos por las ratas, bajo enormes montones de heno, en cuyo costado estuvieron camuflados las semanas precedentes para evitar ser descubiertos. Por sorprendente  que parezca, fueron esas ratas electropofagas las que, con su sorprendente apetito, facilitaron a los soviéticos el avance fatal de Stalingrado.En cuanto a Paulus, el sabia perfectamente que debía adoptar con toda rapidez medidas para hacer frente a esa agresión rusa que se preparaba, y de la que Hitler le había anunciado su inminencia. No solamente no tomo las precauciones indispensables, sino que, desde el primer momento del ataque soviético, se dejo llevar por el pánico, huyendo de Stalingrado hasta mas de cien kilómetros al oeste del Volga; mas allá incluso del Don, instalandose sin autorización en el puesto de mando de donde, a partir de septiembre de 1942, hubiera tenido que dirigir las operaciones del VI Ejercito implantado en la nueva línea del Don, una vez aniquilado Stalingrado.

Hitler debió ordenar bruscamente a Paulus que se reintegrara a su puesto de mando en Stalingrado. Pero entretanto, en solo dos días, todo el sector del Don quedo barrido por culpa de la abulia del jefe responsable. El ala norte de la ofensiva de los soviets logro unirse con el ala sur en Callatz, cabeza de puente esencial del Don. Esta ni siquiera fue defendida, como consecuencia de un error estúpido, al confundir los defensores a los carros rusos que les caían encima con carros alemanes en retirada. El cerco ya estaba consumado y trescientos mil hombres quedaban en la bolsa.

Si Paulus hubiese sido un general soviético, enviado a un consejo de guerra, le habrían fusilado aquella misma noche.

P.— ¿Como se explica usted su actitud?

R.— No es que Paulus no conociera la ciencia militar. Al contrario; teóricamente era un as. Pero era una hombre que no poseía la firmeza moral indispensable para todo jefe en campaña. El caso de Paulus, verdaderamente, es el de un hombre de ciencia, de un profesor de escuela militar que hace malabarismos con sus tropas en un <<kriegspiel>> o juego de guerra, pero que, por falta de carácter, pierde la cabeza a la hora de la acción real. Esa falta de temperamento de Paulus seria lamentable a lo largo de toda la tragedia de Stalingrado.

Hitler hizo un esfuerzo inmenso para que pudiera resistir. Envío a Rostov, con el fin de ayudarle a salvarse, a su mejor estratega, el mariscal Von Manstein, quien, en ese momento, combatía en el frente Norte para acabar con Leningrado. Tuvo que interrumpir esa campana, sin embargo muy necesaria, y bajar hasta Rostov. Un sacrificio enorme. La potente columna de carros liberadores que Manstein destaco para salvar al alelado Paulus y llevarle hacia la desembocadura del Don, en caso de ser necesaria esa retirada, logro llegar, a costa de terribles combates, hasta treinta y ocho kilómetros al sudoeste de Stalingrado. Bastaba con una salida final de Paulus y se hubiese salvado. Paulus contaba aun aquel día con mas de cien carros, provistos de importantes reservas de carburante, que completarían en el curso de los acontecimientos con los numerosos bidones de combustible que Hitler había ordenado lanzar en paracaídas a lo largo de los treinta y ocho kilómetros que tenían que franquear. Las posibilidades de una ruptura con éxito eran, pues, grandes.

El caso es que, un año mas tarde, en Tcherkassy , con nueve veces menos carros blindados que Paulus, logramos romper el segundo gran cerco soviético de la segunda guerra mundial, en circunstancias mas penosas. Después de veintitrés días de encarnizada lucha cuerpo a cuerpo, reventamos el cerco ruso. Cuando se quiere, se puede. Son los flojos los que pierden.

P.— Pero ¿y el abastecimiento por aire?

R.— Paulus fue abastecido por aire desde el principio. Imperfectamente, es cierto, pero las listas de necesidades que indicaban sus servicios estaban conscientemente infladas para obtener mas víveres. Además, también habían sido cercados treinta y dos mil caballos, que por muy flacos que se hubieran quedado ¡aun suponían una buena despensa!

¡Y además, que! ¡Ante la muerte no se cede! ¿Que hicieron los rusos cercados en Leningrado aquellos mismos años? Muertos de hambre, aguantaron, a pesar de todo, durante novecientos días. Pues bien, allí el mando soviético tuvo que alimentar, además de a los combatientes, a centenas de millares de civiles. Ellos no reclamaban sus dos mil calorías. Las mujeres y los niños morían a miles, tan enjutos como la leña seca. Pero la ciudad resistió durante casi tres años. Con el estomago oprimido y con la voluntad tensa, nadie cedió. Y gano el coraje.

