La Armada Argentina, la Guerra Ruso Japonesa y la venta de los Acorazados Argent

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18-03-2016

Antecedentes inéditos de la Comisión Naval  a Rusia y Japón en 1904/5

A principios de 1904 la tensión entre Rusia y Japón iba en constante aumento a consecuencia de una antigua rivalidad en torno al control de Manchuria y la península de Corea (un Estado vasallo del Imperio Chino que dista apenas 100 millas del Japón). La debilidad política y militar de China convierte a ambos territorios en tentadores objetivos para ambos imperios.

Para el Japón, la Rusia Imperial constituye la principal amenaza a sus ambiciones territoriales. Sin embargo éstos no eran los únicos países seducidos por la región. Otras potencias miraban a oriente con igual sed de codicia. Alemania, Francia e Inglaterra quieren su parte, del mismo modo que años antes se habían repartido amplias regiones del continente africano.

Cuando en 1894 Seúl solicitó ayuda a China como consecuencia de una revuelta contra las autoridades gubernamentales, que contaba con el tácito respaldo del Japón, este último país juzgó propicio el momento para disputarle al Celeste Imperio el dominio de ese territorio y envió sus propias tropas a Corea, exigiendo su independencia de China. En la guerra chino-japonesa resultante [1894-5] Japón arrolló sin dificultad a las fuerzas militares chinas.

Tanto en su victoria naval en el río Yalú como durante el cerco de Port Arthur, los oficiales japoneses obtuvieron una experiencia invalorable que les sería muy provechosa una década más tarde al enfrentar a Rusia. El tratado de Shimonoseki que puso fin a la guerra con China no sólo demandaba de este país mano libre para el Japón en Corea, la cesión de Formosa y de la península de Liao-Tung, sino también una jugosa indemnización a los vencidos.

La península de Liao-Tung se encuentra en el extremo sur de Manchuria y se proyecta en el Mar Amarillo. Sobre ella se alza Port Arthur, un puerto fortificado a través del cual se intercambiaba buena parte del comercio manchuriano. Rusia, temerosa por la amenaza que el Japón representaba a sus intereses en China, persuadió a Francia y Alemania de presentar a Tokio un virtual ultimátum para que abandonara las recién conquistadas Port Arthur y Dairen en la península de Liao-Tung

El pueblo japonés resintió esta cesión de derechos, que consideraba una justa recompensa por su heroísmo y autosacrificio desplegado durante la guerra. Al año siguiente el gobierno de Pekín fue a su vez forzado a arrendar a Rusia esos mismos territorios, lo que exacerbó aún más el ánimo de los japoneses. En 1896 el Zar suscribió un tratado con China, convirtiéndose en el garante de la integridad territorial de ese país. En 1900, al producirse la Revolución de los Boxers, Rusia la utilizó como pretexto para ocupar los territorios manchurianos.

Así, pues, la estrategia rusa entró abiertamente en pugna con los intereses japoneses, al apropiarse de Corea y Manchuria. Éstos necesitaban de ambas regiones porque su país insular no podía brindarles las materias primas y los territorios que su superpoblación exigía. La política exterior rusa, por soberbia, imprudencia o impresión, había acercado a sus dos enemigos en la región: Inglaterra y Japón.

En 1902 Rusia, contra sus propios intereses, anunció unilateralmente un repliegue gradual de sus tropas de Manchuria que debía completarse el 8 de octubre de 1903. Cuando las fechas fijadas para la segunda y última etapa pasaron sin ningún movimiento de tropas, la posición internacional de Rusia se hizo insostenible a los ojos japoneses. Así lo refleja el lúcido informe de Daniel García Mansilla, jefe de la misión Argentina en San Petersburgo apenas días antes de la apertura de las hostilidades:

La Rusia ha eludido sus compromisos formales cuando se negara a la evacuación de Manchuria el 8 de octubre último [1903], esa inmensa provincia de China que constituye todo el norte del celeste imperio y cuya superficie es igual a la del Austria y de la Italia reunidas, con una población de 17 millones de habitantes. Es el caso de los ingleses en Egipto y es inútil que el Japón insista sobre este punto porque la Rusia, según cálculos del Director del Banco Ruso-Chino, Sr. Pokotilov, ha gastado más de un billón y medio de francos en trabajos de ingeniería en la referida provincia y no está dispuesta, como se comprende, a inmovilizar tan inmenso capital.

