Una crónica de guerra.....

josmar

06-06-2010

El escritor italiano Francesco Lamendola, especialista en temas bélicos, publicó recientemente un hermoso artículo, en el que glosaba la figura de un compatriota, Arnaldo Fraccaroli, brillantísimo periodista, escritor, ensayista, autor de teatro…pero fijándose en su faceta de Corresponsal de Guerra, durante la Primera Guerra Mundial. Al comienzo de la contienda, Fraccaroli se  desplazó, como enviado de  “Corriere della Sera”, a Polonia, en cuyo frente se encontraban enfrentadas, las fuerzas austrohúngaras, contra las rusas del Zar. Sus crónicas se publicaban en una Sección, denominada “Una pagina al giorno…” (Una página al día…), y cuyos apuntes, dieron lugar a un libro sobre dicha campaña.

Francesco Lamendola, elige , ( previa una introducción para poner en situación al lector ), la que lleva el siguiente titular, (que considero no necesita traducción…)

Una pagina al giorno: La disfatta di un esercito, di Arnaldo Fraccaroli.

Desde el 26 de agosto al 11 de septiembre de 1914, sobre las tierras del frente oriental de la primera guerra mundial, se desarrolló  una de las más grandes batallas de la historia moderna:  la doble batalla denominada de Leopoli, en italiano; ó de Lemberg, en alemán; ó de L’ vov,en polaco, en la que lucharon austrohúngaros contra rusos, con un total de cerca de dos millones de combatientes y acabada, después de alternos hechos, con la victoria de los segundos y la retirada de los primeros hasta la línea del río Dunajec y a las laderas de los Carpazi.

Para conocer el cómo y el porqué, hay que poner en evidencia los errores de concepción y de ejecución que llevaron al General Conrad von Hötzendrof a la derrota;  derrota que ocurrió al mismo tiempo que aquella otra, menos clamorosa pero decididamente más humillante, padecida por los austrohúngaros en su  primera, y desdichada tentativa de invasión de Serbia, (cfr. Fco. Lamendola, "La primera campaña austro-serbia, el  12-24 de agosto de 1914").

Se trató de una de las mayores batallas de la primera guerra mundial,  pero que -extrañamente - casi es ignorada por las Historias generales de la guerra 1914-1918, que dedican el más amplio espacio a la del Marna y a aquellas de Tannenberg y de los Lagos Masuri,( ver, p. ej., la clásica "Los cañones de agosto" de Bárbara Tuchman). Las batallas de Leopoli, que culminaron con la quiebra del ambicioso plan estratégico de Conrad von Hötzendorf que pretendía cortar de raíz el "saliente polaco", y cercar al ejército ruso, demostraron la incapacidad de Austria para desarrollar un papel principal sobre el frente oriental.  A partir de aquel momento, Alemania tuvo  también que asumir un papel militar creciente entre el Mar Báltico y Rumania, volviéndose en el verdadero motor de arrastre de la máquina bélica de los Imperios Centrales. Y Rusia, que derrotó a los austríacos, pero no pudo explotar a fondo el éxito por sus deficiencias industriales, logísticas y organizativas, se encaminó hacia una guerra larga y extenuante, de la que el régimen zarista saldría destruido.

El historiador inglés David Stevenson, autor de uno de los mejores libros sobre la historia militar de la primera guerra mundial, "La gran guerra", traza el siguiente balance de las batallas de Leopoli en el 1914, título original:  "1914-118, the History of the First World War.", traducción italiana de Milán, Rizzoli, 2004, pp. 114-15):

"Conrad intentó sin éxito un contraataque al flanco ruso en la batalla de Rawa Ruska  (del 8 al 10 de septiembre), pero se vió obligado a ordenar una retirada general sobre la línea de los Carpazi al sur y sobre el río Dunajec al este de Cracovia, dónde al final de septiembre el frente se estabilizó. En este punto el ejercito septentrional de Conrad también había sido derrotado, pero  eran los rusos, una vez rechazados los invasores, los que tenían que combatir por carreteras inundadas, ferrocarriles inadecuados y con entrevía diferente con respecto del  suyo  y un enemigo del que era imposible entender de leer y escuchar sus mensajes  además de estar obstaculizados por la gran plaza fuerte de Przemysl, con una guarnición de 100.000 hombres y protegida por 50 kilómetros de trincheras. Podría parecer que, se hubiera llegado a un punto muerto, pero lo cierto, era que los rusos había golpeado más duramente a los austríacos que lo que los alemanes  hubieran golpeado a los rusos o a los franceses. De hecho, el ataque de Danilov sobre el  flanco oriental de Conrad fué la única ofensiva del agosto de 1914 que alcanzó sustancialmente los objetivos previstos:  los austríacos perdieron el Bucovina y gran parte de la Galitzia oriental,( una zona rica en tierras de cultivo, así como en petróleo), las fortalezas de Lemberg y Jaroslav y un trampolín de lanzamiento hacia el flanco meridional de la Polonia rusa;  tuvieron cerca de 100.000 muertos,222.000 heridos y 100.000 prisioneros, además de la pérdida de 216 cañones,1.000 locomotoras y las irreemplazables pérdidas entre las filas de los oficiales y los suboficiales.