P.— Hace usted elogios del pueblo ruso?

R.— Si. Gloria para el heroísmo de los soldados y civiles de Leningrado. Y maldición para aquel andrajo humano que fue Paulus, incapaz de ser un verdadero jefe a la hora de la verdad. El ultimo fallo que le perdió fue su pasividad en el momento de establecer contacto con los blindados que envío Manstein a su encuentro.

En aquel momento, cuando ya no había que esperar ni un segundo mas para avanzar hacia sus salvadores. ¿cual fue la respuesta que encontró Paulus?,

¡Necesito seis días para prepararme!

Siempre el mismo estribillo: prepararse. Como si en situaciones semejantes hubiera que esperar seis días para lanzarse sobre el obstáculo. Cuando trescientos mil hombres corren el riesgo de morir, un verdadero jefe debe despertar todas sus energías y saltar hacia la salvación, combatiendo el mismo al frente de su ejercito!

P.— ¿O sea que usted condena sin paliativos la actitud de paulus?

R.— Evidentemente. Si Paulus no se salvo fue porque no quiso, porque no tuvo coraje para avanzar. Se le tendió la mano, pero dejo caer sus brazos. Manstein tuvo que dar entonces la orden de romper el contacto, tras haber sacrificado en vano hombres y carros para liberar a un general de cartón.

A partir de esta negativa Paulus solo fue una ruina. Durante el ultimo mes no inspecciono ni una sola vez a sus tropas, ni tampoco fue nunca a los puestos de combate de los jefes de sus divisiones. Desde comienzos de enero de 1943 vivió escondido en el sótano de un supermercado, tumbado sobre una cama de campaña y fumando ininterrumpidamente cigarrillos en la semioscuridad.

Si consideraba que todo estaba perdido, al menos hubiera podido tomar un fusil y haberse hecho matar por el enemigo. Hitler estaba tan seguro de que sucedería esto que el penúltimo día nombro a Paulus mariscal. Pero Paulus se mostró lamentablemente indigno de tal distinción.

Cuando llego la hora de la capitulación solo le preocupo una cosa: que los soviets pusieran un coche a su disposición al salir del refugio. Los rusos lo hicieron con la prontitud que uno puede imaginarse. Una hora después, un coche soviético le esperaba a la entrada misma de su caverna.

Paulus salió de Stalingrado en aquel auto enemigo, mientras mas de cien mil soldados suyos, hechos prisioneros por su incapacidad y su falta de carácter, partían a pie hacia los campos de la muerte. Los rusos condujeron a Paulus a su Gran Cuartel General, donde fue amablemente invitado a almorzar. Cometió entonces la bajeza— o la bobada— de alzar su vaso de vodka brindando por la gloria del ejercito de Stalin, que acababa de aplastar a sus tropas. Los rusos tuvieron bien cuidado de grabar ese brindis. A partir de entonces Paulus estaba a merced de la maquina de lavar cerebros, tan pródigamente utilizada por los soviéticos. Por otra parte, tampoco tuvieron que emplear mucho tiempo en limpiarle las meninges. Bastaron unos meses para que este funcionario atemorizado, que en la ante víspera de su derrumbamiento lanzaba desde su sótano de Stalingrado proclamas cantando la gloria de la cruz gamada y la fidelidad al Fuhrer, se convirtiera en un agente de propaganda radiofónica de los soviets. Incluso, en 1946, acepto ser llevado desde Moscú a Nuremberg, como testigo de cargo contra sus antiguos camaradas del alto estado mayor alemán, a los que esperaba la horca.

Murió poco después, medio lelo. Tanto mejor. Paulus fue un jefe militar abúlico e incapaz. Y además, un renegado.

Usted quería conocer mi opinión sobre Paulus, y ya la tiene, con toda crudeza. No veo, ciertamente, razón alguna para tratar con miramientos a este pobre hombre, mal jefe, mal alemán y mal perdedor.

                                                                                                          Leon Degrelle

Lenz Guderian

30-06-2006

Me tope con este tema investigando dentro del foro sobre el frente oreintal.

No entiendo como un articulo tan bueno, tan de primera mano no tenge una sola respuesta. >:(

Tal pareciera que Degrelle culpara a Paulus de toda la caida del la Wehrmacht en el este. Creo que sería exagerar un poco, aunque ciertamente -como en su momento dijimos- defender a Paulus es defender lo indefendible.

resulta muy interesante los comentarios que vierte degrelle en relacion a los esg¡fuerzos del grupo Norte para apoyar al cercado Paulus, y los transtornos que esto implico al sistema ofensivo del gigantesco frente.

el fracaso no solo implicó la derrota de un ejercito inmenso e invicto sino ademas

El alivio de la presion a Lenningrado.