Allá en los confines de la Manchuria el imperio del Mikado, cuya población ha duplicado en el espacio de 20 años se consume en sus límites actuales, necesitando desbordar y extenderse por una senda tan geográficamente indicada como la Corea, cumpliéndose así una ley fatal en la historia de los pueblos. El Japón no pierde  la esperanza de conquistar un país con el cual tiene tanta afinidad de raza. En 1893 pudo creerse dueño definitivo de la península, después de su victoria sobre China, pero intervinieron  Rusia, Alemania y Francia obligando al Japón a renunciar al fruto de su victoria.

Mapa de la Guerra Ruso Japonesa 1904-1906

                                       

                                       

Japón consciente de que su diferendo con Rusia no tenía chances de éxito, a menos que otras potencias estuvieran de su lado o al menos adoptaran una benevolente neutralidad, obtuvo un rutilante éxito diplomático al suscribir el 30 de enero de 1902 la alianza anglojaponesa. La primera alianza del Japón con una gran potencia de toda su historia

Para el Reino Unido la alianza era vista como una bienvenida manera de compartir responsabilidades y una útil estocada contra los rusos. Gran Bretaña había desarrollado hacia principios de siglo un creciente comercio con China que deseaba extender y estaba muy preocupada por las ambiciones expansionistas del Zar.

Desde el punto de vista británico la alianza anglo-japonesa parecía prometer que Japón actuaría como el soldado inglés de oriente.

Las cláusulas principales del tratado incluían el reconocimiento de que Japón tenía un especial interés político, comercial e industrial en Corea, y la promesa de una eventual asistencia militar entre las partes en el caso de que alguno de los signatarios entrara en guerra contra otra potencia extranjera.

Un año más tarde las contrapropuestas rusas excluían a Manchuria como objeto de discusión a la vez que contenían condiciones inaceptables para las actividades de Japón en Corea. El Mikado visualizó a partir de entonces a la guerra como una salida inevitable y toda negociación futura debía serlo al solo efecto de ganar tiempo. Los observadores extranjeros en Tokio señalaron que cualquier concesión a Rusia por parte del gobierno imperial provocaría una explosión de la fiebre guerrera de la población, pudiendo llegar inclusive a una guerra civil.

Los primeros días de febrero, el Jefe del Estado Mayor, Oyama, le dijo al Emperador que era esencial que Japón diera el primer golpe. El 4 de ese mes se celebró una reunión para oír las opiniones de los principales consejeros del Emperador. Éstos coincidieron en que debido a su limitada población y recursos, Japón tendría una dudosa chance de vencer a Rusia.

Oyama sostuvo que sólo tenían un 50% de posibilidades de obtener una victoria militar, mientras que la Armada Imperial consideraba que, si bien podría dominar a la Escuadra Rusa del Pacífico, ello implicaría un costo estimado de la mitad de sus buques de guerra. No obstante, se decidió que la guerra era la única salida. Las negociaciones no conducían a ninguna parte y los rusos parecían determinados a quedarse de un momento a otro con el control de la península de Corea. Esta pretensión era considerada una amenaza inadmisible para el Japón.

Todos los consejeros se mostraron de acuerdo en que la guerra debería ser corta, debido a que Rusia, con sus vastos recursos, tendría mayores perspectivas de ganar un conflicto prolongado. Con esta idea en mente se tomaron medidas desde el principio para asegurar el éxito de las futuras negociaciones de paz. Entre ellas se despachó a los EE.UU. a un antiguo compañero de la Universidad de Harvard del Presidente Roosevelt para que cultivara las buenas relaciones con el país del norte, el cual sería muy útil como intermediario para iniciar negociaciones de paz una vez que el Japón estuviera próximo a agotar sus recursos

Aunque la indemnización de guerra que había cobrado Japón tras su victoria sobre China en 1895 le permitió contratar la construcción de modernos buques de guerra en astilleros ingleses, el número de buques capitales disponibles en 1904 era aún considerado insuficiente por el Alto Mando Naval Nipón. El Reino Unido iba a desempeñar un rol fundamental en los meses previos al inicio de las hostilidades al instrumentar una brillante estrategia diplomática que le permitiría incrementar la flota de combate nipona sin que los rusos advirtieran la participación del león británico.

