Balthasar Woll
09-03-2014
Yo también estoy de acuerdo por que en esos tiempos atacar con ese tipo de formación qe más bien parecía un tiro al pato que otra cosa me parece increible
Es que para hacer bajas al enemigo, había que hacerlo así, los mosquetes al ser de anima lisa no tenían precisión ninguna por encima de 30 o 40 metros.
Saludos
Heinz von Westernhagen
11-03-2014
El 19 de Julio de 1936, se subleva el Cuartel de La Montaña en Madrid. El General Fanjul (que no poseía mando en la capital), adepto a la causa golpista y uno de los encargados del levantamiento en la ciudad, entra vestido de civil en las dependencias y consigue la connivencia de los casi 1.400 militares (incluyendo unos 30 cadetes de permiso) allí acuartelados a los que se unen unos 180 falangistas y monárquicos.
En el cuartel se custodian los cerrojos de miles de máuser que el Gobierno de la República necesitaba. El General Fanjul, en vez de tomar la calle, se atrinchera dentro del edificio esperando que el resto de guarniciones madrileñas le envíen refuerzos...que nunca llegarían, ya que la sublevación fracasó en esos cuarteles. El de La Montaña es rodeado por fuerzas de la Guardia Civil, Guardia de Asalto, algunas tropas leales a la República; dos camiones blindados y milicias obreras, en número de 8.000 efectivos. El día 20 tres cañones comienzan a disparar contra el cuartel, mientras que un avión de la base de Getafe sobrevuela el objetivo y lo bombardea. A las diez y pico de la mañana, el General Fanjul es herido junto a otros jefes por un obús. Los defensores están desmoralizados y, lo que es peor, incomunicados. No hay cadena de mando dentro del gran edificio ni dirección de la defensa. Aparece una bandera blanca en una de las alas y la multitud se abalanza hacia allí...siendo rechazada con fuego de ametralladora. La indignación entre los asaltantes es total. Dos veces más se produce este hecho, achacable a la tremenda desorganización de las fuerzas asediadas... ya que unos querían rendirse y otros, resistir.
La Guardia Civil logra entrar en el cuartel a mediodía, consiguiendo la rendición general. Pero sus Números son rebasados por la violenta masa enloquecida (incluidos muchachos y mujeres) que masacra cruelmente a todo militar que encuentra a su paso. El patio del cuartel queda cubierto de cadáveres producto de tan salvaje y brutal matanza.
De los 150 oficiales sublevados sólo sobreviven 26, de ellos 13 heridos. No hay cifras de muertos fiables, pero se calculan sobre 300-500 militares y falangistas. Posteriormente, se asesinarían a unos 130 prisioneros.
Heinz von Westernhagen
25-03-2014
El 5 de Octubre de 1934, una columna de Guardias Civiles al mando del Teniente Fernando Halcón Lucas llega a Campomanes (Asturias), en donde los insurgentes han tomado la población y se preparan para entrar en Castilla.
Son 35 Guardias que el Gobernador Civil de León ha enviado en un coche y un autocar para comprobar “in situ” lo que está sucediendo. Se les ha asignado también una ametralladora. Los hombres bajan de los vehículos y se despliegan por la carretera. Pero los revolucionarios les están esperando y abren fuego sobre ellos. Vuelan los cartuchos de dinamita. Los Números se refugian a ambos lados del vial, siendo la posición más importante una fábrica de pasta para sopa. La ametralladora no funciona. Durante 38 horas los Guardias resisten los embates de más de 3.000 dinamiteros, cubriendo con sus fuegos la carretera e impidiendo que los vehículos cargados de revolucionarios pasen a León. El Teniente Halcón es herido tres veces y muere por la tarde. En la fábrica, casi en ruinas, sólo quedan siete Guardias (de 22) para rechazar los ataques. Entrada la noche, el Sargento Mansilla logra reunir a todos sus compañeros y se retiran dirección a Pajares, en donde toman contacto el día 6 con las tropas gubernamentales. Han tenido diez muertos y doce heridos.
