El Convoy HG-76. Los escoltas devuelven el golpe.

leytekursk

22-03-2009

El Convoy HG-76.  Los escoltas devuelven el golpe.

Introducción:

A comenzar el año 1941,  la Batalla del Atlántico no parecía tener buen fin para los intereses Británicos. La Royal Navy se enfrentaba con serios problemas para mantener sus líneas de abastecimiento. Las manadas de lobos de Doenitz causaban estragos en los convoyes y, aún cuando se habían logrado algunos modestos triunfos, la cantidad de mercantes hundidos seguía siendo preocupante.

Al problema casi insoluble que significaban los ataques de los U-boot  infiltrándose de noche, y en superficie en medio de los convoyes, había que agregar el acoso constante de las unidades de superficie de la Kriegsmarine y además la reciente incorporación de la Luftwaffe a la cacería. Desde bases en la Francia ocupada, los Fokke Wufl 200 “Cóndor” colaboraban activamente en la detección y destrucción de los convoyes.

                Un buen ejemplo de este trabajo en conjunto es el ataque al convoy OB-290 en febrero de 1941. Gunther Prien, en el U-47 localizó al convoy, y comunicó su posición. Pero debió esperar a que se le uniera Otto Kretschmer en el U-99. Mientras tanto, el convoy fue atacado por seis FW-200. Las bombas de los aviones dieron cuenta de nueve barcos. Posteriormente los submarinos hundirían tres más.

Al mes siguiente, ambos U-boot serían hundidos, lo que significó una importante inyección anímica para las atribuladas tripulaciones de los escoltas.

Vista diurna de un convoy desde el puesto de un artillero

               Para los escoltas, la posibilidad de detectar un submarino en superficie era más bien remota. El primitivo radar que montaban algunas unidades de la Royal Navy no estaba lo suficientemente desarrollado, ni sus operadores lo adecuadamente entrenados como para dar lecturas seguras. Seguía siendo necesario avistar al enemigo para iniciar el ataque y aún así, muchas veces los escoltas resultaban ser más lentos que los submarinos en superficie. En la emergencia y la carencia de naves, la Royal Navy llegó a emplear remolcadores armados como escoltas.

              Los vigías nocturnos, ubicados generalmente sobre el puente, estaban a merced de los elementos. El viento que azotaba sus rostros llenaba sus ojos de lágrimas. En caso de usar anteojos protectores, el agua pulverizada que caía sobre ellos nublaba su visión. Además, la pequeña silueta del submarino, no destacaba contra el fondo negro del mar, al contrario del submarino, el cual al tener su punto de observación más bajo, observaba nítidamente la silueta de los barcos contrastada contra el cielo, algunos grados más claro que el oscuro mar.

             El Asdic (sistema británico de detección submarina), no detectaba a los submarinos en superficie, además existía la errónea creencia de que los germanos detectaban las transmisiones del Asdic y las utilizaban para localizar los convoyes, por lo que se restringía su uso hasta cuando el convoy ya estaba bajo ataque.

               De los sistemas de iluminación, las bengalas de estrellas luminosas, no sólo iluminaban poco tiempo sino que además cegaban por unos preciosos minutos a quienes estuvieran en el puente en el momento del disparo. El cohete llamado “copo de nieve” que irrumpía en el cielo dejando una permanente y brillante luz blanca, no sería distribuido en las unidades escolta hasta fines de mayo. Además, debía considerarse siempre que cualquier sistema de iluminación era un arma de doble filo por cuanto si bien permitía visualizar algún submarino atacante, también permitía a los submarinos observar claramente a sus blancos.

                          A las siempre escasas unidades de escolta, comenzaron a agregarse paulatinamente nuevas naves, principalmente, con motivo de tres acontecimientos que, a la larga, evitaron que Gran Bretaña perdiera la Batalla del Atlántico. Estos acontecimientos fueron:

  1.- La entrada en vigor de la ley de préstamo y Arriendo en marzo de 1941.

2.- El  ataque a la Unión Soviética por parte de Alemania en junio de 1941, lo que alejó el peligro de una invasión a las islas británicas. Esto permitió liberar una gran cantidad de destructores y fragatas que estaban retenidas  patrullando las costas británicas.

3.- También en 1941, Estados Unidos decidió expandir su zona de seguridad y proteger sus convoyes hasta el meridiano 26 y además establecer una base en Islandia, con lo que las unidades navales inglesas que se encontraban allí pudieron ser redestinadas a otras funciones, entre ellas, la protección de convoyes.

                            Si bien, el aumento en el número de escoltas permitía esperar un mejor resultado en la lucha contra los U-boat, quedaba aún sin resolver el peligro de los bombarderos, contra los cuales, el fuego antiaéreo de las naves escoltas se había mostrado muy poco efectivo.

                   La primera medida adoptada en este sentido fue la creación de los CAM (Catapult Armed Merchantman), Barcos mercantes equipados con una catapulta desde la cual podía ser lanzado un avión de combate (generalmente un Hurricane). Este sistema tenía el inconveniente de que el avión lanzado no podía ser recogido posteriormente, por lo que había que ser muy certero en decidir el momento del lanzamiento. El piloto luego de lanzado y de cumplir su cometido, debía dirigirse a tierra (siempre que estuviese al alcance de su autonomía) de lo contrario, debía intentar amarizar exitosamente cerca de los transportes con la esperanza de ser recogido.

Imagen de un CAM

                    La segunda medida adoptada en este sentido fue la creación de portaaviones escolta, el primero de los cuales en operar fue el HMS Audacity, un transporte alemán capturado y transformado (SS Hannover) del cual se hablará con algún detalle más adelante en este trabajo. Durante 1941, se construyeron cinco unidades de portaaviones escolta en Gran Bretaña y seis más llegarían desde Estados Unidos, aunque, por las necesidades de la guerra, no siempre estas unidades se destinaron a la escolta de convoyes.

HMS Audacity

              Si a lo anterior sumamos el aumento en los aviones de la guardia costera, el desarrollo técnico de mejores cargas de profundidad y las mejoras introducidas en las tácticas de combate de los grupos de escoltas, veremos como, leve pero inexorablemente, la balanza en la batalla del atlántico comenzó a inclinarse para el lado británico.

                     Un buen ejemplo del resultado de todas estas medidas lo constituye el convoy HG-76 cuya historia detallo a continuación.

El Convoy.

        Una de las rutas más azotadas por los ataques de U-boots, era la llamada “HG”, que según la nomenclatura británica correspondía a los convoyes que se dirigían a Inglaterra desde Gibraltar. Las Iniciales de “Homeward-Gibraltar”.