Continua

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25-03-2016

Japón adquiere cruceros argentinos

Como se sabe Inglaterra había actuado como mediadora entre la Argentina y Chile en mayo de 1902, al suscribirse los llamados Pactos de Mayo, lo que la colocó en una posición inmejorable para ayudar a su aliado.

Un acta complementaria a los Pactos de Mayo firmada el 9 de enero de 1903 (4) en Buenos Aires con el objeto de hacer efectiva la discreta equivalencia de las escuadras argentina y chilena obligaba a ambos gobiernos a vender sus respectivos buques en construcción en el extranjero en el más breve plazo posible poniéndolos a disposición y orden de S.M. Británica mientras que simultáneamente ordenaba el desarme de otros buques

Inglaterra dispuso así de la noche a la mañana de 4 nuevos buques de guerra que su aliado necesitaba imperiosamente para reforzar su escuadra. De éstos, los 2 cruceros-acorazados argentinos de la clase Garibaldi eran los que estaban más avanzados en su construcción y por esa causa eran los más aptos para incorporarse a la escuadra nipona de Extremo Oriente antes del inicio de las hostilidades.

La venta de estos buques al Japón por un tercer país de origen no británico tenía la ventaja de evitar indeseables represalias rusas contra Inglaterra. Lo que se quería evitar a toda costa. Los cruceros acorazados Libertad y Constitución originalmente encargados por Chile a astilleros ingleses fueron adquiridos deliberadamente por estos últimos para sustraerlos del mercado, evitando con ello su posible adquisición por parte de los rusos.

Para acelerar la compra de los buques argentinos Tokio instruyó al Ministro Japonés en Río (no había entonces legación en nuestro país) trasladarse a Buenos Aires para iniciar enseguida las negociaciones. El mensaje llegó a Río a la medianoche del 20 de diciembre de 1903. En ausencia del Ministro, el encargado de negocios nipón, Kumaichi Horiguchi, se embarcó al día siguiente en un paquete inglés con destino a Buenos Aires para entrevistarse con el Canciller Argentino, Dr. Luis María Drago, quien lo recibió en su residencia privada de Belgrano en la víspera de Navidad.

Al día siguiente, 25 de diciembre, el encargado de negocios era recibido por el Presidente Roca y el Ministro de Marina Capitán de Navío Onofre Betbeder. Cinco días más tarde (el 30 de diciembre) se formalizaba en Londres la venta al contado de los cruceros acorazados argentinos Moreno y Rivadavia por intermedio de la firma Anthony Gibbs & Sons, agentes londinenses de la Armada Argentina, en la suma de 1.500.000 libras esterlinas, 20.000 libras menos que el precio pactado originalmente con el gobierno argentino para la entrega de los buques.

Aunque la venta fue inicialmente mantenida en secreto a pedido expreso de los compradores, la noticia tomó estado público al poco tiempo, lo cual a la postre comprometería la misión del agregado naval argentino en Rusia, tal como se expone más adelante

Al arribar a Génova, la Comisión Naval Japonesa descubrió con preocupación que el alistamiento del Moreno estaba muy atrasado respecto del Rivadavia, por lo que habría que hacer un gran esfuerzo para lograr que ambos buques estuvieran en condiciones de hacerse a la mar al mismo tiempo.

Pese a que las pruebas de máquinas y de artillería ya se habían completado satisfactoriamente, había otros múltiples detalles de terminación que aún permanecían inconclusos. Como consecuencia de ello más de 600 hombres del astillero se pusieron a trabajar en el Moreno para completarlo a tiempo.

El Nisshin (ex Moreno) en alistamiento en el Puerto de Génova.

                                             

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El Kasuga (ex Rivadavia) en alistamiento en el  Puerto de Génova. El Almirante ruso Rozhestvensky había procurado adquirirlo e inclusive conservaba una foto**

                                           

El Kasuga (ex Rivadavia) con bandera japonesa en el Canal Tsukumo

                                             

Los buques debían incorporarse ineludiblemente a la escuadra nipona a principios de febrero de 1904 (fecha prevista para el inicio de las hostilidades). Ambos cruceros acorazados, ahora rebautizados Nisshin ( (ex Moreno) y Kasuga (ex Rivadavia), zarparon de Génova el 9 de enero de 1904, un mes antes del plazo fijado contractualmente, al mando de sendos capitanes de la Royal Navy y tripulación inglesa provista por la firma Armstrong y unos pocos oficiales de la Armada Imperial.

