La odisea de Gerhard Thyben

Kurt Meyer

06-09-2007

[size=18pt][color=blue]Gerhard Thyben[/color][/size]

385 misiones de combate, 157 victórias

Mientras volaba sobre el Mar Báltico rumbo a la capitulación, el teniente Gerhard Thyben, con poco combustible, y con su jefe de mecánicos como pasajero en el compartimiento que normalmente alberga los radios, derribó un avión soviético de reconocimiento en la que fue uma de las últimas batallas aéreas de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

Sin saberlo, había salvado la vida de miles de refugiados que huían de las tropas rusas en un convoy marítimo rumbo a Occidente.

Luego, en manos de los ingleses, estuvo a punto de pasar al paredón.

Hoy, 57 años después, Thyben habla sobre su paso por la Luftwaffe y la última misión.

El Kessel de Curlandia

La noche pasaba melancólica en el puerto de Libau (Liepaja), en el Golfo de Curlandia. El teniente Gerhard Thyben y sus compañeros de la Luftwaffe apaciguaban la tensión con las últimas gotas de vino y provisiones que les quedaban. Frente a ellos una hoguera, encendida con un poco de la gasolina que escaseaba, consumía los documentos y equipos que no podían dejar caer en manos de las tropas rusas que se acercaban.

Todos los esfuerzos, todas las vidas que se perdieron en la lucha por el futuro de una nación, habían sido en vano. Su última misión, la que les señalaba el destino final del vuelo a la capitulación, era la orden que esperaban les saludara a la mañana siguiente, la del 8 de mayo de 1945. 

A lo lejos, el reflejo de la candela titilaba en las carlingas de los doce aviones de caza FockeWulf 190 del escuadrón de Gerhard, que robustos, grandes y parduscos reposaban sobre enanos terraplenes a un lado de la pista. El personal técnico y de apoyo se había reducido en los últimos meses y entonces sólo unos cuantos hombres de tierra alistaban casi en la penumbra los voluminosos equipos de radio y navegación. Por cada tres aviones había un armero y un electricista, dos mecánicos de motores, un jefe de mantenimiento, un escribano y un suboficial encargado de la documentación. Un total de 30 hombres para una docena de aeronaves que, junto a 20.087 otros FW190 más de su tipo, había conformado la defensa de Alemania.

A lo largo de ese día, el 7 de mayo de 1945, las noticias sobre la rendición de la Alemania nacional socialista  ante los aliados y la firma de la capitulación incondicional de las Fuerzas Armadas Alemanas por parte del jefe del Estado Mayor, Alfred Jodl, y del almirante von Friedeburg habían corrido como bola de fuego por Europa, pero el hecho se percibía aún confuso en los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) debido, principalmente, a la falta de comunicaciones.

La versión que cursaba en el aparato propagandístico activo en Oriente era que Alemania firmaría la paz con Occidente y junto con las fuerzas aliadas le haría frente al bolchevismo. La información se divulgaba entonces parcialmente en la región. Por un lado se buscaba mantener la moral de los hombres en alto, por otro, evitar una desmoronamiento de las tropas germanas que no sabían a ciencia cierta dónde se encontraban los hombres de Stalin.

Víctima de esa confusión era Curlandia, que se había convertido junto con las otras regiones de los países bálticos en un enclave. Un escampado fuera del avance del Ejército Rojo hacia Berlín, que para ese entonces, arrasada por las bombas, cumplía cinco días de haber caído ante las columnas soviéticas. 

Thyben, con 23 años, era comandante de escuadrón (Staffelkapitän).

Pertenecía al Ala JG 54 Corazón Verde, que aún luchaba contra los rusos. Envueltos en una especie de inercia bélica que parecía no dar crédito al fin de la guerra en Occidente, y a la que el tiempo aún no le dejaba ver que se encontraba a un día de que se diera la capitulación en Oriente.