                       Resultaba casi imposible impedir que los espías germanos en España, detectaran e informaran a Berlín la salida de estos convoyes. Por ello, a sabiendas que el convoy sería atacado, se dispuso una escolta reforzada. Para ello, los 32 barcos que componían el convoy y que transportaban principalmente mineral de hierro y alimentos, eran protegidos por el Grupo de Escolta 36 al mando del Capitán Frederick  Johnny Walter, que estaba compuesto por nueve unidades. Además, reforzarían esta escolta, los destructores con base en Gibraltar HMS Blankney, HMS Stanley y HMS Exmoor, antiguos “Flush Decks” americanos. Pero sólo hasta donde les permitiese su escasa autonomía. Y para ahuyentar y/o enfrentar la amenaza de los bombarderos, se incluyó al portaaviones escolta “Audacity”, Este fue el primer portaaviones escolta de la Royal Navy .Correspondía al mercante germano Hannover, capturado en mayo de 1940 por el crucero HMS Dunedin. En enero de 1941 se decidió su transformación a portaaviones. Se le removió toda la superestructura para permitir la construcción de una pista de madera a lo largo de toda la nave. Se le dotó con seis cazas Martlets, la versión británica del Grumman “Wildcat”, los cuales debían permanecer siempre en la cubierta por cuanto la nave no contaba con hangares. Desplazaba 5.537 toneladas y al momento del zarpe de Gibraltar, sólo portaba cuatro cazas. Navegaba al mando del Comandante D. W. McKendrick. La principal misión de este portaaviones sería enfrentar a los FW-200, pero también patrullar constantemente con sus aviones las cercanías del convoy con el fin de detectar submarinos enemigos e informar a la escolta de su posición.

Caza Martlet

      También se incorporó al convoy el buque CAM SS Darwin con un único avión Hurricane, lanzado por catapulta.

                      Comandante del Convoy era el Comodoro Raymond Fitzmaurice quien navegaba en el carguero “Spero”. Los comodoros de los convoyes oceánicos eran generalmente almirantes retirados llamados nuevamente a servicio activo o bien antiguos oficiales de la marina mercante a quienes se daba el rango de Comodoros RNR. Ellos se embarcaban con un pequeño grupo de asistentes en algún buque del convoy al cual seleccionaban como su buque insignia y entre sus deberes se encontraban, dirigir y mantener el rumbo del convoy, asegurar la disciplina interna, y en caso de ataque, acatar las instrucciones del comandante de la escolta en orden a evadir el peligro.

Al atardecer del 14 de diciembre de 1941, el convoy adoptó una formación de cinco columnas y la escolta se distribuyó a su alrededor en dos cortinas protectoras. Una muy cercana al convoy y otra más alejada que actuaría como exploradora.

       

El Grupo de Escolta 36

                    El Grupo de Escolta 36 estaba formado por las siguientes Unidades: Las fragatas (sloops) HMS Stork de la clase Bittern y HMS Depford. De la clase Grimsby Además las corbetas HMS Rododendron, HMS Marigold, HMS Convolvuvlus, HMS Perstemon, HMS Gardenia, HMS Saphire y HMS Vetch. De la clase Flower .

                     Este grupo llevaba varias semanas de intenso entrenamiento en lucha antisubmarina, en lo cual su comandante Walker, era un reconocido experto al interior de la Royal Navy.

El capitán Walker

                 Durante los entrenamientos, Walker redactó una ordenanza para sus comandantes subalternos en las cuales especificaba claramente lo que se esperaba de ellos y de cómo debían actuar en caso de combate.

   Considero interesante reproducir en detalle esta ordenanza por lo que la incluyo a continuación:

La Ordenanza de Walker

1.- La misión del Grupo en tareas de escolta es proveer a la llegada segura y a tiempo del convoy que le corresponda. No es posible, con los buques disponibles, utilizar al Grupo en forma tal que proteja al convoy totalmente de los ataques enemigos. Deben aceptarse, sin duda, algunas pérdidas. El único modo de acción practicable, es asegurarse que toda unidad enemiga que ataque, ya sea de superficie o aérea, sea destruida.

2.- El objetivo particular del grupo es, por lo tanto, la aniquilación de todo enemigo que ataque al convoy. Los submarinos son la principal amenaza contra nuestros convoyes. Deseo ser categórico: todo submarino avistado o detectado debe ser atacado inmediatamente, sin esperar órdenes, en forma continuada, con cañones, cargas de profundidad y/o embestido, hasta que haya sido destruido, o reciban otras órdenes.

3.- Quiero dejar establecido para todos los oficiales que, aunque normalmente tomaré a mi cargo la mayoría de las operaciones, considero esencial que actúen instantáneamente, sin esperar directivas, en las oportunidades en que yo podría no estar advertido o mal informado.

4.- Jamás recriminaré a ningún oficial por llevar adelante la tarea que tenga entre manos.

       Walter, además había ideado un plan de destrucción de submarinos al cual llamó “Buttercup”. Este plan se basaba en que es mucho más fácil destruir a un submarino sumergido, que en superficie.

Cito a Walker: “La operación “Buttercup” ha sido planeada para forzar al submarino a sumergirse, sembrando la zona vecina al ataque con cargas de profundidad e iluminando las direcciones más probables de su escape en superficie. Una vez en inmersión, la destrucción del submarino se simplifica considerablemente. Por lo tanto, el objetivo de la operación “Buttercup” es destruir cualquier submarino que haya tenido éxito al atacar de noche a cualquier convoy escoltado por este grupo”

                Este plan impresionó gratamente al Almirante Percy Noble Comandante de los Accesos del Oeste, quien lo distribuyó y recomendó a todos los grupos de escolta en operaciones.

El Almirante Noble arenga a la tripulación del HMS Stork. Detrás, a la derecha, el capitán Walker.

Continuará

leytekursk

22-03-2009

El primer ataque.

                            En julio de 1941 el capitán Aren Baumman de 36 años, veterano de la batalla del Atlántico, tomó el mando del U-131,  submarino del tipo IXC que desplazaba 740 toneladas,  llevaba 14 torpedos , una tripulación de 48 hombres y podía permanecer en el mar alrededor de seis semanas.

                       Luego de una patrulla en la que sólo hundió un transporte, fue enviado por Doenitz a patrullar Gibraltar. Al amanecer del 16 de diciembre, el U-131 avistó el convoy HG-67 dando de inmediato la alarma a todas las unidades en las proximidades. Baumman sabía que por lo menos otros dos submarinos estaban cerca, por lo que decidió rastrear su presa, es decir, seguirlo sin dejarse ver. Iba en inmersión hasta la proa del convoy, y dejando que este le pasara por encima, emergía después a popa, enviando informes periódicos a la “manada”.

