La derrota de Napoleón en Moscú

Matias

03-03-2014

Napoleón Bonaparte es una de esas personas a la que la Historia (o los hombres que la escriben) transforman en leyendas, elevándolos por encima de los demás mortales. Su genio militar, a la altura de Alejandro Magno, Gengis Kan o Alcibíades, le aseguro la inmortalidad. Sin embargo, su campaña militar contra Rusia es el símbolo de una de las catástrofes militares mas grandes de la Historia: el poderío militar, la ambición desmesurada, los presagios, la tragedia...

Las generaciones venideras reconocen, y reconocerán en esta campaña, el ejemplo mas demoledor del ocaso de los dioses, del inexorable y fatídico destino. La magnitud colosal de la empresa, sus protagonistas, y los hechos que acaecerían en las entrañas de la indómita Rusia nos seguirán fascinando por varios siglos..."

[left]A comienzos del verano de 1812, mientras la Grande Armée se reunía a orillas del río Niemen, era, acaso, el ejercito mas poderoso que el mundo había conocido hasta entonces: Alrededor de 500.000 hombres se concentraban en las fronteras polacas. Tampoco había nadie que superara a Napoleón en grandeza; después de una serie de deslumbrantes hazañas militares en Italia, Francia y Egipto, se convirtió en primer cónsul de la República francesa. El 2 de diciembre de 1804, durante su coronación en la catedral de Notre Dame en París, una ceremonia oficiada por el papa Pío VII, Napoleón tomo la corona imperial y la coloco sobre su cabeza. Tenia 35 años. Tendríamos que remontarnos a Gengis Khan o Alejandro Magno para encontrar algo comparable a la asombrosa cadena de victorias militares que siguieron a continuación: Napoleón derroto a los prusianos en Jena en 1806 y volvió a humillar a los rusos en Friedland en 1807. A los 42 años dominaba toda Europa, desde el Atlántico hasta el Niemen, ya fuera de manera directa o por medio de su sistema de alianzas y reinos títeres.

Napoleón encarnaba a la vez las aspiraciones mas elevadas de la Revolución francesa, su ansia de modernidad, y el abrumador poderío del militarismo moderno como consecuencia del reclutamiento masivo y la tecnología industrial. Con la desastrosa campaña militar contra Rusia, todo esto se desmoronaría: La Grande Armée seria destruida,y su líder seria despojado del poder y la gloria, convertido en un cautivo recluido en una remota isla del Atlántico sur.

"Me doy cuenta-le dijo en cierta ocasión Napoleón a Duroc-que los rusos pretenden atraerme hacia el interior del país. Pero, así y todo, es preciso llegar hasta Moscú. Si Rusia no firma la paz, para la primavera de 1813 estará perdida. La paz me esta esperando a la puertas de Moscú".[left]

Para la campaña rusa, Napoleón había puesto todo su genio en preparar y organizar a su enorme ejercito; estudio atentamente la progresión y el reparto de todas las unidades que participarían y su abastecimiento. Sin embargo,después de una marcha forzada de tres días para recorrer la distancia nada despreciable que separaba el río Niemen de Vilna, permaneció 18 días en esta ciudad. ¿Porque? Muchos historiadores argumentan que el cuerpo de ejercito de Davout tenia bloqueado y ocupado Minsk, y Napoleón esperaba en vano que Jérôme hiciera lo mismo, pero fallo. Sin embargo, también puede hacerse una lectura política; el general ruso Alexandre Balachov se presento ante el Estado Mayor francés portando un mensaje del zar Alejandro, que fue deliberadamente mal interpretado por Napoleón como una prueba de su debilidad y confusión, y que tarde o temprano le rogaría por firmar la paz. Es importante recordar que al iniciar su invasion a Rusia, Napoleón contaba con un rápido acuerdo con Alejandro. Pero la estrategia de una guerra social, la política de apoyo a las masa oprimidas y descontentas que tan bien le funcionaron en el pasado (excepto en España) no estaría presente en la campaña rusa: La Grande Armée era un enorme ejercito que irrumpía en un país lejano y que solo traía muerte y servidumbre. Avanzaba como una enorme tormenta dispuesta a destruir todo a su paso. Para el pueblo y para el ejercito, para los campesinos que quemaban sus casas y sus escasos bienes y se convertían en guerrilleros, en fin, para toda Rusia, esta guerra era una guerra justa, una Guerra Patriótica.