El emblema de la JG54, el Grünherz

Thyben y sus hombres del escuadrón número siete en el puerto de Libau deberían volar dentro de pocas horas hasta algún lugar en Occidente para capitular y entregar sus aviones. Sospechaban las horrorosas consecuencias de la avanzada del Ejército Rojo, para los soldados alemanes al rendirse ante el mariscal soviético Georg Zhukov. Muchos miles no volvieron de los campos de prisión en Siberia y los que volvieron cargaron las secuelas físicas y morales por el resto de su vida.

El Mayor Herbert Findeisen, superior al mando, del Segundo Grupo del Ala de Cazas 54, notificó del alto al fuego ordenado por el Comando Central desde Flensburg, al norte de Alemania.

Una gran incertidumbre por el futuro próximo abarcaba a estos hombres; algo cansados por la mala noche y el esfuerzo que le mereció sacar los documentos y equipos para lanzarlos a la hoguera, cuando llego la orden: los mecánicos deberían desmontar los pesados equipos de radiocomunicación para permitir la cabida en el espacio resultante a un mecánico, alistar los aviones para un vuelo de largo alcance y proveerlos de toda la munición disponible. Todo antes de la madrugada.

Hombres de la Grünherz

Los Focke-Wulf 190 eran cazas diseñados para un solo tripulante, sin embargo, para este vuelo de traslado cada uno de ellos debio albergar también al mecánico en el sitio que ocupaba normalmente, los equipos de radio, detrás del asiento del piloto, de ahí la orden de desmontarlos. 

Las primeras luces del alba en Libau eran de una claridad sobrenatural. El día en aquellas latitudes empieza muy temprano en mayo. A las cuatro y media de la mañana, se pede leer el periódico.

Además había una Alta presión (hablando en términos meteorológicos) sobre el Báltico y escanidnavia; no se veía ni una nube. Thyben recibió más temprano que de costumbre el reporte de que los aviones estaban listos para operación. Luego, su jefe de mantenimiento, Emil Völk, le confesó: "Estuve escuchando las transmisiones del otro lado (Rusia) durante la noche... Debemos prepararnos para una eventual evacuación antes de que un 'Ivan' (así llamaban los germanos a los soviéticos) se acerque a bombardearnos", lo cual hubiera sido nefasto para su angosta y vulnerable pista al norte de ese puerto sobre el Báltico.

Thyben salió a reunirse con el capitán Findeisen para conocer el destino de su vuelo junto a otros comandantes de escuadrón. Eran las seis de la mañana del 8 de mayo de 1945 y sólo hasta entonces conoció que su última misión, la 385. Iba a ser el vuelo de traslado a Flensburg, en la frontera con Dinamarca. 

El despegue de los aviones asentados en la base empezaría una hora más tarde y debería efectuarse en pares para evitar el consumo excesivo de gasolina formando en el aire. La ruta era larga, más de dos horas y media sobre el Mar Báltico, a buena altura con economía de combustible.

Organizó los hombres de su escuadrón y les notificó de la última misión a cumplir. Sin embargo, no todos podrían cargar con los mecánicos como estaba previsto porque algunos de los cazas estaban equipados con pesados tanques de combustible adicionales, unas vejigas de metal de 300 litros que pendían de la parte central de los fuselajes.

Kurt Meyer

06-09-2007

El teniente Kaat, un joven piloto al mando de un comando de tres JU-52, unos trimotores de aluminio corrugado y que estaban dotados con equipos busca minas, se ofreció a llevar buena parte de los hombres del escuadrón de Thyben, quien a su vez cargaría con Albert Mayers, su fiel mecánico, como pasajero.

Mayers se acuclilló hasta donde más pudo y aferrándose al respaldo de la silla del piloto. Desde ahí la visión al exterior era nula y el sitio solo podía causar claustrofobia. 

El sitio nada agradable donde ha volado Mayers

Sin embargo, a Albert Mayers lo tranquilizaba saber que se iba a salvar del campo de prisión ruso. Además emprendía su viaje a Occidente, confiado en la buena mano de Thyben. La misma mano que le había hecho merecedor, a este joven piloto ser condecorado con la Cruz de Caballero con hojas de roble, y que contaba en su haber mas de 150 victorias.