                   Entre los U-Boat que estaban suficientemente cerca como para incorporarse al ataque, estaban el U-434, al mando de Wolfgang Heyda, y el U-574 a cargo del Teniente Gegnalbach. En el cuartel general de Lorient,  el Almirante Doenitz y su estado mayor, movían tres pequeñas banderas en su carta de operaciones, registrando la posición probable, rumbo y velocidad del convoy. Enviaron órdenes a otros cuatro submarinos que se encontraban más al norte, para que, a la máxima velocidad posible, interceptaran al convoy. La manada se agrupaba para destruir a su presa.

U-Boat tipo IXC

              El convoy HG-76 sabía que había sido descubierto. Las estaciones aliadas de detección habían interceptado las comunicaciones germanas y avisaron al comandante Walter que se preparaba un ataque. Al amanecer del día 17, Walker se comunicó con el Audacity y solicitó patrullas aéreas. En ese momento navegaban al Noroeste de la isla Madeira.

                   Después de pasar la noche observando el convoy, Baumman decidió que ya había suficientes submarinos en la vecindad como para comenzar el ataque. Manteniendo el convoy dentro de su rango de visibilidad, aumentó la velocidad, y cuando estaba ubicándose a la amura de babor del convoy, oyó el ruido de un avión, el cual apareció repentinamente desde una nube y pasó en vuelo rasante sobre el submarino. Baumman y la dotación de la torreta se precipitaron por la escotilla de bajada hacia el cuarto de control. Pocos segundos más tarde, se sumergían rápidamente.

                   Al recibir el informe del avión explorador, Walker dispuso que los destructores Exmoor, Blankney y Stanley más la corbeta Penstemon se le unieran. Enseguida se dirigieron a toda velocidad al punto de avistamiento, unas 22 millas a babor del convoy. El resto de la escolta cubrió los claros dejados, acercándose más al convoy.

            El primero en llegar al sitio del avistamiento fue el Blankney, quien obtuvo inmediatamente ecos en su asdic, por lo que procedió a un ataque con cargas de profundidad. Al llegar el resto de la fuerza de ataque, no obtuvieron nuevos ecos, por lo que Walker ordenó un barrido al oeste del convoy.

                La lenta corbeta Penstemon se había retrasado y pujaba por unirse a sus compañeros, cuando repentinamente obtuvo un eco. Informó el contacto y Walker ordenó atacar de inmediato, además de enviar al Stanley en apoyo. La Penstemon atacó con una rosa de 10 cargas de profundidad, pero una vez calmado el hervidero de agua, ni ella ni el Stanley obtuvieron nuevos ecos.

             Luego de patrullar el sector por un par de horas, y siguiendo instrucciones de Walker, ambas unidades dejaron la zona para unirse alStork y seguir con el barrido. Walker había decidido continuar la búsqueda por el lado este del convoy y cuando se encontraba cruzándolo por el frente, el buque del extremo izquierdo de la línea, el Stanley informó: “Objeto en el horizonte a estribor”.

                   El U-131 había sido dañado por las cargas de profundidad de la corbeta Penstemon. Luego de examinar los daños, el comandante Baumman comprendió que tendría que emerger pues carecía de iluminación, las baterías inundadas desprendían el mortífero gas cloro y tenía una amenazadora filtración cerca de la popa. Sin embargo, aún pudo permanecer sumergido un par de horas. Cuando por fin emergió, Baumman salió a la torreta y comprobó con alivio que no había naves en la cercanía. Su hidrófono había resultado dañado por lo que sólo podía detectar a sus enemigos mediante la observación directa.

La corbeta HMS Penstemon

                   A los pocos minutos de permanecer en la superficie, un vigía gritó: “Buque por la popa”. Al volverse, Baumman vio cinco buques con proa hacia él a no más de siete millas. Gritó a su maquinista: “Quiero toda la velocidad que pueda obtener, nos siguen varios buques de guerra”

                          Walker a su vez ordenaba “Fuego a discreción, todos los que estén a distancia de tiro” Los directores de tiro apuntaron los cañones al blanco, los telemetristas empezaron a contar las distancias y los buques más cercanos comenzaron a lanzar sus andanadas.

              Walker también ordenó que un caza del Audacity, atacara al submarino en un intento de hacerle perder velocidad. Esta era la oportunidad que esperaba desde hace mucho tiempo el teniente Fletcher. Inclinó su avión, pasó rugiendo por sobre el convoy y avistó al submarino, un pequeño blanco en el mar revuelto justo frente a él. Puso el Martlet en picada, la torreta apareció en su mira y pudo ver, confusamente, apuradas figuras en la cubierta del submarino. Después vio los proyectiles trazadores subir hacia él. Apretó fuertemente el disparador con el pulgar. De pronto, el parabrisas de plexiglass explotó. La cabina se llenó de humo y las tripulaciones de los buques pudieron observar como el caza se estrellaba en una nube de espuma, a un costado del submarino.

      La persecución y el cañoneo sobre el U-131 continuaron con más fuerza por unos veinte minutos. De pronto, el vigía al tope del Stork informó: “El enemigo abandona el buque, parece seriamente dañado”. Se izó la señal de alto al fuego y cuando el humo se disipó se pudieron ver las siluetas de los desesperados marinos alemanes que saltaban al mar. El daño causado por las cargas de profundidad y ocho impactos de la fuerza de ataque habían terminado con la resistencia del submarino. Antes de que Walker y sus naves pudieran llegar al lugar, el U-131 apuntó con la nariz al cielo y se deslizó de popa bajo las olas.

                                  El Exmoor y el Blankney recogieron del mar a todos los tripulantes incluido al capitán Baumman. El Stork, por orden de Walker, buscó hasta encontrar, el cuerpo del piloto Fletcher, el cual, perforado por los proyectiles, permanecía a flote gracias a su chaleco salvavidas.

                       Ocho horas después de iniciada la cacería, el grupo de escoltas retornó al convoy. Al día siguiente, Walker leyó un emotivo responso en el funeral del Teniente Fletcher. Al ser lanzado al mar, todos los barcos del convoy arriaron sus banderas en postrer homenaje al valiente piloto.

            Walker y el convoy HG-76 habían ganado el primer round en el combate por llegar a puerto sin daños. Pero aún quedaban muchas millas por recorrer.

Continuará.

josmar

23-03-2009

Una narración muy lograda, de un tema siempre interesante, Leytekurks...

