Kleinkampfmittel-Verband : La Unidad K

Deleted member

15-01-2008

Algunos conocen este trabajo que he publicado ya, pero creo no está de más en publicarlo acá para los colegas que no lo conozcan.

La Unidad K (primera parte) :

Objetivo de esta presentación :

El objetivo es tratar de desmitificar el hecho de que mucha gente considera a la Unidad K casi como una organización suicida. Y que se debe considerar que no poseían ningún tipo de fanatismo para esta clase de combate. Que nunca se mandó a sus hombres a una misión en la cual no tuvieran una oportunidad razonable de sobrevivir, y que si en el transcurso de alguna misión alguno de sus integrantes era descubierto por el enemigo y tenían  la retirada bloqueada, sus órdenes de rendirse y no buscar la muerte al estilo del “héroe muerto”, estilo que tanto pregonó la propaganda. Hacer entender que estos hombres sólo eran soldados altamente entrenados, como los mejores de cualquier fuerza armada.

A.- Antecedentes de su Formación :

Un día del mes de Junio de 1942, un joven oficial llamado Alfred Von Wurzian, entregaba un proyecto al gran almirantazgo alemán en Berlín, sobre como nadadores individuales se podían introducir en algunos puertos enemigos, y causar daños de gravedad a buques de guerra debidamente custodiados.

Los oficiales de Marina reunidos, argumentando que la guerra en el mar se llevaba acabo basándose sobre principios tradicionales, mucho más que la guerra por tierra o por aire, le hicieron saber que en la Marina no había cabida para sus ideas, por muy nuevas u originales que parecieran.

Sin embargo, esta idea no era del todo original, en el bando alemán. Antes que él, muchos otros habían sugerido métodos de nuevos de combate (lanchas explosivas guiadas por radio, torpedos guiados por un solo hombre, submarinos enanos, etc.). Todo había sido reportado al Abwehr (Servicio Secreto) y de una forma u otra, cimentado las bases para la construcción de nuevas armas. Las de Von Wurzian era una de ellas : emplear hombres rana en la lucha contra buques.

Trece meses después, la Marina tuvo que cambiar de opinión. En la madrugada del 22 de Septiembre de 1943, cuatro marinos británicos fueron capturados en sus submarinos enanos al querer atacar al acorazado “Tirpitz” anclado en el Alto Fjord, en Noruega Septentrional. Los alemanes no pudieron menos que admirar la increíble audacia de estos hombres, pero sentían una gran satisfacción y un gran alivio al haber frustrado la empresa.

Esta satisfacción era prematura, pues al ser hecho prisioneros, los marinos británicos ya habían colocado las bombas bajo el casco del acorazado. Cuando éstas explotaron, el “Tirpitz” quedó en tal estado, que fue necesario transportar a Noruega la maquinaria y personal de un astillero alemán y este buque no pudo ser puesto a flote hasta varios meses después.

Submarino británico tipo X, como los utilizados en el ataque al “Tirpitz”.

Esta hazaña provocó una verdadera revolución en el alto mando naval alemán, quizá porque lo habían sentido en carne propia, ya que antes, en el mes de Diciembre de 1941, sus aliados italianos, habían dañado seriamente los barcos ingleses “Queen Elizabeth”  y “Valiant”, anclados en la rada de Alejandría y ahora, los británicos habían logrado el mismo resultado  a costa del poderoso “Tirpitz”. La Marina alemana estaba ansiosa de seguir este intrépido ejemplo, y en su alto mando ya se discutía seriamente la posibilidad del uso de esta forma de combate. Además, en vista de ciertas dificultades encontradas en campaña por los submarinos, el almirante Doenitz favorecía el desarrollo de cualquier  tipo de arma que pudiera causar daño al enemigo. Quería algo similar al “Comando de Operaciones Combinadas” que tenían los ingleses, con armas nuevas y personal especializado. Así, el ataque contra el “Tirpitz” precipitó la formación de la Unidad K, un cuerpo de la Marina alemana que operaría con pequeñas armas de combate.

B.- Formación y Entrenamiento de los Comandos Navales :

Este cuerpo forma una de las múltiples divisiones de la marina moderna y está integrado por pequeñas armas especiales. Países como Italia, Japón y Gran Bretaña adoptaron estas armas poco antes o al principio de la Segunda Guerra Mundial. Alemania en cambio, entró en este cuerpo de operaciones bastante tarde.

Se formó el primer comando de la Marina alemana a principios de enero de 1944; treinta hombres especialmente seleccionados, que por ordenes de Doenitz, ninguno debía ser del arma de submarinos, fueron reunidos en Heiligenhafen, a orillas del Báltico, en unas barracas militares de muy pobre aspecto. En este lugar los instructores les informaron de manera superficial, lo que se esperaba de ellos. Serían puestos en combate, formando pequeños grupos de comandos, o combatientes individuales, equipados con un nuevo género de armamento. Se les había  escogido por las cualidades que mostraban sus respectivas hojas de servicio. Pero ante todo, debían ofrecerse voluntariamente para este servicio y se les concedían dos días de plazo para reflexionar y decidirse. Al cabo de ese tiempo, los que decidieran volver a sus antiguos puestos podrían hacerlo sin temor a ser perjudicados en su carrera.

A este nuevo cuerpo se le llamó Kleinkampfmittel-Verband (Fuerza de Combate con Armas Pequeñas); usualmente fue llamada la Unidad K, y su creador fue el vicealmirante Hellmuth Heye.

Vicealmirante Hellmuth Heye.

Insignia de la unidad. Comúnmente se asocia a los Submarinos Enanos, pero era la insignia de la Unidad K, y ya se verá que era que era bastante más que sólo los submarinos de bolsillo o enanos.

A Heye se le asignó al comandante Frahuenheim como asistente, y él mismo seleccionó  al capitán de corbeta Obladen y al capitán de corbeta Bartels, a quien el consideraba muy competentes en este terreno.

Como en esta época de la guerra, en que Alemania ya estaba en posiciones de defensiva, la rapidez era el factor esencial, por lo que no se podía malgastar el tiempo en largas pruebas. Heye pidió plenos poderes para no estar sujeto a los procesos lentos de la burocracia, colocándose en contacto con todos los departamentos de la Marina y, en especial con la industria.

La idea de estas pequeñas y nuevas armas de combate, despertó en los industriales la sed inventiva, innata en el cerebro humano. Tanto los ingenieros como los trabajadores en general, tomaron gran interés.

No había en Alemania este género de armas. Se sabía, muy superficialmente, que los italianos y los ingleses poseían diferentes clases de armamento similar; pero no se supo nada acerca de las operaciones japonesas efectuadas con submarinos enanos. Por otra parte se sabía que las operaciones alemanas contra las estaciones meteorológicas enemigas, fracasaban, al igual que los británicos, por falta de armas y personal apropiado.

La intención era imaginar y construir  submarinos enanos sobre el modelo inglés, y con ellos penetrar en los puertos enemigos; pero además se debía aleccionar tropas de asalto que pudieran ser enviadas en pequeñas embarcaciones y submarinos enanos contra estaciones de radar y emplazamientos de artillería enemigas.

El personal elegido, se les exigió jurar conservar el secreto más absoluto y no aspirar a ningún permiso de salida, así como no tener contacto con la población civil. Se les exigió abstenerse de escribir a sus familiares por un largo tiempo. Prometieron emplearse en cuerpo y alma al buen desarrollo de esta labor. Es aquí donde existe el gran mito, no debe confundirse lo anterior con el sacrificio a la vida, en el sentido suicida de la palabra.

El entrenamiento fue intensivo, y dirigidos por oficiales de infantería. Se le hizo seguir cursos agotadores de en materia de natación, gimnasia y jiu-jitsu. Se les entrenó en el arte de pelear cuerpo a cuerpo y por si llegaba el caso, cómo matar silenciosamente y sin armas a un centinela enemigo. Se les dio entrenamiento de comunicación por radio. También se les entregaron nociones de lenguas extranjeras, en las cuales se les daba mucho menos importancia a la gramática que a expresiones idiomáticas usuales entre los soldados enemigos. Se les leía frecuentemente traducciones de algunos manuales referentes a las reglas y estatutos de los Comandos ingleses, que habían caído en poder de los alemanes después del frustrado ataque a Dieppe. También estudiaban los informes de la preparación y ejecución del ataque frustrado contra el cuartel general del Mariscal Rommel, en Noráfrica.

Instrucción de los Comandos Navales alemanes en jiu-jitsu, en la Isla de Alga.

Día a día llegaban más reclutas, pero después de las primeras pruebas, un gran número de ellos era devuelto a sus puestos de origen por ser considerados no aptos. Y se llevaba a cabo el mismo ritual, primero se les explicaba lo que se esperaba de ellos, después se les pedía ofrecerse de voluntarios, para recién empezar con el adiestramiento.

En esta época avanzada de la guerra, era un verdadero problema encontrar hombres lo bastante fuertes, desde un punto de vista físico y moral, que fuesen de utilidad para los Comandos. Pero con mucho esfuerzo, la Unidad K, logró un contingente que estuviera a la altura de sus expectativas, y se creó un “esprit de corp”, que los mantuvo unidos. Los primeros hombres de la unidad decidieron por si mismos renunciar a sus insignias de grado o de rango con el fin de considerarse unos a otros en perfecta igualdad jerárquica.

El entrenamiento llenó su cometido en cuanto al desarrollo de la inventiva personal. Tenemos un ejemplo en la conducta de un hombre de la unidad, el cual, por una razón u otra, fue encarcelado por un oficial ajeno a su unidad. No se inmutó en lo más mínimo y esperó la noche; entonces, con toda calma y tranquilidad hizo saltar la puerta de su celda con la ayuda de una diminuta carga explosiva que siempre llevaba encima y regresó a la unidad. Estos comandos no eran de ese tipo fácil de dominar; por otra parte, no existía en la Unidad K pena de cárcel; siendo la pena máxima, la expulsión definitiva del cuerpo.

El entrenamiento era realmente duro, entre las pruebas estaba lo que Obladen llamaba la prueba del valor. Se hacía acostar a los hombres con sus cascos puestos, separados entre ocho y diez metros, cuerpo a tierra, formando un círculo de 4 metros de radio, con la cabeza dirigida hacia el interior del círculo. En el centro de este círculo se colocaba una granada con el disparador en acción. Los hombres contaban los segundos, y sólo podían levantarse después de la explosión.

También se les entrenaba para circular en terrenos hostiles vigilados. Hay un caso de un hombre que era originario de Dresden, y por esta razón se escogió mandarle a Munich. No le dieron ninguna orden de viaje, y le quitaron todos sus papeles de identidad. Se trataba precisamente de escapar a la vigilancia militar que estaba dispuesta a lo largo del camino. Debía probar el cumplimiento de la misión trayendo, a su regreso, una placa metálica que los soldados que estaban encargados de la guardia de la estación, llevaban prendidas al pecho, cosa que no hizo, ya que este hombre resolvió que para ello habría tenido que comportarse como un ladrón, pero en cambio, desmontó una placa de servicio, esmaltada, de la estación, con lo cual su jefe tuvo que contentarse. Posteriormente la placa se mandó de vuelta por correo, sin remitente.

Así, en algunas semanas, este tipo de entrenamiento daba a los que lo seguían, un sentido de seguridad y confianza absoluta aún en las situaciones más críticas.

De la misma forma fueron estos hombres en entrenamiento probaron algunos de los submarinos enanos apresados en el ataque al “Tirpitz”, al igual que los primeros prototipos de los diseñados en Alemania. Probaron el lanzamiento de torpedos desde estos submarinos, y las nuevas minas que podían ser lanzadas por éstos.

Ya después del entrenamiento, algunos de los hombres de la unidad habían sido seleccionados para tripular los nuevos submarinos.

En los primeros días del mes de Marzo de 1944, el vicealmirante Heye era transferido definitivamente del Estado Mayor de la Flota a la Dirección Permanente de la Unidad K, mientras que las filas de voluntarios adquirían proporciones tales, que fue necesario agrandar las instalaciones y ampliarse a unas barracas militares en Lubeck.

En Heiligenhafen, el entrenamiento había alcanzado su punto culminante. A inicios de la primavera de 1944, el personal estaba listo, moral y físicamente, para entrar en acción. La expresión corriente era : “no temían a nada en el mundo, a no ser Dios”.

Finalmente llegaron los primeros submarinos y se formaron los primeros MEK (sigla de Marine-Einsatz-Kommandos : Comandos Navales) :

MEK-60 : Al mando del alférez Prinzhorn.

   

MEK-65 : Al mando del alférez Richard.

MEK-71 : Al mando del alférez de navío Walters.

Cada uno de estos MEK, consistía en 22 hombres, más el jefe. Disponían de quince vehículos : tres coches-radios, dos camiones anfibios, un coche-cocina y varios camiones para el transporte del personal, del material y las municiones. Estaban, enteramente motorizados, y se había seguido las instrucciones de los jefes hasta el último detalle. Tenían víveres y municiones para soportar seis semanas de incomunicación.

Equipados de esta forma, los MEK partieron para ocupar posiciones de espera en Francia y Dinamarca.

Amigos hasta aquí la primera parte, pronto las próximas partes, las operaciones, en la cuales se tratará el uso de torpedos tripulados, lanchas explosivas, submarinos de bolsillo, nadadores, hombres rana y operaciones de comandos, en el Frente Occidental, Frente Oriental, y en el Adriático.

Fuentes de esta primera parte de la Unidad K :

La Swastica en el Mar ( Cajus Bekker )

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Armas Secretas Alemanas ( Brian Ford )

Submarinos Enanos ( James Gleason & Tom Waldron )

Saludos.

Deleted member

15-01-2008

La Unidad K (segunda parte) :

C.- Operaciones :

1.- Uso de Nigger (torpedos tripulados) :

En Marzo de 1944, se establecen los prototipos del torpedo guiado Nigger. En si esta embarcación eran dos torpedos, sujetos uno al otro por dos tornillos blancos, dejándoles una separación entre sí de unos seis centímetros; uno suspendido encima del otro. El inferior pertenecía al tipo corriente G-7E, con motor eléctrico; una vista longitudinal  del torpedo superior, indicaba claramente que le habían quitado su carga explosiva y en su lugar le habían acondicionado una especie de cabina, pequeña, pero con el espacio suficiente para que un hombre pudiera sentarse. En ese compartimiento estaban los mandos, uno para poner en marcha o para el motor eléctrico, otro para dirigir la embarcación, y un tercero para lanzar el torpedo inferior, explosivo, que debería dirigirse al blanco, desprendiéndose del torpedo-piloto.

De esta forma el Nigger, no era otra cosa que un torpedo colgado de otro, al que se le había cambiado la cabeza de guerra por una cabina y controles para la navegación. Al no contar con suministro de oxigeno debía navegar en superficie. Se construyeron unos 200 ejemplares.

Características :

Desplazamiento : 5 toneladas.

Dimensiones: Eslora, 7,9 metros, manga, 0,53 metros.

Motor : Eléctrico de 12 HP.

Autonomía : 20 millas a 5 nudos.

Armamento :1 torpedo eléctrico G7e de 533 mm.

La idea original era que el Nigger, pudiera atacar convoyes enemigos sin ser visto por las escoltas, ya que en un torpedo como éste era difícil de detectar por los radares y sólo los hombros y la cabeza del tripulante podían ofrecer algún blanco al enemigo. Se había tomado en cuenta que el radio de acción de este torpedo sería necesariamente reducida, pero podía ser aumentado a costa de la velocidad; el factor principal era la duración de las baterías. Del mismo modo en el momento actual de la guerra, en la cual se esperaba tentativas de desembarco por parte de los aliados, estos aparatos estaban en buenas condiciones de atacar los barcos de abastecimiento de las “cabezas de playa”, desde las costas aún ocupadas por el eje.

Se puso al mando del proyecto al teniente Hanno Krieg, de servicio en el Mediterráneo, que recientemente había sido ascendido a comandante de su propio submarino, el que estaba en reparaciones, debido a los daños producidos en un ataque aéreo, ya que él conocía  en parte el trabajo de la Décima MAS, la división italiana de lanchas ligeras.

Krieg fue trasladado a Eckernförde, el centro experimental de torpedos, donde probó el primer prototipo. En cuarenta y ocho horas tuvo la primera respuesta satisfactoria. Lo peor que encontró era la poca protección que el compartimiento ofrecía al piloto, especialmente contra el golpeteo del agua, por lo que se decidió adaptarle una cúpula de plástico que cerraba herméticamente. El problema fue que ahora esta modificación necesariamente implicaba que se debía dotar al torpedo de un aparato que le permitiera al tripulante respirar, pues el aire estaría enrarecido, y por lo tanto se debía sacrificar parte de la capacidad de las baterías para ganar espacio. De esta forma se decidió que no se adosaría el aparato de respiración, sólo la cúpula, pero el torpedo no podría navegar más de siete horas y sólo a una velocidad de cuatro nudos. Terminada ésta se empezaron a construir los Nigger en esas condiciones.

Nigger, mostrando el casco superior que muestra el motor y al piloto, yendo el torpedo suspendido de su parte inferior.

Las pruebas fueron lo bastante convincentes como para que se reuniera un cierto número de hombres seleccionados para el entrenamiento.

El personal seleccionado no tenía experiencia marítima, pero en general eran jóvenes, y voluntariamente se presentaron para este especial servicio.