Ahora es difícil imaginarse estas batallas, (mucho menos documentadas que las desarrolladas en Francia), en las que las tropas imperiales avanzaron en medio de un calor sofocante, por llanos monótonos, contando con un reconocimiento de la caballería poco eficaz sobre ambos flancos y acabando encontrándose con  fuerzas rusas superiores, cuya artillería impuso un precio terrible. Sus pérdidas fueron debidas en parte a los terribles ataques frontales que con ánimo suicida realizados por la misma infantería, según lo previsto por las doctrinas tácticas precedentes al 1914.  También los rusos padecieron cerca de250.000 pérdidas, incluidos 40.000 prisioneros, pero para un ejército más numeroso, se trató, en porcentaje, de cantidades inferiores. El gran número de prisioneros sobre ambos  frentes reflejó en parte las características de las operaciones de movimiento, pero también reveló la existencia de una moral vacilante, sobre todo en el ejército austrohungaro, cuyas unidades checas, serbias e italianas ya se demostraron incumplidoras, y que la desaparición de muchos Oficiales entre sus efectivos mejores  habrían agravado el problema. Austria-Hungría se encontró en la imposibilidad de combatir a los rusos sin la ayuda alemana y así fué para el resto de la guerra. Bien pronto Conrad se arrepintió de haber atacado por su cuenta , e hizo muchas peticiones para conseguir ayuda, también acusó a Alemania de la derrota y tuvo en consideración una paz separada, pero si los alemanes tenían que sustentar al aliado sobre el frente oriental, más difícilmente habrían logrado reunir fuerzas aplastantes al oeste."

Las batallas de Leopoli tuvieron un testigo de excepción en el periodista italiano Arnaldo Fraccaroli, que, en calidad de enviado especial del milanés "Corriere della Sera”, atravesó Austria y Hungría  en cuanto la guerra comenzó, fue huésped  próximo al Cuartel general de Conrad y el archiduque Federico, el comandante nominal del ejército austríaco, en Przemysl;  y, por fin, asistió directamente a algunas fases de la grandiosa batalla, participando luego - con algunos periodistas de otras naciones - en la retirada hacia el Dunajec. Periodista de clase y escritor de expresión fácil y segura, de palabra clara, capaz de esbozar personajes, lugares y situaciones con extrema evidencia e inmediatez, Fraccaroli nos ha dejado un testimonio precioso y único en su género, aprovechando la temporal  neutralidad de Italia, lo que  hizo posible –al  único entre los periodistas italianos - visitar el frente austríaco; ( otro italiano estuvo presente, justo en aquellos mismos días, sobre los campos de batalla de Leopoli,  , pero en el bando contrario:  Concetto Pettinato, que llegó a la retaguardia de la batalla de Krasnik viajando a Rusia, vía Varsovia y Lublino).

De aquella experiencia de Fraccaroli surgió un libro, escrito sobre el terreno y  publicado antes del fin del año, notable no sólo por el frescor y la viveza del estilo, sino también por la agudeza y la imparcialidad de los juicios sobre hombres y cosas.

Reproducimos algunas páginas del libro de Arnaldo Fraccaroli "La lucha de Leopoli y la guerra  austro-rusa en Galitzia» Milano, Hermanos Treves Editores, 1914, pp. 180-195):

“He asistido al epílogo de una batalla formidable:  aquélla en la que, durante diecisiete días,austríacos y rusos han combatido desesperadamente  en Polonia y en Galitzia, desde el Vistula al Dniester, sobre una línea de cuatrocientos kilómetros, con casi dos millones de combatientes.