Para la redacción de este texto, tomare como referencias las memorias del marqués de Caulaincourt*; "Con Napoleón en Rusia"*, las de Pihilippe-Paul de Ségur, publicadas bajo el nombre de "La derrota de Napoleón en Rusia" y "Napoleón Bonaparte", de Albert Manfred.

Matias

03-03-2014

En ese momento, la Grande Armée se componía de una fuerza central de asalto de 220.000 soldados, bajo el mando personal del Emperador e inmediato de Murat. Además, constaba de dos "Cuerpos de Ejército" separados al mando del mariscal Jacques Macdonald, estacionado en Tilsit, con 32.500 prusianos, bávaros y polacos, que formaban la extrema izquierda de la Grande Armée, el príncipe Karl Philipp de Schwarzenberg, a la extrema derecha, en los limites de la Galitzia, con 34.000 soldados austriacos; inmediatamente, avanzando por la línea Varsovia-Bialistok-Grodno, el rey de Westfalia, Jérôme Bonaparte, con 69.200 hombres, westfalinos, sajones y polacos, que se habían concentrado en Marienpol y Polony. 

A las 00:02 hs de la madrugada, Napoleón, que hasta entonces se movía en un carruaje, monto un caballo. Al amparo de la noche inspecciona la orilla del río y franquea la corriente, Y entonces su caballo tropieza, tirando al suelo al Emperador. Alguien exclamo*: "Es un mal presagio! Un romano retrocedería!"*. La Historia no ha puesto en claro si el que pronuncio tales palabras fue Napoleón o alguno de su séquito.

En su avance por el interior de Rusia, el ejercito se ve sumergido en una región totalmente desconocida; un arbolado denso e impenetrable bordea ambos lados de las estrechas rutas. Atraviesan comarcas deshabitadas, penetran en pueblos y aldeas vacías, cuyos puentes han sido quemados y el ganado evacuado. Y el enemigo que no da batalla. Para la Grande Armée era preciso entablar algún combate de importancia en las zonas fronterizas, para servirse de su superioridad cualitativa y cuantitativa y aniquilar al ejercito ruso lo mas rápido posible. Pero los ejércitos del zar optaron por otra táctica que resultaría, a la postre, pragmática y efectiva.

Tras finalizar los combates a las afueras de la ciudad de Vitebsk, a finales de julio de 1812, donde el ejercito ruso, continuando con la táctica de evitar una confrontación de magnitud con el enemigo, se retiro al amparo de la noche, Napoleón entro a la ciudad el 28 de julio. Allí, en sus Cuarteles Imperiales, en una mesa repleta de mapas, dijo a sus oficiales: "Voy a detenerme aquí. Es preciso que hagamos un recuento de nuestros efectivos, nos reagrupemos, y demos descanso al ejercito. No repetiremos la locura de Carlos XII. La campaña de 1812 ha terminado".

El Emperador estaba obsesionado (al igual que Hitler lo estarían con el un siglo mas tarde) con la campaña militar emprendida por el rey Carlos XII de Suecia contra Rusia en 1708. Allí, al igual que ahora el zar Alejandro estaba haciendo con Napoleón, el zar Pedro I ejecuto la táctica de tierra quemada, evitando una confrontación decisiva. Tras mas de un año de luchas y penalidades, Carlos XII se vio obligado a abandonar su ambiciosa campaña: de los aprox. 38.000 hombres que componían su ejercito al inicio de la campaña, solo logro retirarse hacia Moldavia (Imperio Otomano), con menos de 2000 hombres. Napoleón tendría muy en cuenta esta lección de la Historia, y no la repetiría (al menos eso pensaba), pues estaba persuadido de que el zar Alejandro le propondría la paz. Espero en Vitebsk por el espacio de dos semanas, impaciente, sin que la tan ansiada propuesta de paz llegara. Por un momento, se le ocurre la idea de suscitar una revuelta campesina. En una carta dirigida hacia Eugène de Beauharnais, fechada el 5 de Agosto, pide:

"Dame a conocer que tipo de decreto se podría hacer para incitar a la revuelta a los campesinos de Rusia y rehacer las tropas."

Pero luego abandona la idea. Es aquí en donde la mente del Emperador empieza a acariciar el sueño de Moscú. Después de todo, el mismo había dicho a sus generales en una ocasión:

"¿Piensan que he venido desde tan lejos para conquistar estas chozas? ".