El escuadrón número siete de Corazón Verde  fue uno de los primeros contingentes en dejar atrás Libau a la hora señalada. Gerhard Thyben era consciente del confinamiento que se venía ante la capitulación. "Suponía que también los muchachos de las tropas aliadas habían bebido durante la noche su ración extra de licor, pero por razones más agradables que las nuestras... Era el fin de la guerra y ellos la había ganado. Entonces nos encontrábamos ahí, sobre el mar, volando hacia ellos para entregarnos. Aún así las cosas no parecían tristes: el día era precioso, la visibilidad ilimitada, alta presión dominaba sobre Escandinavia y Europa Central, ni una nube marcaba el cielo. Al parecer, el Dios del tiempo se sentía feliz por el final de la guerra".

Sobre su izquierda, a la misma altura y a una distancia prudente, su fiel ala (definición del avión que acompaña al líder)  Fritz Hangebrauck le escoltaba. Un vistazo a la brújula, para comprobar la ruta, marcaba W (Occidente), y volteó a mirar hacia el mar, a su derecha, donde divisó la larga estela blanca dejada por un convoy de veintiséis barcos que contó con ligereza, apenas prestándole atención. 

Imágen de su ala, Fritz Hangebrauck

"Desde la madrugada miles de lituanos y alemanes, entre ancianos, mujeres y niños, se habían embarcado en Libau para escapar del cerco ruso. Stalin utilizó tropas de etnias de regiones asiáticas muy mal equipadas pero bárbaras, conformadas por siberianos y mongoles que  iban arrasando todo a su paso, matando a los viejos, violando a las mujeres... Era de esos soldados que la gente de ese convoy, aterrorizada, huía hacia Occidente".

Durante la siguiente media hora Thyben no vio nada más que la línea del horizonte sobre la nariz de su FockeWulf 190 y los rayos del sol que golpeaban desde atrás sobre los relojes de la cabina. Era el último día de la guerra y desde su primera victoria, el 26 de febrero de 1943, nunca había sido alcanzado siquiera por una bala de algún avión enemigo.

De pronto, frente a él, pero quinientos metros más abajo, vio un avión soviético de reconocimiento que merodeaba sobre el Báltico. Era un Pe-2, un bombardero ligero que distinguió desde el primer momento por su figura alargada y una doble cola con un par de estrellas rojas a los lados. Hangebrauck su ala, también había divisado al ruso, se acercó un poco más haciéndole señas bélicas desde la cabina. Sin radios no tenían otra forma de comunicarse.

Un Pe-2 sovietico

"No sabía si atacar o no. En ese momento había muchas cosas por considerar: era el vuelo a la capitulación, la entrega de armas ante los ingleses; en el fuselaje estaba el encargado de mi avión (Mayers), quien confiaba en mi para cruzar el Báltico y llegar a salvo a casa y, además, había al menos 120 kilómetros de agua hasta la próxima costa... Sin embargo, no podía quitarle los ojos de encima a ese 'Ivan' que cruzaba nuestro rumbo por debajo".

Thyben, dejo las dudas a un lado, empuñó con fuerza la palanca hacia delante y en picada tras el Pe-2. La velocidad aumento rápidamente y el avión enemigo se hacia mas grande en la mira. Algo prevenido abrió fuego a una distancia demasiado prudente.

Lo correcto hubiese sido esperar y abrir fuego bien cerca al enemigo, así lo manda la alta escuela de aviación de caza. Sin embargo el efecto de las seis armas con las que estaba equipado el Focke Wulf 190 eran bárbaros y contundentes. Pero no lo suficiente para que cajera el ruso. Una regadera de balazos de dos ametralladoras de 7.9 milímetros y de cuatro cañones calibre 20 milímetros sacudieron a la tripulación soviética el artillero ruso no repelió el ataque, había sido victima de la sorpresa.

"Los pilotos rusos eran más lentos en reflejos y reacción que los norteamericanos y los ingleses, que no se dejaban sorprender tan fácilmente, en este caso, el piloto el piloto en vez de buscar refugio picando la nave i buscando la velocidad., el 'Ivan' trató de protegerse en las alturas, subiendo más... Ese fue un fatal error". 