Naturalmente, he asistido a episodios singulares y limitados. En una gran batalla moderna no es posible ver  más. Demasiado extenso es el campo, demasiado compleja la acción. Las líneas generales se recogen luego. En el momento, se vive la vida borrascosa de la batalla, y también el breve horizonte parece ilimitado:  os truena por dentro  la muerte, os son señalados los confines de la vida. Y lo que se ve y se siente, lo que  se desarrolla alrededor de nosotros en esta gran hora, se imprime en el espíritu con una nitidez portentosa. Parece que, llevada por el peligro a su más alto grado de percepción, nuestra sensibilidad adquiere una sobrehumana potencia. Basta ya una llamada de la mente, y he aquí que, más tarde, la visión se presenta como se implantó en el momento vertiginoso, en una transparencia admirable.

Ya se habían desarrollado las pequeñas acciones de Kamionka Strumilowa y Turinka, el choque de Krasnik. De una parte, hacia Noroeste, el grupo austríaco del general Dankl golpeando y persiguiendo a los rusos se acercó a Lublino en la Polonia meridional, a setenta y cinco kilómetros en línea recta del confín galitziano. De la otra, al Norte de Leopoli, el general Auffenberg pasando victorioso la frontera  rusa en Tomaszow  dirigiéndose con sus tropas austrohungaras hasta Krasnostaw a ciento cuarenta kilómetros de la capital de Galitzia, venciendo y rechazando continuamente en pequeños combates a los rusos, los que se apartaban combatiendo y remontando Polonia. Estas acciones, especialmente las del general Auffenberg, fueron saludadas como grandes victorias  del ejército austríaco:  ellas confirmaron aquella engañosa confianza en la absoluta superioridad de las armas de Francisco José sobre las del Zar. Y el viejo  Emperador, encerrado en su estudio de Viena, encorvado sobre los mapas para escudriñar los movimientos de los ejércitos, se apresuró a mandarle al general Auffenberg una de las mayores condecoraciones de los Absburgo. Una vez más la prisa se demostró  mala consejera. Si el viejo Emperador hubiera esperado, la gran condecoración probablemente hubiera quedado en su cajón.

El general Auffenberg era sin duda un valeroso soldado pero tras sus victorias, la persecución tras un enemigo astuto y engañoso, en país extranjero, a setenta kilómetros del confín, a ciento cincuenta kilómetros de la capital de la Galitzia donde el grueso de  las fuerzas del Zar amenazaba con cercar, ha estado el principio del fracaso. En aquel entonces no necesitó mirar lejos:  el peligro estaba próximo. Los rusos para vencer con absoluta seguridad en el corazón de Galitzia necesitaban dividir las fuerzas austríacas, de fraccionarlas. Permitieron el logro de fáciles victorias en la Polonia meridional, sin demasiado derroche de armas, a los grupos Dankl y Auffenberg. Y los grupos Dankl y Auffenberg se dejaron seducir. Cuando ellos fueron atraídos lejos, los rusos del centro se arrojaron con ímpetu contra el centro austríaco debilitado que ha bia quedado para hacer la barrera delante de Leopoli, lo golpearon, lo rechazaron, ocuparon la ciudad, aún más lo hicieron retroceder cuarenta kilómetros al interior: a ciento cuarenta kilómetros de la frontera de oriente.

Entonces el Mando austríaco se dio cuenta del gran error de aquella azarosa incursión y volvió a llamar a Auffenberg y Dankl en ayuda, los volvió a llamar en aquel corazón de Galitzia del que no habría tenido que distraer ninguna fuerza para aventuras ofensivas. Pero ya era tarde . Los rusos, que prepararon su primer juego terrible, previeron este segúndo juego de Austria. Se lanzaron enseguida contra el grupo austríaco central alrededor de Leopoli sobre el cuarto de círculo Jaworow-Grodek-Mikolajow y lo tuvieron en combate, otros proyectaron grandes contingentes contra el ejercito de Auffenberg que descendió a marchas forzadas y que después de cuatro días alcanzaba Rawa Ruska , le atacaron el 9 de septiembre y le batieron. En el mismo tiempo una nueva armada rusa bajó de Lublino persiguiendo por el oeste a las tropas del general Dankl para impedir que se unieran a las tropas de Auffenberg y  colocar un importante número de tropas a la espalda de Auffenberg, para cortarle la via de la retirada. Atacados sobre el frente, a los flancos, y a las espaldas, los austríacos tuvieron que emplear todas sus energías para huir de la terrible tenaza, para disminuir el desastre. Así en la noche del 11 de septiembre, después de una serie de combates espantosos, empezó la retirada general. Los austríacos batidos y acosados abandonaron otros cien kilómetros de Galitzia al enemigo, retirándose sobre la línea fortificada de Przemysl.