Topp

24-03-2009

Magnífico artículo

Los ingleses comenzaban a poner los cimientos de la superioridad numérica y técnica. Algo que les llevaría a imponer su ley en la Batalla del Atlántico desde mediados del 43.

Saludos.

leytekursk

25-03-2009

Gracias por los comentarios compañeros.

Continúo:

El hundimiento del U-434

Luego de este primer éxito, el convoy navegó durante todo el día 17 sin mayores novedades. Pero esta calma no podía durar. Al menos cinco submarinos germanos se acercaban al convoy desde distintos rumbos, pero ya no tan confiadamente. Habían sido informados que el convoy llevaba una inusualmente poderosa escolta. Además, la buena visibilidad les dificultaba acercarse sin ser vistos.

                   El teniente Wolfgang Heyda, comandante del U-434, estaba preocupado por la suerte del U-131. No tuvo noticias de él en todo el día 17, por lo que decidió asumir el rastreo del convoy.

                  Al amanecer del día 18, se encontraba en la superficie a unas 10 millas del convoy verificando la posición de los escoltas más cercanos para enseguida sumergirse y que la tripulación desayunara tranquilamente.

El U-434

                   En ese mismo momento, elStanley, realizaba su patrullaje a babor del convoy cuando lo avistó, a unas seis millas de su aleta de babor. Rompiendo el silencio de radio, informó a Walker. En seguida, viró a toda velocidad y se dirigió a atacar a su enemigo.

                                Walker, inmediatamente dispuso que los destructores Exmoor y Blankney y la fragata Deptford, se unieran a la cacería y ayudaran al Stanley en la ubicación del submarino, por cuanto el asdic del Stanley se encontraba defectuoso.

                    El U-434, en cuanto vio lo que se le venía encima se sumergió rápidamente. Cuando elStanley llegó al punto de avistamiento, redujo su velocidad y comenzó a lanzar cargas de profundidad.

                  A los pocos minutos llegó el Blankney quien inmediatamente obtuvo un eco de asdic. Lanzó una rápida rosa de cinco cargas graduadas para explotar a 150 pies. Cuando la agitación de las explosiones hubo desaparecido, obtuvo un nuevo eco pero ahora actuó como buque director enviando azimut y distancia al Stanley. Este actuó nuevamente lanzando catorce cargas graduadas entre 150 y 300 pies. Todavía llovía agua pulverizada, cuando elBlankney, incapaz de contenerse, lanzó en el mismo sitio diez cargas más.

                      Debajo de los atacantes, el U-434 se estremecía por las explosiones. La lluvia de cargas causaba daños en su estructura mucho más rápidamente que sus  posibilidades de repararlas. La escotilla de la torreta se agrietó y un chorro constante de agua caía a los pies del comandante Heyda. Las luces se apagaron y falló también el sistema auxiliar. Otra explosión causó una violenta sacudida, dejando el mecanismo del timón fuera de servicio.

                         El fin se produjo cuando una carga del Blankney explotó tan cerca que la presión hizo detonar uno de los torpedos de popa. El pánico se generalizó. Entre el caos de gritos, Heyda observó el indicador de profundidad. Se estaban hundiendo rápidamente y sin control. Sin perder la calma, logró hacerse oír. Ordenó soplar los tanques y prepararse a emerger.

                                       El Stanley y el Blankney se preparaban para lanzar nuevas cargas, cuando el U-434 afloró repentinamente en la superficie a menos de una milla a proa de sus atacantes.

                            Con gran entusiasmo, el Blankney se dirigió a toda máquina hacia él para embestirlo, pero vieron que ya no era necesario. Los tripulantes hacían gestos de rendición y saltaban desesperadamente al agua. A los pocos minutos, el U-434 giró sobre si mismo y se hundió.

                          Las naves británicas recogieron a todos los sobrevivientes incluido el Comandante Heyda, (sólo dos tripulantes del U-434 fallecieron en el ataque) y luego, se reincorporaron al convoy.

Wolfgang Heyda

                       El grupo de escolta de Walker había hundido su segundo submarino. El viejo destructor Stanley, había tenido su momento de gloria, pero la alegría de su tripulación no duraría mucho.

                             Los destructores Exmoor y Blankney ya casi estaban en el límite de su consumo de combustible, por lo que Walker dispuso que regresaran a Gibraltar, llevando con ellos a los prisioneros rescatados de ambos submarinos hundidos. Durante su travesía hacia Gibraltar, el comandante del Blankney obtuvo información inquietante de sus prisioneros.  Envió de inmediato un mensaje a Walker en el Stork advirtiéndole: “Según los prisioneros interrogados,  la posición, rumbo y velocidad del convoy son conocidos por el enemigo, por lo que son inminentes nuevos ataques”.

               Durante la mañana fueron detectados dos Focke Wulf 200 en dirección al convoy. Inmediatamente Walker dispuso el lanzamiento de dos cazas del Audacity con la misión de derribarlos. Por una extraña casualidad, luego de un par de ráfagas, las armas de ambos aviones se trabaron,  Afortunadamente, para el convoy, los bombarderos viraron su curso y se alejaron de vuelta a su base.

HMS Blankney

                                 

Continuará.

                                             Saludos...

           

Deleted member

25-03-2009

Muy bueno si que sigaaaa

Saludos

leytekursk

28-03-2009

Calma JM...calma... No apure al ganado viejo...

Continúo:

La manada contraataca

                   Durante la tarde del día 18, todo estuvo en calma. Al oscurecer, comenzó nuevamente la actividad. El Penstemon lanzó una alarma de avistamiento de submarino en superficie a unas diez millas a babor del convoy. Walker ordenó un ataque inmediato y envió a la corbeta Convulvulus en su auxilio. Pero ya la noche caía y los cazadores perdieron contacto visual con su presa.

                              De pronto, el asdic de la Convulvulus detectó dos poderosos ecos. No cabía duda.  Torpedos se acercaban rápidamente a la nave. “A estribor a toda máquina” gritó desesperadamente su comandante. Lenta y trabajosamente, la proa del pequeño buque comenzó a girar. Un vigía gritó: “Torpedos por babor, señor”. Desde el puente, el comandante pudo ver como las estelas de dos torpedos pasaban a no más de cinco metros del casco. Se habían librado por muy poco. Al cerrarse la noche, y al no haber nuevos contactos, ambos buques volvieron a sus puestos de  patrulla alrededor del convoy.

                                El submarino atacante era el U-574 quien realizaba su primera patrulla de guerra. Comandado por el Capitán de corbeta Dietrich Gengelbach, el cual con una audacia admirable, considerando las condiciones adversas, volvió a la superficie y se lanzó en persecución de las unidades de escolta que volvían al convoy.