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Continua**

Panzerargentino

25-03-2016

Muy interesante este tema Titus,me encanta la estica de estos barcos de transicion, desde el 1880 hasta 1910.

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26-03-2016

Mientras la Argentina pudo tener independencia en la adquisicion y/o construccion de sus buques de guerra siempre estuvo a la vanguardia de lo mejor que flotaba inclusive como en estos casos en que varias grandes potencia no tenian en ese momento en sus flotas barcos como estos y, la calidad de diseño el armamento y la facilidad de maniobras de los mismos les permitieron salvar al Japon de una derrota segura ante la flota rusa.

Hasta la guerra de Malvinas pudimos mantener ese nivel ,luego con los gobiernos posteriores,dejaron destruir nuestra gloriosa armada y su valiente e intrepida aviacioon naval 

josmar

30-03-2016

Un gran trabajo, Titus.....veo por el rodaje, que te estás poniendo a punto.....

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04-04-2016

. Se optó por la ruta más corta hacia el Japón, a través del canal de Suez. La deliberada presencia de una escuadra británica evitó que una división rusa proveniente del Báltico que se encontraba en Bizerta (Túnez) tomara cartas en el asunto. Los flamantes cruceros nipones pudieron reabastecerse de agua, carbón de alta calidad y víveres frescos en las ciudades de Aden, Ceilán y Singapur, todas bajo la protección británica, durante el tránsito de Génova a Yokosuka.

Los japoneses deliberadamente demoraron el inicio de las hostilidades hasta tanto los nuevos cruceros zarparon de Singapur, pues se temía que hasta ese momento pudieran ser atacados por los rusos o los franceses. Aunque no hubo un acuerdo formal de traspaso de información de inteligencia con el Reino Unido, sí hubo un monitoreo de los movimientos navales rusos durante la guerra que fueron informados regularmente a los japoneses. Los ingleses ayudaron a mejorar los equipos de telegrafía sin hilos embarcados y brindaron asistencia técnica a sus aliados al permitir instalar telémetros de origen inglés en los buques de guerra nipones que luego participaron en Tsushima.

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El ataque a Port Arthur**

Como la guerra era inevitable, Tokio decidió iniciarla en el momento que juzgó más adecuado a sus intereses. Febrero de 1904 parecía ser la mejor fecha. 1904 porque al año siguiente Rusia tenía previsto incorporar 5 nuevos acorazados a su escuadra de Extremo Oriente; febrero porque en ese mes comenzaba el deshielo en los puertos de la costa oeste de Corea.

El plan de acción japonés demandaba tempranas embestidas al corazón del  ejército ruso estacionado en Manchuria, antes de que sus enormes contingentes de reservistas pudieran ser movilizados y transportados al este.

Almirante Heihachiro Togo. Planifico y lideró personalmente todas las operaciones navales importantes de la Armada Imperial Japonesa en 1904-05. El 14 de mayo de 1905 aniquiló a la flota rusa en Tsushima.

                                       

Para lograr ese objetivo era necesario contar con líneas seguras de comunicación entre el continente y el Japón. Si Rusia dominaba las comunicaciones marítimas Japón sería derrotado. Por esa causa la campaña militar japonesa descansaba en gran parte sobre los hombros de la Armada Imperial y de la cantidad de buques de combate que pudieran reunir.

De ella iban a depender las líneas de abastecimiento para los ejércitos de ocupación. La flota japonesa en el Lejano Oriente era por entonces muy inferior a la rusa, que disponía de una escuadra de buques de gran porte con base en Port Arthur y Vladivostok. Port Arthur se había convertido hacia 1904 en el símbolo del poder ruso en Extremo Oriente.