Los laureles de las rápidas victorias de Polonia se secaron muy pronto.

Se hacen muchas preguntas y muchas discusiones en estos tiempos sobre el modo de combatir de los varios ejércitos.

  • ¿Cómo se baten los rusos?

  • ¿Cómo se baten los austríacos?

Los soldados rusos se baten muy bien. Los soldados austríacos se baten muy bien. Empiezo a creer que todos los soldados de todo el mundo se baten muy bien. Hay lugares donde los nacidos se baten muy bien como combatientes, - y que combaten como generales. El ejército austríaco se ha preparado admirablemente bien para esta guerra. . Los estrategas de café se asustarían con una declaración parecida a esta: “ Si los austríacos son vencidos, quiere decir que están mal organizados  y que no saben combatir”. No es verdad. Ellos se han  preparado bien, pero con excesiva confianza. Tenían la certeza de vencer:  de vencer fácilmente. Todas las vías para la victoria estuvieron listas:  las de la retirada un poco menos. Y ahora están percatándose que éste fué un error. Y se desahogan con cierta sorda irritación contra la diplomacia, que no ha visto nada, que no ha sabido nada. Qué hizo la diplomacia en Pietroburgo - ¿perdón, se llama todavía  Pietroburgo.?- ¿que hizo, si no lograron tampoco advertir que Rusia tenía esta formidable potencia militar rehecha y una fácil movilización e inmensas reservas de munición? Sólo quién ha estado sobre la línea del fuego en Galitzia puede tener una idea del inagotable recurso de proyectiles que tienen que tener a los rusos. Sus artillerías - excelentes y magníficamente dirigidas y servídas - no conocen tregua. En los duelos con la artillería austríaca ellas contestan con tiros de batería a los tiros aislados. ¿Un proyectil austríaco? ¡Cuatro, seis proyectiles rusos! He sentido de ello por mi mismo, al llegar y estallar a menudo alrededor de mí, aquí y allá. Fueron granadas y "shrapnels" lanzados como señal, para buscar al enemigo. Los rusos no tiran solamente sobre las masas:  también tiran sobre la eventualidad. Y éste es un juego que puede dar a veces resultados inesperados y preciosos, pero es un lujo:  no se lo puede permitir un ejército que no sea rico.

Infantería austrohúngara.

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josmar

06-06-2010

                                                                                                                                    ....//....

A la batalla de Grodek alrededor de Leopoli, entre Bartatom y Kiermea, (en aquella meseta reseca y quemada  salpicada por raros oasis de árboles delgados, dónde un continuo ondular de dunas da al terreno el aspecto rabioso de un mar amarillento sobre el que las olas llegan con esfuerzo a alcanzar la cumbre)  un batallón de infantería austríaco se prepara para el asalto. Mientras, delante, más allá de las dunas, una batería rusa entra en acción, siendo contestada por una batería austríaca. La infantería quiso atacarla. La masa de uniformes azules se encaramó cauta de ello, por  la escarpadura de una duna, cubriendo  el margen, y se tendió en tierra para disparar, luego se lanzó hacia adelante con ímpetu. Pero muchos rodaron atrás, fulminados en aquel movimiento:  algunos solamente heridos. Aquellos muertos, aquellos heridos, quedaron allí. La batalla continuó. ¿Quién siente en los campos de la matanza el grito de la desesperación, del dolor? ¿Quién recoge el último saludo, la última palabra afanosa? No siempre los soldados de la Cruz Roja pueden acudir, no acuden siempre. Y la sangre brota de las heridas, y nuevas ráfagas de muerte pasan sobre los moribundos. Se cuentan muchos episodios de dulzura que hacen llorar, más allá de que de dolor, también de ternura. Son raros. En la guerra, generalmente, no se llora más que de sufrimiento. Un herido que desesperadamente invoca socorro y muere sin conseguirlo es una cosa atroz. Cientos de heridos que gritan conmueven infinitamente  más, pero la piedad se acoraza detrás de la imposibilidad. ¿Cómo ayudarlos a todos?... Y la humanidad pasa:  aquella especial humanidad que se deforma sobre el campo de batalla. Muchas veces, cuando los socorros llegan, el desdichado ya no tiene de ellos necesidad:  la muerte, más piadosa y más lista, lo ha salvado del largo dolor.