                                           El U-574, un tipo VIIC, fue el tercer submarino que tomó contacto con el convoy el día 16.  Desde  entonces se había mantenido a la espera, sin dejarse ver. El comandante Gengelbach había observado por el periscopio el hundimiento del U-131 y en un momento de debilidad, se escabulló a la popa del convoy. Allí se mantuvo todo el día 18 mientras el U-434 era destruido. Finalmente, se había decidido a ir de caza y vengar a sus compañeros.

                                           Luego de ubicarse a la popa del convoy, emergió a unas tres millas de distancia de las naves más cercanas y se preparó para atacar. La noche era muy oscura, pero algunos claros entre las nubes, permitían que la luna ocasionalmente iluminara el mar. Gengelbach, identificó una nave escolta por la amura de babor del convoy y ordenó un ataque inmediato.

                                        Eran las 03:45 del día 19 cuando un vigía del Stanley avistó a su atacante. Inmediatamente, el oficial de comunicaciones transmitió a Walker la noticia, pero en su excitación, olvidó decir dónde, o en qué azimut del convoy habían detectado la amenaza. Walker en el Stork se encontraba a seis millas del Stanley, pero no contaba con datos suficientes como para ordenar a otras unidades que acudiesen en su apoyo, por lo que ordenó al Stanley lanzar un cohete luminoso que indicara su ubicación. Habiendo ya un submarino en medio del convoy, no quedaba mucho que ocultar.

HMS Stanley

                            No terminaba Walker de colgar el teléfono, cuando llegó un nuevo mensaje del Stanley: “Torpedos cruzan por popa”. En ese mismo momento, un vigía del Stork, descubría por fin al Stanley e iniciaba contactos a través de la lámpara Aldis (Señales luminosas).

                             “Todo comenzaba a ordenarse” escribiría más tarde Walker en su diario, “Observaba claramente al Stanley a través de mis prismáticos, cuando literalmente, voló en mil pedazos, levantando en el aire una columna de llamas de cientos de pies de altura.

                               Un par de minutos después, todo el convoy se iluminó brillantemente. Los barcos mercantes habían recibido cohetes “Snowflakes”, y tal como se les había instruido debían lanzarlos en cuanto un barco del convoy fuese atacado con la idea de dejar al descubierto a los atacantes. Pero esta era un arma de doble filo. Ahora la totalidad del convoy estaba expuesto. El Comodoro Fitzmaurice comentaría más adelante: “No podía uno menos que darse cuenta de que ahora todos los barcos del convoy estaban claramente iluminados y a la vista de cualquier otro submarino que pudiera estar buscando un objetivo”.

                              El Stanley fue torpedeado poco después de las 04:00 horas. Entonces .Walker ordenó por primera vez su operación “Buttercup” tratando de abarcar las más probables direcciones de escape del submarino atacante. Aproximó el Stork  a los restos incendiados del Stanley que se hundía, y lanzó cargas de profundidad en previsión de que el submarino se hubiera sumergido y tratara de evitar la detección del asdic aprovechando la perturbación producida por el naufragio. Tuvo la precaución de no acercarse a más de media milla para evitar herir a los posibles sobrevivientes del destructor.

                                     Mientras giraba por la popa del Stanley, Walker obtuvo un contacto al cual sus operadores de asdic calificaron como “submarino seguro”. Se lanzó al ataque, disparando una rosa de diez cargas de profundidad graduadas entre 50 y 150 pies. En el momento en que se alejaba del lugar, preparando un nuevo lanzamiento, vio emerger un submarino a 200 metros a proa.

Walker dirigiendo un ataque

Al interior del U-574 se vivían difíciles momentos. Dañado severamente por las primeras cargas del Stork, se encontraba en precarias condiciones y tenía varias vías de agua. Los motores eléctricos estaban destruidos, y un incendio se había declarado en la sala de control. Un motor diesel funcionaba pero por los daños recibidos, sólo se podía navegar en círculos. Se produjo entonces una fuerte discusión entre Gengelbach y su primer oficial el teniente Lorenz. Gengelbach, no tenía intenciones de emerger ni menos de rendirse y quería hundir el submarino con toda su tripulación. Sólo la firme determinación de Lorenz lo convenció de emerger y de intentar la huida en superficie.

                            Por la ubicación de su presa, Walker no tenía alternativa. Dio orden de velocidad máxima y adoptó rumbo de colisión. La dramática persecución que se inició entonces duraría unos once minutos.  Cito a continuación parte del informe de combate del Capitán Walker:

                                          “En el momento en que iba a embestirlo, escapó de mí virando a babor. Lo seguí y más tarde me sorprendí al descubrir que había dado tres círculos completos mientras el submarino giraba continuamente a babor, por dentro de mi ángulo de giro, con una velocidad de sólo dos o tres nudos menor que la mía. Lo mantuve siempre bien iluminado y le hice fuego con los cañones de 4”, hasta que, por no poderse apuntar más abajo, los cañones tocaban la cubierta… Sólo una ametralladora Lewis continuaba disparando desde el puente con mortífera puntería sobre los infortunados en la cubierta del submarino

                   Mientras ambas naves giraban, la tripulación del U-574 saltaba desesperadamente al mar. Gengelbach, se negó a abandonar su nave y ni siquiera se puso un chaleco salvavidas. Fue visto por última vez abriendo la escotilla de la torreta y dirigiéndose al interior del moribundo submarino. El teniente Lorenz, perecería con su nave, suicidándose de un tiro en la cabeza poco antes del fin.

                           

                                            Por fin el Stork, pudo embestir por delante de la torreta al U-574. El submarino quedó sujeto algunos segundos a la proa del Stork para luego desprenderse y, raspando su quilla, alcanzar la popa, en donde fue recibido con una ronda de cargas de profundidad lanzadas con la menor graduación posible. Las explosiones lo destrozaron y también sacudieron peligrosamente al Stork. Algunos alemanes que flotaban en el agua volaron por el aire destrozados y Walker no creyó que pudiera haber sobrevivientes. Pero de pronto, se escucharon desde el mar estremecedores pedidos de auxilio en perfecto inglés. Pensando en que se trataba de sobrevivientes del malogrado Stanley, Walker ordenó su inmediato rescate. Los rescatados resultaron ser alemanes.  Se continuó la búsqueda de sobrevivientes, pero siempre muy atentos a la aparición de nuevos atacantes. Se rescataron un total de 16 sobrevivientes del U-574.