Nuevamente el teniente Obladen fue el encargado del entrenamiento, y con ellos se formó el MEK-175.

Para su primera misión, el personal y los Nigger fueron trasladados a Italia, primero en tren y después en camiones, hasta llegar a Practica di Mare, veinticinco kilómetros al sur de Roma. Se decidió que la operación se llevaría a cabo el 20 de Abril.

Para esta misión, se dividieron los Nigger en tres grupos :

  • El primer grupo bajo el mando del teniente Koch, con diez Nigger, debía rodear el cabo de Anzio y dirigirse a la Bahía de Nettuno en busca de barcos enemigos.

  • El segundo grupo mandado por el alférez Seibicke, con cinco Nigger, debía atacar los buques que se dirigían a Anzio.

  • El tercer grupo al mando del aspirante Potthas, sólo con dos Nigger, deberían penetrar el puerto de Anzio y disparar sus torpedos contra los barcos que pudieran estar anclados o contra los muelles para causar en el puerto toda la confusión posible. 

Terminada su misión, debían dirigirse a las costas más próximas custodiadas por los alemanes, y destruir los restos del aparato.

Los Nigger del primer grupo, no localizaron ninguna embarcación en la bahía de Nettuno. Sólo uno de ellos, que se aventuró a mar abierto, y disparó su torpedo contra una nave patrullera, a la cual hundió.

En el caso del segundo grupo, sólo el aspirante Voight, soltó su torpedo contra otra nave patrullera, al ser descubierto por ésta, hundiéndola. El resto tampoco tuvo suerte en localizar buques.

En el tercer grupo, sólo el aspirante Potthas, logró ingresar al puerto de Anzio, y allí hundió a un guardacostas.

Los éxitos de esa noche sumaron dos lanchas patrulleras hundidas o averiadas en alta mar y un guardacostas atacado en el interior del puerto, todo sin ser vistos los atacantes.

Personal aliado inspecciona la cúpula de vidrio rota de un Nigger en Anzio.

El factor sorpresa de esta arma se había perdido, pues los aliados pudieron capturar un Nigger intacto, con el piloto sentado bajo la cúpula muerto por asfixia. Otros dos pilotos se perdieron, siendo encontrados por soldados alemanes al día siguiente. Algunos de los que regresaron tardaron varios días en regresar a su unidad. Dos de ellos lo hicieron por zonas tomadas por los aliados. Tres de los pilotos fueron dados por perdidos.

Unos días después, el MEK-175, volvió al Báltico.

El 13 de Junio, el MEK-175, fue trasladado a Francia para poder hacer frente a la flota de invasión aliada frente a las cosas de Normandía. El traslado fue muy complicado, siendo atacados en varias ocasiones, una de las cuales, el líder del grupo, Hanno Krieg, fue herido, siendo reemplazado por el capitán Boehme, un comandante de destructor, que había sido nombrado jefe de operaciones de la Unidad K.

Se estableció como base Villers-sur-Mer, en la bahía del Sena, a diez kilómetros al suroeste de Trouville.

El día 5 de Julio de 1944, treinta de los cuarenta Nigger existentes en el lugar, fueron botados al mar. La idea era efectuar un nuevo ataque dos días después, utilizando los diez restantes.

De los treinta Nigger que salieron, sólo catorce regresaron. Las pérdidas fueron grandes, los resultados también lo fueron. Un tripulante reportó haber dañado un buque de guerra, probablemente un destructor y Able Berger, quien ya había hundido en Anzio una lancha torpedera, decía haber dañado seriamente un gran buque de desembarque.

Nigger, obsérvese la cúpula de plástico, para la protección del piloto.

Dos noches después, se dio un segundo ataque, utilizando veinte Nigger. El aspirante Potthas, llegó hasta donde se encontraba una formación de buques de guerra. Apuntó a uno de ellos, y cuando se alejaba, sintió y vio una gran llamarada en el buque alcanzado. Trató de llegar a las líneas alemanas, pero fue atacado, y al final el cansancio ganó en él. Fue apresado y llevado a  Inglaterra e internado en un hospital. Cuando estuvo mejor, fue sometido a interminables interrogatorios por parte del Servicio Británico de Inteligencia, acerca de la Unidad K, para confirmarles o negarles cierta información que ellos tenían. El no confirmó ni negó nada. Su negativa al final fue respetada. Después de seis semanas, renunciaron a seguirlo interrogando, y le anunciaron que su hazaña consistía en haber hundido el crucero Dragón de 5.000 toneladas, de la Marina Libre Polaca.

En dos ocasiones más, una en julio y otra en agosto, los Nigger fueron enviados al ataque, pero exceptuando el posible hundimiento del destructor británico Isis, los resultados fueron insignificantes, mientras las pérdidas entre los atacantes fueron en aumento.

Felicitaciones al regreso de un piloto de Nigger.

La cúpula los condenaba con mucha frecuencia, pues relucía a la luz de la luna, y el enemigo los descubría con facilidad.

A la larga los Nigger fueron puestos fuera de operación. Mientras tanto, un nuevo género de embarcación, llamado Marten, que era un nuevo tipo de Nigger, pero que era capaz de sumergirse había sido probado con éxito. Se organizaron varias flotillas de Marten y fueron enviadas a varios puntos del frente, especialmente Italia. Pero para entonces, la situación había empeorado tanto que no tuvieron ocasión de atacar.

Fuentes de esta segunda parte de la Unidad K :

La Swastica en el Mar ( Cajus Bekker )

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Armas Secretas Alemanas ( Brian Ford )

Submarinos Enanos ( James Gleason & Tom Waldron )

Ya continúo con el resto. Saludos.

Deleted member

15-01-2008

La Unidad K (tercera parte) :

C.- Operaciones :

2.- Las Lentillas (lanchas explosivas “Linsen”) :

Los Nigger, no eran la única arma especial, que el capitán Boehme, pudo enfrentar a la invasión aliada en la bahía del Sena.

Otra arma, y con un tipo muy diferente de ataque representaban las Lentillas ( también llamadas lentejas ), que eran pequeñas lanchas de motor con una carga de 600 libras de explosivo. A diferencia de los Nigger, que operaban individualmente, las Lentillas atacaban en formación de 3 unidades. La lancha-control que llevaba a bordo al jefe de unidad y dos operadores de radio, seguía muy de cerca de las otras dos lanchas explosivas, tripuladas por un solo hombre. Cuando las dos lanchas se encontraban cerca del objetivo, los dos tripulantes se lanzaban al mar, dejando que sus embarcaciones fueran dirigidas hasta el impacto final por los dos operadores de radio que viajaban en la lancha-control, los cuales utilizaban para este fin un potente radio de ondas ultracortas.

Las Lentillas era un arma que inicialmente había sido diseñada y probada por una unidad del Regimiento Brandemburgo, de la Abwehr, en el Lago Constancia, y que habían efectuado un ataque contra las cabezas de playa de Anzio y Nettuno en el mes de Abril de 1944, sin éxito alguno. La razón para el fracaso era que ésta era una experiencia nueva, pues las operaciones a mar abierto ofrecían un carácter muy diferente a las pruebas en el lago.

El proyecto fue entregado a la Unidad K, traspasándose con ello treinta lanchas, las que fueron probadas en la Bahía de Lubeck, donde los hombres de la unidad, se dieron cuenta además de que de que la construcción frágil y liviana de estas embarcaciones no era apropiada para el mar; sin embargo, la necesidad era tan imperiosa, que se decidió mandar la primera flotilla de Lentillas, compuesta de 20 lanchas explosivas y 10 lanchas-control, a El Havre, al mandó del teniente de navío Kolbe. El 29  de Junio de 1944, después de adaptar apresuradamente tanques de combustibles de mayor tamaño, las lanchas estuvieron listas para entrar en acción contra la escuadra enemiga reunida en mar abierto. Por la distancia que había que recorrer ( 25 millas ), se decidió que algunos dragaminas las remolcaran parte del camino.

Cuando se estaba a punto de partir, al anochecer, se produjo una explosión, debido a un error humano, destruyendo algunas de estas embarcaciones. Este acontecimiento sólo retrasó la operación, ya que al rato los dragaminas salían del puerto remolcando las lanchas, hacia la desembocadura del Orne. Fue lamentable que, poco después de la salida, se encontraran con el mar picado, lo que dificultó la operación, y varias lanchas sosobraron. Sólo dos de las unidades pudieron continuar, siendo dejadas en el Orne. La visibilidad era tan mala esa noche, que no pudieron lograr ningún resultado, alcanzando loas lanchas lugares de la costa todavía custodiada por alemanes, siendo este el punto final del fracaso.

Después de esto, la Unidad K decidió construir sus propias lanchas, las que  después de las pruebas de rigor en Lubeck, estuvieron listas para actuar nuevamente.

Estas nuevas lanchas eran similares a las anteriores en cuanto a tamaño, cantidad de personal a cargo, y la forma de atacar, pero eran más robustas en su construcción, para soportar los embates del mar. Estaban dotadas de motores Ford V8, de 95 caballos de fuerza. El equipo de explosión estaba compuesto de una rampa metálica que se extendía a 15 centímetros frente al puente superior de la embarcación y sostenido a ella por resortes en espiral. Estos resortes se comprimían bajo una presión de 80 kilos, o sea, al chocar con su objetivo; cuando esto sucedía, se encendía una mecha explosiva dispuesta en la parte delantera de la lancha y que cortaba dicha lancha en dos partes. La parte trasera, cargada por el motor y los 300 kilos de explosivo, se hundía inmediatamente. Según el mecanismo ajustado de antemano, esta carga explotaba en un tiempo comprendido entre 2,5 y 7 segundos o sea cuando había alcanzado el objetivo y logrado el mismo efecto que una enorme mina. El tripulante de la lancha debía ajustar el dispositivo de explosión y poner en movimiento el aparato de radio a unas 100 o 200 yardas del objetivo, y lanzarse al agua, estando a flote gracias a los chalecos salvavidas. La lancha-control tomaría a cargo las lanchas explosivas, hasta lograr el blanco, y para posteriormente recoger a los pilotos que se encontraban flotando. Después debían poner proa hacia la base donde debían llegar antes de la luz del día, para no estar a merced de la aviación enemiga.

Grupo de oficiales observando una lancha explosiva. Nótese el arco y el juego de resortes que accionaban los explosivos al chocar contra el objetivo.

Una Lentilla navegando, obsérvese el arco y el resorte de la espoleta adelante, con el cual se chocaba contra el objetivo.

Comandos pilotos de lanchas explosivas de la Flotilla 211 de la Unidad K. Nótese el uso de del casco recortado de paracaidista alemán.

El Comando piloto de lancha explosiva debía, después direccionar la lancha hacia el objetivo, de ajustar el dispositivo de explosión y de poner en movimiento el aparato de radio a unas 100 o 200 yardas del objetivo, lanzarse al agua, estando a flote gracias a los chalecos salvavidas.

En los últimos días de Julio de 1944, la Flotilla 211 de la Unidad K, al mando del teniente de navío Bastian, compuesta de 32 lanchas explosivas y 16 lanchas-control, llegaban a la Bahía del Sena, a Houlgate, por carretera desde Alemania.

El primer ataque se llevó a cabo la noche del 2 de Agosto. Ya que el tiempo era bueno y el mar estaba en relativa calma, pronto las embarcaciones estuvieron fuera del estuario del Orne y habían tomado dirección mar adentro. Tomando al noroeste, llegarían al primer puerto de desembarco situado cerca de Corseulles. No se encontraron con ninguna patrulla enemiga, por lo que la operación se veía favorable.

La Unidad K tenía por costumbre confundir a enemigo, enviando al ataque armas siempre diferentes, cosa que los Nigger nunca operaron al mismo tiempo que las Lentillas. Pero en esta operación las Lentillas llevaron varias cúpulas plásticas, como las del Nigger, que podían flotar y llevaban una cabeza pintada en su interior. En la madrugada empezaron a lanzar los señuelos al mar, logrando ver como confundía al enemigo, que estaba lanzando bombas de profundidad y un cañoneo.

Una de las unidades logró ver a luz de los cañones un buque de gran tonelaje, y operó casi en regla con los entrenamientos realizados. Una de las dos lanchas guiadas por radio hizo impacto en el buque, después que su piloto se había tirado al mar. Y recogió al piloto a toda prisa mientras empezaba otro cañoneo y se encendían reflectores enemigos. La Lentillas empezaron a ser perseguidas por lanchas patrulleras, y al no tener una velocidad adecuada para la fuga, lanzaron bombas de humo, gracias a las cuales huyeron, llegando a Trouville poco después de las 4:00 AM.

Tipo nuevo de Lentilla, con parabrisas protector. Atrás el teniente de Navío Bastian, jefe de la Flotilla 211.

Otras unidades llevaron a cabo con éxito operaciones similares. Otras con menos suerte, fueron sorprendidas con la luz del día y atacadas por aviones enemigos antes que pudieran retornar a la base. Otros, habiendo logrado sus ataque muy tarde, alcanzaron las costas sostenidas por los alemanes antes de ser sorprendidos por la luz del día. En esta primera operación, la Flotilla 211 sufrió la pérdida de ocho marinos y un oficial. Se llevó a cabo una segunda operación llevada a cabo el 7 de Agosto. De nuevo las pérdidas fueron pequeñas. Los resultados de las dos operaciones llevadas a cabo por las 16 Lentillas fueron de 12 buques hundidos, incluyendo los destructores “Quorn” y “Gairsay”, un buque de transporte y un barco-tanque, en resumen aproximadamente 43.000 toneladas.

Uniforme de combate de pilotos de lanchas explosivas  de  la  Flotilla  211. Acá se observa el uniforme típico de la Kriegmarine. Se presenta prendas típicas del arma de submarinos, como el chaquetón y los pantalones de cuero, con el emblema de la unidad en el brazo. Los zapatos son los reglamentarios de las tripulaciones de la Kriegmarine para climas cálidos o tropicales, muy livianos, y muy usados en los U-Boote. El casco es de fallschirmjager. He meditado bastante en como llegan estos cascos de fallschirmjager a los comandos navales de la Kriegmarine, y me atrevo a pensar que puede ser que los alemanes hubieran querido asignar este tocado especial a las unidades que consideraban fuerzas especiales, tomando en cuenta que en  bastantes fotografías se muestra a los comandos de los Fredenthaler Jadverbande de Skorzeny usando este mismo casco.

Fuentes de esta tercera parte de la Unidad K :

La Swastica en el Mar ( Cajus Bekker )

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Armas Secretas Alemanas ( Brian Ford )

Submarinos Enanos ( James Gleason & Tom Waldron )

Ya continúo con el resto. Saludos.

Deleted member

16-01-2008

La Unidad K (cuarta parte) :

C.- Operaciones :

3.- Los Hombres Rana :

En el mes de Diciembre de 1943, en la base naval de La Spezia, había una reunión muy particular, entre un grupo de oficiales de la Marina alemana, y seis hombres vestidos con monos de trabajo color verde, con pinta de obreros de los muelles. De estos seis hombres, dos eran alemanes, y los demás italianos. Su particularidad estaba en que eran unos expertos en el arte de adherir minas a los cascos de los buques enemigos; y aquella noche iban a hacer una demostración a estos oficiales, un tanto escépticos, de la misión alemana.

Los miembros de la misión alemana serían conducidos hasta un destructor italiano fondeado en la mitad del puerto. La demostración consistía en un ataque de parte de los seis hombres rana, contra el destructor. El ataque empezaría a medianoche, y se les daría una hora para llevarla a cabo.

Era tal el escepticismo, que un capitán de fragata, miembro de la misión, justificando que el personal de observación  del buque eran expertos en guardia marítima nocturna, estaba dispuesto a establecer una apuesta. Uno de los nadadores alemanes, el teniente Alfred Von Wurzian, aceptó la apuesta, añadiendo que recomendaba que los observadores usaran prismáticos nocturnos para vigilar la superficie del agua. Se estableció que por cada nadador, que se descubriera se pagaría una botella de champán. En ese momento el capitán preguntó, que pasaría en caso de que un nadador descubierto no quisiera salir del agua. Von Wurzian le respondió que entonces sólo disparara al hombre. El capitán aceptó diciendo que darían tres llamados antes de disparar. Von Wurzian entonces remató con que la apuesta no estaba completa, y que por cada llamado erróneo o disparo sin efecto, deberían ser ellos los que pagaran una botella de champán.

Con esto comenzó la prueba, y entre la medianoche y la una de la madrugada fueron lanzados treinta llamados y fueron disparadas 12 balas de pistola : 10 entre las 0:00 horas y las 0:30, y dos más cerca de la 1:00. La incógnita era si los nadadores se habían acercado entre las 0:30 y las 0:50, pero nadie vio nada. Al final de cuentas, el personal en el buque pensó que los nadadores no habían llevado a cabo su misión. Pero la sorpresa para la los oficiales del buque vino cuando al abordar la lancha que los llevaría de nuevo a tierra, el marino que la tripulaba se dio cuenta que le faltaba el timón, que estaba allí dos horas antes. Al mismo tiempo, llegaban los nadadores al destructor, indicando que la misión estaba cumplida. Efectivamente, al revisarse el casco del buque, se encontraron las minas necesarias para hundirlo. Y tal como Stirling lo había hecho en Heliópolis, los nadadores pudieron convencer a oficiales de la Marina alemana, que actos de esta naturaleza eran posibles, y de paso se ganaron una caja de botellas de champán.