Los soldados austríacos tienen en la mochila un pequeño sobre para los primeros socorros, con los vendajes sumarios. Y muchos llegan con aquel hasta las lejanas ciudades dónde son asignados, la primera, para que un médico los examine y los cure. ¡Demasiados millares de heridos dejan sobre el terreno estas batallas! ¡Y demasiados millares de muertos! Cuando se puede, los muertos son enterrados en el hueco de las trincheras:  , tal como están, con los vestidos, con todo. Se busca solamente un ligero estuche de latón, una especie de libreta, que cada soldado tiene en un especial bolsillo de los pantalones y en el que está guardada una hoja con el nombre , el país y el regimiento del muerto. Para el anuncio a los parientes. Y el pensamiento del suplicio de los lejanos que esperan, y que ya esperarán para siempre, el pensamiento para los que este muerto anónimo, confundido con los demás, es todo un mundo, toda una fe, y será todo un dolor. Ahora este pensamiento es una de las más trágicas sensaciones de la guerra. Un instante. Luego la tormenta retorna, y revuelve todos los valores de la vida.

Aquel batallón de infantería escalando las dunas ha logrado, con el socorro de las ametralladoras, alcanzar la batería rusa, y tomar dos piezas. Ha llegado diezmado., pero en aquel pequeño episodio ha vencido. Y se ha batido rabiosamente. ¿Por quién? ¿Por la patria? Austria probablemente es el único país dónde no se puede hablar de una patria. Es una mezcla de patrias y razas y de religiones:  austríacos, magiares, czechi, polaco, italianos, serbios, slovenios, musulmánes, rutenios... Los únicos que tenían un raro sentimiento de patria son los magiares. Los demás van a la guerra porque hay  guerra y son soldados.  Muchos no saben tampoco porque hay guerra . Falta aquel fuego del entusiasmo, aquella exaltación de la patria que solo enciende una llama de poesía sobre la brutalidad bestial de la lucha. ¿Qué vínculo puede unir a esta gente que no se quiere, que no puede hablarse tampoco, por qué no se comprende en la confusión babélica de los diez lenguajes, que se odia a menudo por viejos rencores de raza?

Austria no es una nación:  es una sociedad anónima, y no siempre cooperativa. Sin embargo estos soldados se baten bien  el uno al lado del otro. ¿Por disciplina? Quizás. Pero sobre todo por una razón:  qué llevados a la guerra, delante de un ejército que dispara y quiere matar, también ellos disparan y quieren matar, por reacción, por aquel ardor que surge instintivo en la lucha. Y lo difícil consiste en el llevar estos pueblos diferentes a una sola guerra. Austria lo logra. Luego, en la comunidad del peligro, nace una especie de hermandad rudimentaria. Pero se hacen las graduaciones nacionales del valor y las iniciativas:  los magiares exaltan su espíritu nacional, los slovenios, los bohemios, los moravi, los polacos hablan de su valor, y juzgan el de los otros.

En Galitzia, como ya en Serbia, la caballería ha trabajado muchísimo. Los amantes de la bonita arma exultan:  la importancia de la caballería resurge. La brillante caballería húngara ha hecho prodigios, pero ha sido segada. Regimientos enteros han desaparecido. Y la caballería rusa es maravillosa, Y los cosacos…  ¡ Los cosacos tienen miedo! - he oído decir a muchos heridos. - Apenas llegan cercanos a nosotros, escapan atrás. Es un modo expeditivo y original para juzgar a estos soldados raros y famosos. La verdad es que los cosacos se lanzan contra las filas hostiles:  a cierta distancia brincan a tierra, se hacen trinchera del caballo, disparan, remontan y desaparecen. Esto, cuando no quieran desfondar una línea. Porque de quererlo, el panorama cambia. Entonces se lanzan a fondo, y son espantosas. Una carga de ellos , es el torbellino que pasa:  una ráfaga hirsuta de lanzas, un flagelo…

¿Cae alguien? No importa. ¡Adelante! ¿Caen diezmados decenas de jinetes? No importa. ¡Adelante los otros! Vienen adelante dispuestos en triángulo apuntando con el vértice:  una masa verdosa lejana, que se agranda velozmente. Los hombres van  inclinados sobre los caballos, conectados a los caballos. Hombres y caballos sólo tienen un ritmo, son llevados por el mismo soplo, desesperadamente y alegremente lanzados en una sola voluntad. Alegremente, sí, porque en su carrera hay algo que parece un juego, un juego terrible que tiene una apuesta suprema:  la vida.