Matias

03-03-2014

Una vez hubo tomado la decisión, Napoleón tantea a sus generales; Berthier, Lobau y Caulaincourt, todos expresan su rechazo al plan. El general Gérard Duroc le dice:"...el ejercito, a causa de las enfermedades, el hambre y las bajas, se ha visto reducido a un tercio de su fuerza original. Todo hace aconsejable que nos detengamos aquí".

Napoleón, luego de escuchar atentamente a todos, dice a sus generales: "Hice mal dando tantas riquezas a mis generales. Ahora solo suspiran por los placeres de la caza".

Golpeados en su orgullo, los generales terminan consintiendo los planes del Emperador. El rey de Nápoles, Murat, contaría mas tarde: "Me arroje a los pies de mi cuñado, para rogarle que se detuviera, pero Napoleón solo pensaba en Moscú. Según el, la gloria, el honor, y el descanso para sus tropas esperaban allí. Yo, en cambio, intuía que Moscú seria nuestra perdición!!".

Mientras, el grueso del ejercito se acerca a la ciudad de Smolensk, la ultima gran ciudad rusa antes de Moscú. La mitad sur de la ciudad está rodeada por una resistente muralla de piedra y ladrillo de 17 torres, defendida por alrededor de 13.000 soldados. Napoleón llega por el sur, desplegando tropas de los Cuerpos de Ejército de Ney, Davout, Poniatowsky y Murat; los dos primeros atacarán los suburbios del oeste y el centro, mientras la caballería de los otros intentará envolver la ciudad por el barrio extramuros al este. En total cuentan con 50.000 franceses, polacos y alemanes. La artillería comenzó a azotar la ciudad, mientras la vanguardia, formada en columnas de asalto, se acercaban a las murallas de la ciudad, donde se produciría un sangriento combate con los defensores que aun resistían los embates franceses.

La llegada de la noche revelo a los espectadores una visión estremecedora: toda la ciudad estaba ardiendo a causa de la artillera y los combates, parecía un bracero gigantesco. Napoleón contempla en silencio aquel paisaje desde su campamento. A las 03:00 de la mañana, el ejercito entra a la silenciosa ciudad. En perfecta formación, atraviesan los escombros aun humeantes, victoriosos, en aquel campo de ruinas, sin mas testigos de su gloria que ellos mismos. Por la mañana, la Grande Armée ocupa aquel montón de ruinas, tratando de extinguir el fuego que ellos mismos habían provocado. Napoleón, quien había pensado que la conquista de Vitebsk traería la paz que tanto deseaba, volvió a desilusionarse con Smolensk; las llamas, la epidemia, los muertos, formaban un cuadro desolador.

Smolensk en llamas

Matias

04-03-2014

A principios de septiembre, la Grande Armée se acerca al río Moscova, donde se produciría la conocida batalla de Borodino. El ejercito ruso parece al fin dispuesto a presentar batalla. Kutuzov pasa revista a sus tropas, quienes se emocionan con la imagen de la santa patrona de Smolensk, una de las pocas reliquias que rescataron antes de entregar la ciudad. Entonces Kutuzov toma la palabra, habla acerca de Napoleón, aquel déspota universal, de las ciudades rusas reducidas a cenizas, evocando la muerte de sus mujeres y niños, y dedicando algunas palabras al zar. Aquel espectáculo de discursos y bendiciones de sacerdotes consiguieron despertar un gran fervor entre las tropas. En el campo francés, sin embargo, no sucedió nada de aquello; ni actos ni discursos.

El 7 de septiembre comienza la batalla. Los ataques y contraataques se suceden, convirtiendo la zona en un continuo duelo de caballería, levantando una gran nube de polvo que nubla todo el sector. Hacia las 21:00 hs, los rusos, diezmados, comienzan a replegarse al este, abriendo el camino hacia Moscú. El emperador recorre y observa el campo de batalla. Pocos terrenos ofrecen aquel panorama; las nubes grisáceas, la lluvia, el viento, las ruinas y sus despojos, soldados husmeando entre los cadáveres por un poco de comida...En todas partes una siniestra desolación. Las mismas tropas napoleónicas bautizarían el combate como "la tumba de la caballería francesa".

