Batallas desesperadas

Heinz von Westernhagen

18-12-2014

El 1 de Septiembre de 1939, el pre-dreadnought alemán Schleswig-Holstein dispara ocho proyectiles de 280 mm contra la parte sudoeste de la pequeña península de Westernplatte, en la ciudad libre de Danzing.

La Liga de Naciones permitía a Polonia tener una guarnición de 88 militares en este lugar. Pero pese a la prohibición del Tratado de Versalles de fortificar la zona, los polacos habían construido un sistema de trincheras, barricadas, nidos de ametralladora y reforzado con hormigón los cuarteles y varios puestos de vigilancia. También habían aumentado en secreto la guarnición hasta 209 hombres, al mando del Major Henryk Sucharsky.

Los alemanes disponen de 1.500 hombres, de ellos 225 infantes de marina. El resto son tropas SS-Heimwher de Danzing. Ocho minutos después de haber caído los proyectiles, los infantes de marina superan el muro de ladrillo que separaba esa zona del resto de la ciudad y penetran en el interior...hasta que son cazados en un fuego cruzado que les produce muchas bajas. Los polacos disponen de un cañón de 76,2, de dos antitanques de 37 mm y cuatro morteros de 81 mm, de los que saben sacar un buen partido hasta que, al segundo día, son inutilizados. A los SS-Heimwher no les va mejor al otro lado de los muelles.

Los alemanes asaltan varias veces el Westernplatte, siendo rechazados. El acorazado comienza entonces un martilleo con sus piezas de 280, 170 y 88 mm, al que se une una batería terrestre de obuses de 210 mm. Una fuerza de 60 Stukas les acompaña en el bombardeo. Pero a pesar de convertir la península en un paisaje lunar, los asaltos siguen siendo frenados por los polacos, que cuentan con 41 ametralladoras y mucho coraje. Saben que la cosa va a acabar mal para ellos, pero piensan aguantar todo lo que puedan. Incluso por dos veces lanzan los alemanes trenes en llamas (por la única vía de acceso) para intentar volar los depósitos de combustible, fallando en el empeño.  Llega un pelotón de zapadores con sus lanzallamas. El terreno es el ideal para emboscar a las unidades alemanas, lleno de cráteres, árboles caídos, restos de alambradas de púas y ruinas de depósitos de combustible, grúas y edificios.

El día 7 de Septiembre, a las 1100, los polacos, sin agua, sin alimentos y sin medicinas, al ver que la resistencia es inútil, deciden rendirse. Los alemanes formarán y se cuadrarán ante ellos, admirándoles por el tesón y la bravura demostrada en la defensa. Los polacos han tenido 14 muertos y 53 heridos, en comparación con las 200-300 bajas causadas a los asaltantes. 

josmar

18-12-2014

No todo en Polonia iba a ser sencillo.....

Un buen trabajo, Heinz...

mister xixon

18-12-2014

Una resistencia heroica

Buen relato Heinz

saludos

peiper

18-12-2014

Un buen relato heinz y es curioso el  detalle de que formarán y se cuadrarán ante ellos por su valor

gaffer

19-12-2014

Un buen relato heinz y es curioso el  detalle de que formarán y se cuadrarán ante ellos por su valor

Cierto, estoy de acuerdo. Iba a mencionarlo porque es para eso...para cuadrarse.

Un saludo

PD  Buen relato Heinz

Ignaz Woll

19-12-2014

La defensa de Baler o "Los últimos de Filipinas"

Baler era, en 1897, un pequeño poblado en la costa oriental de Filipinas, localizada como capital de la provincia de Nueva Écija, rodeada al oeste por una cadena de rocosas montañas, que dificultaban de sobremanera la comunicación con Manila. Tras una revuelta protagonizada por los filipinos en octubre del 1897, en la que la guarnición de Baler fue atacada, nuevas tropas fueron asignadas a la zona. En febrero del año siguiente, un nuevo contingente de infantes españoles, de 50 soldados pertenecientes al 2º Batallón Expedicionario de Cazadores, comandados por el Capitán Enrique de las Morenas, releva a sus camaradas en Baler. Día a día, los soldados pueden notar el descontento y el nerviosismo de los filipinos, que, para finales de junio, van abandonando la aldea. De las Morenas decide abandonar las casas de los campesinos y fortificar la iglesia, usando sus muros como refugio para los infantes españoles. Además, previendo un cerco de la iglesia, se cavó un pozo y se realizó una trinchera enfrente de las puertas, con la intención de custodiar la más clara vía de ataque.

Por vez primera, el 1 de julio, los defensores se encuentran con una nota, instándoles a rendirse. Más tarde, durante los siguientes días, más  propuestas de rendición transportadas por los desertores capturados por los filipinos. Los españoles se los devuelven con el mensaje de que no se rendirán, y que en la siguiente ocasión los mensajeros serían bienvenidos con una lluvia de balas. Tras numerosos combates, en los que la primera baja por fuego filipino aflora en las líneas españolas, los cazadores refuerzan sus mensajes mediante una defensa de gran fiereza. Para el 22 de noviembre de 1898, 14 soldados españoles habían muerto por enfermedad. El Subteniente Alonso había muerto fruto del beriberi en octubre, y en poco más de un mes, el Capitán de las Morenas también sucumbiría a causa de esta enfermedad, dejando al mando al también Subteniente extremeño Martín Cerezo. 145 días de sangriento asedio habían pasado ya. El 10 de diciembre de 1898, el Tratado de París sería firmado, y España entregaría, entre otras posesiones, las Filipinas a los Estados Unidos.