Los caballos son pequeños, espabilados, de una curiosa teñida avellana, están herrados solamente en las patas anteriores. Sus pasos veloces y estrechos golpean la tierra como el latido seco del granizo. Los cosacos tienen la lanza larga asegurada al pie derecho:  apuntan y golpean con aquélla. Cuándo están cercanos al enemigo se abren en abanico y se hunden doblados sobre la espalda del caballo y pasan como el rayo. Un choque horrible. Voces, gritos, relinchos... Y poco después, el terreno cubierto de caídos. Pero a veces, delante de la amenaza irresistible, las tropas se apartan o se amparan. Al momento justo, la carga de los cosacos es irresistible.  A menudo los austríacos han capturado alguno de estos potros cosacos. Pero ya no sirven para nada. Instrumentos admirables en las manos de sus caballeros, ya no dan un paso si no oyen la voz conocida que les mandan. El cosaco ha forjado estas sus cabalgaduras a una fidelidad inverosímil.

Tropas Cosacas.

La tarde del 11 de septiembre la batalla en las proximidades de Leopoli se languideció en un ocaso pálido. Columnas de humo se encabritaron al horizonte: los incendios provocados por las artillerías. En el aire gris pareció sentirse palpitar la muerte. En aquel entorno, los austríacos recibieron con alivio, el ligero viento y se prepararon para instalarse sobre las posiciones para pasar la noche. Al día siguiente, al alba, todo retornaría. Como siempre las primeras nieblas del día serían rasgadas por los cañones. Los soldados abatidos, se envolvieron en los amplios gabanes, se tumbaron en las trincheras, con el fusil cerca. Mientras, los centinelas vigilaban.

Pero el día siguiente no se recomenzó. En todo el resto de la línea, el ejército austríaco, había sido derrotado, roto. El grupo Dankl se alejaba presuroso, no pudiendo unirse al grupo Auffenberg.  Auffenber rechazado en Rawa Ruska, se replegaba de prisa para huir de la otra amenaza  rusa que lo atenazaba por el lado izquierdo y al reverso. Sobre Leopoli los rusos sobrepasaron a los austríacos. Hacía falta apartarse, enseguida, de cada posición.

A una zona del ejército, la orden llegó en la noche. Ni lumbres ni ruidos, para que la retirada se pudiera desarrollar sin molestias. Así en la sombra de la noche estrellada y oscura,el ejército derrotado levantó del suelo sus tiendas y su esperanza de victoria, y las columnas se dirigieron hacia el interior, hacia Sadowa Wisznia, hacia la línea de Przemiysl. Artillería, parques de abastecimientos, carromatos:  largas columnas negras en la sombra, sin un grito. Sólo el ruido sordo de las ruedas sobre la tierra blanda de los campos.

A la mañana sobre aquella zona los rusos buscaron inútilmente al adversario."

Infantería rusa.

Como hemos dicho, Arnaldo Fraccaroli, en sus libros sobre las batallas de Leopoli en el 1914, es tenido como observador que se demuestra  imparcial, aunque sus sentimientos fueran de escasa simpatía respecto a Austria.

Con objetividad, sin embargo, él refiere cualidades y defectos de ambos  mandos y no titubea en rendir homenaje al valor del soldado austríaco, mal mandado, mal sustentado por la  artillería propia, mandado en circunstancias arriesgadas, contra un enemigo superior en número y en medios.

Refiere, además, de la cortesía y de la corrección en la actitud de las autoridades austríacas y los colegas periodistas de aquel País hacia de él, único representante de Italia que, en cuanto miembro de la Tríple Alianza, nadie pudo imaginarse sería dirigida contra sus viejos aliados.

También se necesita tener presente que Fraccaroli, aunque se distinguió, entonces y sucesivamente, como enviado de guerra, en aquella época no era un experto de temas militares; y, sin embargo, sus observaciones sobre la materia son fundamentalmente exactas, señal que supo utilizar de manera excelente las escasas y reticentes noticias filtradas por el gabinete de prensa austríaco, además de tener en cuenta los elementos que él mismo recogía  en calidad de testigo presencial de la batalla.