                                     Mientras se efectuaba la operación de rescate, se sintió una fuerte explosión y un gran resplandor iluminó el cielo en dirección al convoy. El mercante SS Ruckinge había sido alcanzado por un nuevo lobo que se incorporaba a la cacería. El U-108.

                            Walker viró el Stork y se dirigió a toda velocidad al sitio del naufragio, en donde alcanzó a rescatar de las aguas a catorce sobrevivientes del SS Ruckinge. Dispuso intensos  patrullajes en el sector pero el atacante se había esfumado.

Ya eran las 05:30 y pronto amanecería por lo que era esperable una tregua en las acciones. Los lobos no atacarían de día.

                             Walker informó al comandante de los Accesos del Oeste y al Almirantazgo de los acontecimientos de esa noche, y recibió una preocupante respuesta. Se estimaba que en la zona del convoy, había por lo menos, seis submarinos más.

                               El grupo sintió profundamente la pérdida del Stanley y de un transporte del convoy. Además, la proa abollada del Stork, reducía en forma importante su velocidad. También, el domo del asdic, que va ubicado en la quilla, resultó destruido en el ataque, limitando severamente sus posibilidades de detección de nuevas amenazas. Se agregaba a esto, un rápido inventario que informó que se estaban quedando sin cargas de profundidad.

                      Ese mismo día y en vista de los magros resultados obtenidos, Doenitz dispuso que zarparan desde Bordeaux, tres submarinos más que se unirían a los atacantes en las próximas horas. Se trataba del U-71, el U-751 y el U-567 capitaneado por el laureado K. L. Endrass.

                  Los problemas para el Grupo de escolta 36, recién comenzaban.

HMS Stork. La nave de Walker

Continuará           

Balthasar Woll

28-03-2009

Impresionante relato, ahora a por los siguientes capitulos. Un gran trabajo Leyte  .

Saludos

leytekursk

31-03-2009

Estoy tan perezoso ultimamente...   pero ya me daré un tiempo para terminar este trabajo...

    Gracias por tu estímulo Balth.

                                                      Saludos...

josmar

31-03-2009

Tomate unas vitaminas.... Así necesitaras menos tiempo para reponerte....

Hermann Graf

05-04-2009

Muy buen aporte camarada, espero ansioso la ultima parte

un abrazo

leytekursk

07-04-2009

La lucha continúa.

                           Durante el día no hubo nuevos ataques. Los lobos, informados ya desde Lorient que venían refuerzos, se mantenían en el horizonte pero evitaban atacar.

A mediodía aparecieron dos FW-200 a estribor, con la obvia intención de establecer la posición rumbo y velocidad del convoy, en preparación a los ataques nocturnos. Inmediatamente, Walker ordenó el despegue de los cazas del Audacity.

                         El subteniente Brown, derribó a uno de ellos en un arriesgado ataque frontal. El otro huyó hasta perderse entre las nubes. Por la tarde reapareció y fue detectado por el Stork. Se comisionó al Martlet del teniente Sleigh su cacería. Luego de algunos ataques por la cola, Sleigh decidió un ataque frontal, al igual que había hecho Brown. Con esta táctica derribó al FW-200, pero también el Martlet recibió algunos daños. Sleigh regresó al Audacity con parte de los cables de radio del Cóndor enredados en la rueda de cola. El día 20 transcurrió sin novedad, a excepción de algunas salidas de los aviones para mantener a distancia a los submarinos que rastreaban el convoy.

                         Durante la tarde del día 21, los aviones exploradores informaron que la red de submarinos había aumentado notoriamente. Nuevos lobos se habían incorporado a la manada.

                         Esa noche, Walker decidió poner en práctica un ardid para distraer a los cazadores de su presa. Aprovechando un giro del convoy al oeste, el continuó con parte de la escolta con rumbo norte. Una vez alejado del convoy, simuló una batalla, disparando sus cañones y lanzando cohetes luminosos y bengalas que iluminaron notoriamente todo el sector en la idea de que los submarinos se dirigieran hacia él y se desviaran del convoy. Pero, una falla de coordinación echó por tierra sus planes. Algunos capitanes de los mercantes, que no habían sido informados de esta acción, comenzaron a lanzar cohetes luminosos y bengalas pensando que se trataba de un ataque real al convoy. Desgraciadamente no hicieron más que revelar su posición a los atacantes.

                          Al ser descubierta su estratagema, Walker y sus naves viraron rápidamente de nuevo al convoy y no bien retomaban su posición, cuando una gran explosión iluminó el horizonte hacia la popa del convoy. El transporte Annavore, el último de la columna central del convoy, había sido alcanzado por certeros torpedos germanos.

Un ataque con cargas

                                    Walker dispuso inmediatamente su operación “Buttercup” pero a los pocos minutos se recibe un informe del Audacity comunicando que había sido torpedeado. Walker ordenó que los escoltas más cercanos acudieran inmediatamente en ayuda del Audacity y de ser posible, destruir a su atacante. El portaaviones peligrosamente escorado, luchaba por mantenerse a flote.

                                          El atacante del Audacity era el U-751. Su comandante, el capitan Gerhard Bigalk divisó al emerger, una forma larga y oscura que se recortaba contra las lejanas luces. Pensó en principio que se trataba de un petrolero, pero luego se dio cuenta de que en realidad era un portaaviones. Un regalo del cielo para cualquier submarino. Bigalk dio orden de ataque inmediato y de su primera andanada de torpedos, sólo uno alcanzó al Audacity por el lado de babor, inundando e inmovilizando a la nave.

Gerhard Bigalk

              Luego de su regreso a puerto, en una entrevista para la Radio Frankfort, el comandante Bigalk narraría en detalle este ataque.

       Cito: “…*ya estaba en una favorable posición de ataque y lo hice. Lancé varios torpedos y luego la terrible tensión de la espera. Repentinamente, una gran explosión. ¡Un impacto a popa! La nave inició un semi-círculo a babor y entonces se detuvo incapaz de maniobrar. Aparentemente mi torpedo había dañado su propulsión. Entonces dispuse un giro alejándome a corta distancia dando tiempo a mi gente que recargara los torpedos. Para ellos era difícil maniobrar por cuanto los compartimentos delanteros estaban aún abarrotados con todo tipo de provisiones necesarias para un largo crucero

Mientras tanto, nosotros permanecíamos en el puente observando al portaaviones el que se había detenido. Me acercaba más y más, quería asegurarme de no perder un solo torpedo. La gigantesca sombra crecía más y más delante de nosotros. Entonces di la orden de disparar. Luego de unos segundos de gran tensión, vimos un impacto a veinte metros de la popa y unos segundos después, otro estallido en medio de la nave que levantó una gigantesca llamarada. Probablemente le dimos en los tanques de combustible o en sus pañoles de municiones. El portaaviones comenzó a hundirse rápidamente. En ese momento nuestro vigía reportó destructores a estribor y con dirección a nosotros y a las desesperadas señales de auxilio del portaaviones.