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Almirante Stepan Osipovich Makarov era un popular líder naval y el rival de Rozhestvensky en todo. Murió en el hundimiento del acorazado Petropavlovsk**

                                     

Este puerto era su única vía de entrada hacia las aguas más cálidas del Pacífico. A cientos de millas hacia el norte se alzaba Vladivostok, el segundo bastión ruso de mayor importancia, pero éste permanecía cerrado la mayor parte del año debido al invierno. Mientras Vladivostok era apenas accesible por tierra y por mar, Port Arthur se convirtió en la cabecera del más grande de todos los proyectos imperiales rusos: el ferrocarril transiberiano.

El día que Japón rompió relaciones diplomáticas con San Petersburgo el almirante Togo reunió a sus oficiales y dio las órdenes para dos operaciones inmediatas diseñadas para asegurar al Japón una temprana victoria. La mayor parte de la Armada Imperial haría un ataque por sorpresa a la escuadra rusa, anclada en las inmediaciones de Port Arthur, mientras que un escuadrón de cruceros escoltaría transportes de tropas a Chemulpo (principal puerto coreano), para desembarcar tropas que marcharían a la capital coreana de Seúl y destruirían el destacamento naval ruso que allí se encontraba.

Fue esta segunda menos espectacular operación la que comenzó primero, pero fueron las noticias del ataque a Port Arthur las que primero llegaron a Europa y despertaron al gobierno ruso a la realidad de que se encontraban en estado de guerra.

Para asestar el ataque a Port Arthur, que Togo esperaba sería el gran golpe que ganaría la guerra, llevó sus buques hasta una distancia de unas 50 millas de la base rusa hacia el anochecer del 8 de febrero. De acuerdo con los últimos informes que había recibido, los buques capitales rusos estaban justo fuera del puerto; debido al tiempo que demandaba ingresarlos a través de la angostura de la rada, demasiado poco profunda para los acorazados, salvo en el período de marea alta, era razonable asumir que los buques enemigos aún estarían fuera del puerto al momento en que comenzara el ataque.

La única variante que podía presentarse era que por alguna razón los buques de la escuadra rusa se hubieran desplazado a la cercana Dalny. Por esta razón Togo dividió sus torpederos en dos grupos: diez serían enviados a Port Arthur y ocho contra Dalny.

Mapa de la batalla

                                         

Los torpederos japoneses comenzaron el ataque sin ser detectados hacia la medianoche guiados por las luces de los buques rusos. En su aproximación los atacantes vieron las luces de dos torpederos rusos que estaban patrullando y se dispersaron confusamente. Durante esta maniobra de dispersión las tres flotillas perdieron contacto unas con otras, colisionando dos de sus torpederos.

De acuerdo con fuentes japonesas, esta evasión fue exitosa, pero algunos testigos rusos señalan que los defensores avistaron a sus enemigos y siguiendo órdenes retornaron a informar al Comandante del escuadrón, pero llegaron demasiado tarde para tomar acciones preventivas. Los japoneses, menos un torpedero, continuaron el ataque, pero debido a la confusión imperante no pudieron realizar el ataque en masa previsto. Sólo cuatro torpederas tomaron parte en el primer ataque, las otras siguieron después.

Al parecer los cuatro atacantes que se aproximaban fueron observados por el crucero Pallada, que se encontraba en misión de reconocimiento, pero no fueron identificados como hostiles hasta que fue demasiado tarde. Estos primeros cuatro torpederos pasaron muy  cerca de la línea de defensa exterior rusa y poco después de la medianoche lanzaron sus torpedos a las siluetas de los cruceros acorazados.

El primer ataque duró apenas cinco minutos, seguido de un segundo ataque por otros cuatro torpederos que se habían desprendido con anterioridad de sus líderes. Éstos enfrentaron una mayor oposición; enceguecidos por los reflectores y el spray de los lanzamientos fallidos, tuvieron mayor dificultad para lanzar sus torpedos. Luego, una hora más tarde, una solitaria torpedera efectuó un ataque individual seguido por un último torpedero, que habiendo sido dañado por una colisión, logró aproximarse silenciosamente a los buques rusos y lanzar un torpedo hacia la silueta de un buque de cuatro chimeneas.