Dice Leon Tolstoi en su clásica novela "Guerra y paz" que en Borodino, los rusos no ganaron una de esas victorias que se miden por el terreno conquistado; mas bien, obtuvieron uno de esos éxitos que convencen al adversario de la superioridad moral que se le opone y de la inutilidad de los esfuerzos enemigos. El lector podrá estar de acuerdo o no con el escritor, pero es innegable el conocimiento y la comprensión de Tolstoi hacia su pueblo.

Matias

11-03-2014

A mediados de septiembre, las columnas rusas en retirada desde el oeste comenzaron a llegar a Moscú, siendo recibidas con expectación por la población, que contempla desolada como sus soldados atraviesan las avenidas en silencio, con la cabeza baja, para después salir por el otro lado de la ciudad en dirección a Bronnitsy. El grueso del ejército ruso se acantona en las cercanías de Panky, a unos 15 km al sureste de Moscú.

Los poetas moscovitas llamaban a su ciudad "Moscú la de cúpulas doradas", pues allí se aglomeraban mas de 295 iglesias y 500 castillos. La fachada de aquellos palacios estaban recubiertas por planchas de hierro pulido, y los altos  campanarios de las iglesias estaban rematados por gigantescos bulbos de oro, con una cruz sobre la media luna en su cima. Aquellos monumentos constituían un testimonio de las luchas contra el Imperio Otomano. Ahora, toda la ciudad se veía amenazada. Su gobernador, Fyódor Rostopchin, hombre de vasta cultura, había decidido destruir al ejercito invasor arrasando la ciudad.

Los emisarios del gobernador recorrieron la ciudad comunicando que Moscú seria incendiada. El proyecto fue concebido fríamente, pues la situación lo justificaba, y el éxito posterior de dicha táctica la re-afirmaría. Dice Pihilippe-Paul de Ségur en sus memorias:

"El silencio del zar Alejandro no permite dilucidar si este aprobaba o desaprobaba dicha acción. Su participación en el incendio de Moscú es todavía un misterio para los propios rusos; o la desconocen, o la callan. Esta es una de las facultades del despotismo: pueden imponer ignorancia o silencio mediante una simple orden".

Bien, en estos días de nerviosismo, empieza la evacuación de archivos, depósitos, tesoros, y de los nobles y comerciantes mas poderosos de la ciudad: al atravesar las puertas de Moscú, todos dirigen, con angustia y tristeza, una ultima mirada a la ciudad de las cúpulas doradas. Los que se quedan, unos 15.000 humildes plebeyos, son avisados por los emisarios del gobernador que la ciudad sera incendiada; se han colocado miles de barriles de pólvora en los innumerables edificios de madera que la conforman. También se abren las prisiones, liberando a todos los reos, que Rostopchin llama hijos de Rusia, ordenándoles purgar sus delitos sirviendo a la Madre Patria; a cada uno se le asigno un puesto, para que la destrucción y el fuego se extendiera en cada rincón de la ciudad.

Para esos momentos, pocos Km separaban a la Grande Armée de Moscú. Desde una colina, denominada Monte de la Salud, se divisaba la ciudad. Maravillados por la imponente vista de la ciudad que unía a Europa con Asia, los soldados exclamaban Moscú!, Moscú!. Napoleón, embelesado, contemplaba la imagen; había llegado al punto álgido de su carrera.

Deleted member

11-03-2014

Joerr Macho... Deja algun buen y extenso articulo para los demas....

Jajajajaa Sigue escribiendo buenos articulos Matias

Matias

11-03-2014

Jaja. Muchas gracias por tus comentarios compañero Amsel. Te saludo  .

Matias

26-07-2014

El 14 de septiembre de 1812, el ejercito francés, con Napoleón a la cabeza, entra en Moscú. Las divisiones, regimiento por regimiento, pasaron por la puerta de Dorogomilov, siguiendo el camino hacia el Kremlin. Con Moscú a sus pies, por la mente de Napoleón ya desfilaban las imágenes de su entrada triunfal, recibido por la nobleza y el pueblo moscovita, coronando una campaña que el mundo jamas olvidaría y que lo catapultaría a la fama eterna. Sin embargo, a las puertas de la ciudad nadie apareció. Moscú parecía una ciudad fantasma: había sido evacuada. En aquel paisaje desolado y en medio de aquel solemne y perturbador silencio, la caballería de Murat penetro en la ciudad; solo el sonido de las herraduras de los caballos retumbaba en aquella basta ciudad de lujosos palacios y chozas miserables.