Con la llegada del nuevo año, los combates continuaron. Los filipinos cargaban sobre la posición defendida por los extenuados españoles, que frenaban el ataque mediante el preciso fuego de sus fusiles Mauser "Modelo 1889". En abril de 1899, los españoles se quedaron sin reservas alimenticias, y tuvieron que pasar a comer lagartijas, ratas, y demás animales que cazaban en la iglesia. En ese mismo mes, las autoridades españolas en Filipinas hicieron un llamamiento a los norteamericanos para que hicieran rendirse a los tozudos defensores, pensando que firmarían la rendición sin problema alguno a los estadounidenses. Sin embargo, los soldados de EE.UU, transportados por barco hasta Baler, fueron emboscados y masacrados por los filipinos antes de poder tomar tierra, y se retiraron. El 27 de mayo, los españoles rechazaron el mayor ataque que jamás sufrirían. Cerca de 500 indígenas, provistos de dinamita, cargaron hacia la desvencijada iglesia. Tras un feroz combate cuerpo a cuerpo, los fámelicos defensores rechazaron el ataque. Más tarde, en junio, Cerezo recibió de mano de uno de los emisarios filipinos un periódico español, en el que se podía leer que España había perdido la guerra. Sólo en ese momento, Cerezo acepto la derrota, y se presto a declarar la rendición, siendo conocedor de que él y sus harapientos cazadores, que habían resistido por 337 días a los rebeldes filipinos, sin ninguna ayuda exterior, podían firmar el papel que declaraba su derrota con honor, puesto que habían luchado con suma valentía. El primero de septiembre de 1899, los "Últimos de Filipinas" llegaron a la península. Estos 33 soldados, dueños de una fama enaltecida incluso, por el Presidente del Gobierno Revolucionario de Filipinas, General Emilio Aguinaldo, que comparaba a los aguerridos infantes con el Cid o con Pelayo, pudieron, al fin, regresar a sus hogares, recordando los 17 compañeros que habían dejado atrás, enterrados en aquellos parajes lejanos, bañados por la sombra de una iglesia, donde una de las más gloriosas defensas de la Historia Militar Española había sucedido.

2ª Teniente Saturnino Martin Cerezo

Cabo José Olivares Conejero

CaboJesús García Quijano

Soldado de 2ª Julián Galbete Iturmendi

Soldado de 2ª Juan Chamizo Lucas

Soldado de 2ª José Hernández Arocha

Soldado de 2ª Luis Cervantes Dato

Soldado de 2ª Luis Ruiz de la Torre

Soldado de 2ª Manuel Menor Ortega

Soldado de 2ª Vicente Pedrosa Carballeda

Soldado Antonio Bauza Fullana

Soldado Domingo Castro Camarena

Soldado Emilio Fabregat Fabregat

Soldado Eufemio Sánchez Martínez

Soldado Eustaquio Gopar Hernández

Soldado Felipe Castillo Castillo

Soldado Francisco Real Yuste

Soldado Gregorio Catalán Valero

Soldado José Jiménez Berro

Soldado José Martínez Santos

Soldado José Pineda Turán

Soldado Loreto Gallego García

Soldado Marcelo Adrián Obregón

Soldado Marcos Mateo Conesa

Soldado Miguel Méndez Expósito

Soldado Miguel Pérez Leal

Soldado Pedro Planas Basagañas

Soldado Pedro Vila Garganté

SoldadoRamón Buades Tormo

Soldado Ramón Mir Brills

Soldado Ramón Ripollés Cardona

Soldado Timoteo López Larios

Corneta Santos González Roncal

Heinz von Westernhagen

20-12-2014

Me pidió Witmann el otro día que hiciera una semblanza del hecho para colocar aquí....pero Ignazz lo ha bordado...

Sólo una cosita....acuerdate; Ignaz; de que a ser posible no se pase la literatura de veinte (o veintidós) líneas...

Saludos!!

Lothar1971

20-12-2014

Me pidió Witmann el otro día que hiciera una semblanza del hecho para colocar aquí...

¿Que le pasa?... ¿sele ha roto el dedo de escribir?...

Vago redomado...

Ya le llamaré pa decírselo ya...

gaffer

21-12-2014

¿De que madera estaban hechos esos hombres? ...Un año aguantando en un reducido espacio a numerosos hostiles.

Me ha gustado Ignaz  ...dice mucho de los soldados españoles.

Un saludo

mister xixon

21-12-2014

Buena batalla Ignaz 

saludos

Eversti

22-12-2014

No nos engañemos, aguantaron porque entonces no había internete y no habían enterado del fin de la guerra...

Bromas aparte, se ganaron "a pulso y a tiros" su sitio en la historia.

gaffer

22-12-2014

Aguantaron por que la iglesia era una construcción sólida, estaba tapiada y disponían de huerto y agua, entre otras cosas (armas de fuego, por ejemplo). No hay que olvidar que tampoco tenían otra opción...

Le echaron narices, por no mencionar otros organos situados en la entrepierna. En definitiva...Heroes con mayúscula

Un saludo

Topp

23-12-2014

¿Que le pasa?... ¿sele ha roto el dedo de escribir?...

Micifuz está de vacaciones

Saludos.

Heinz von Westernhagen

23-12-2014

Micifuz es peculiar...

mister xixon

24-12-2014

fijo que ya ha empezado a darle a la sidra champanada antes de tiempo 

salusos

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