Impacto de torpedos japoneses en barcos rusos

                                         

Pese al éxito obtenido, el ataque por sorpresa del Almirante Togo no trajo todos los resultados esperados. En efecto, éste había desperdiciado ocho de sus torpederos en el puerto de Dalny, donde resultó que no había ningún buque ruso que atacar. Estos torpederos podrían haber sido mejor aprovechados en una segunda ola contra la escuadra rusa de Port Arthur, que si bien ya habría sido alertada por el primer ataque, podría haber sacado provecho de la confusión imperante como consecuencia de los daños recibidos y causarle mayores daños al enemigo

Continua

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20-04-2016

El Almirante Stark, en vistas del deterioro de la situación, había ordenado a sus buques que permanecieran en estado de alerta contra posibles ataques de torpederos, pero cada buque reaccionó en forma diferente. La mayoría de los oficiales tomaron la orden  como un mero ejercicio y no como una advertencia genuina.

Ninguno de los buques rusos utilizó sus redes antitorpedos; se dijo después que los oficiales que habían insinuado hacerlo fueron tildados de alarmistas. Algunas dotaciones durmieron vestidas al lado de sus piezas, pero otras no lo hicieron. Después de todo, no había habido una declaración de guerra. El Almirante Stark, considerado el mayor responsable de la derrota, fue rápidamente relevado de su comando.

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Un porteño en la corte Meiji**

La joven República Argentina debido a la providencial circunstancia de haber colaborado      con el Japón recibió una invitación oficial de este país para que designase un oficial naval para seguir las operaciones de la guerra.

La designación recayó en el Jefe de la Comisión Naval en Génova, Capitán de Navío, Manuel Domecq García, amigo personal del Presidente Julio A. Roca. Gracias a las revelaciones contenidas en un documento inédito recientemente recuperado hoy podemos tener un panorama mucho más preciso de las relaciones interpersonales que mantuvo nuestro “attaché” naval en Extremo Oriente y aspectos hasta hoy desconocidos sobre la comisión de poco más de dos años en que el argentino debió permanecer en aquel país tan extraño a nuestras costumbres. Atrás quedaban su mujer, dos hijos varones y una pequeña nacida en Génova.

Gracias a su conducta discreta y reservada Domecq Garcia obtuvo a partir de abril de 1905, es decir, un año después de su arribo al Japón, una autorización extraoficial del Ministro de Marina para embarcar en la escuadra Imperial en operaciones. En efecto, tras entrevistarse con el Barón Yamamoto en marzo de 1905 pudo por fin observar la guerra desde la primera fila, un privilegio que le sería vedado a otros agregados extranjeros.

Se me manifestó –dice Domecq García que aquella autorización no era oficial, sino absolutamente oficiosa y de buena voluntad, puesto que en otra forma era imposible, por cuanto en ninguna circunstancia el gobierno japonés permitiría que oficialmente se supiese aquella excepción grandísima que conmigo se hacía, debida a las instancias y buenos oficios del Embajador Británico allí presente y al reconocimiento que se tenía hacia nuestro país y a mi actitud discreta y moderada durante mi permanencia en el Japón y que se esperaba la continuase en igual forma [...]

En consecuencia, pues, prometí que se guardaría siempre por mi gobierno la mayor reserva respecto al servicio que se me hacía y que en ningún caso, ni en ningún tiempo pudiese aquella excepción que a mí se me concedía, ser causa de disgustos ulteriores para las autoridades navales japonesas, que yo negaría siempre mi presencia en ninguno de los actos de guerra y que sólo mi gobierno se enteraría del favor inmenso que se me hacía y que éste a su vez lo conservaría en secreto y en reserva.

Esta oportuna autorización le permitió a nuestro agregado presenciar el duelo entre ambas flotas en la batalla de Tsushima y aunque su informe no revela en que buque embarcó, sabemos por su nieto (Horacio Forn Domecq) que lo hizo en el acorazado Mikasa , buque insignia del Almirante Togo, donde también embarcaron algunos agregados ingleses al igual que en los acorazados Asama, Asahi y en el crucero acorazado Idzumi, todos presentes en esa batalla.

Conclusión

Fue al inicio del siglo XX cuando se desencadenó la guerra ruso-japonesa. La misma se extendió por espacio de veinte meses entre 1904-1905 y resultó en pérdidas humanas y materiales sin precedentes. Cientos de miles murieron, docenas de buques fueron hundidos, centenares de lugares fueron arrasados, saqueados y devastados. Fue la primera guerra de la era moderna.