Para los soldados franceses, aquello era la epitome de sus carreras, se sentían a la altura de los mas grandes conquistadores de la Antigüedad. Al caer la noche, el emperador entra en la ciudad. En uno de sus primeros decretos, nombro gobernador de la capital al mariscal Mortier, haciéndolo responsable con su cabeza de evitar los saqueos y el incendio de la ciudad. La caída de Moscú resonó como un trueno en Rusia y en el mundo entero. En el seno de la familia real, suscito una crisis muy grande. "Moscú esta prisionera. Es inexplicable. No olvidéis vuestra resolución: nada de paz, es la única esperanza que os queda de recuperar vuestro honor. Se os acusa de toda la desdicha de vuestro Imperio, de la ruina general y de los participantes, y en fin,de haber perdido el honor del país y el vuestro propio " escribía la duquesa Catherine con rudeza a su hermano el Zar Alejandro el 15 de septiembre. [left]Esa misma noche comenzaron a extenderse los rumores acerca del incendio premeditado de la ciudad que algunos rezagados rusos, ocultos en algún rincón, llevarían acabo. Napoleón, inquieto, dicta varias ordenes para preservar la seguridad de la ciudad antes de retirarse a descansar. Sin embargo ,a las 02:00 hs de la madrugada, se desata un incendio en uno de los edificios del centro de la ciudad. Al día siguiente, se presenta en el lugar del siniestro, donde amonesta al mariscal Mortier y a la Joven Guardia por lo que el considera un descuido.[/left]

Luego se dirige hacia el Kremlin. En aquel palacio, sede del poder de los Romanov, de los Rurick y de la cruz de Ivan, Napoleón recobra la confianza y sus ilusiones de una paz con Rusia*.-"Por fin estoy en Moscú,en el palacio de los zares!*- se decía a la vez que examinaba, orgulloso y satisfecho, los detalles de aquel lugar.Igualmente, sigue cursando sus directivas; solicita un informe acerca del estado de la ciudad y de los recursos con los que cuenta. También despacha una nueva carta al zar Alejandro, en la que en tono pacifico le propone la paz que tanto ansia: nunca obtendrá respuesta.[left]El incendio de la noche anterior se había sofocado, aunque no se diera con los incendiarios, quienes seguían ocultos. Se estableció a las tropas un férrea disciplina, amen de re-establecer el orden en la ciudad. Sin embargo, al final de ese mismo día, a la medianoche,se desato otro incendio al norte de la ciudad, que alimentada por el viento,se expandió y extendió sus llamas hacia el complejo del Kremlin. Los soldados y oficiales franceses, inquietos, se preguntan si los moscovitas acaso, pensaban incendiar su propia ciudad aprovechando la negligencia de los franceses, quienes cansados y ebrios solo se preocupan de su seguridad personal. [/left][left]Al anochecer de ese mismo día, las dudas de los franceses serian aclaradas: se desato un nuevo incendio, mucho mas voraz y agresivo que el anterior, esta vez en la parte norte. Consternados, los soldados observaban como el viento dirigía las llamas hacia el Kremlin, en donde se hallaba Napoleón y su Guardia. Sin embargo, el viento dio un giro hacia el oeste, alejando el peligro inmediato al emperador. Muchos oficiales, al observar el cambio del viento, se relajaron y desembarazaron del problema. Quizás, nos dice Segur en sus memorias,aquella despreocupación, era el resultado de tantos acontecimientos y desgracias que había llegado a insensibilizar a la mayoría; el exceso de penalidades y fatigas había hecho a todos mas egoístas, y, tanto los oficiales como los soldados,se limitaban al cumplimiento de sus deberes mas inmediatos y a salvaguardar su propia integridad personal.[left]Amanece,un nuevo día en Moscú. La magnitud del incendio se hace evidente bajo el gris del nuevo día. Los oficiales realizan interrogatorios e investigaciones:en la noche del 14 al 15,un globo de fuego cayo sobre el palacio del príncipe Trubetskoi, ahora convertida en una enorme pira. Otro criminal había prendido fuego a la cede de la Bolsa. Otros habían colocado proyectiles de artillería en las chimeneas de las casas, en su mayoría de madera, que habían causado varias bajas entre los confiados soldados franceses. Muchos de estos buscaron refugio en los barrios menos dañados, pero al penetrar en estas casas abandonadas, solía producirse una débil explosión, seguida de una nube de humo que enseguida se transformaba en una columna espesa y negra,después rojiza, hasta que el lugar entero se transformaba en pasto de las llamas. Algunos franceses habían observado a algunos vagabundos caminar con la mirada errante y perdida en medio de los incendios. Estos hombres, (muchos presidiarios a quien Fyódor Rostopchin había encomendado la misión de incendiarlo todo) ebrios y harapientos, se sentían orgullosos de sus acciones, y ya no hacia nada por ocultarse; recorrían con mirada triunfante las calles abrazadas por el fuego, y cuando los soldados los sorprendían in fraganti, les cercenaban las manos con sus sables. Luego se dicto la orden de fusilar a todos los incendiarios que fueran sorprendidos. Todo el ejercito se movilizo. Impactados por aquella singular situación, los invasores observaban como quedaba reducida a cenizas la ciudad que, según les había prometido su emperador, les daría gloria, honor, y descanso. Dueños por unos instantes de la capital de los zares, ahora debían acampar a las afueras de la ciudad, sin víveres y dejados a la furia del clima ruso.[/left]