                            Mientras los escoltas estaban ocupados en rescatar a los sobrevivientes, me perdí en la noche alejándome del convoy.”*

                              Las unidades de Walker luchaban desesperadamente por salvar a los sobrevivientes y ubicar al atacante. Particularmente doloroso resultó el intento por rescatar al capitán MacKendrik . La tripulación del Penstemon lo avistó nadando entre el petróleo y los restos del naufragio al borde del agotamiento.

Se hallaba al costado de barlovento y el buque rolaba fuertemente con mar y olas en aumento. De pronto, el teniente Williams se percató del peligro que el exhausto capitán fuera golpeado por la quilla. Sin dudarlo, Williams se arrojó al mar para tratar de amarrarle un cabo. El cuerpo de MacKendrik, sostenido solamente por su salvavidas flotaba inerte. Williams pudo colocarle un cinturón de salvamento y gritó a la tripulación que lo izara a bordo. Mientras trataban de levantarlo por el costado, una ola particularmente fuerte sacudió el barco e hizo escapar el cabo de mano de los rescatadores.

Los tripulantes apenas pudieron rescatar al desfalleciente teniente Williams mientras el capitán Mackendrik se perdía en la oscuridad del mar. Esa fue la última vez que se le vio.

                                Mientras se realizaba el trabajo de rescate, el Deptford, ubicado a babor del convoy, avistó un submarino en superficie. Avisó a Walker quien de inmediato se unió con el Stork a la cacería. En cuanto se supo detectado el submarino se sumergió. Durante la hora siguiente, ambas naves llevaron a cabo una serie de ataques con cargas de profundidad, hasta que, finalmente se perdió contacto con el submarino. En opinión de Walker, el submarino había sido destruido pero como no contaba con pruebas tales como restos flotantes o supervivientes rehusó informarlo como “hundido” y lo clasificó como “probable”.

                     Sólo posteriormente y por fuentes alemanas se sabría que el submarino había sido hundido y que se trataba del U-557 comandado por Engelbert  Endrass, uno de los comandantes más hábiles y experimentados de Doenitz.

Engelbert Endrass

                       Hacia las tres de la madrugada del día 22 la calma volvió al convoy. Esto permitió hacer un análisis de la situación. El convoy sólo había perdido un mercante en el ataque, el SS Annavore de 3.000 toneladas, pero el golpe más doloroso era la pérdida del Audacity y de sus valiosos aviones.

                   Alrededor del las 05:00 horas, la tripulación del Stork se sorprendió ante un fuerte e inesperado choque. Walker y el personal del puente corrieron a mirar a popa y con gran sorpresa vieron la proa del Deptford incrustada en la toldilla. Un vigía del Deptford vio algo que identificó como un submarino en superficie a muy corta distancia. El oficial de guardia cambió el rumbo y aumentó la velocidad. Cuando el presunto submarino fue reconocido como el Stork  ya era demasiado tarde. Los nervios y el cansancio traicionaban los sentidos y hacían estragos entre las tripulaciones.

                            El daño fue serio aunque no vital. Walker anotó en su diario de guerra:

La roda del Deptford penetró directamente en la improvisada prisión y dos de los cinco prisioneros alemanes fueron literalmente destrozados”.

Dibujo del HMS Stork realizado pou uno de sus tripulantes

                                    La noche transcurrió sin más novedades y al amanecer, un triste panorama se presentaba a Walker para la última etapa de su viaje. A las limitaciones que ya tenía el Stork  se añadía la pérdida del asdic del Deptford por la reciente colisión y lo más importante, la pérdida de los aviones, lo que los obligaba a navegar prácticamente a ciegas en medio de la manada de lobos. Afortunadamente ya se aproximaban a aguas seguras. Al mediodía del 23 avistaron un bombardero “Liberator

del Comando Costero, el cual descubrió una formación de submarinos en las cercanías, atacándoles con sus bombas.

                               Por suerte para Walker, Doenitz ya había tenido demasiado. La pérdida de Endrass le decidió a suspender el ataque. Ordenó a sus naves regresar y abandonar la operación.

                                 El último incidente destacable fue de ribetes tragicómicos. Hacia la medianoche del 23, el mercante SS Ogmore Casttle, se estremeció violentamente producto de un golpe de mar. Los oficiales y la tripulación creyeron estar bajo ataque de un submarino y que les habían abierto una vía de agua. Corrieron a los botes y abandonaron el barco. El Convulvulus investigó el incidente y encontró que el abandonado barco flotaba serenamente y sin ningún tipo de daños. Se informó a la tripulación que podía regresar a su barco sin problemas. Al amanecer, el Ogmore Casttle había retomado su ubicación en el convoy tripulado por una avergonzada dotación.

Continuará

leytekursk

07-04-2009

Epílogo

                                       Trece días después de haber dejado Gibraltar, el convoy HG-76 arribaba a Liverpool con sólo dos unidades menos de las treinta y dos con que zarpó.

                           El Comodoro Fitzmaurice envió una nota a Walker en que señalaba: “A pesar de la pérdida del Audacity y del Stanley usted ha logrado una gran victoria. En nombre del convoy, reciba usted mis más sinceras felicitaciones y muchas gracias”.

                          Si bien el grupo de escolta de Walker, hundió cuatro submarinos durante la travesía, los submarinos destruidos a causa de este convoy fueron cinco, por cuanto el 15 de septiembre, poco antes de la salida del convoy, se comisionó a un grupo de destructores de la Fuerza H, con base en Gibraltar, que salieran a patrullar el camino del convoy. Esta fuerza descubrió y hundió al U-127, el cual acechaba la salida de convoyes desde Gibraltar.

                               Por el lado alemán, el pobre resultado de esta operación provocaba opiniones divididas en el Alto Mando. Cito a Doenitz:

                     “Después de este fracaso y en vista de los resultados poco satisfactorios de los dos meses anteriores, mi Estado Mayor estaba dispuesto a emitir la opinión de que no estábamos ya en posición de combatir con éxito al sistema de convoyes dadas las experiencias recientes. El buen tiempo y la fuerza excepcional de la escolta, se habían combinado para crear una situación más que inusitadamente desfavorable a un ataque submarino. Este caso aislado no bastaba para cambio alguno fundamental en mi proyecto respecto de los ataques a convoyes y se demostró que yo tenía razón en vista a los resultados posteriores”.