La próxima ráfaga, ya mas cercana y certera, silencio uno de los motores del Pe-2. 

Sin el artillero, y con un motor fallando acercarse más al Pe-2 era cuestión de segundos. Pero el ruso entendió su situación y emprendió la huida hacia las profundidades, para volver a nivelar el avión a ras de la superficie del mar Báltico. “Lo que aquel piloto ruso demostró con tan solo un motor el derecho estaba en llamas, fue admirable” Buscando el escudarse en el reflejo que produce el sol sobre el mar trato de escapar en dirección oriente.

Thyben decidió finalizar la continua de unas ves. Nuevamente le exigió a su motor todo y en picada recupero la distancia que había ganado el ruso. Esta ves si se acero. Una corta ráfaga con todas las armas disponibles y el Pe-2 se desintegro regando sus pedazos sobre el mar. 

“Ya me había olvidado de Mayers en la cola, hasta que ciertos infalibles olores de escusado me hicieron recordar su presencia". Eran las siete y cincuenta y cuatro minutos de la mañana del 8 de mayo de 1945 y Thyben acababa de realizar el penúltimo derribo de la Guerra, el último del Ala JG-54 Corazón Verde, y sumado una victoria más a sus 157.

Fijó una vez más el rumbo a Occidente y tras recuperar altura, Hangebrauck se le arrimaba con una mueca de alegría en su rostro celebrando la victoria de su líder en medio del fracaso de la guerra y del camino a la capitulación.

Kurt Meyer

06-09-2007

Después de algunos meses aprisionado por los ingleses seguió hasta España, después a Argentina y finalmente a Colômbia, donde empezó a trabajar como piloto – primero militar, como instructor, después como piloto comercial.

En agosto de 1972 Gerhard Thyben recibió una correspondencia proveniente de Hamburgo. El remitente firmaba con las iniciales K.H. Steinecke, otro piloto de cazas con quien había logrado hacer una gran amistad durante el tiempo que estuvo preso en Kiel, y quien después de muchos años dio con Thyben en Santiago de Cali, Colombia.

Steinecke le informaba de un libro titulado Jagdflieger (aviación de caza) que por esos días circulaba en Alemania Oriental. Se trataba de una minuciosa traducción de la edición original escrita en ruso por dos oficiales soviéticos, el coronel S.G. Korsenkow y el mayor general A.W. Woroshejkin, quienes con algunas imprecisiones y pasando por alto algunos pormenores relataban los encuentros y misiones bélicas más destacadas de varios escuadrones aéreos del Ejército Rojo en su lucha contra los hombres de la Luftwaffe.

Thyben, alentado por la noticia de que en Jagdflieger se describían las vivencias de los pilotos en el último día de la guerra, se apresuró a leer el material, particularmente la parte de los derribos en el frente oriental. Según el relato de las páginas 149 a 152, el 8 de mayo de 1945 tan sólo el grupo norte del ejército alemán ofrecía resistencia, y los puertos de Libau y Windau aún estaban ocupados por los nazis, apoyados en alto grado por la población civil temerosa de la ocupación soviética que se aproximaba.

Gerhard encontró que Korsenkow y Woroshejkin habían detallado lo sucedido en la madrugada del 7 al 8 de mayo. Describían que un convoy conformado por 26 buques (cada uno cargado con 1.500 personas aproximadamente) había zarpado desde tempranas horas hacia Occidente repleto de niños, mujeres y ancianos lituanos, así como de soldados alemanes heridos, que huían de la avanzada de las tropas de Stalin. 

Cuando llegó al párrafo que contaba el encuentro de un Pe-2 ruso con un FockeWulf 190 alemán supo de inmediato que se trataba de él (Gerhard había constatado en los libros de registro que aquel 8 de mayo su derribo había sido el penúltimo, no podía entonces ser otro, porque el final sucedió en Praga y no sobre el Mar Báltico). 