El 2 de enero de 1944, los dos nadadores alemanes, reciben en Valdagno, a los primeros treinta “reclutas voluntarios”. La sorpresa fue mayúscula cuando estos “veteranos” vieron llegar a lo más graneado de los nadadores deportivos alemanes, para enseñarles la profesión de “hombres rana”.

Lugar de entrenamiento de los hombres rana en Italia.

Von Wurzian junto a Richard Reimann, habían sido entrenados, para ellos transformarse en instructores por el teniente de navío Wolk, de la Marina italiana, e integrante de la famosa Décima MAS. Debe recordarse que después del armisticio llevado a cabo por los italianos, gran parte de la Décima MAS, continuaba al lado de las fuerzas del Eje, cosa que posibilitó que su entrenamiento fuera completo.

El entrenamiento de los treinta reclutas, con la asesoría de Wolk, consistía en pasarse cinco o seis horas al día en una piscina, nadando, cosa que era bastante aceptable para estos campeones alemanes. Se organizaban competencias de nado, primero sin equipo y más tarde con todo el aparato de hombres rana. Wolk decidió que para la etapa final del entrenamiento el equipo fuera trasladado a la laguna de Venecia, y que su entrenamiento sólo fuera nocturno para así mantener el secreto.

Ahora venía una parte muy importante para el entrenamiento, el vestirse para llevar a cabo la labor. Por encima de la ropa interior de lana, llevaban un traje de lana gruesa y tejida, para mantener el calor del cuerpo. Encima de esto, suéteres o chalecos de cuero, según el gusto de cada uno. Después venía el traje de natación, el que era de caucho muy ligero, con un espesor no superior al de una cámara de aire de una rueda de bicicleta, y estaba dividido en dos partes. Los pantalones, terminados en la forma de zapatos deportivos, llegaban en su parte superior hasta los sobacos y se enrollaban de vuelta hasta los muslos. Una chaqueta del mismo material les cubría la parte superior del cuerpo y se introducía en ella pasando la cabeza primero, la parte inferior de dicha prenda era recogida por la parte superior de los pantalones y enrolladas juntas hasta formar una especie de neumático a la altura de las caderas. Un cinturón de plástico ceñía este “neumático” y se mantenía fijado por una solución líquida de hule. En el cuello y las muñecas se sellaban las aberturas con una especie de brazaletes que mantenían el traje hermético al agua. Sobre el traje, hacia el pecho colgaba una bolsa de caucho, amarrada desde la espalda, un pulmón artificial. Desde su parte superior salía un tubo, con el cuál respiraban los hombres rana. En la parte inferior de este pulmón artificial,  estaba un recipiente de oxígeno, con una válvula, con la cuál se llenaba el pulmón. Encima del pulmón estaba un cartucho de potasio, cuya función es extraer el letal carbono exhalado por los pulmones. El aire neutral, purificado y enriquecido en el pulmón artificial por la admisión de oxígeno era inspirado nuevamente. Sobre el se colocaba un traje especial de lona que servía de camuflaje y también protegía el traje de caucho contra las raspaduras. En los píes llevaban unos zapatos livianos, que les permitieran caminar, y sobre ellos se ponían unas aletas de caucho para ayudar al nado.

Equipo de nadador de combate. El traje inicial italiano con una gruesa escafandra y zapatos de plomo para caminar en el fondo. Obsérvese el pulmón de aire y  dos estanques de oxígeno bajo él.

El vestirse era todo un arte, pues la flotabilidad dependía de la cantidad de aire existente entre el cuerpo y el traje de goma, y a más ropa más flotabilidad. Al entra al agua el hombre rana debía meter sus dedos entre el cuello y el traje, para permitir que saliera una cantidad de aire, pero no toda, para así mantener algo para que sirviera como protección contra el frío.

El hombre rana Herbert Klein usando un traje tipo alemán. Obsérvese los pulmones artificiales, el recipiente de oxígeno y el tubo con boquilla para respirar. Después de la guerra Herbert Klein fue campeón europeo en los 200 metros estilo pecho.

El nado se debía hacer sobre la espalda, inclinados ligeramente hacia un lado. Los brazos deberían estar contra el pecho, a no ser que se arrastrara alguna carga explosiva. Se avanzaba moviendo las piernas en forma de tijera y ayudados por las aletas que tenían en los pies. Este movimiento debía hacerse bajo el agua para evitar chapoteos, que pudieran delatarlos. Unicamente los ojos, nariz y la boca del nadador podían salir fuera del agua; la cara, ennegrecida con crema especial, era cubierta con una pequeña red verde oscura, casi negra, que se ataba al gorro de tejido negro que les cubría la cabeza. De esta forma, disfrazados, el hombre rana era muy difícilmente descubierto por el enemigo.

Su forma de ataque era el interrumpir todo movimiento a unas 20 yardas de un barco anclado, y sólo mover de vez en cuando las aletas de los pies, con mucha lentitud, para modificar el curso. El cuerpo y las piernas deberían estar casi verticales. Suspendido en el agua gracias al aire que quedara en el traje, con los ojos fuera del agua buscando en le oscuridad, deberían deslizarse hasta el barco. Aunque llegaran a tocar el casco del barco con la cabeza, no debían impedirlo, sólo se debían dejar llevar por la corriente natural, a la deriva, hasta llegar a la mitad del barco.

En ese entonces venia la parte más difícil, pues debían sumergirse silenciosamente, hasta una profundidad de dos brazas, arrastrando consigo la carga explosiva. Con solo exhalar el aire de los pulmones el hombre rana provocaba un lento descenso. Finalmente, debía alcanzar la línea de la quilla, sujetarse a ella con la mano y con la otra abrir la llave de oxígeno, llenando así el pulmón artificial que llevaba encima. Pero debía sujetarse fuerte, ya que al hacer entrar el oxígeno en el pulmón auxiliar, podía llevarlo de nuevo a la superficie. Después de abierta la llave del oxígeno, debía insertar el tubo respiratorio entre sus dientes y con el último soplo que contenía su organismo, expulsar el agua del tubo antes de aspirar aire de nuevo. Esta operación debía hacerse bajo el agua para que las burbujas se estrellaran contra el casco del buque y no salieran a la superficie. Después debía colocar la mina contra la línea de la quilla, y nadar sumergidos alejándose por un largo trecho para salir a la a la superficie nuevamente a una distancia prudente.

Se necesitaron cientos de ataques simulados antes de que los hombres rana pudieran hacer la operación si errores. Cualquier error podía provocar la muerte del nadador y el fracaso de la operación. Se realizaron ataques simulados a antiguos buques italianos anclados en la laguna de Venecia.

Los hombres rana eran entrenados para hundir buques con cargas explosivas de 15 libras, o con descomunales torpedos de tres toneladas en ríos donde las orillas podían estar tomadas por el enemigo.

Algunos entrenamientos más avanzados fueron, el que se les llevara mar adentro en una lancha, a una distancia apreciable, y soltados allí para volver al punto de partida, por si solos, sin mas ayuda que una brújula que llevaban a manera de reloj de pulsera.

Otras definitivamente fueron operaciones de comando, como cuando asaltaron un poco custodiado arsenal naval italiano, o cuando casi roban una lancha torpedera italiana, escapando perseguidos por una lluvia de balas.

Equipo de nadadores de combate alemanes observando un ataque aéreo en Italia.

Apenas estos primeros treinta hombres habían terminado su entrenamiento, cuando el lugar de estos ya estaba ocupados por nuevos reclutas.

Cuando el 6 de Junio de 1944, los aliados desembarcan en la Bahía del Sena, la Unidad K tenía 30 hombres rana para mandarlos a la acción.

b]Fuentes de esta cuarta parte de la Unidad K :[/b]

Los Hombres Rana (Cajus Bekker)

Continuará. Saludos.

Deleted member

16-01-2008

La Unidad K (quinta parte) :

C.- Operaciones :

4.- Los Hombres Rana – Operaciones en Francia :

El 12 de Junio de 1944, los británicos habían extendido hasta Caen y hacia el este sobre el Orne y el canal que conducía al mar. Todos los abastecimientos y refuerzos para estas tropas británicas tenían que atravesar los dos puentes que cruzaban el Orne y el canal Caen.

Puente tomado por tropas aerotransportadas británicas en el Canal Caen.

Alemania no había podido provocar ningún daño en dichos puentes, ni con los débiles ataques de la Luftwaffe, ni por el ataque de tropas de asalto por tierra, por lo tanto la única solución era atacarlos desde el agua, y esto daba a los hombres rana de la Unidad K, la oportunidad de demostrar sus capacidades.

Se enviaron diez hombres seleccionados desde Italia, capitaneados por Von Wurzian. Cuatro de los comandos fueron heridos en un ataque aéreo antes de llegar a París. Al llegar a Caen, los seis hombres restantes fueron puestos al mando del teniente Prinzhorn ( MEK-60 ), ya que a Von Wurzian  se le tenía prohibido el tomar parte en los combates, debido que su pérdida, en su calidad de instructor de hombres rana, sería irreparable para la unidad.

El 22 de Junio, los seis hombres con Prinzhorn a la cabeza, estaban listos en Caen con dos minas torpedo, una para cada puente. Siendo las 22:40, se conectó el mecanismo de relojería de las minas torpedo, para que explotaran a las 5:30, para después depositarlas en el agua. Al entrar en ésta, ambas minas, tanto la que se depositó en el río Oren, como la que se puso en el canal Caen, se fueron directamente al fondo. Dado aquello, Prinzhorn  mandó a traer latas vacías de petróleo, para adosarlas a las minas. La razón de éste percance fue que el grado de flotabilidad de las minas  torpedo había sido ajustado para el mar, y no en un agua liviana dulce, como las del río y el canal. Con las latas se pudo ajustar mejor la flotabilidad de las minas, y aunque algunas de éstas sobresalían por la superficie, y podían ser vistas por el enemigo, se decidió correr el riesgo.

A los equipos ( tres nadadores cada uno ) se les habían entregado mapas, con la ubicación de los puentes y los caminos, para que pudieran guiarse.

El equipo que entró al canal Caen, debía llegar al segundo puente. Con grandes dificultades, pero sin ser descubierto, en especial de los centinelas del primer puente, se trasladó la mina torpedo al objetivo. Después de la 1:30 de la madrugada, los tres nadadores llegaron a unas cien yardas del puente. Nadando sigilosamente, llegaron bajo su estructura. Colocaron en posición la mina, y enterraron dos pequeñas anclas, que estas llevaban, para mantenerla a 90 centímetros sobre el lecho y sujetarla adecuadamente a la columna central del puente. Se aseguraron que el disparador del reloj funcionaba perfectamente, y se alejaron en forma tan sigilosa como la que habían llegado.  Al llegar a Caen, se reportaron con Prinzhorn. El oficial los felicitó y mostrándoles un mapa, pidió que le enseñaran el lugar exacto en el cual habían puesto la mina.  Al ver el mapa, los nadadores se dieron cuenta que el lugar no concordaba, ya que el puente a destruir, quedaba aún más lejos. Al comparar los mapas, se pudo ver que en el de los nadadores habían dos puentes, y no tres como en el del oficial. Esto significaba que un puente había sido omitido en el mapa, y por lo tanto ellos llegaron al segundo puente y no al tercero.

Prinzhorn recibió el informe que a las 5:30, el puente había sido destruido, y aunque no era el correcto, el oficial no se deprimió por ello, ya que al fin y al cabo era un puente menos para el enemigo, y los nadadores habían cumplido su misión sin ser descubiertos.

El otro equipo, que tenía que destruir el puente del río Orne, tuvo problemas al comienzo, ya que uno de los nadadores tuvo que quedarse a medio camino, debido a que sus aletas le dañaban los pies y no pudo seguir nadando, por lo que decidió quedarse. Los otros dos siguieron, y  llevando su pesada carga, ayudados por la corriente, llegaron a una barrera de madera, dispuesta por los aliados, para impedir el paso de minas que por aquellas aguas estaban a la deriva. No tuvieron dificultades para pasar, y al poco rato divisaron el puente principal. Tal como lo había hecho el otro equipo fijaron la mina a la columna central, y retornaron a Caen. Al volver se dieron cuenta del por qué su viaje había sido tan rápido. Las corrientes eran muy fuertes, y no pudieron volver a nado. Decidieron dejarse llevar por ellas y busca un lugar seguro para salir del agua, y tratar de volver por tierra. A las 5:30, sintieron la gran explosión, y se dieron cuenta de que su misión había sido exitosa.  Siguieron por el agua hasta un lugar en el cual el río se acerca al canal, salieron rápida y sigilosamente del agua, recorrieron las 400 yardas que separaban los dos cursos de agua, y procedieron a volver por las aguas más calmas del canal. Los dos hombres volvieron a Caen, sin mayores contratiempos. En cuanto al tercer nadador, que se había quedado en el camino, éste al no volver sus compañeros, entró al río con el objetivo de ayudarles a volver, o rescatarles, en caso de que fuese necesario, pero como después de la explosión los británicos redoblaron las guardias, fue descubierto, hecho prisionero, se cree que herido, muriendo en cautiverio.

Esta primera operación de los hombres rana de la Unidad K, se puede considerar un éxito, dos puentes ocupados por el enemigo destruidos, y sólo una pérdida que contar.

El vicealmirante Heye con el almirante Doenitz inspeccionando el equipo de los hombres rana alemanes.

Otra operación se suscitó cuando la batería costera de Bac du Hode, cayó en manos enemigas, y los artilleros de la Marina alemana no tuvieron tiempo de destruir los cañones de 150 milímetros y las municiones. Los aliados empezaron a utilizarlas enseguida para su propio beneficio, amenazando seriamente El Havre.

Después de varias tentativas de ataque fallidas por parte de la Marina, el almirante a cargo de El Havre solicitó a Prinzhorn que se hiciera cargo con su MEK. La idea era hacer una operación de comandos por el mar.

No se pudo encontrar la fecha exacta en que se llevó a cabo esta operación, sólo su relato, pero debe haber sido a los pocos días de producida la Invasión de Normandía.

Se hizo una primera tentativa de ataque a bordo de una lancha de asalto de infantería, pero esto no funcionó.

Prinzhorn pidió dos Lentillas ( lanchas explosivas ), que con sus nuevos silenciadores podían navegar a 8 nudos si hacer mucho ruido. Utilizando, además, a un ex sirviente de la batería, se interiorizó de su ubicación exacta y de todos los accidentes que había en el terreno circundante. Con esta información,  se dispuso a intentarlo de nuevo.  Dispuso además, que para encontrar el punto de desembarque, y tener puntos de referencia, se instalaran un par de poderosas lámparas portátiles en el techo de dos casas bien ubicadas, con una distancia vertical entre las dos. Con estas luces se podría guiar y poder estar seguro del punto exacto de desembarque.

Flotilla de Lentillas.

Base de flotilla de Lentillas.

Lentilla llegando a su base.

A las 23:45, Prinzhorn y un equipo de siete hombres del MEK-60, se encontraban a bordo de las Lentillas, utilizando como guía al ex sirviente de la batería.

Las luces guía no funcionaron, debido a un ataque aéreo en El Havre, que lo dejó sin energía eléctrica, por lo que el equipo Sin puntos de referencia y a punta de remos, llegaron a la orilla, dándose cuenta que había desembarcado algunos kilómetros demasiado al oeste. Reembarcaron y de nuevo  con remos, llegaron a un punto más favorable, y siguieron su avance a pie. Hacia las 2:30, el guía informó que estaban cerca, a unos cien metros de le batería.

Los comandos se pusieron a cubierto, mientras Prinzhorn con el guía recorrían el terreno. Se verificó que la puerta de entrada al recinto estaba custodiada, pero el guía le mostró otro camino, un “camino privado”, entre unos matorrales. Era un sendero que corría a lo largo de una tapia, unía el borde la roca en que se encontraba la batería con la carretera asfaltada que pasaba detrás de la posición.

Volvió y recogió a sus siete hombres, pasando muy cerca de los centinelas que custodiaban la batería, y aunque sus trajes mojados, emitían ruidos, además de arrastrar sus cargas explosivas, no fueron descubiertos.

Las instrucciones eran sólo emplear las armas en un último extremo. Sigilosamente entraron en el recinto. Tres de los marinos deslizaron las cargas en el alma de los cañones, mientras otros tres se introducían más dentro de las aberturas para tirar las cargas en los depósitos de municiones. Todo fue hecho con una precisión admirable, sin cometerse ninguna falta. El centinela de la entrada no tuvo ninguna sospecha, al igual que los demás soldados dormidos. Para que las cargas estallaran, se usaron fusibles de cargas submarinas, las que estallaban en cualquier condición de tiempo. Las cargas se habían puesto para estallar en los cañones a los cuatro minutos y en las municiones a los cinco.

Los hombres se reunieron, dieron su parte a Prinzhorn, y salieron por el “camino privado” tan sigilosamente como habían entrado. Llegaron a la playa y sintieron el estallido. Nadie resultó herido, la batería estaba destrozada, y se regresó a El Havre sin incidentes.

Esta fue una de las 24 operaciones que llevó a cabo el MEK-60 entre la invasión y la evacuación de Francia. En este período, cuando había algo que hacer y se creía imposible, se mandaba estos hombres de la Unidad K, siempre demostrando que un pequeño grupo de hombres intrépidos, bien entrenados y equipados, era perfectamente capaz de conquistar victorias sobre un enemigo considerablemente superior.