Matias

10-08-2014

[left]En la mañana del 17 de septiembre, Napoleón desea comprobar si el incendio ha sido finalmente controlado. Pero este se hallaba en ese momento en su apogeo; se había convertido en una vasta tormenta de fuego que levantaba remolinos hacia el cielo, intensamente coloreado. A partir de aquel momento, se sintió desbordado por la realidad: aquella conquista, a la cual habiase sacrificado todo, se convertía ahora en un fantasma que se desvanecía entre llamas y humo. El campamento militar levantado en la diminuta zona que escapo del incendio ofrecía un panorama singular: sobre la tierra arrasada, en medio del fango espeso y frío, los soldados encendían fogatas que alimentaban con los muebles, marco de ventanas y puertas que aun no habían sido devoradas por el fuego. En un principio, el emperador había dado luz verde al saqueo de la ciudad, pensando, tal vez, que a través del pillaje podría sacarse algo de aquello. Pero al percatarse de que aquel estado anarquico no hacia sino aumentar el desorden y consumir los escasos recursos con los que contaba, curso ordenes para castigar severamente aquellas acciones. Se organizaron pelotones que debían recoger todo lo que fuera útil.

Mientras tanto, Kutúzov y el resto de su ejercito había comenzado a realizar un movimiento táctico, rodeando Moscú por el sureste y tomando posiciones esta y Kaluga. Aquella marcha en torno a Moscú, bajo un vendaval violento que arrastraba cenizas y chispas, fue realizada en medio de un silencio casi religioso. Avanzaban los regimientos, sobrecogidos por la tristeza y la rabia. Kutúzov había ya comunicado al zar Alejandro la perdida de Moscú, argumentando que debio hacerlo para evitar la perdida de las provincias del sur, el granero del imperio, agregando que la ciudad había sido evacuada por la totalidad del pueblo, y que el pueblo es el alma de un imperio,"Donde esta el pueblo,allí se encuentra Moscú y el imperio ruso. Moscú perdida es tan solo una ciudad menos en el imperio; un sacrificio necesario a la salvación de lo principal. Estoy en el flanco de las interminables lineas operativas del enemigo, que se halla prácticamente bloqueado por mis destacamentos. Desde mis posiciones vigilare sus movimientos, movilizare los recursos del imperio y reorganizare las unidades del ejercito. Napoleón se vera forzado muy pronto a evacuar su funesta conquista" sentencio, si bien, agrego que "esta perdida sera una herida profunda e imborrable".

Se dice que Alejandro quedo impactado por la perdida de su capital, y Napoleón tenia puestas sus esperanzas en que esto lo obligara a firmar la ansiada paz. Sin embargo, el zar estuvo a la altura; en uno de sus discursos tras la caída de Moscú, dijo: "El enemigo se halla en Moscú igual que en una tumba, sin ningún medio de dominar la situación, y ni siquiera con probabilidades de sobrevivir. El enemigo se halla en el centro de Rusia, pero ningún ruso se le ha sometido."