Arnaldo Fraccaroli nació en Villa Bartolomea el 26 abril del 1882 y el 16 de junio murió en Milán en 1956.

Se distinguió como enviado especial del "Corriere della Sera"  de Luigi Albertini, no sólo sobre el frente austro-ruso, sino también sobre el balcánico, del que envió abundante correspondencia igualmente hermosa y brillante.

Cuando Italia declaró guerra a Austria Hungría, y, en el 1916, también a Alemania, colaboró al famoso periódico de trinchera “La tradotta" , fundado por Renato Simoni e ilustrado por el pintor Antonio Rubíno, teniendo el objetivo de mantener alto el ánimo de los soldados en el frente.

Continuó mientras tanto  escribiendo sus memorables trabajos en el "Corriere della Sera"  , interesando y entusiasmando a millares de lectores;  entre sus artículos más famosos, se recuerda aquél dedicado, en el octubre del 1918, a la reconquista de Sacile, sobre el río Livenza, por parte del ejército italiano, en el curso de la batalla de Vittorio Véneto.

Los protagonistas.-

Ejercito Austro Hungaro.

 General Franz Graf Conrad von Hötzendorf.

Conrad fue uno de los principales defensores de la guerra con Serbia en respuesta al asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria.

Conrad propone a menudo poco realista planes grandiosos, sin tener en cuenta las realidades del terreno y el clima. Los planes que elaboró, con frecuencia subestimaban el poder del enemigo. Por ejemplo, las tropas serbias demostraron ser mucho más eficaces de lo que se esperaba. Además, en su primera ofensiva contra Rusia, fueron destacables los escasos resultados obtenidos, en comparación con el enorme costo humano. Sus errores motivaron que este desastroso primer año de la guerra, paralizase las capacidades militares de Austria-Hungría. La derrota más desastrosa fue en 1916, en la ofensiva del General Brusilov,  por Rusia. Las  fuerzas austro-hungaras bajo el mando de Conrad, perdieron cerca de 1’5 millones de hombres, y nunca más fueron capaces de montar una ofensiva, sin la ayuda alemana. La mayoría de las victorias de Austria sólo eran posibles en relación con el ejército aleman, en la que el ejército austro-húngaro se convirtió cada vez más dependientes.

General Victor von Dankl

Al comienzo de la guerra en el verano de 1914, Dankl fue puesto al mando del Primer Ejercito Austrohungaro. En agosto, el Primer Ejército, junto con el Cuarto Ejército, que componen el flanco noroeste de las tropas del  Imperio Austro-Húngaro y cuyo Jefe de Estado Mayor, es Franz Conrad von Graf Höftendorf , combate con las fuerzas rusas en la Polonia rusa y la región de Galitzia. El 22 de agosto, después de cruzar el rio San , el ejército de Dankl llevaría a cabo un ataque contra el Cuarto Ejército de Rusia frente a la ciudad de Krasnik. La subsiguiente batalla de Krasnik, finalizó tres días después con Dankl victorioso y el Cuarto Ejército de Rusia en retirada hacia la ciudad de Lublin en territorio ruso. Dankl persigue al enemigo, pero se vé forzado a retroceder, ya que en otras partes del frente, se ha producido una batalla, la de Galitzia, en la que triunfaron los rusos. Por su victoria en Krasnik, la primera de Austria-Hungría en la guerra, Dankl sería más tarde condecorado con la Cruz de la Orden de Maria Teresa.

General Moritz von Auffenberg

Durante 1911 - 1912 desempeñó el cargo de Ministro de Guerra del Imperio. En esta posición, trató de modernizar el ejército, obteniendo muchos enemigos políticos en el proceso. Entre los pocos éxitos que obtuvo, fue el más importante, el aumento del presupuesto militar.

Auffenberg comandaba el IV ejercito al iniciarse la I G. M. y recibió la misión de efectuar una dificil maniobra de envolvimiento de los rusos, que fue brillantemente efectuada, en la batalla de Komarov.

Posteriormente, fué destituido de la jefatura del IV ejercito el 30 de septiembre de 1914 a causa de la derrota sufrida durante la " batalla de los 6 dias " en Rawa Russka y fue reemplazado por el archiduque José Fernando.