El MEK-60 siguió actuando en Bélgica y Holanda, donde nuevamente hicieron que hablar de ellos. Aunque sus operaciones y el éxito de ellas se mantenía en secreto, había indicios de que el enemigo ya las conocía, o por lo menos en parte. La estación de propaganda de Caláis, llegó hasta proferir amenazas contra los “granujas de la banda de Prinzhorn”. Estos hombres y su comandante se sentían halagados de cómo  se referían de ellos los aliados.

Fuentes de esta quinta parte de la Unidad K :

Los Hombres Rana (Cajus Bekker)

Continuará. Saludos.

Deleted member

16-01-2008

La Unidad K (sexta parte) :

C.- Operaciones :

5.- Los Hombres Rana – Operaciones en Bélgica :

Después de que los aliados habían ingresado a Francia y hecho retroceder a la Wehrmacht, hasta la frontera de Alemania, ciertas unidades rápidas aliadas se lanzaron a Bélgica, conquistando Amberes después de un breve combate. El comandante del puerto alemán murió organizando la destrucción, pero la presa principal situada en Kruisschans, permaneció intacta.

Británicos en Bélgica, en las cercanías del Canal Alberto.

El hecho constituía una ventaja considerable para los aliados. Amberes, uno de los puertos mejor equipados de Europa occidental, podía entonces servir de base de aprovisionamiento a los ejércitos aliados para lanzarse por el corazón de Alemania. Amberes se encuentra a una gran distancia del estuario de Escalda, por lo que la marea siempre se hace sentir, ya que el sector posee importantes corrientes de agua. La presa de Kruisschans  tiene por tarea mantener el agua al mismo nivel. Todas las naves para entrar o salir del puerto deben flanquearla. Y ahora estaba en poder de los aliados.

Había que atacarla, y se encomendó la misión al MEK-60.

Después de un estudio de la situación, demostró que sólo podían llegar a la presa, los nadadores de combate. Los aliados habían obstruido los mil metros que precedían a la presa con varias líneas de redes. La fuerza de las corrientes impedían a los hombres nadar la distancia de ida y vuelta, por lo que se decidió transportarlos en Lentillas hasta las cercanías de la presa. Ya que las orillas del río estaban custodiadas por el enemigo, las embarcaciones podían ser descubiertas, por lo que el ataque debía ser hecho en una noche especialmente oscura, de cielo nublado, y un tiempo ojalá neblinoso. Por otra parte el acercamiento debía ser hecho con la marea, ya que de otro modo, se debería emplear la fuerza de los motores al máximo, lo que produciría mucho ruido. En consecuencia, los nadadores sólo podrían operar en marea alta, a muy poca distancia bajo el pasillo de la presa, la cuál estaba custodiada permanentemente. El personal no puso impedimento a esta situación.

Para ejecutar la operación se definió el uso de unas nuevas minas torpedo (To-Minen) desarrolladas por la Unidad K, para destruir esta presa de 35 metros de ancho. Estas eran largos flotadores de aluminio que contenían cargas submarinas equilibradas ( al ser llenadas de gas amoniaco ), de tal forma de permanecer justamente bajo la superficie, con flotabilidad negativa de 30 o 40 gramos. En general eran dos los nadadores que los que iban adelante remolcando esta mina, con la ayuda de cuerdas, y otro atrás la guiaba corrigiendo el curso. En aguas calmas, los nadadores no tendrían dificultad para llevarlas a su objetivo. Estas minas torpedo no explotaban nunca en la superficie del agua, sino que al pie del objeto a destruir con el fin de acrecentar el efecto destructor por la masa de agua intermedia. Con la ayuda de botones se ajustaba finalmente la mina, hundiendo el torpedo y el detonador.

Se usarían dos minas con una tonelada de explosivo cada una. La segunda mina se usaría si la primera se averiaba.

La noche del 15 al 16 de Septiembre de 1944, salieron de la boca del Escalda dos Lentillas. En cada una iban un jefe de grupo, un dragaminas, tres nadadores y una mina torpedo remolcada. Un equipo lo lideraba el alférez Doerpinghaus y el segundo Prinzhorn.

La noche era muy oscura, y en el estuario había una densa neblina, lo que era excelente para el ataque. La primera Lentilla salió primero, avanzando silenciosamente con su motor ajustado a 8 nudos, velocidad que no se alcanzaba debido al peso de la mina que remolcaban. Añadiendo 4 o 5 nudos de velocidad era fácil calcular cuando se llegaría a la altura de la presa.

Dorpinghaus y sus hombres buscaron unos grandes pilares llamados “duques de Alba”, después de los cuales se encontraba la presa. Al encontrarlos ataron la Lentilla a uno de estos pilares en la rivera este del río, y desatando de ella la mina torpedo siguieron por el agua, arrastrándola, relativamente cercanos a la rivera para guiarse.

Al cabo de diez minutos de nado se encontraron con la primera red, la que esquivaron sin contratiempos. La segunda la encontraron diez minutos después. Esta era más cerrada que la anterior, por lo que buscaron un pasaje, y la flanquearon. Para las dos redes siguientes, se hizo lo mismo, se ubicó un pasaje y fueron flanqueadas.

Cuando se pasó la última red, el equipo se encontró a 50 metros de la presa. Sigilosamente nadaron hacia la presa, empujando la mina torpedo contra la presa. Accionaron el botón de sumersión, y la mina torpedo se fue al fondo, arrastrando con ella a dos hombres.  Estos nadadores usando los aparatos respiratorios, bajo el agua, colocaron en su lugar la mina torpedo y accionaron el botón de detonación, emergiendo a la superficie y tomando retirada, ayudando a uno que tenía el cuerpo completamente helado.

Una hora y cuarto después encontraron la Lentilla y fueron izados a bordo, retornando a la base. No habían andado casi nada, cuando vieron una embarcación que se les acercaba a toda velocidad, no pudiendo reconocer si era la Lentilla del segundo grupo o una lancha patrullera aliada. No quisieron saber de quien se trataba, por lo que huyeron a 30 nudos por el río. En realidad como se pudieron dar cuenta más tarde era la Lentilla de Prinzhorn, los que no habían podido localizar el objetivo, y cuando se dieron cuenta de ello, dieron media vuelta, logrando ver la presa, justo en el instante que el primer equipo ya iniciaba su regreso.

Prinzhorn, se dio cuenta perfectamente que la otra embarcación era la Lentilla del primer grupo, y al ver la velocidad que tomaban, se dio cuenta también que ya no arrastraban la mina torpedo, por lo que asumió que habían cumplido la misión. Al llegar a la base Prinzhorn recibió el parte de sus hombres, por lo que los felicitó por llevar a cabo satisfactoriamente la misión, nuevamente la había realizado en las barbas del enemigo sin que éste se hubiera dado cuenta, y sin ninguna baja.

A las 5 de la madrugada, una gran explosión sacudió toda la zona. A la mañana siguiente fotografías aéreas demostraban que la presa estaba rota. Los aliados tardaron tres meses en volver a repararla.

Fuentes de esta sexta parte de la Unidad K :

Los Hombres Rana (Cajus Bekker)

Continuará. Saludos.

Deleted member

16-01-2008

La Unidad K (séptima parte) :

C.- Operaciones :

5.- Los Hombres Rana – Operaciones en Holanda :

Después de que los aliados lanzaran la Operación Market-Garden, cayeron en su poder intactos los dos importantísimos puentes del río Waal, cerca de Nímega, a pocos kilómetros de la frontera germano-holandesa; uno, el ferroviario, que, en la precipitación de la retirada, los alemanes sólo habían destruido parcialmente su sistema de rieles; otro, cuya carretera permitía el paso a los tanques más pesados.

Puente carretero en Nímega.

Estos dos puentes adquirieron una importancia excepcional ; los alemanes trataron por todos los medios  de destruirlos mientras los ingleses considerándolos tan preciosos como una joya, organizaron en pocos días una defensa al parecer infranqueable. Algunos grupos de asalto del ejercito que trataron de destruir estos puentes no pudieron acercarse al objetivo y la Luftwaffe tubo que renunciar en su afán de bombardearlos.

En esta situación, se llamó a la Unidad K. El MEK-60 fue reforzado por el MEK-65 al mando del alférez Richard, y se instalaron en una granja cercana al río a poca distancia de la frontera holandesa y dieron principio a los preparativos. Se estudió en todos sus detalles los puntos del problema : el curso del río y sus corrientes, la posición de los puentes y su amplitud, su tipo de construcción, los pilares que se deberían destruir, la cantidad de explosivo necesaria, la defensa enemiga de las orillas y en los puentes mismos, la distancia a recorrer, las condiciones del tiempo, el apoyo eventual que deberían solicitar a ciertas divisiones de la Wehrmacht; en resumen, todo lo que les permitiera evaluar con precisión si es que en realidad la operación era factible, y si era así, sus posibilidades de éxito o fracaso.

El análisis dio como resultado, que las dificultades encontradas en las operaciones anteriores, no eran comparables a las dificultades que presentaba esta nueva operación.

Del mismo modo lo complicada de esta misión, también dio como resultado que los comandantes de los dos MEK, tuvieran opiniones diferentes en cuanto de cómo se debiera realizar.

Richard opinaba que un acercamiento con Lentillas era imposible y que serían descubiertos, por lo cual tan sólo los nadadores de combate podrían llegar al objetivo.

Por el contrario, Prinzhorn pensaba que si las condiciones del tiempo eran favorables habría mayor oportunidad de éxito en un ataque con Lentillas; estimaba además que las corrientes eran muy fuertes, en especial por un pequeño recodo que tenía el Waal en ese lugar. Prinzhorn opinaba que suponiendo, y en las condiciones más favorables, que los nadadores pudieran divisar las columnas de los puentes a 150 metros, sería muy problemático que pudieran en una distancia tan corta,  vencer la fuerza de la corriente para vencerlas, además que deberían arrastrar las pesadas minas torpedo al objetivo, por lo cual sus movimientos serían bastante más limitados. Los pilares eran tan macizos que necesitarían tres toneladas de explosivo cada uno. Tal cantidad de explosivos en las minas torpedo, les daría demasiados problemas para llevarlas adecuadamente y serían inexorablemente arrastradas hacia la orilla o sea hacia el enemigo.

Ya que los pilares de los puentes eran muy grandes, más de once metros de largo y cerca de cuatro de espesor, además de suponer que se necesitaría tres toneladas de explosivo, se tenía claro que no sería suficiente anclar una mina en sus cercanías, ya que la explosión las dañaría sin lugar a dudas, pero sin llegar a destruirlas. Se necesitaban medios más potentes, se estudió que se necesitaban dos cargas enormes dispuestas contra las fachadas opuestas que deberían explotar al mismo tiempo con el fin de producir dos gigantescas fuerzas de tracción.

Se escogió el uso de dos minas torpedo que contenían una tonelada y media de explosivo cada una. Tenían cinco metros de largo y un diámetro de 56 centímetros. Estaban equilibradas de manera que flotaran bajo la superficie. Se accionaba el detonador al retirar un gancho situado en la parte superior. Para hundirlas, siguiendo la trayectoria de los pilares, bastaba con apretar un botón.

Estos dos torpedos fueron atados en sus cabos traseros con cierta distancia entre ellos con la ayuda de un cable muy resistente de 15 metros de largo. La intención era que acercarse al pilar los hombres de la unidad depositarían el “paquete”, de manera que uno de los torpedos pasara a la izquierda del pilar y el otro a la derecha.

Se necesitarían tres “paquetes”, uno para el puente ferroviario, y dos para el puente carretero.

Todavía quedaba por decidir como se transportarían las minas, con hombres rana o con Lentillas.

Dos nadadores se ofrecieron de voluntarios, para recorrer 35 kilómetros en el río. La operación se realizó de noche y no fueron descubiertos, pero los resultados no fueron del todo buenos, ya que las corrientes les impidieron llegar a los pilares, por lo que de nuevo salió la idea de remolcar las minas con Lentillas, las que ayudadas por sus motores podrían vencer las corrientes.

Pero ocurrió algo bastante distinto que cambió la forma de ejecutar la misión. Hitler designó un nuevo jefe para la misión. Este era el capitán de la Abwehr Hummel, acompañado por dos de sus hombres. Este oficial siendo parte de la Unidad Skorzeny, había sido entrenado en operaciones con hombres rana en Italia por los hombres de la Unidad K y la Décima MAS.  En aquella época se le conocía como capitán Helmers. Es necesario indicar que la Abwehr creó una escuela de nadadores de combate propia, los que después fueron asignados a la Unidad Skorzeny con el nombre de Grupo de Hombres Rana del Danubio.

Lo anterior causó indignación en los hombres de los MEK. Además este oficial desechó los proyectos que tenía la Unidad K para llevar a cabo la misión. Entre otras cosas consideró que el acercarse a los puentes en forma silenciosa y secreta no era primordial, ya que si los defensores de los puentes los descubrían se les podía mantener a raya con ametralladoras de algunas lanchas de asalto mientras los nadadores cumplían la misión...

Los hombres de la Unidad K consideraron este tipo de ataque un suicidio.

Después de la llegada del capitán Helmers o Hummel, solicitó al vicealmirante Heye, que se le asignara otra misión, y es allí cuando se le asignó el ataque a la presa de Kruisschans, ya relatada anteriormente. Cuando el MEK-60 volvió nuevamente a Nímega se encontró con algunas sorpresas.

El capitán Helmers había insistido en que se efectuara un reconocimiento hasta los puentes. Envió dos embarcaciones cuyos motores no fueron lo bastante discretos, y fueron descubiertas, por lo que tuvieron que volver perseguidos por las balas enemigas.

Lo anterior puso en alerta a los ingleses, que pudiera ser que los alemanes atacaran los puentes por el río. Establecieron “barreras luminosas” antes de llegar al primer puente, el carretero, instalando proyectores para explorar la superficie del agua. Iluminaron los puentes, reforzaron los centinelas y doblaron el número de armas ligeras en las dos orillas del río y entre los puentes, que se encontraban a unos 500 metros el uno del otro. Sobre el puente ferroviario, se instalaron varios nidos de ametralladora.

Lo anterior desechó totalmente alguna posibilidad de ataque usando Lentillas, y la única posibilidad era el uso de los hombres rana.

Ahora aquí se encontraron también dos situaciones opuestas. El exceso de iluminación era una ventaja, ya que los nadadores tendrían una gran visibilidad de los puentes. Pero a la vez, se transformaba en dificultad, ya que debían trasladar las tres toneladas de explosivos, sin ser vistos por los reflectores y en esas aguas con tantas corrientes.

En este minuto fue la Unidad K, la que inconscientemente tomó el mando tácito de la operación.

Se decidió dejar pasar una semana, para dar tiempo a que el enemigo se calmara un poco. El objetivo se logró, ya que al cabo de ocho días, el puente carretero dejó de ser barrido por los reflectores, aún cuando el puente conservó el mismo alumbrado.

En la noche del 28 al 29 de Septiembre de 1944, los comandos se deslizaron al río, a una distancia de 10 kilómetros de Nímega. Se designaron tres grupos de 4 nadadores cada uno, en total 12 hombres rana. Cada uno de los “paquetes”, antes descritos, sería remolcado por los cuatro hombres. El primer grupo debía destruir el puente ferroviario; los otros dos el puente carretero.

El primer grupo lo comandaba el contramaestre radiotécnico Heinz Bretschneider, que ya había tenido al mando un grupo de nadadores en el ataque al puente del río Orne. Este grupo se deslizó por el río sigilosamente, y con bastantes dificultades, arrastrando la pesada carga de explosivos. Lograron pasar entre los pilares del puente carretero, nadando sumergidos, sin ser descubiertos. Pero antes de llegar al puente ferroviario, a unos 200 metros del puente carretero, se encuentran que los británicos estaban construyendo un puente de pontones que atravesaba  el río en toda su longitud. Nadie se había percatado antes de este puente auxiliar, que no estaba en los planes. Trataron de pasar bajo éste, pero la mina torpedo se atoró en alguno de los botes. Nadaron en la superficie desatorando la mina, mientras los británicos estaban a no más de un metro de ellos; los comandos sentían sus pasos, escuchaban sus voces y veían sus cigarrillos encendidos.

El puente ferroviario no estaba iluminado, pudiendo reconocerlo por sólo por la caída de algunas bombas de lanzadas en un ataque aéreo alemán, en un lugar cercano. Los comandos nadaron a la deriva con la mina hacia el poderoso pilar, eran los últimos 100 o 150 metros. El personal separó las dos partes de la mina, cuatro o cinco metros una de otras, colocándolas paralelas unidas por el cable.  Las pusieron en posición a cada lado del pilar, Tiraron simultáneamente los dos ganchos de detonación y las hundieron, y salieron de la zona en forma tan sigilosa como habían llegado.

En cuanto a los otros equipos de nadadores, la operación la realizaron en forma similar al equipo del puente ferroviario. En el caso segundo equipo, destinado al puente carretero, no tuvo incidentes en la primera parte, pero por una mala apreciación de la distancia al objetivo, en un momento dado se encontraron demasiado cerca de la orilla oeste, colocándolos en una posición bastante angustiosa. Ya se encontraban cerca del puente pero a no más de 50 metros de la orilla. Se toparon con un tronco que había en el río, el que fue imposible de esquivarlo, y las minas torpedo tocaron fondo, además que el agua llegaba a la cintura de los comandos, y a cincuenta metros de las posiciones inglesas. Optaron por desplazar las minas a aguas más profundas. Cuando en eso estaban sintieron gritos y disparos, dándose cuenta que el tercer equipo, también destinado al puente carretero, estando en una situación análoga, había sido descubierto, y se dispersaron dejando la mina torpedo en el lugar. De este equipo un nadador fue muerto, dos heridos y otro hecho prisionero.