Para el 20 de septiembre, el incendio se había aplacado, si bien no por acción de los franceses, sino mas bien por falta de combustible. Napoleón volvió a ocupar las dependencias del Kremlin. Esperaba con ansiedad la llegada de nuevos convoyes y de refuerzos, y por sobre todo, la propuestas de paz de Alejandro. Ello le haría perder un tiempo precioso, cuando, precisamente, el tiempo era su peor enemigo...

Matias

12-08-2014

En los primeros días de octubre de 1812, Napoleón decide escribir una carta a Alejandro y enviar a un emisario para que llevara su proposición de paz al Zar. El elegido seria el general Jacques Lauriston. En privado,el Emperador le dijo:

"Quiero la paz, la quiero absolutamente! Pero dejando el honor a salvo..."

Sin embargo, el general Caunlaincourt le había hecho notar a Napoleón que aquella acción seria improductiva, pues, desde su punto de vista, mientras el suelo ruso no sea completamente evacuado, Alejandro no querrá escuchar ninguna proposición de paz. El 5 de octubre, Lauriston llega a las posiciones rusas. Se concierta un armisticio y tiene lugar una entrevista con el general Kutúzov, en donde el francés le solicita un salvoconducto para partir hacia Petersbugo. Kutúzov respondió que aquella cuestión sobrepasaba sus facultades. Propuso, en cambio, que la carta fuese puesta en manos del príncipe Volkonsky (edecán del zar) y le ofreció un armisticio hasta el regreso de este. Cuando Napoleón fue informado de la buena predisposición de los rusos, sintió una inmensa alegría y anuncio a sus generales en tono triunfal que la paz estaba próxima. Aquel armisticio resultaba bastante singular: era valido tan solo en el centro de los 2 campos, y no en los flancos y en la retaguardia. Para romperlo, solo bastaba un aviso con 3 hs de antelación. De modo que las escaramuzas rusas seguían desgastando y empeorando la ya critica situación de la Grande Armée. Esta situación inquietaba a Murat, pues las cotidianas escaramuzas en los flancos y en la retaguardia estaban debilitando seriamente a su caballería. Ademas, los oficiales rusos, cuando tenían ocasión de interactuar con los oficiales franceses bajo aquel dudoso y falso armisticio, les mostraban, orgullosos, los nuevos corceles llegados de las lejanas estepas, mientras que el ruido de las continuas salvas que llegaban de la segunda línea era un claro indicio de que los rusos estaban haciendo un gran acopio de artillería.

Napoleón era consciente de que Kutúzov estaba haciendo uso de aquel armisticio para reorganizar y fortalecer su ejercito, mientras que el suyo se debilitaba cada día que pasaba,pero en su critica situación se aferraba mas que nunca a aquella quimera paz que Alejandro debía aceptar, pues en su delicada posición no podía avanzar, era peligroso quedarse o retirarse, y en cuanto a la posibilidad de librar una gran batalla,su ejercito estaba en pésimas condiciones...

A mediados de octubre, la respuesta del zar no había llegado aun. Napoleón dedico aquel tiempo a pasar revista a sus hombres y a otorgar medallas y condecoraciones. La nieve hacia su aparición, y un ambiente de fatalidad empezaba a reinar en el ejercito. La idea de retirada empieza a rondar la cabeza de los oficiales y generales franceses, aunque ninguno habla de ello abiertamente. Napoleón también empieza a considerar la retirada, pues la respuesta nunca llega y se hace evidente que el Zar no esta dispuesto a negociar. Sin embargo,no dicta ninguna orden o directiva que hable de retirada; solo anuncia que dentro de 20 días el ejercito debe tener dispuesto sus cuarteles de invierno y dispone que todos los heridos sean evacuados. Va demorando un día tras otro el momento de aceptar y confesar su derrota. En este escenario dantesco de ruinas, nieve y miseria, se vuelve taciturno y huraño. Pasa largas horas a solas perdido en sus cavilaciones...va demorando un dia tras otro el momento de confesar sur derrota. No quiere abandonar Moscú, como si deseara alargar por unos instantes mas su permanencia en la cumbre...

