07-04-2006
Fue la purga llevada a cabo por Adolf Hitler, el general Hermann Wilhelm Goering y el jefe de las SS, Heinrich Himmler, en la que varios miembros del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo, entre otros, fueron asesinados en la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1934. Las principales víctimas de la Noche de los cuchillos largos (denominación que dieron a aquellos acontecimientos los propios nacionalsocialistas) fueron Ernst Röhm, jefe de las SA, y sus lugartenientes, y muchas personalidades importantes que se habían opuesto a la hegemonía hitleriana en el partido desde 1931, como el también dirigente nazi Gregor Strasser o el general Kurt von Schleicher, quien había ocupado el cargo de canciller inmediatamente antes que Hitler.
El jefe de la Wehrmacht (Fuerzas Armadas alemanas) y ministro de la Guerra, Werner von Blomberg, había comunicado claramente a Hitler que el plan de Röhm para que las SA controlaran a aquélla, y así asumir los cargos de aquél, era inaceptable. Blomberg había advertido que si se intentaba poner en práctica ese proyecto, el presidente de la República, Paul von Hindenburg, gravemente enfermo en aquellas fechas, entregaría el poder a la Wehrmacht e impondría la ley marcial. Hitler, que necesitaba el apoyo de las Fuerzas Armadas para ascender a la presidencia y llevar a cabo el rearme del país (por no mencionar el respaldo de los sectores conservadores, especialmente de la industria armamentista alemana, enfrentados al ala radical del partido nazi), decidió que había llegado el momento de actuar. Arrestó personalmente a Röhm en Munich y ordenó que fuera ejecutado por la Gestapo. Entre tanto, en Berlín, Goering y Himmler detuvieron y asesinaron a otros destacados miembros de la oposición. Este tipo de acciones se realizaron en toda Alemania y al final de la noche transcurrida entre el 30 de junio y el 1 de julio de 1934, el número de víctimas se acercó a doscientas, entre las cuales se incluyeron a monárquicos partidarios de la restauración de la familia Hohenzollern.
Las demandas del Ejército fueron satisfechas y cuando falleció Hindenburg el 2 de agosto de ese año, la Wehrmacht no mostró oposición alguna a que Hitler uniera a su cargo de canciller alemán el de Führer, en sustitución del de presidente de la República, y el de jefe de la Wehrmacht, propuesta que fue respaldada por el plebiscito celebrado el 19 de agosto. Sin embargo, el triunfo de los militares profesionales sobre las milicias del partido fue aparente, ya que las SS de Himmler, libres de cualquier supeditación a las SA, se convirtieron en una amenaza mucho mayor para el Ejército de lo que nunca hubieran sido los desorganizados escuadrones de las SA de Röhm.
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