Esta situación de concentración de  las fuerzas enemigos frente al tercer equipo, hizo que para el segundo equipo renaciera una pequeña posibilidad para tratar de cumplir su misión. Se deshicieron del obstáculo y continuaron, llevando a la mina torpedo a aguas más profundas. Llegando al puente, se dieron cuenta que a ellos también les disparaban, por lo que sumergieron las minas como estaban y accionaron los detonadores. Los nadadores se dejaron llevar por la corriente, y finalmente fueron capturados por los ingleses, siendo uno de ellos herido.

En cuanto al primer grupo, que atacó el puente ferroviario, dos de los nadadores quedaron en el camino de regreso, el cansancio y el frío hicieron mella en ellos, siendo capturados por los ingleses, uno herido. Sólo Breitschneider y Jaeger regresaron.

A las seis de la mañana detonó la mina destruyendo el puente ferroviario. En cambio el puente carretero, sólo se sacudió su estructura, resistiendo, ya que las únicas minas que fueron instaladas, no se hicieron correctamente, por lo que siguió siendo utilizable.

De los 12 nadadores de combate que salieron, diez fueron capturados después de un combate bastante dramático de algunos, y tres de ellos murieron a consecuencia de sus heridas. A los dos nadadores que regresaron se les concedió la “Cruz de Oro de Alemania”.

El enemigo reforzó de tal forma las defensas del puente, que ninguna otra operación con nadadores fue posible.

Después de la operación, el 6 de Octubre de 1944, el “Times” de Londres, publicaba que “el ataque efectuado por los alemanes contra los puentes del Waal cerca de Nímega, constituía una de las empresas más atrevidas de toda la guerra”. Seis semanas más tarde, un parte del Alto Mando de la Wehrmacht, entregaba algunos detalles de la operación, hablando por primera vez del éxito obtenido por los nadadores de combate de la Marina. La agencia inglesa Reuter, entregó la traducción completa del comunicado alemán, agregando que “nadie ha desmentido oficialmente esta afirmación de los alemanes referente a los resultados obtenido por sus hombres rana”. En enero de 1945, “Picture Post”, calificó esta operación “como la hazaña más sorprendente de la guerra”.

Después del ataque con los nadadores a los puentes del Waal, la Unidad K, intentó otra operación, pero ahora con submarinos de bolsillo, que será tema más adelante.

Fuentes de esta séptima parte de la Unidad K :

Los Hombres Rana (Cajus Bekker)

Otto Skorzeny (Charles Whiting)

Continuará. Saludos.

Deleted member

16-01-2008

La Unidad K (octava parte) :

C.- Operaciones :

6.- Otras operaciones de Hombres Rana (a modo de paréntesis) :

Me gustaría puntualizar algo. La Unidad Skorzeny tenía una unidad de hombres rana, como ya hemos dicho anteriormente.

Este grupo fue formado por la Abwehr casi en la misma época en que se formaba el segundo grupo de hombres rana en Italia, e instruido por los instructores de la Décima MAS y los primeros instructores de la Unidad K.

Su primera misión, fue la de Nímega, que en más de algún documento el propio Skorzeny ha intentado dejar entrever que fue una misión de ellos, cosa que no fue así.

Después de esta misión, Skorzeny siempre consideró que su participación en ella fue un fracaso, pero considero que si fue un fracaso, no por los resultados, sino que principalmente por el hecho que sus hombres nunca pudieron tomar las riendas de la misión, actuando con un grado de prepotencia, además de que sus teorías eran bastante equivocadas, como se probó en los hechos que ocurrieron.

Después de lo de Nímega esta unidad tuvo una única nueva misión. 

El 7 de marzo de 1945, los norteamericanos toman un puente intacto en el Rhin, el puente Remagen, el que no pudo ser volado por fallas en las cargas explosivas.

El puente Remagen.

Hitler encolerizado, considerando la captura del puente como algo personal, citó a Skorzeny.

Cuando éste llegó al cuartel general, el Furher ya se había acostado. Fue recibido por el general Jodl, quien le confió la misión de destruir el puente inmediatamente con la ayuda de sus hombres rana, los cuales transportarían cargas explosivas colocándolas en los soportes y lo volarían en mil pedazos. Skorzeny protestó debido a los malos resultados que habían obtenido sus buceadores, en el fallido intento de destruir el puente de Nímega. Ahora se le pedía que enviara a sus especialistas del "Grupo de Hombres Rana del Danubio" a una acción en aguas cuyas temperaturas eran casi de cero grados. Además los norteamericanos había establecido su cabeza de puente varios kilómetros aguas arriba, y estarían vigilantes contra los sabotedores, después de la experiencia de Nímega. Fue la primera vez que Skorzeny no aceptó una misión incondicionalmente. Se marchó prometiéndole a Jodl, hacer todo lo que se pudiera, pero sin estar convencido de que la operación fuera viable.

Los norteamericanos intentando reparar el puente Remagen.

Las defensas del puente Remagen.

Los hechos le dieron la razón. El grupo del Danubio hizo el intento varios días después, cuando los norteamericanos ya se habían establecido firmemente en la orilla opuesta del río. Saliendo una noche oscura y fría, varios de sus miembros desaparecieron tan pronto como se metieron al agua helada. Otros fueron captados un poco más tarde por la luz de los proyectores norteamericanos, colocados en ambas orillas del caudaloso río. No escapó ni uno sólo de los supervivientes que alcanzaron el Remagen. Todos fueron hechos prisioneros y, aunque algunos lograron poner las cargas, su sacrificio no valió para nada, fueron desactivadas, además, los norteamericanos ya había construido un puente de pontones para atravesar el río. Cuando, al final, el puente Remagen se desplomó, debido probablemente a los infructuosos intentos de voladura iniciales de los alemanes, los norteamericanos continuaron transportando suministros a través del Rhin por el de pontones. Todos los esfuerzos para impedirlo habían fracasado.

Hombre rana capturado en la operación del puente Remagen. Obsérvese las aletas de caucho puestas en los pies, sobre unos zapatos livianos.

Fuentes de esta octava parte de la Unidad K :

Otto Skorzeny (Charles Whiting)

Continuará. Saludos.

Deleted member

17-01-2008

La Unidad K (novena parte) :

C.- Operaciones :

8.- El Submarino Monoplaza Biber (parte 01):

Después del 20 de Agosto de 1944, el frente alemán en Francia dejó de existir, provocando que las fuerzas alemanas se replegaran hacia el norte y hacia el oeste.

Una columna motorizada alemana logró llegar a la costa de la Mancha. Los soldados que ocupaban los pesados camiones y los remolques recubiertos llevaban uniformes del ejército normales color “feldgrau”, sin embargo, se trataba de hombres de la Marina. Cuando la columna encontraba algún obstáculo, el líder de la columna presentaba una orden redactada en estos términos :

“El capitán de corbeta Hans Bartels es el jefe de un comando de la Marina. Actúa bajo mis expresas órdenes. Su misión es secreta, nadie está autorizado a pedirle explicaciones. Todos deberán brindarle la ayuda que solicite para el buen cumplimiento de su misión.

Firmado : Doenitz, gran almirante

Jefe de la Marina”

La flotilla K-261 empleó cinco días en ir de Bélgica hasta la costa de la Mancha, con la constante amenaza de ataque de la aviación aliada. Estaba equipada con el aparato de combate más reciente de la Unidad k, el submarino monoplaza Biber ( Castor ) y debía ser puesto en combate contra el desembarco aliado en la Bahía del Sena. Se había dispuesto que El Havre fuera su base de operaciones, pero debido al avance aliado, y a la  evacuación de El Havre, se designó como nueva base de operaciones a Fecamp.

La historia de este submarino monoplaza, inapropiadamente llamado submarino enano, es el proyecto de un solo hombre, el capitán Bartels, uno de los pocos del arma de submarinos que estaba en la Unidad K. Este sumergible no nació en las mesas de dibujo de los ingenieros, sino que constituía la realización práctica de las ideas de Bartels.

El capitán Bartels.

A principios de Febrero de 1944, el comandante de dragaminas Bartels, que había sido condecorado caballero por un acto heroico en Noruega, y que desde sólo hace poco tiempo se había enlistado en la Unidad K, se presentaba acompañado de Obladen, en los astilleros Flender de Lubeck. En ese lugar expusieron el proyecto de Bartels a los directores y constructores, y les preguntaron si era factible su realización. Después de una segunda reunión algunos días más tarde, el 23 de Febrero, los especialistas daban principio a la construcción de un primer modelo, que se bautizó con el nombre de Adam. Para el 15 de Marzo, el Adam estaba terminado, y el 18 de ese mes, Bartels en persona comenzó las pruebas.  En un comienzo tubo bastantes problemas, que se fueron solucionando, hasta que el 29 de Marzo fue presentado al jefe de la Marina. Las pruebas fueron exitosas y la autoridad naval dio su aprobación para la fabricación en serie, con el nombre de Biber. El Adam fue el ancestro de una familia que llegó a constituir 325 miembros.

Bajo la dirección de Bartels, un comando de voluntarios formado por jóvenes oficiales de marina, técnicos, ingenieros y un médico, se dio de inmediato a la tarea de experimentar las condiciones existencia a bordo de un Biber y probar sus posibilidades de empleo.

Línea de montaje de los submarinos Biber.

El Biber tenía 8 metros de largo y un diámetro máximo de 98 centímetros. Su popa era muy carenada y en el centro se erigía una pequeña torre, de tal forma que el Biber parecía la reproducción en miniatura de un submarino normal. La torre se elevaba del nivel del agua a una altura de 52 centímetros y se le había adaptado un periscopio fijo de un metro y medio, el recinto del compás y un “schnorchel” cuya misión era filtrar el aire fresco hacia el interior.

El Biber fue proyectado para ser utilizado tanto como arma ofensiva como defensiva. El aparato permitía a un solo hombre lanzar dos torpedos contra un blanco enemigo, a corta distancia. El hombre supuestamente podía, para sustraerse a la acción enemiga, y protegerse él y a su aparato, sumergirse, pero esto no era una tarea sencilla.

El interior del aparato estaba formado por láminas de acero cuya rigidez era mantenida por cuatro separaciones transversales. El espacio delantero formado por una de estas separaciones constituía el balast delantero. Entre la primera y segunda separación se encontraba el “compartimiento central” del submarino. En esta parte, el piloto estaba sentado, en la minúscula torre cuyo papel representaba la única vía de entrada y salida. Ante el tripulante estaba dispuesto el tablero de mandos y alrededor de él, las diferentes palancas de maniobra. También había allí botellas con aire comprimido, una botella de oxígeno y todo el aparato necesario para una respiración artificial; los acumuladores, los tanques, la canalización para la gasolina para el buen funcionamiento del motor; éste era un motor de 2,5 litros de 6 cilindros y estaba armado entre la segunda y tercera separación. En la última de las separaciones estaba el motor eléctrico, y, finalmente, el balast de popa.

Aspectos técnicos :

Desplazamiento : 6 ¼ ton.

Velocidad : 6 ½ nudos.

Alcance : 210 km.

Tripulación : Un hombre.

Armamento : Dos torpedos de 530 mm.

Submarino monoplaza Biber.

Las pruebas de sumersión, demostraron que los tripulantes empezaban a sufrir síntomas de envenenamiento por monóxido de carbono, después de cuarenta y cinco minutos aproximadamente. Debido a esto, se les equipó con una máscara que les cubría la boca y la nariz adaptada con un tubo a través del cual emanaban el aire exhalado sobre un cartucho de cal sodificada. Se presentaban tres cartuchos que podían ser utilizados uno tras otro, cuya duración era de aproximadamente 7 horas y media cada uno. El oxígeno abastecido por este aparato les permitía una sumersión de 20 horas.

Se debía tomar en cuenta, además, que las dificultades de navegación en el Mar del Norte eran considerables. El tripulante debía estar siempre preparado para dejarse hundir como una piedra, en el caso de ser descubierto por un avión enemigo, ejecutando las siguientes maniobras : abrir la entrada del balast de proa, la entrada del balast de popa, maniobrar la barra de sumersión, parar el motor de explosión y embragar el motor eléctrico, cerrar la válvula de escape detrás de él y cerrar la válvula de entrada de aire, situada sobre su cabeza; todo lo anterior en unos cuantos segundos y sin perder su sangre fría.

A todo el esfuerzo anterior había que agregar el estrés de encontrarse completamente solo para luchar contra el mar, contra el enemigo siempre al acecho y sobre todo contra el cansancio que les carcomía poco a poco la voluntad.

Se hicieron algunas pruebas para dotar a los hombres con algunas cualidades extremas.  Se les dio lo que se llamaron pastillas D-IX, que producían afectos como el alejamiento controlable de los límites del cansancio, aumento del poder de concentración, disminución en el funcionamiento de los intestinos, y algunas otras cosas más. Estas pastillas eran un verdadero coctail de narcóticos, entre los que estaban pervitina, cocaína y eukodal, en partes iguales. Después de las pruebas se desistió en la idea de emplear estos narcóticos, ya que el efecto no era duradero y cuando éste pasaba, el piloto “drogado” necesitaba descanso absoluto por bastante tiempo para reponerse completamente de los traumas orgánicos provocados por las pastillas.

Ya establecida la flotilla en Fecamp, por órdenes del médico, los pilotos reposaron durante 24 horas, y en la noche del 29 al 30 de agosto de 1944 comenzaba la primera operación. Las condiciones de esa noche no eran extremadamente desfavorables, había viento y el mar no para nada en calma. Los hombres de la unidad necesitaron toda su voluntad para cumplir, pese a todo, su misión. Tan sólo dos de ellos  lograron tomar contacto con el enemigo. Esa noche hundieron un gran navío de desembarco y un buque Liberty.  Los hombres llegaron a la base después de las 10 de la mañana del 30 de Agosto, exhaustos, empapados hasta los huesos, temblando de frío y presentando síntomas de envenenamiento con monóxido de carbono, pero felices por la victoria.

Un Biber en el momento de ser botado al agua.

La ciudad de Fecamp fue evacuada al día siguiente, el 31 de Agosto, y los hombres de la Unidad K fueron, los últimos alemanes en retirarse. Tuvieron que destruir la mayor parte de sus aparatos, mientras que los pocos restantes corrieron la misma suerte durante un combate nocturno contra una columna de tanques americanos.

Aunque habían tenido que retirarse tan precipitadamente de Fecamp, a principios de Septiembre de 1944, la alegría era muy grande entre los pilotos de los Biber. La primera operación que se había llevado a cabo desde Fecamp en estos aparatos, bajo condiciones completamente desfavorables (transporte terrestre efectuado bajo la amenaza permanente de la aviación enemiga, lo extenso de la distancia hasta la Bahía del Sena, malas condiciones del tiempo), había tenido éxito, modesto en verdad, pero un éxito al fin y al cabo. No sufrieron ninguna pérdida. Este parecía un principio alentador.

Los Biber no tuvieron base hasta el mes de Diciembre de 1944, y conforme las flotillas de Biber se iban formando, se les enviaba a Rotterdam, con el propósito de atacar las comunicaciones enemigas en el Escalda, lo que constituía un sector de operaciones mucho más difícil que la costa francesa de la Mancha.  El servicio de intercepción alemán instalado en Zierikzee, en la isla de Schouwen, señalaba que los convoyes, que podían ser atacados.

Biber en Rotterdam.

Si las condiciones de viento y mar eran relativamente favorables, los Biber podían atacar, pues de lo contrario, los tripulantes gastarían todas sus energías en luchar contra los elementos, y no contra el enemigo. Las embarcaciones debían llegar a principios de la noche al sector de operaciones con el fin de atacar en la oscuridad, con la torre sobresaliendo del agua 52 centímetros.

Cuando las condiciones se daban, además de tener una noche oscura, sin luna, Bartels hacía salir el mayor número posible de Biber. En las “grandes operaciones”, salían entre 20 o 30 aparatos.

Pero la salida no era tan fácil. Normalmente al llegar a las islas de Goeree y de Voorne, o bien al llegar a alta mar, a la altura de Hoek Van Holland, le esperaban aviones enemigos, que estaban prestos a atacarles, por lo que los tripulantes debían estar prestos a sumergirse en caso de ser detectados.

Biber haciéndose a la mar en Rotterdam, Navidad de 1944.

Muchos de los tripulantes no lograron divisar a tiempo estos aviones y terminaban definitivamente en Hoek Van Holland, una travesía empezada sólo media hora antes. Cuando el Biber era alcanzado por los proyectiles de un avión, se hundía inmediatamente y el piloto, cuando por milagro salía ileso del tiroteo, podía a veces salir del aparato, y se realizaba una curiosa operación. El avión británico, describía un círculo sobre Hoek Van Holland y volvía al mar, describía otro círculo sobre el náufrago y regresaba hacia Hoek Van Holland, repitiendo esta operación varias veces. Cuando lo anterior ocurría era el aviso para la salida de una lancha de salvamento alemana para recoger a uno de sus compañeros. Aún en la guerra más encarnizada existe lugar y momento para la caballerosidad.