Casi nadie en Occidente se acuerda de ella.

Pero aunque el mundo la olvidó Japón y Rusia no lo hicieron. La victoria del primero y la derrota de la segunda influyeron enormemente en las historias de ambos países. Para Japón la guerra de 1904-1905 trajo hegemonía continental en el este de Asia, que duró hasta 1945. Esta victoria expandió el ego nacional japonés enormemente; era la primera vez que una nación asiática derrotaba a una potencia europea.

Para Rusia la derrota trajo la revolución, que eventualmente evolucionó en el oscuro bolchevismo. Campesinos y obreros se rebelaron contra el gobierno, que pese a todo continuó enviándolos a una guerra sin la más mínima expectativa de ganarla, mientras exhibía en forma desafiante los dos peores aspectos de la autocracia: ineficiencia y corrupción.

La batalla naval de Tsushima, una pequeña isla en el estrecho de Corea que separa Japón de Asia continental, fue el punto culminante de la guerra. La misma es aún considerada una de las cinco batallas navales más importantes de la historia, equivalente a Lepanto, Trafalgar, Jutlandia y Midway. El almirante que comandó la flota japonesa en Tsushima, Heihachiro Togo, es todavía unánimemente reverenciado como un genio militar insuperable.

La venta por parte de la República Argentina de dos importantes buques de guerra a la Armada Imperial Japonesa hizo caer en desgracia a nuestro agregado naval ante los ojos rusos desde el principio, y sólo merced a la gran influencia de nuestro encargado de negocios, Eduardo García Mansilla, ante el Zar hizo posible que el capitán Moneta pudiera obtener sus credenciales evitándose así, por estrecho margen, que este último debiera abortar su misión como observador naval.

En resumen, tanto los Estados Unidos como la República Argentina, por distintos motivos no gozaban del favor de los rusos, y ello comprometió la misión de sus observadores en Extremo Oriente. A McCully le fue extremadamente difícil obtener información de todo tipo, particularmente en Port Arthur donde fue tratado con notoria desconfianza. Otros agregados, por el contrario, recibieron privilegios que le fueron sistemáticamente negados al norteamericano (el argentino permaneció muy poco en esa plaza como para que pudiera haberse ganado la confianza de los rusos).

Notas:

  1. Isoroku Yamamoto, futuro almirante y artífice del ataque a la base naval de Pearl Harbor, sirvió a bordo del buque Idzumi con el grado de Guardiamarina durante la batalla de Tsushima, donde fue dejado inconsciente por el estallido de una granada, oportunidad en que perdió dos dedos de una mano.

:2) Otra versión no confirmada documentalmente sostiene que Domecq García habría embarcado en el crucero acorazado Nishin, donde habría reemplazado al Jefe de Artillería del buque en pleno combate al ser herido el oficial japonés a cargo de esas tareas

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  1. El Ejército envió al Teniente Coronel del Ejército Argentino Enrique Rostagno (1868-1934) quien siguió durante un año la campaña del Ejército Imperial. Sobre la base de su informe personal escribió más tarde en Alemania: “Les armées russes en Manchourie”, que fue elogiado por analistas militares Europeos. El gobierno Imperial Ruso le confirió la Encomienda de la Orden de Santa Ana.

  2. Port Arthur se rindió al General Nogi el 2 de enero de 1905.

Referencias:

“Recortes de Diario de la Guerra Ruso Japonesa 1904- 05”, Archivo Domecq García, Museo Naval de la Nación,

Departamento de Estudios Históricos Navales dependiente de la Armada Argentina.

Manuel Domecq García, Antecedentes Reservados sobre mi comisión en el Japón, noviembre de 1906. Archivo Roca.

Informe de la Negación Argentina en Rusia al Ministro de Relaciones Exteriores del 31 de enero de 1904, Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores 1903-4,

Artículos varios del Centro Naval de la República Argentina.

Finalmente no he detallado mas ampliamente las batallas de la guerra Ruso - Japonesa ya que fue tratada extensamente en otros artículos publicados en el foro.-

josmar

21-04-2016

Muy buen trabajo el tuyo, sobre un tema que, al menos yo, desconocía.....

Enhorabuena, Titus...

mister xixon

21-04-2016

Muy interesante. Bien trabajo Titus

saludos

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