El desgaste de fuerzas acorazadas que no estaban implicadas en lo del Volga.

Los combates innecesarios para abrirse paso hacia el cerco desde el Norte (Manstein) y desgastantes desde el Oeste (Hoth)

En la version anterior de este foro se organizo un juicio a Paulus, en el cual yo intervine como su defensor, y Stalingrado! como Fiscal.

inconcluso, fue un gran debate

Mi defensa se basó en cuylpar a Hitler  de errorees en la campaña del año anterior y otros medidas para aliviar a paulus.

Stalingrado! apersonado como el poderoso Timoschenko fue directo al grano y exhibio indices de lo que Degrelle díce aqui, en relacion a su caracter deficiente

Me queda claro que este articulo hubiese sido el fin inmediato de la defensa a Paulus.

Deleted member

30-06-2006

Sabía que a alguien le tocaría la fibra sensible esta entrevista tan buena.... la encontré por casualidad en la red... mucho antes de leer a Degrelle extraje conclusiones similares con respecto al error cometido por Paulus en los últimos días de agosto y primero de septiembre, al no cerrar la pinza que hubiera completado la toma de Stalingrado.

No puedo estar de acuerdo en cambio con el asunto que cita Degrelle, al referirse al hecho de que podría haberse llegado a Stalingrado ya en Julio... es técnicamente imposible si tenemos en cuenta la preferencia con que contó el Grupo A en lo que a combustible se refiere... al menos hasta que en agosto quedó parado el avance en las estribaciones del Caúcaso... Paulus no llegó antes a Stalingrado por competencias que no competían en sus responsabilidades como jefe del VI Ejército... eran órdenes del cuartel general del Führer, y por más que el asunto Paulus me huela a cuerno quemado tengo que decir que su actuación en la batalla de Jarkov en mayo fue estelar y decisiva.

Lenz, agradecería que leyeras este enlace que te voy a poner, quizás te pueda resultar interesante:

https://mundosgm.com/smf/index.php?topic=293.0

Reinhard

02-07-2006

Esta entrevista está completa en el libro "Memorias de un fascista", y realmente Degrelle halla culpable a Paulus de toda la consecuente derrota, y yo siempre he estado de acuerdo con el.

Rein.

Deleted member

02-07-2006

No podemos atribuirle la culpabilidad total, pero si en hechos concretos... en esencia yo también estoy de acuerdo con Degrelle.

Stalingrado!

08-07-2006

Uy... me encanta la parte en que considera heroico al ejercito rojo... que dirian ciertos personajes por aca jejejeje.

Bueno chicos este tema debio de aparecer antes... que dicen si retomamos el projecto del juicio a paulus? pero de hacerlo serian con personas que esten dispuestas a empezarlo y sostenerlo.

Yo me ofresco como voluntario para atacarlo :D

Lenz Guderian

08-07-2006

Pues claro, ya con esto la tienes ganada >:( ;)

pero aun asi le entro

Stalingrado!

09-07-2006

pos claro jajajajaja...

Como siempre yo y lenz... ahora... quien se presta para juez?

Deleted member

09-07-2006

Yo mismo :D :D ;)

Stalingrado!

10-07-2006

En serio camarada? y.... hum... eres imparcial jejejje

Deleted member

10-07-2006

Bueno, si hay un voluntario que consideres mejor... 8)

Lenz Guderian

10-07-2006

Karl es imparcial o puede tener exito al proponerselo y tiene una mejor cualidad... El no se va a perder el desarrollo del Juicio

Avalo la propuesta

Stalingrado!

11-07-2006

Pues aceptado... de mañana en dos (osea... a dos dias a partir de mañana) abrire el topico en Personajes...

[size=30pt][color=Brown]Juicio a Paulus [/color][/size]

[size=30pt][color=Teal]Recargado [/color][/size]

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Con las actuaciones estelares de...

Lenz Guderian: Abogado defensor.

Stalingrado!: Abogado acusador.

Karl H. Guderian: Juez

Lenz.... prepara tu mejor golpe ;)

Wittmann

11-07-2006

Lo espero con ansia, ojala sea un buen debate, ¿de que manera podemos participar los demas?, ¿tal vez enviando mediante privados, nuestros comentarios a las partes?.

Al menos yo, prometo buscar fotos para que tenga una imagen visual amable. ;)

P.D. Propongo que el juicio se desarrolle en discusión general, me parece que encaja mejor que en personajes, y además  es una sección más visitada.

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