Algunos de los pilotos de Biber fueron bastante afortunados y sobrevivieron a la destrucción de su embarcación. Pero la mayor parte de ellos sucumbieron tarde o temprano a los ataques de sus enemigos demasiado numerosos entre los cuales se encontraban no sólo en el mar y en el cielo, sino también en el interior de sus embarcaciones : el agotamiento, el desmayo, el envenenamiento por carbono. El servicio de escucha interceptó muchas veces mensajes enviados por corbetas u otros patrulleros reportando haber encontrado algún Biber con su tripulante muerto o desmayado, y hasta dormido. Otros mensajes anunciaban la pérdida o destrucción de navíos aliados en el estuario de Escalda, y esta era la única prueba, cuando los Biber estaban en acción, del que habían tenido alguna victoria. Pero los tripulantes, la mayoría de las veces, no reaparecían.

Un Biber varado.

Fuentes de esta novena parte de la Unidad K :

La Swastica en el Mar ( Cajus Bekker )

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Armas Secretas Alemanas ( Brian Ford )

Submarinos Enanos ( James Gleason & Tom Waldron )

Continuará. Saludos.

Deleted member

17-01-2008

La Unidad K (décima parte) :

C.- Operaciones :

8.- El Submarino Monoplaza Biber (parte 02) :

En el atardecer del 5 de Enero de 1945, tres submarinos normales, salieron de sus bases situadas cerca de Harstadt, en Noruega septentrional. Era insólito verlos, pues cada uno de ellos remolcaba dos aparatos monoplaza Biber. Casi daba la impresión de ser tres adultos y sus seis hijos saliendo de excursión.

Los seis Biber tenían como misión efectuar un ataque en la Bahía de Wajenga, en la rada de Mourmansk.  En la bahía estaban anclados los navíos de guerra que protegían a los convoyes de material con destino a Rusia, a través de Océano Artico. Entre estos buques se encontraba el acorazado británico Royal Sovereign, cedido a los rusos, y ahora con el nombre de Arkangelsk; se encontraba, además, un porta aviones, varios cruceros y destructores. Los blancos eran abundantes, y los Biber podrían escoger, si podían entrar a la bahía.

La Flotilla K-265, poseía entre sus integrantes, a pilotos que ya habían efectuado operaciones con éxito a la flota de desembarco aliado, desde Fecamp. Esta flotilla llegó a Noruega a principios de 1944, y elaboró el plan de operación hasta los más íntimos detalles. Debido al largo recorrido desde Noruega a Mourmansk, que estaba sobrepasando con largueza la autonomía de los Biber,  se definió que para acercarlos lo más cerca de su objetivo, serían remolcados por otros submarinos, ya que de otra forma se corría el riesgo de ser descubiertos prematuramente. En el Báltico, ya se había probado con éxito esta forma de transporte.

Las cercanías de Mourmansk eran guardadas por varios cordones de seguridad. Embarcaciones rápidas, provistas de aparatos de radar y de escucha, ametralladoras y bombas de mano, patrullaban incesantemente la isla de Kildin y el continente.

La planificación indicaba que los submarinos soltarían los Biber a una distancia razonable del límite de seguridad. Desde allí los Biber navegarían las 40 millas que los separarían de la Bahía de Wajenga. Habían otros obstáculos, que eran redes y barricadas de troncos que obstruían la entrada a la rada y a la isla de Salny. La información que se disponía era bastante exacta.

La luna de aquel 8 de Enero de 1945, debía ser favorable, por lo que se definió esa fecha como la fecha de ataque. La hora de ataque sería a las tres de la madrugada, que es la hora habitual en que los observadores disminuyen un poco su atención. Los ataques deberían ser lo más simultáneos posible, para evitar que los que aún no hubieran participado en el ataque fueran descubiertos.

Para el retorno, se definió que los Biber se dirigirían a Svet Navolok, descenderían sus aparatos hasta el fondo, en aguas poco profundas, y esperarían, golpeándo a intervalos cortos las popas de sus Biber. El submarino llegaría y escucharía los golpes. Daría la misma señal, con golpes en la popa, y el tripulante saldría con su Biber a la superficie. El tripulante hundiría el Biber y sería recogido por el submarino.

Todo el plan se experimentó muchas veces, y todo parecía funcionar.

Tal como se había planeado en la fecha y hora convenida los submarinos soltaron a los Biber, liderados por el teniente de navío Wolfang Woerdemann, pero éstos nunca atacaron.

La razón fue que nunca los Biber habían tenido que recorrer una distancia tan larga, navegando con sus motores Diesel. La vibración de éstos dañó los Biber, produciendo fugas gasolina y entradas de agua, por lo que se dio la orden de regreso.

Esta operación no tuvo lugar, Los problemas de diseño hecharon por tierra una operación preparada minuciosamente y anuló el ataque antes de que fuera efectuado.

Una de las acciones más interesantes se llevó a cabo la noche del 12 al 13 de Enero de 1945. Esta operación fue realizada para destruir el puente carretero sobre el Waal en Nímega.

Después del ataque de los hombres rana de la Unidad K, los aliados quedaron sobre aviso, por lo que se reforzaron las medidas de precaución alrededor del puente carretero, instalando cuatro redes de acero.

Para destruir las redes adaptadas minas terrestres, el ser llenadas con una carga especial, cuyo peso específico era sólo un poco mayor que el del agua, dándole así flotabilidad negativa. Fueron soltadas 240 minas al río. Las minas  se lanzan al río en grupos de 60, con media hora de intervalo y varios kilómetros de distancia. Las minas descienden por el río arrastradas por la corriente. Cinco minutos después, vuela en mil pedazos la primera red, luego la segunda y así sucesivamente la tercera, y la cuarta. Para los cálculos, se había estudiado con exactitud la velocidad de las aguas y con ellos se sabía el momento en que las primeras sesenta minas llegarían a la primera red. Se agregaron cinco minutos al tiempo de recorrido para probar las espoletas de tiempo.

Después, 20 Biber se lanzan al ataque, camuflando sus periscopios hierbas y juncos, que aparecen ante los aliados como inofensivos deshechos que arrastra la corriente. Logran pasar y destruyen totalmente los restos de redes, lanzando sus torpedos a los cuales se habían adaptado unas cuchillas.

Operación de camuflaje del periscopio de un Biber para la misión en los puentes de Nímega.

Cuando había depuntado el alba, otros cuatro Biber remolcaron cargas explosivas de tres toneladas. Al llegar a unos mil metros del puente, soltaron unos “troncos de árbol”, bajo las cuales estaban sujetas las minas, dejando que la corriente se las llevara a la deriva. Se hizo de día. Las cargas debían explotar cuando la sombra del puente “golpeara” una celdas fotoeléctricas, las cuales, a su vez, debían de accionar el mecanismo del detonador.

Pese a la preparación tan meticulosa, esta operación fracasó. Grandes detonaciones  tuvieron lugar durante varias horas, pero no produjeron daños al puente, todas detonaron en la cuarta red, que se había mantenido casi intacta a los otros ataques, algunas incluso casi pasan y detonaron a una distancia no mayor de 50 metros del puente.

Esta fue la última tentativa alemana para destruir el puente de Nímega.

Los Biber permanecieron en Rotterdam durante tres meses, de diciembre de 1944 a febrero de 1945. Las operaciones fueron poco numerosas en este período, a causa de las múltiples condiciones que una de estas acciones exigía. Fueron puestos en combate cerca de 110 Biber. Las cifras de pérdidas eran bastante bajas en términos de valores absolutos, pero bastante altas en términos de valores relativos. Pero fue una lástima que fuera un accidente el que fuera a parar definitivamente sus actividades.

A principios de Marzo de 1945, Bartels volvió a preparar una operación en grande. En la base habían disponibles 35 Biber para ser utilizados, eligiéndose los 35 pilotos respectivos.

Varias lanchas remolcaron a los 35 Biber para la operación. A raíz de una explosión que había ocurrido hace algún tiempo en la base de mantenimiento de Hellevoetsluis, los torpedos habían sido provistos de un sistema de seguridad, que les impidiera a los tripulantes, lanzar los torpedos involuntariamente en alguna de las maniobras necesarias en la partida o regreso. Pero uno de los Biber carecía de este dispositivo.

Aquel día la mayor parte de los tripulantes ya se había embarcado, inclusive algunos de ellos ya comenzaban a navegar, cuando sobrevino la catástrofe. Una gran explosión sacudió al puerto. Uno de los torpedos se soltó, alcanzando un Biber portador de dos minas, haciéndo explosión, las dos minas y el torpedo, en forma simultánea. En fracciones de segundo, la flotilla había perdido 32 hombres y 20 Biber.

El capitán de corbeta Bartels, el padre de los Biber, fue relevado de sus funciones. Los Biber monoplaza capaces de sumergirse para “la protección del tripulante y la embarcación” ya no fueron utilizados más que para algunas operaciones aisladas a corta distancia para sembrar minas en algunos canales utilizados por los aliados, en Holanda. En el mar, los Biber fueron reemplazados por los Seehund, submarinos tripulados por dos hombres y que disponían de posibilidades más extensas.

Piloto de Biber. Se presenta prendas típicas del arma de submarinos, como el chaquetón y los pantalones de cuero, con el emblema de la unidad en el brazo. Los zapatos son los reglamentarios de las tripulaciones de la Kriegmarine para climas cálidos o tropicales, muy livianos, y muy usados en los U-Boote.

Fuentes de esta décima parte de la Unidad K :

La Swastica en el Mar ( Cajus Bekker )

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Armas Secretas Alemanas ( Brian Ford )

Submarinos Enanos ( James Gleason & Tom Waldron )

Continuará. Saludos.

Deleted member

17-01-2008

La Unidad K (undécima parte) :

C.- Operaciones :

9.- El Submarino Biplaza Seehund :

A diferencia del Biber, el Seehund constituía bajo todos los conceptos, un verdadero submarino en miniatura. Estas naves operaron entre Enero y Abril de 1945 entre el Támesis y el Escalda o bien en el Paso de Calais.

Los 70 equipos que formaron el contingente demostraron ante el enemigo, las excelentes cualidades de estos pequeños sumergibles.

Uno de los aspectos que se mejoraron en este submarino respecto del Biber, fue su capacidad de sumergirse, que era una excelente protección contra ataques aéreos. Para esta defensa, los tripulantes cuando divisaban un avión enemigo, lo dejaban que tomara su posición de ataque, con el sol a su espalda, si hacer el menor intento defensivo. Entonces cuando el avión llegaba a verse del grueso de una avispa y entraba en picada, el piloto del Seehund se dejaba caer en su asiento, cerrando la escotilla de la torre y abría el balast de proa.

Instantáneamente, con toda la potencia del motor Diesel, se sumergía, alcanzando en menos de 6 a 7 segundos, una profundidad de 5 metros.

Submarino biplaza Seehund.

Esto constituía una ventaja decisiva. A modo de comparación, se debe recordar que un submarino normal demoraba en promedio hasta 45 segundos en desaparecer de la superficie del agua. Estos Seehund, enteramente maniobrables, podían desaparecer en un tiempo, muchas veces, de 4 segundos.

Por otra parte, el motor Diesel de seis cilindros con el cual estaban dotados, llegaba a funcionar hasta 10 metros de profundidad; llegados a esta profundidad, los marinos ponían en marcha el motor eléctrico. En caso de emergencia, el Diesel funcionaba hasta entre los 15 a 17 metros de profundidad. Pero normalmente, el Seehund, se internaba en el agua hasta 10 metros de profundidad con la ayuda del Diesel; una vez alcanzada esta profundidad, el mecánico ponía en marcha el motor eléctrico; la operación sólo tomaba algunos segundos, y la atmósfera interior apenas se disminuía.

Línea de montaje de los Seehund.

Aspectos técnicos :

Desplazamiento : 15 ton.

Velocidad : 7 ¾ nudos.

Radio de acción (con tanques auxiliares de combustible) : 800 km.

Tripulación : Dos hombres.

Armamento : Dos torpedos de 530 mm.

Se sabe de un Seehund, que sobrevivió de 76 bombas de profundidad, hasta que pudo volver a la superficie. Después volvieron a escapar de lanchas patrulleras aliadas, que les dejaron caer 24 bombas de profundidad más. Pudieron sobrevivir, salir a la superficie, y volver a la base.

En marzo de 1945, el alférez Max Hubert, acompañado de Sigfried Eckloff, hundió un transporte de 5.000 toneladas, durante su primera operación, volviendo posteriormente a su base de Yjmuiden. Pero no siempre las operaciones fueron tan favorables.

Los marinos realmente tenían confianza en estas embarcaciones. Si embargo, a mediados de Enero de 1945, la moral decayó fuertemente, pues de los 18 Seehund que habían salido, tan sólo dos habían regresado, todos los demás habían desaparecido.

Se decidió que el 17 de Enero, 10 Seehund salieron de nuevo. El comando había decidido que si esta vez las pérdidas volvían a ser tan elevadas, las embarcaciones serían mandadas al Báltico para nuevas pruebas. Los diez equipos volvieron a la base a los tres días, sin victorias, pero también sin pérdidas que lamentar.

En los primeros días del mes de Febrero, el Seehund del alférez Wolder y el mecánico Minetzki, hundió frente a Great Yarmouth un barco carguero de 3.000 toneladas. La mala suerte había sido conjurada.

A partir de ese momento y en el transcurso de tres meses que siguieron hasta el fin de la guerra, los Seehund llevaron a cabo cuarenta salidas, en el Paso de Caláis y la cosa inglesa. En el trayecto, llamado Támesis-Escalda, que los convoyes recorrían periódicamente entre la rada de Margate y Anveres, existían boyas luminosas cada dos millas, parecía una avenida, y es justamente aquí que los Seehund permanecían al acecho, esperando que algún barco viniera a servir de blanco para sus torpedos.

Esta actitud de los aliados, difícilmente comprensible, quizá tenía su origen en la certeza que los ingleses tenían de dominar el aire y el mar. Esto facilitó, en gran parte, los éxitos de la Unidad K, que en esta región llegaron a aventurarse en la misma boca del lobo.

Submarino biplaza Seehund saliendo de una base.

El 22 de Febrero de 1945, el alférez Klas Sparbrodt y el contramaestre mecánico Gunter Jamke, salieron para realizar su segunda misión de combate. Su misión era atacar convoyes o lanchas patrulleras entre la rada de Margate y Douvres.

Aquel día el mar estaba picado, por lo que navegaron con la escotilla cerrada. Al llegar a alta mar fueron divisados por aviones enemigos, por lo que se sumergieron. Al volver a la superficie vieron que se les seguía buscando, por lo que decidieron seguir la ruta bajo el nivel del agua.

Cerca de las 10:30 de la mañana, de ese neblinoso día, se acercan a un navío de guerra, que posiblemente se trataba de una corbeta. Llegando a unos 600 metros del objetivo, lanzan los torpedos, y se alejan del buque. Después de 80 segundos, cuando ya estaban a 850 metros del buque, sienten una gran detonación a través del agua. Por el periscopio ven una gran nube de humo elevarse del navío. Suben a superficie, y los marinos alemanes ven como la torre del buque se eleva un poco y se desliza hasta desaparecer completamente. Después se fueron a posarse al fondo, donde recibieron unas diez bombas de profundidad, hasta que las bombas callaron. Estuvieron allí hasta las 16 horas, y se alejaron sumergidos, para no volver a la superficie hasta la noche. El día siguiente hacia las 14 horas llegan a la base de Yjmuiden, recibiendo la noticia de haber destruido el destructor La Combattante.

Los alemanes calcularon en cerca de 93.000 toneladas las destrucciones llevadas a cabo por los Seehund, durante estos tres meses. Informes aliados conocidos después de la guerra, elevaron la cifra a 120.000 toneladas.

Durante las últimas semanas de la guerra, se les confió a los Seehund, la misión de abastecer Dunquerque, bloqueado por tierra y mar.

En lugar de proyectiles, transportaron lo que se dio en llamar “torpedos mantequilla” cuyo contenido sirvió para mejorar un poco el pobre menú de la guarnición.

El carácter casi “pacífico” de las misiones llevadas a cabo al finalizar estos cinco años de guerra, fue agigantado por lo que trajeron de vuelta a Yjmuiden.

Cada uno de ellos trajo consigo 4.500 cartas.

Los tres últimos Seehund que penetraron en Dunquerque fueron sorprendidos por la capitulación, y hundidos por sus tripulantes, pero fueron de nuevo sacados a flote por los franceses años más tarde.

Los aliados inspeccionan un Seehund recién construido, al terminar la guerra.

**Algunos de los juguetitos de la Unidad K :

  • Arriba izquierda, un Marder, sucesor del Nigger, no se utilizó.

  • Abajo derecha, un submarino monoplaza Kleine Wassereidechse, no se utilizó.

  • Arriba izquierda, un Biber.

  • Abajo derecha, un Seehund.**

Fuentes de esta undécima parte de la Unidad K :

La Swastica en el Mar ( Cajus Bekker )

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Armas Secretas Alemanas ( Brian Ford )

Submarinos Enanos ( James Gleason & Tom Waldron )

Continuará. Saludos.