Matias

19-08-2014

Los continuos embates del ejercito ruso, la grave amenaza que estos representan en sus flancos, y el propio debilitamiento de su ejercito, logra sacar a Napoleón de sus cavilaciones y de su estado onírico; se decide a abandonar Moscú, o de lo contrario, sucumbiría en aquella masa de ruinas y cenizas que sera su tumba y la de la Grande Armée. Por un momento, vuelve a ser aquel hombre brillante que dicta decenas de ordenes, todas ellas oportunas: Procede a reagrupar los restos de su cuerpo de ejercito, con los jinetes que carecen de montura forma nuevos batallones de infantería. Los trofeos, el botín de guerra y todos los heridos que se hallan en condiciones de soportar las penalidades del camino, emprenden la marcha forzada. El ejercito marcharía hacia Kaluga, donde pasaría la noche. Dio orden al mariscal Mortier, duque de Trevis, para que permaneciera la mayor cantidad de tiempo posible en el Kremlin, cubriendo su retirada. Los heridos mas graves quedan hospitalizados en la Casa de Maternidad moscovita. El 19 de Octubre de 1812, tras 6 semanas de ocupación, Napoleón y su ejercito abandonan las ruinas de Moscú. Pone rumbo hacia Kaluga, ubicada a 159 kilómetros al suroeste de Moscú,y antes de partir, exclama con temeridad e impotencia: "Vamos a Kaluga, y maldito sea el que se cruce en nuestro camino".

Decidió enviar en la vanguardia a su yerno, Eugenio de Beauharnais, al mando de una fuerza compuesta por 15.000 hombres, para despejar la ruta de avance de las posibles unidades rusas que se encontrasen en ella. Entre Moscú y Kaluga se emplaza la localidad de Maloyaroslávets, en donde los hombres de Beauharnais y de Kutúzov se baten en una sangrienta batalla, en la cual ambos sufren alrededor de 5.000 bajas cada uno, pero que termina siendo una victoria pírrica rusa debido a la alarmante situación de la Grande Armee, que no puede ser re-abastecida y reforzada por nuevos reclutas.

El ejercito había salido de Moscú con raciones de harina apenas para 15 días, pero después de este serio encontronazo en Maloyaroslávets y de 10 días de marchas y contramarchas, apenas había progresado tres jornadas de camino. Algunos hombres empezaban a sucumbir producto del agotamiento y el hambre. Para colmo, desde el primer día de la retirada, hubieron de incendiar sus propios carros cargados de víveres, pues los animales de tiro morían extenuados: se había dictado la orden de no dejar atrás nada que pudiera servir al enemigo. En la tarde del 25 de Octubre, se captura e interroga a un prisionero ruso, el cual afirmaba que el ejercito de Kutúzov marchaba por la carretera, decidido a cortar el repliegue francés hacia Kaluga. Napoleón medita: Negarse a presentar batalla en Kaluga era reconocer la superioridad del ejercito ruso. En cambio, presentar batalla podría significar una nueva gran batalla, un nuevo Borodino quizás. Vacila. Finalmente, dice en tono belicoso: "Este diablo de Kutúzov no recibirá la batalla" y da la orden de dirigir la marcha hacia la antigua carretera Moscú-Smolensk. Al mariscal Ney habiase encargado la penosa misión de cubrir la retirada de la Grande Armee y contener el empuje y la presión que el ejercito ruso ejercía sobre este. El y sus hombres fueron testigos del desastre y de la tragedia que se cernía sobre la Grande Armée de su Emperador: cadáveres cubriendo la carretera, caballos yacentes en el suelo, vehículos volcados con su carga inutilizada, carros cargados de heridos abandonados a merced de su suerte, cañones abandonados en largas filas en medio de la carretera; era aquel el espectáculo que ofrecía la retirada del ejercito de Napoleón de Moscú.

Y, sin embargo, aquello solo era el comienzo de una de las catástrofes militares mas recordadas de todos los tiempos...Ney envió al coronel Daldignac para que informase de todo aquello al Emperador, ordenándole que no escatimara en palabras para describir aquella terrible situación y de la catástrofe hacia la que marchaban. Cuando estuvo cara a cara con Napoleón, relatando aquellas terribles escenas, el emperador lo interrumpió bruscamente: "No le he pedido detalles, coronel". Aquella ultima semana de Octubre de 1812 resultarían cruciales para el destino de la Grande Armée, pues supuso el paso de la iniciativa ofensiva al ejercito ruso, mientras que el ejercito de Napoleón era el que ahora pasaba a la defensiva.  Como sabemos, a la Grande Armée aun le aguardaban muchas penurias, como el famoso cruce del río Berézina, pero esa ya es otra historia...

Saludos.

Haz login o regístrate para participar