Centro de Comandos de los Accesos del Oeste

                              Algunos días más tarde, el Almirantazgo emitió un comunicado anunciando que se otorgaba a Walker la Orden de Servicios Distinguidos, la primera de cuatro que recibiría.  Además se le solicitó un informe en que precisara recomendaciones para futuras operaciones basadas en sus éxitos.

                            Walker en su informe recomendó básicamente: reforzar la cobertura aérea de los convoyes, dotarlos de una doble cortina de escoltas, una cercana y otra más alejada. Restringir drásticamente el uso de sistemas de iluminación y atacar a los submarinos lo más lejos posible del convoy. Si bien no todas sus observaciones fueron recogidas, Walker continuaría aplicándolas con gran éxito en sus misiones de escolta lo que lo llevaría a ser el comandante más exitoso en la lucha antisubmarina con veinte U-boats hundidos.

Apéndice 

La muerte de Walker

                                Walker, con su fuerza antisubmarina participó activamente en la protección de las naves en los desembarcos del Día D. Luego de extensas jornadas, el grupo retornó a Liverpool por reparaciones para los navíos y descanso para las tripulaciones. Para ese entonces, por sus logros,  Walker iba a ser nombrado Caballero de la Orden del Baño.

                          El 7 de julio de 1944, luego de ir al cine con su mujer, Walker comenzó a sentirse mal. Fuertes mareos y dolores de cabeza le llevaron al desmayo. Se dispuso su inmediato traslado al hospital naval de Seaforth en donde no presentó mejorías falleciendo poco después. El diagnóstico médico fue trombosis cerebral, a la que habían colaborado, la fatiga, el exceso de trabajo y el cansancio de guerra. Cuerpo y alma habían sido exigidos más allá de los límites normales al servicio de su país.

                          Hubo consternación general en toda la nación. Curtidos hombre de mar lloraban como niños al saber la noticia. Quienes habían servido a sus órdenes, no encontraban consuelo.

En su funeral, el Almirante Max Horton pronunció estas sentidas palabras:

                  “El día en que las aguas estuvieron a punto de cerrarse sobre nosotros, nuestro hermano que aquí yace, utilizando su poder creativo, se consagró a la tarea de vencer al enemigo. En nuestra hora de necesidad fue el valiente protector de aquellos que navegaron por los mares en nuestro beneficio. Su corazón y su mente se expandieron hasta el límite del cansancio, llegando aún hasta la muerte para descubrir y utilizar los medios que salvaron nuestros buques de sus enemigos.

                        En verdad muchísimos se salvaron porque este hombre no eludió su destino… Ni la tierra, ni el polvo ni la piedra serán su tumba. Todo el mar de los Accesos del Oeste le acogerá en su seno”

              El féretro transportado por una cureña fue trasladado al destructor HMS Hesperus. Buques de todos los tipos y tamaños saludaron arriando sus banderas. A la salida de Liverpool, un convoy entraba por un costado del canal mientras otro salía por el costado opuesto. El Hesperus navegó por entre ambas líneas de barcos cuyos tripulantes se descubrían e inclinaban la cabeza rindiendo los últimos honores al hombre que había eliminado de los mares a sus enemigos.

                               Al atardecer, el destructor llegó al vasto océano encrespado y allí bajo un cielo oscurecido y una fuerte brisa, el lastrado ataúd fue lanzado por un costado de la nave hacia el mar que lo esperaba.

Imagenes del funeral de Walker

Estatua de Walker en Liverpool

Fuentes:

Libros

Roskill Stephen W. :La Insignia Blanca: La marina Británica en la guerra 1939-1945. Editorial Herrero, México, 1960

ManIntire Donald :La Batalla del Atlántico: Editorial Herrero, Mexico, 1961

Robertson Terence: El hombre que ganó la Batalla del Atlántico: Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1961

Churchill Winston : La segunda Guerra Mundial. Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1960

Ruge Friedrich: Der Seekrieg. Historia de la Marina de Guerra Alemana 1939-1945. Editorial Herrero, 1965

Mallmann Showell Jack : U-Boat Warfare. The evolution of the Wolf Pack Ian Allan Publishings 2002

Enlaces:

http://www.mikekemble.com/ww2/walker.html

http://www.hmswhimbrel.org/cptJohnnyWalker.php

http://www.uboat.net/index.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Convoy_HG_76

http://thomo.coldie.net/naval/hg-76-the-first-victorious-convoy-december-1941

http://www.warsailors.com/convoys/hg76.html

http://www.bbc.co.uk/ww2peopleswar/stories/77/a5024477.shtml

Video Documental:

BBC Battlefields series 6 :  The War against the  U-Boats                     

                                           

                                                          Saludos...

Topp

07-04-2009

Buen trabajo Leyte

Hay una anécdota con tintes trágicos en el episodio que has narrado.

Los comandantes de UBoote venían quejándose desde hacía tiempo de las significativas pérdidas que estaban sufriendo y los pobres resultados que cosechaban. Sabían que el enemigo podía "verles" en cualquier condición meteorológica y/o resultaban hundidos o eran rechazados del convoy atacado. Reclamaban alguna arma nueva o dispositivo técnico que les hicieran tomar de nuevo la otrora ventaja del "tiempo feliz".

Cansado Dönitz de tanta queja y ante la falta de soluciones reales optó por responderles: " ... os mando a Endrass".

En efecto, negandose a creer la existencia de un aparato de detección y ante la creencia de que la falta de resultados y las pérdidas eran debidas a una actitud poco ardorosa y negligente, optó por mandarles a uno de los mejores comandantes que tenía en ese momento en el supuesto que pondría las cosas en su sitio.

Ya sabemos como acabó Endrass y como Dönitz tuvo que reconocer la superioridad técnica, táctica y numérica de los ingleses. El radar y las nuevas estrategias antisubmarinas habían llegado, ahora les tocaba sufrir a los alemanes.

Saludos.

minoru genda

10-04-2009

Como siempre estupendo trabajo Leyte, gracias por él 

Topp técnicamente y por entonces era casi imposible que hubiera un modo de contrarrestar los avances aliados tanto en el aspecto tecnológico como en el aspecto táctico.

Solo un verdadero submarino con un perfil hidrodinámico adecuando y una propulsión eléctrica que le diera una elevada velocidad generando poco ruido podía ser eficaz pero ya sabemos que los nuevos submarinos del tipo XXI llegaron demasiado tarde y sin tiempo ya para poder cambiar la tendencia hacia ineludible la derrota alemana

Haz login o regístrate para participar