Deleted member

17-01-2008

La Unidad K (duodécima parte) :

C.- Operaciones :

10.- Los comandos atacan en el Adriático :

A fines del otoño de 1944, tres lanchas alemanas salieron al atardecer del puerto de Pola, al sur de Trieste poniendo dirección sureste. Después de una hora y media de navegación, doblaron Lussin, la última de las islas ocupadas por los alemanes, y se acercaron a la costa dalmática, en donde los aliados tenían establecidos sus puestos más avanzados. De allí en adelante las lanchas podían ser descubiertas de un momento a otro, ya que las ondas emitidas por los aparatos de radar británicos registraban el mar y señalaban con precisión la presencia de cualquier navío que entrara en su radio de acción. Sin embargo, este ataque estaba dirigido precisamente contra una de estas estaciones de radar.

Las lanchas pararon sus motores a 12 millas de Dugi Otok, para dejar caer al agua tres pequeñas canoas, de construcción italiana. Estas canoas se dirigieron al objetivo mientras que las lanchas seguían otro curso. La intención era que las lanchas fueran descubiertas mientras que las pequeñas canoas pudieran llegar sin ser descubiertas; pero estas canoas tampoco llegaron hasta la costa. A mil metros de la costa pararon y a su vez pusieron en el agua varias canoas más pequeñas que traían consigo. En cada una de ellas subieron dos hombres y con la ayuda de remos, llegaron hasta la costa, la que los hombres conocían con precisión. Las canoas que habían quedado atrás ( más grandes ), volvían a alta mar con el fin de engañar a los observadores del radar en el supuesto caso de que hubieran sido también descubiertas.

El subteniente Heydorn y nueve hombres de la Unidad K desembarcaron en la isla, cargaron con las ametralladoras y las cargas de explosivo. Empujaron las embarcaciones bajo unos matorrales y verificaron los alrededores, buscando los dos pinos que marcaban el camino a seguir. Siguieron el flanco costero y a unos 250 metros, encontraron una bifurcación, tomando el sendero de la izquierda. Todo se desarrollaba tal como se había planificado durante un minucioso estudio de la operación. Era muy singular el hecho, que estos comandos conocieran tan bien la isla, siendo que nunca antes habían estado en ella.

De la misma manera conocían la posición enemiga, en el más mínimo detalle. Sabían el punto en que estaba montado el radar y la cantidad de hombres que lo protegían. El plan de ataque estaba elaborado sobre estos datos, cada uno de los diez comandos sabía su rol a la perfección. Lograron eliminar sin ruido alguno a dos de los tres centinelas. El tercero logró disparar su rifle para alertar a sus compañeros, pero era ya demasiado tarde. El subteniente Haydorn con dos de sus hombres ya había llegado al radar y fijado las cargas explosivas. Treinta segundos más tarde la estación volaba por los aires. Los comandos se replegaron hacia sus embarcaciones librando un encarnizado combate. Seis de ellos lograron llegar a las canoas que los transportaron hasta las lanchas. Durante la travesía de regreso se entabló otro combate con varias lanchas torpederas enemigas, pero los alemanes pudieron escapar. Se había cumplido la misión, la estación de radar estaba destruida.

Desde su llegada a Pola, en Septiembre de 1944, los hombres de MEK-71 efectuaron asaltos contra estaciones enemigas, siguiendo planes de ataque similares al anterior una veintena de veces. El teniente Friz Walters, jefe del destacamento, tan sólo designaba los objetivos cuando sus participantes eran capaces de interpretar su papel a la perfección. Ninguna de las operaciones era llevada a cabo por un grupo mayor a 12 hombres.

La condición principal del éxito era una preparación extrema de las operaciones. Los datos necesarios para estas operaciones eran entregados por el estado mayor de la Unidad K, en Alemania.

El Adriático, sector de operaciones del MEK-71.

Entonces, para lograr el éxito frente a un enemigo superior, los hombres de la unidad necesitaban conocer a la perfección las condiciones locales, de los lugares donde se llevarían a cabo las operaciones; el vicealmirante Heye se vio obligado, desde la primavera de 1944, a obtener colaboradores científicos, los cuales poseyeran los conocimientos geográficos necesarios, y fueran capaces de dar en cada uno de los casos los datos e informes indispensables, para llevar a buen término las operaciones.

El 15 de Mayo de 1944, el Raumkoppel ( Estado Mayor Científico ), se instaló en una escuela de Schoenber, en Mecklembourg. La actividad de los hombres que habitaban esta escuela se desarrollaba en el misterio más absoluto. En la mayoría de los casos, es a ellos, a quien los hombres de la Unidad K deben gran parte de sus victorias.

El jefe del Raumkoppel era el doctor Konrad Voppel, conservador del Museo Geográfico de Leipzig. En su labor era asistido por eruditos en diferentes materias : geólogos, oceanógrafos, meteorólogos, y matemáticos. La fuente de sus vastos conocimientos la constituía una biblioteca de aproximadamente 30.000 volúmenes : unos técnicos, otros narrativos; más de 250.000 mapas terrestres y marítimos, 50.000 fotografías y un número incalculable de periódicos geográficos concernientes a todos los rincones del globo.

La primera misión encargada al Raumkoppel, fue la confección de un cuadro preciso ( con monografías, fotografías, mapas, etc.) de la costa septentrional de Córcega. Se debía designar algunos lugares desiertos en los cuales un bote de 2 metros de eslora pudiera acercarse hasta la costa misma para desembarcar hombres. Se debían indicar los caminos desde estos lugares hacia el interior.

Al cabo de 20 horas de arduo trabajo, el Raumkoppel presentó con una precisión de mecanismo de reloj, todos los informes que permitían contestar estas preguntas.

El verdadero arte consistía en saber extraer de esta montaña de papel, la cual era el resultado de más de 50 años de actividades, todo lo referente a las preguntas dadas y condensarlo bajo una forma sencilla y fácil de entender.

Los hombres que llevaban a cabo la operación basándose en los informes que les proporcionaba esta institución, podían confiar ciegamente sobre lo que les indicaba como cierto. Cuando el Raumkoppel no tenía la seguridad absoluta sobre una cosa, lo señalaba con signos de interrogación.

En el mes de Septiembre de 1944, cuando el MEK-71 llegó a Pola, reinaba en el Adriático una situación militar bastante curiosa. Los aliados que dominaban el mar y el aire, impedían a las lanchas o cualquier otra embarcación parecida, atacar de día, por lo que los alemanes debían concentrarse en salir de noche; pero de noche no encontraban nada, ya que los convoyes aliados navegaban durante el día, protegidos por sus fuerzas.  Durante la noche los ingleses, se refugiaban el algún puerto. Por lo anterior es que si los alemanes querían causar algún daño debían ir hasta los puertos mismos.

Debido a que los aparatos de radar aliados descubrían en alta mar cualquier lancha, se definió que era posible realizar operaciones con botes de remos. Se demostró que esto era posible, si el mar estaba calmado y la distancia a recorrer no era muy grande. En las pruebas se verificó que en una noche normalmente oscura, una de estas embarcaciones conducida con habilidad no podía ser vista a más de 30 metros.

Estas embarcaciones penetraron sin miedo en varios de los puertos del Adriático, en los cuales los hombres de MEK-71, colgaban sus cargas explosivas en la popa de los buques, sin el menos respeto hacia el poder del enemigo.

Se sabe que por lo menos se llevaron a cabo una veintena de operaciones. No se sabe con certeza las fechas en que se realizaron, ya que al finalizar la guerra, el MEK-71, destruyó cuanto papel o documento pudiera relacionarse con sus operaciones. Por lo tanto lo que se conoce es fruto de algunos de sus participantes.

Una de las operaciones fue contra el puerto de Zara. En esa época, este puerto, capital de la Dalmatia, servía de abrigo a varios navíos grandes de desembarco y pequeños barcos que hacían el transporte entre las islas.

Un oficial despide a un grupo de comandos antes de partir a una misión.

Los alemanes recibieron la información que el puerto de Zara estaba lleno de barcos, y que en la entrada misma estaba fondeado un gran vapor, exactamente detrás del puente que estaba en la entrada del puerto. Con hundir este navío, se cerraba la puerta, Inmediatamente el ataque fue decidido. El Raumkoppel había mandado los informes desde hacía algún tiempo.

Se definió que un grupo de seis hombres atacara Zara, y que en el transcurso de la misma noche, otro grupo de ocho hombres atacara la isla de Isto, ocupada por los ingleses y los yugoslavos de Tito. Era el punto más septentrional del enemigo. Los azares de la guerra habían transformado este humilde puerto pesquero en un centro de abastecimiento. Un agente de la Unidad K, había informado que los ingleses terminaban de descargar en dicho puerto varios miles de tanques de combustible, por lo que se transformó en un buen objetivo.

Al anochecer, salieron de Pola dos grupos de lanchas rápidas. Se separaron al sur de Lussiny; mientras el primer grupo remontaba el canal que llevaba a Zara, el segundo grupo se dirigió a Isto. El líder de este grupo, Georg Werner, poseía un mapa de la isla que la describía hasta en los más mínimos detalles.

Al llegar a unas tres millas de la isla, las lanchas rápidas pararon, y los hombres pusieron en el mar los botes de remos. Los ocho hombres los abordaron y se dirigieron hacia la costa.

La noche no ara tan oscura como los alemanes hubieran deseado, pero no estaba mal del todo tampoco. Estaban casi llegando a la orilla, no más de 50 metros, vieron a dos parejas de centinelas que patrullaban un sendero. No vieron a los comandos, prosiguiendo su guardia. Cuando se alejaron, los hombres de la Unidad K, desembarcaron y escondieron los botes. Cuando volvieron los centinelas, los comandos ya estaban escondidos en los matorrales.

Se esperó nuevamente que los centinelas se alejaran, y en ese momento, sacaron las cargas explosivas de los botes y empezaron el ascenso de una pequeña montaña. Cada uno de los hombres llevaba consigo cinco cargas de cinco kilos cada una, sus municiones, una ametralladora y varias cajas de madera con víveres, pues  se esperaba permanecer varios días, antes de que se presentara una ocasión favorable para el ataque. A las 4 de la madrugada todavía los comandos no habían llegado el punto designado para esconderse. El avance no había sido con la velocidad planificada.

El líder hizo que los hombres se escondieran, y designó a uno de ellos para que lo acompañara a verificar la seguridad del escondite, que era un antiguo puesto de artillería antiaérea alemana, que había en el lugar. Se dio cuenta que podían instalarse con toda seguridad, ya que los ingleses nunca había subido, ya que había ausencia de colillas de cigarrillos, papeles, o cualquier otro indicio que indicara que alguien había estado allí en el último tiempo. El equipo se instaló allí tomando las precauciones necesarias.

Se instalaron centinelas, y Werner con otros dos fue a hacer un reconocimiento del objetivo. Se situaron en una parte alta donde se dominaba el pequeño puerto, entre unos viñedos. Se verificó el puerto, que estaba a no más de 500 metros de ellos, se observó la descarga de los barriles de combustible, se verificó además el camino que llevaba a él, el pueblo, la ubicación de la central de radio, la central eléctrica, etc. Se comparó lo observado con los mapas, y se elaboró el plan para la noche siguiente.

Al volver al escondite, Werner mandó a otros hombres a vigilar a los centinelas que se hallaban en la orilla del mar y al pie de la montaña. Estudiaron sus costumbres, los recorridos, las horas de relevo, etc.

Se mantuvieron escondidos hasta la noche siguiente, siempre vigilantes, y obviamente verificando que no ocurriera alguna condición anómala.

Ya en la noche, en la cena, el líder les explicó el plan, y el papel de cada uno de los hombres. Se distribuyeron las cargas explosivas, ajustando los detonadores para que las cargas explotaran al cabo de una, de dos o de tres horas.

Después de las 23 horas, se pusieron en marcha, atentos a cualquier peligro. Se dirigieron al pueblo y se escondieron en la capilla. Era un adecuado lugar para alcanzar los objetivos, siendo el más alejado, la central eléctrica, a unos 400 metros.

El pueblo dormía, sólo en los muelles y la estación de radio se veía personal trabajando.

A las 00:30 Werner con dos hombres se dirigió a la central eléctrica, que debía ser el primer lugar donde se pusieran las cargas, cuyas cargas explotarían tres horas después. Llegaron a ella, que estaba ubicada frente a una plaza, y entraron sin problemas ya que no estaba vigilada. Werner entró don uno de los hombres, dejando a uno de guardia. Estaban por salir, cuando una patrulla pasaba por la plaza, se escondieron, esperando que se alejaran, y salieron sigilosamente, volviendo a la capilla sin incidentes.

Siendo cerca de la una de la madrugada, nuevamente Werner, salió con otros dos comandos, a colocar las cargas en el objetivo más difícil, los barriles de combustible, que debían explotar en dos horas. Los barriles estaban cerca de las casas y, por el valor que tenían, custodiados por centinelas. Además había personal trayendo y apilando más barriles.

Se habían llevado sólo dos cargas por persona, que detonarían dentro de dos horas, ya que serían suficientes para hacer explotar todo ese combustible. Se movieron sin ser descubiertos, aunque el enemigo estaba sólo a unos pares de metros, y sigilosamente colocaron una carga en cada extremo de la pila de barriles. Se escondieron mientras pasaban algunas patrullas, y cuando se alejaron, pusieron las otras cuatro cargas bajo una escalera. Volvieron silenciosamente a la capilla, cerca de la 1:30.

Ahora sólo quedaba la estación de radio, para lo cual Werner pidió a un aspirante que le acompañara. Al llegar frente al edificio, vieron al centinela que lo custodiaba.

Evitando al centinela, se dirigieron a la parte de atrás del edificio, y pusieron las cargas, ajustadas para explotar en dos horas. Estaban saliendo hacia la capilla, cuando el centinela aparece frente a ellos a unos 25 metros, y les gritó unas palabras en inglés. El aspirante, conocedor de algo de inglés, desde el entrenamiento, le gritó otras palabras al centinela, y en el tono adecuado, ya que los alemanes se alejaron a toda prisa, dejando vacilante al centinela. A los pocos segundos el centinela los llamó de nuevo, pero ya era tarde, ya estaban a la entrada del camino, y el centinela no los persiguió ni disparó.

Como aún quedaban 10 ó 12 cargas, que estaban ajustadas para una hora, se planeó en ir de nuevo al muelle a usarlas, pero por la premura de la hora, Werner, decidió ir a la capilla a buscar al resto del equipo y evacuar el lugar.

Estaban ya fuera del pueblo, cuando el equipo se encuentra de frente con un centinela yugoslavo, al que tuvieron que dispararle. Casi al  mismo tiempo, sintieron la alarma en el pueblo, seguramente el centinela que los había visto allí dio esa alarma.

Volvieron al escondite, abatiéndose en retirada disparando hacia el enemigo, de a bloques, para hacer pensar que eran una fuerza muy superior a la real. Al llegar a éste mientras tres hacían fuego contra el enemigo, los otros preparaban los botes para salir de ahí. Al tener los botes preparados salieron todos de allí bajo una lluvia de balas. Debido a que la noche era oscura pudieron internarse en el mar.

El mar estaba bastante agitado, lo que hizo difícil la navegación. Debían llegar a un islote desierto llamado Pettini, donde las lanchas los recogerían.

Entre las 3 y cinco de la madrugada lucharon contra el mar, debían llegar antes del alba, si no las lanchas se abandonarían el lugar de encuentro. A las cinco una de las canoas sucumbió, y los dos comandos que iban en ella se aferraron otra de las canoas, continuando la navegación de esa forma. A poco rato, sintieron las explosiones de sus cargas.

Estando casi por llegar a Pettini, el resto de las canoas se rompieron, y el mar los arrastró a una roca en la cual se quedaron. Desde allí vieron el gran incendio y las enormes columnas de humo que se elevaban sobre Isto. El equipo no había podido llegar a Pettini, sino que a un islote mar adentro, pero nunca perdieron la esperanza que los pudieran sacar de ahí.

En cuanto al ataque a Zara, se saben algunos aspectos, como que a medianoche, las tres canoas fueron soltadas a l agua.  A poco de navegar, la canoa del contramaestre Baltz y el marino Kantow, se separaron de las otras dos, debido a la fuerza del mar. Después de media hora de navegación, los comandos llegaron a las redes exteriores, pero las flanquearon sin dificultad, por una abertura. Fue demasiado fácil. Esto puso en alerta a los hombres del equipo, teniendo la sensación que se dirigían a una emboscada.

A las 00:45, la canoa de Baltz y Kantow llegaba a unos 200 metros antes de entrar al puerto. Se dirigieron a tierra para descansar y ver como realizar el ataque. Al estar en tierra vieron como otra de las canoas del equipo entraba directamente en el puerto. Entonces estalló un violento tiroteo, corto pero muy violento.

En ese punto estos comandos se dieron cuenta que habían sido descubiertos y que nada podían hacer por sus compañeros. Esperaron escondidos 50 minutos, y decidieron probar entrar al puerto.

Volvieron a la canoa, cubrieron los remos con tela, para reducir el ruido al mínimo, y embarcaron. Avanzaron lentamente hasta el puente de hierro de entrada al puerto.

Casi llegando al puente, un perro empezó a ladrarles, Kantow lo eliminó, usando una pistola con silenciador. Continuaron avanzando, y nadie los descubrió.

Entonces vieron la figura de un vapor anclado en el muelle. Era el navío que debían hundir, con el fin de obstruir la entrada. Era un buque de unas 3.000 toneladas y estaba separado del muelle unos dos metros, espacio por donde entraron los comandos, y pudieron actuar sin ser descubiertos.