Según leyó, ese día se impartió la orden a los mayores soviéticos Gratschew y Grigori Dawidenko, el primero un experimentado observador y éste un avezado piloto, para que encontraran la posición del mencionado convoy y tomaran las medidas tácticas necesarias para hundir los barcos, lo cual se planeaba hacer con el apoyo de la Flota Insignia de Bandera Roja, una unidad elite de aviones torpederos con bombas capaces de partir un acorazado en dos.

El relato concluía en que "los héroes de la Unión Soviética" habían fracasado en su misión de hundir los barcos y evitar la huida a Occidente, puesto que su avión fue atacado sorpresivamente por un caza alemán que volaba hacia la capitulación. Sólo hasta entonces, 27 años después de la rendición del autodenominado Tercer Imperio Alemán, Thyben supo que ese derribo, más que una victoria personal, había servido para salvarles la vida a APROXIMADAMENTE 40.000 civiles y varios soldados heridos que buscaban refugio en tierras bajo mando americano o británico.

Mientras leía, recordó varios episodios de refugiados embarcados que no tuvieron la misma suerte. Como los del Steuben, un barco alemán con cuatro mil pasajeros entre mujeres, niños y soldados heridos que fue hundido el 12 de febrero de 1945 por un submarino soviético, y los del Goya, en el que perecieron 6.666 personas que huían del cerco soviético el 16 de abril de ese mismo año.

Sin embargo, un episodio que aún lo sigue estremeciendo es el del Gustloff, hundido en las gélidas aguas del Báltico en la madrugada del 30 de enero de 1945 por los hombres de las tropas rusas, que a bordo de un submarino S-13 lo torpedearon mientras huía a Dinamarca con 10.582 refugiados a bordo. Sólo 1.239 personas lograron sobrevivir y la tragedia superó en seis veces más a la del Titanic. 

Su hazaña, sin duda, había logrado evitar una catástrofe de dimensiones aún más exageradas.

Gerhard, muerto em 2006, ha sostenido en cientos de charlas con pilotos y reporteros que su ataque al Pe-2 fue producto de la confusión política del momento, pero que no se arrepiente de haberlo hecho ni de haber pensado hacer lo mismo con el Douglas Boston antes de que éste huyera. "Ese era mi deber... Obedecer las órdenes de un sistema totalitario guiado por un líder de exagerada prepotencia que había llevado a su nación a ser protagonista y víctima de enormes tragedias humanas... Eran ellos (los aliados) o yo los que debían morir, ese era el juego".

Fw 190A-8 - Lt. Gerhard Thyben

Staffelkapitän 7./JG54

Libau-Grobin/Curlandia - Enero 1945

Fuentes: www.panzertruppen.org/

            www.luftwaffe39-45.historia.nom.br/

            members.aol.com/kaczmarek190/thyben.html

            Osprey: FW 190 Aces of Eastern Front

Marcelo

06-09-2007

Impecable tu post, muy bueno  <<37

Bruno

07-09-2007

Muy bien Kurt.  <<34

¡¡Que buen artículo!!

Kurt Meyer

07-09-2007

Muchas, muchas gracias <<34

Saludos

panzer

07-09-2007

Grande Kurt, grande <<29

Deleted member

07-09-2007

impresionante relato Kurt

saludos

Kurt Meyer

07-09-2007

Muchisimas gracias panzer y Rommel <<34

Stauffenberg

10-09-2007

Muy bueno Kurt, fascinante  <<34

Saludos

Zhukov

10-09-2007

Un relato excelente ,bien ilustrado y bien narrado.Mis felicitaciones Kurt. <<37 <<37 <<37 <<37 <<37 <<37 <<37 <<37

Kurt Meyer

10-09-2007

Muchisimas gracias compañeros <<34

Saludos

Natalya Meklin

10-09-2007

Muy bonito, ha sido un placer leerte, muchas gracias.

Kurt Meyer

10-09-2007

Gracias a ti Natalya.

Saludos

Doctor Oskar

11-09-2007

Que buen relato...gracias Kurt.

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