El 22 de Abril de 1915, el Emperador Carlos I, le otorgó el titulo nobiliario “von Komarov”

Ejercito Ruso.

 General Yuri Danilov.

Yuri Danilov (1866-1937) fue el principal arquitecto del plan de Rusia para la guerra, el Plan 19.

Como autor principal del Plan 19, Danilov tiende a centrar la fuerza militar de Rusia en la preparación para un ataque a Alemania a través de Prusia Oriental, con Berlín como su objetivo final.

Por desgracia para Danilov, el disenso entre los altos mandos militares (Stavka) dio como resultado un diluido plan de guerra. Mientras Danilov vio a Alemania como principal amenaza a Rusia (correctamente, según se vió después) otros miembros  consideraban a Austria-Hungría como la clave oponente más probable.

El resultado planteado por Rusia, fue de cuatro ejércitos (de 19 cuerpos) escindidos Dos de ellos fueron a atacar a Alemania a través de Prusia Oriental, mientras que dos fueron a permanecer en preparación para defenderse contra una iniciativa austro-húngaro.

Una vez que se declaró la guerra en agosto de 1914 Danilov fue nombrado Intendente General (Jefe de Operaciones) en la Stavka, tercero en el mando, siendo Comandante en Jefe Gran Duque Nicolas Nikolaievich, y segundo y Jefe Adjunto del Estado Mayor Nikolai Yanushkevich.  Danilov fue responsable de la coordinación de operaciones en el Frente Oriental.

A pesar de su capacidad real y energía abundante, Danilov se vió obstaculizado fatalmente por los crónicamente pobres sistemas de comunicaciones del ejército ruso. En esencia, una vez que el ejército había sido movilizado, el control Stavka efectivo de las operaciones desaparecía. Eran los comandantes de campo locales los que determinaban la estrategia (a menudo de manera desastrosa , como en Tannenberg en agosto de 1914).

 General Aleksei Brusilov.

En julio de 1914, con el ejército ruso en expansión, y en plena movilización , Brusilov fue ascendido a comandante del 8 º Ejército, parte del Frente Sur-Oeste, que operan en Galitzia. El 8 º Ejército aplastó a las fuerzas austro-húngaro situadas frente a ellos, y avanzó rápidamente  casi 150 kilómetros (94 millas). Pero las derrotas de las armas rusas en otros puntos del largo frente, incluida la gran derrota en Tannenberg, obligó al 8º Ejercito a retirarse, en el entorno del gran retirada rusa.

Por sus victorias, Brusilov fue galardonado con la Orden de San Jorge.

Fuentes.-

http://www.ariannaeditrice.it/ricerca.php?search2=4&search3=%ABLe%20battaglie%20di%20Leopoli%2C%2026%20agosto-11%20settembre%201914%BB

http://wapedia.mobi/en/Franz_Graf_Conrad_von_H%C3%B6tzendorf

http://en.wikipedia.org/wiki/Count_Franz_Conrad_von_H%C3%B6tzendorf

http://www.austro-hungarian-army.co.uk/biog/dankl.htm

http://en.wikipedia.org/wiki/Moritz_von_Auffenberg

http://www.austro-hungarian-army.co.uk/auslangen.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Yuri_Danilov

http://en.wikipedia.org/wiki/Aleksei_Brusilov

http://new.taringa.net/posts/imagenes/1496993/Imagenes-de-la-Primera-Guerra-Mundial.html

Topp

20-08-2010

Que desconocido es el conflicto directo entre el Imperio austro-húngaro e Italia. Puedes preguntarme lo que quieras en referencia a Alemania, pero puedo hacer el ridículo más espantoso si me pides opinión sobre aquellos.

No tenía ni idea de lo que has narrado

Gracias Josmar, he dado un barrido por la Wiki y páginas similares para ampliar datos y hoy puedo acostarme sabiendo algo más

Saludos.

Lothar1971

21-08-2010

Fantastico trabajo josmar, con estos articulos, los barcos de Heinz y Topp en los concursos y los libros que me hace leer mi tocayo con olor a salitre poco a poco me vais metiendo el gusanillo de la PGM tambien en el cuerpo......y muy agradecido quedo.

Coincido con Topp en lo de acostarme (cuando llegue a casa) sabiendo algo mas....

josmar

21-08-2010

Gracias a ambos por vuestras palabras. Ellas dan ánimo para nuevas incursiones...

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