Sacaron las cargas explosivas, ajustaron los disparadores a una hora y media, y mediante una percha, las colocaron bajo la línea de flotación, pegadas con una ventosas al casco del buque, operación que duró cerca de quince minutos. Con toda prudencia empezaron a remar y salieron del puerto sin inconvenientes. Nunca más supieron de las otras dos canoas.

Llegaron al lugar de reunión bastante atrasados, por suerte por insistencia del teniente Walters, el plazo de tres horas de espera de las lanchas se había  pospuesto varias veces. Distinguieron a las lanchas y lanzaron la señal convenida, azul-azul, emitida con una linterna de mano. Los comandos fueron recogidos, siendo Baltz y Kantow, los únicos que regresaran de Zara, los otros cuatro se habían perdido.

De regreso las lanchas debían recoger al grupo del contramaestre Werner, al cual en vano habían esperado el día anterior.

Antes de llegar a las cercanías de Isto, se toparon con varias lanchas británicas, que se dirigían hacia la bahía septentrional ( lugar de desembarco de los comandos ), para atacar una “flota de desembarco”, que no sabían que en realidad se componía de cuatro canoas. El combate no duró mucho tiempo. Los alemanes se escabulleron hacia el norte sin persecución.

Cuando arrancaban, Walters vio con mucha satisfacción las explosiones en Isto causadas por los hombres de Werner.

Aún cuando el horario de la cita había transcurrido, y que el alba estaba por llegar, Walters insistió en buscar a sus hombres, aunque sea con una lancha, y a riesgo de que les sorprendiera la luz del día y pudieran ser descubiertos por los aliados.

Los ocho comandos de Isto, creyeron estar soñando cuando una lancha alemana llegaba a unos treinta metros de la roca, indicaron la señal convenida, y desde la lancha puso en el agua un bote inflable, que los recogía minutos más tarde.

Los aliados tomaron represalias bombardeando durante horas Pola. Los hombres del MEK-71, sufrieron sensibles pérdidas, cuando trataban de salvar el material entre oleadas de aviones.

La unidad, después del bombardeo, reuniendo lo que pudieron salvar, cambió su base a la isla de Brioni, frente a Pola, y durante seis meses continuaron este romanesco tipo de combate por todo el Adriático.

Fuentes de esta duodécima parte de la Unidad K :

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Continuará. Saludos.

Deleted member

17-01-2008

La Unidad K (treceava parte) :

C.- Operaciones :

11.- La Unidad K contra los Soviets :

En Diciembre de 1944, los soviéticos habían afianzado un gran número de cabezas de puente en la orilla occidental del Vístula, de las cuales dos eran de gran importancia, la de Baranov y la de Pulavy. La primera se extendía 75 kilómetros a lo largo del río y tenía 40 kilómetros de amplitud. Reconocimientos aéreos indicaban que los rusos  cada día llevaban más material  y armamento pesado a través de puentes de pontones.

Se pensó entonces que podía ser destruido por combatientes individuales de la Marina, que ya habían destruido varios puentes de pontones en el frente occidental. El almirante Doenitz transmitió la orden al Estado Mayor de la Unidad K, la que empezó a preparar la operación con su acostumbrada minuciosidad.

El estudio indicó que era imposible realizar la operación con nadadores de combate, ya que aun los más resistentes eran incapaces de nadar los 75 kilómetros del recorrido y, por otra parte existían más de 30 puentes por destruir. Esta operación sólo se podía llevara a cabo con lanchas explosivas. El plan de ataque consistía en mandar en bloque, varias flotillas de Lentillas, haciendo chocar dos embarcaciones cargadas con 400 kilos de explosivo en cada puente.

Pontoneros soviéticos tendiendo un puente portátil durante el avance ruso.

Se reunieron 90 lanchas y se les reunió con la mayor discreción posible en las orillas del Vístula esperando el momento de entrar en acción.

A principios de diciembre todo se encontró listo; las Lentillas estaban preparadas y los tripulantes prestos para entrar en acción, en el minuto que se diera la orden. Los mandos de la Unidad K, querían empezar cuanto antes, ya que los rusos podían descubrir el secreto por alguna indiscreción y, lo que era más importante, el invierno amenazaba con declararse de un día a otro. Si en el Vístula llegaban a formarse trozos de hielo, las lanchas no podrían operar.

Durante la noche del 13 al 14 de Diciembre una pequeña capa de hielo cubrió el río. A la mañana siguiente, el capitán de corbeta Hermann Ludke, director de operaciones de la Unidad K en este sector del frente, corrió a señalar este hecho inquietante a una conferencia que se llevaba a cabo en el cuartel general del grupo de ejércitos A, en Cracovia.

Un general le indicó que un río como el Vístula necesitaba varias semanas para formar trozos de hielo, aun en las condiciones más frías.

Ludke indicó que las estadísticas, establecidas desde hace 40 años, el Vístula empieza a helarse el 14 de Diciembre, o sea, el día de hoy, y pidió la orden de entrar en acción lo antes posible.

Pero los generales se obstinaron, e indicaron que se debía emprender la destrucción de los puentes cuando el enemigo se prestara a iniciar su ofensiva, de manera que se asestara un golpe decisivo a sus abastecimientos.

El capitán se dio por vencido, le era imposible insistir con sus razones frente a tantos generales.

Ya llegado el 17 de Diciembre, Ludke se vio obligado a solicitar el permiso de operación al Estado Mayor de la Unidad K, pues las condiciones empeoraban día a día, y él no podía cargar con toda la responsabilidad.

El Estado Mayor le contestó que debía actuar única y exclusivamente si las probabilidades de éxito eran lo suficientemente grandes. Debía asegurarse además de la existencia de barreras de hielo frente a los puentes.

El capitán Ludke solicitó un reconocimiento aéreo. El primer avión regresó sin haber cumplido su misión. Al día siguiente salió un segundo avión, mientras el general Oberst Harpe, decidió que la operación de la Unidad K debería efectuarse la noche del 19. La ofensiva rusa, tal como lo demostraba la experiencia, sólo se iniciaría cuando la tierra se hubiese congelado lo bastante como para permitir el paso de los tanques pesados; pero entonces el Vístula irremediablemente bloqueado por los hielos, por lo que la orden fue dada.

Cerca de las 15 horas del 18 de Diciembre, los hombres de la Unidad K estaban ya botando sus embarcaciones al río, cuando la orden de ejecución fue anulada.

El avión de reconocimiento había regresado poco después del medio día, y cuando se vieron las fotografías, todas las dudas desaparecieron. Frente a los dos primeros puentes, grandes barreras de hielo obstruían el río.

La formación de estas barreras, se debía al hecho de que los rusos habían construido frente a los puentes empalizadas de madera para protegerlos contra las minas sueltas. El hielo formado en el río los días anteriores se había acumulado en las empalizadas, hasta transformarlas en verdaderas barreras.

Los hombres de la Unidad k, decepcionados, volvieron a cargar las Lentillas en los camiones y regresaron a Alemania. Semanas más tarde, en Enero de 1945, los rusos comenzaron la ofensiva, partiendo desde la cabeza de puente de Baranov. Las divisiones rojas atravesaron Polonia, entraron en Alemania y no pararon hasta llegar a las orillas del Oder.

 

Mientras esto ocurría, debido al avance aliado en Italia, la “Escuela-Comando 700” de nadadores de combate había abandonado Valdagno, en Italia, para instalarse en List, en la extremidad septentrional de la isla de Sylt, en el mar del Norte, empezando su adiestramiento en agua helada. El clima era más rudo, y por ello sus trajes de natación fueron reforzados con una especie de colchonetas interiores de hule-espuma. 

El 25 de Febrero de 1945, el subteniente Fred Keller preguntó a los dieciséis hombres de la Unidad K de List, si aceptarían acompañarlo al frente oriental, con la misión de destruirlos puentes utilizados por los rusos para el abastecimiento de sus tropas. La misma noche, el “grupo de nadadores de combate del este” recientemente organizado, salió para Berlín y de allí se les envió a las márgenes del río Oder.

Un ataque iniciado contra los puentes de Vogelsang fracasó por las mismas razones ocurridas en Nímega. Los nadadores tropezaron con un banco de arena y no lograron sacar los proyectiles atascados en él. Sin embargo, dichos puentes fueron atacados de nuevo y destruidos por una flotilla de Lentillas. En cuanto a los nadadores, éstos fueron enviados más al norte, para llevar a cabo otras operaciones. Se instalaron en el balneario de Ahlbeck, en la isla de Usedom, en el Báltico. Desde esta base llevaron a cabo, en los meses de Marzo y Abril de 1945, varios ataques destruyendo cinco puentes, dos en Settin y tres en la isla de Wollin, en la costa pomeránica.

Los rusos habían logrado establecer sus posiciones en la costa de Pomerania, cuando las tropas alemanas todavía se mantenían en la isla de Wollin. En el brazo de mar que separaba los dos frentes, permanecieron intactos varios puentes, por cuya posesión, ambos bandos habían entablado batallas muy encarnizadas. Se solicitó a los hombres de la Unidad k destruirlos.

A principios de Abril, el subteniente Keller, acudió al lugar de las operaciones y se presentó ante el oficial al mando. Con sorpresa vio que este oficial había sido superior suyo, cuando era comandante de una escuela de defensa antiaérea, y con el cual tenía buenas relaciones. Este oficial se sorprendió mucho cuando Keller le propuso destruir durante el transcurso de esa misma noche el puente que tantos dolores de cabeza le estaba causando. El oficial juzgó que la empresa era imposible o, por lo menos, un suicidio de parte de los que quisieran emprenderla. Le dijo que si lo lograban, podrían pedirle lo que quisieran. Inmediatamente Keller empezó a discutir con él los detalles de la operación.

Este contacto con el ejército era necesario, para que los nadadores no fueran confundidos con saboteadores enemigos. Además, los soldados de infantería de las líneas avanzadas debían estar sobre aviso para ayudar a los nadadores a salir del agua una vez realizada la operación. La otra orilla se encontraba apenas a unos doscientos metros y los rusos la custodiaban celosamente.

Hombre rana antes de sumergirse.

Después de la medianoche los nadadores entraron al agua a la altura de la parte superior de la isla  y se dejaron llevar por la corriente, remolcando minas torpedo. Todo se desarrolló a la perfección, alcanzaron el pilar seleccionado, hundieron las minas torpedo y pusieron el mecanismo de detonación en acción. Fue todo tan fácil, que se inspiró en los comandos una confianza un poco imprudente, al punto que salieron del agua en las cercanías del objetivo. De haber nadado más lejos, la salida habría sido sin ningún incidente. Pero allí cerca del puente, el enemigo estaba al acecho.

En cuanto empezaron a subir por entre unos matorrales, se elevó desde las líneas rusas una bomba luminosa. Acto seguido, estalló un violento tiroteo, que obligó a los nadadores hechar cuerpo a tierra sobre el barro. Este tiroteo terminó en pocos minutos. Salieron arrastrándose por la zona peligrosa y se dirigieron tal como se encontraban al puesto de mando.

En el puesto de mando también habían oído el tiroteo, y pensaron que, como lo habían previsto, los nadadores no habían podido alcanzar el puente, y habían pagado la tentativa con la vida. Cuando entraron al recinto, embutidos en su extraño traje, con la cara y las manos ennegrecidas, causaron cierta sensación y todos empuñaron sus armas. Keller anunció al comandante que la misión estaba cumplida y que el puente saltaría a las 04:17 horas.

Ya que ellos mismos habían ajustado los detonadores, le era posible a Keller anunciar con sólo un segundo de error, la hora de explosión.

El comandante contempló a Keller, asombrado, sin poder hablar. Estaba muy contento de verlos sanos y salvo, pero también estaba escéptico en cuanto a la seguridad de la hora de la explosión. El comandante miró su reloj y esperó. La detonación se oyó a las 04:17 exactamente, y el puente se vino abajo.

Al día siguiente, los hombres de la unidad inspeccionaron la isla y rápidamente supieron lo que había de “pedirse al comandante” conforme a su promesa, un auto de turismo, una motocicleta y dos fantásticos colchones.

Fuentes de esta treceava parte de la Unidad K :

Los Hombres Rana ( Cajus Bekker )

Continuará. Saludos.

Deleted member

17-01-2008

La Unidad K (catorceava parte y final) :

D.- Conclusiones Finales :

1.- Cajus Bekker cuenta la siguiente anécdota :

“Una tarde en París, años después de la guerra, en una sala de conferencias se encuentran reunidos los representantes de muchas naciones europeas. Discuten la posibilidad de organizar una defensa común. Por primera vez, desde el final de la guerra, los alemanes han sido invitados. Uno de ellos, en una de las mesas, sostiene una polémica con un holandés. El holandés durante las hostilidades, había tenido a su mando un comando británico que efectuó un ataque contra una fábrica de agua pesada en Noruega. El alemán había dirigido a los hombres rana de la Unidad K, durante los últimos meses del conflicto.

Hace tiempo que tengo una curiosidad. ¿A qué se debe que sus hombres hayan sufrido tan pocas pérdidas? - dijo el holandés.

El alemán se sorprendió un poco y le dijo : Pues, siempre tratamos de evitarlas con la ayuda de un entrenamiento intensivo y una preparación minuciosa de la operación a efectuarse.

Sin embargo, teníamos la idea que sus hombres eran conducidos al suicidio, replicó el holandés.

En efecto, es un error bastante popularizado, le dijo el alemán, agregando que cuando se le cuenta a una persona cualquiera lo que estos hombres realizaron, es muy difícil impedirle que piense que nuestros muchachos no se dirigían al suicidio. Pero Ud. Es un especialista...

Si, dijo el holandés. Tengo cierta experiencia y se cuán peligrosa es esta forma de combate.

El alemán dijo además, pero también sabe que se puede aprender a jugar con fuego y conocer los límites que no se deben pasar para sacrificarse. También sabe que con una preparación suficiente se puede llevar a cabo algo que a primera vista parece imposible.

¿Este es el principio que ha guiado a la Unidad K? – preguntó el holandés.

El alemán le contestó, es uno entre varios y puede añadírsele la estrecha amistad que unía a los jefes y subordinados y, otro, que siempre manifestábamos : conservemos la vida, pues nos hará falta para cosas más importantes.

Me sorprende, dijo el holandés, debo confesarlo, pero es un principio que yo también aprecio en demasía.

Lo cuál me alegra muchísimo, contestó el alemán.”

2.- Conclusiones personales :

  • Para empezar agradecería a los participantes en este foro que, después de leer este relato, trataran de sacar del vocabulario de este foro el término “torpedos humanos”, término muy usado por algunas personas. No existieron los torpedos humanos, lo que si existía eran torpedos guiados por hombres entrenados para ello, no sólo los alemanes, sino que también, los iniciadores, los Comandos Navales Italianos, e inclusive los ingleses, que usando torpedos biplazas Chariot, realizaron una fallida misión para hundir al Tirpitz, en Octubre de 1942. Eso de “torpedos humanos” suena a suicida, algo parecido a estos “hombres bomba”, de los terroristas suicidas, tan en boga en los días de hoy.

  • En segundo lugar algunas personas usan el término Kamikaze, para referirse a este tipo de combatientes. Ni los Italianos, ni los alemanes, y ni siquiera los ingleses, que también llevaron a cabo operaciones de este tipo, contra el Tirpitz, o contra Burdeos, para dar dos ejemplos, fueron Kamikazes.

  • Tampoco era suicidas, sólo eran tropas tremendamente entrenadas, y con operaciones minuciosamente preparadas. No poseían fanatismo alguno por este tipo de combate, sólo la preparación. Nunca tuvieron ordenes que indicaran que debían llevar adelante misiones, en las cuales no hubiera una oportunidad de sobrevivir, ni tampoco eso de luchar hasta la muerte. Sólo eran hombres intrépidos, que con una preparación de varias semanas, iban contra un punto enemigo, para destruir centros importantes en la misma boca del lobo y, cuando estaba faltos de medios más convencionales, simplemente entraban en una canoa de remos en un puerto para colgar cargas explosivas en un buque, o otras simplemente nadando y destruir un puente. Los ingleses también lo hicieron, recordemos las canoas de la infantería de marina que entró en Burdeos, o los hombres rana que atacaron el Tirpitz, como ejemplos, porque hay otros casos, y nunca han sido tildados de suicidas.

  • También quiero romper un mito que hay sobre los “juguetitos” que usaba la Unidad K. En muchos textos tanto los torpedos guiados como los submarinos de bolsillo aparecen como artefactos que fueron experimentados en la guerra por los alemanes, que fueron guiados por algunos locos suicidas, a modo de conejillos de indias. La verdad no fue esa, existía la Unidad K, que era más que una unidad militar de la Marina alemana, era algo como una unidad militar y científica a la vez. Se llevaban a cabo proyectos de ingeniería, que eran probados y llevados a la práctica por hombres entrenados para ello, con una preparación minuciosa de cada operación, y asesorados por eruditos científicos en diferentes materias. Era más que una simple unidad militar, tenía una organización muy completa.

Amigos hasta aquí llega mi relato. Sólo agradecer a todos los que lo leyeron, y que me perdonen por lo largo del trabajo, pero creo que era necesario para entender lo que era realmente la Unidad K y este tipo de combate. Ahora quedo a merced de sus opiniones.

Saludos.

MIGUEL WITTMAN

17-01-2008

Felicidades Juan Manoel. <<8 <<29

Saludos.

Haz login o regístrate para participar