Los hombres de Halcón han retrasado unas horas cruciales a los grupos de revolucionarios y evitado que penetraran en la provincia de León, defendida de aquella por 320 Guardias y 70 de Asalto, dando tiempo a que el gobierno organizara sus fuerzas. El Teniente Halcón recibiría la Laureada de San Fernando.
Cuando las tropas gubernamentales llegaron de nuevo a la fábrica, los mineros habían colocado en la boca del cadáver de Halcón un cartucho de dinamita, haciéndolo detonar.
Saludos!!
josmar
25-03-2014
No hacen falta comentarios... Lo hechos hablan por sí solos...
Balthasar Woll
25-03-2014
Como bien dice Josmar, sobran los comentarios.
Saludos
Lothar1971
25-03-2014
Pues yo si voy a comentar.
Creen, los que no tienen honor, que mancillar el cadaver de un enemigo vencido compensara su incompetencia por no vencerlo antes de lo que ellos creian.... cuando deberia ser al contrario, un enemigo vencido (muerto o no) merece el mayor de los respetos si ha luchado con honor y valor...
peiper
28-03-2014
Aunque ese tipo de actos nunca se puedan justificar es algo que lleva ocurriendo desde que se cojio la primera piedra para darle al otro y a día de hoy sigue ocurriendo en zonas de guerra como en Afganistán y luego nos creemos personas civilizadas
Heinz von Westernhagen
02-04-2014
El 9 de Julio de 1909, los rifeños atacan a un grupo de trabajadores españoles que estaban construyendo un puente para el ferrocarril minero de Sidi Musa, cerca de Melilla. A partir de esta fecha, se multiplican los disparos y los ataques a las posiciones españolas. El día 26 el Comandante de Melilla, Teniente General Marina, es avisado de que se va a efectuar un inminente ataque. El día 27 ordena una salida para defender la periferia de la ciudad.
La Brigada de Cazadores de Madrid, al mando del General Guillermo Pintos Ledesma es asignada a la zona del Barranco de Lobo, en las estribaciones del monte Gurugú. A las 13 horas comienza el avance en dos alas, que es detenido por el mortífero fuego de fusilería rifeño. El ala izquierda consigue progresar y se adentra en el Barranco del Lobo, recibiendo un intenso fuego por los flancos y la retaguardia. El General Pintos cae junto a con la mayor parte de sus oficiales en los primeros momentos de la lucha y los Cazadores, aunque intentan mantener el ataque, no tienen más remedio que replegarse...pero lo hacen desordenadamente.
Los fugitivos son detenidos por el Teniente Tourné, que logra reunir a varios hombres y desaloja a la bayoneta una loma que dominaba el barranco. Resisten los embates rifeños hasta que, muerto el Teniente, comienza de nuevo una huída en toda regla. Se envían refuerzos a paso de carga para proteger a los Cazadores, pero son rechazados. El T. General Marina asume el mando, ordena a la artillería que cubra la desbandada y lanza al combate al resto de sus fuerzas para frenar al enemigo. Son las 15:30. Los soldados supervivientes abandonan como pueden el Barranco del Lobo y consiguen reagruparse, retirándose por escalones. Por la noche, llegan a Melilla, sin haber podido rescatar siquiera los cuerpos de sus compañeros.
Un General (Pintos), 17 Jefes y oficiales y 136 soldados han encontrado la muerte en el barranco. Los españoles tienen 599 heridos.
“Melilla ya no es Melilla;
Melilla es un matadero,
donde van los españoles
a morir como corderos”...
Lothar1971
02-04-2014
Muy buen relato Heinz... tengo el libro "Melilla. Apuntes de su historia militar" donde viene toda la campaña africana y este relato no falta...
¡Ay mi terriña!... ¿cuando podré volver a verla¿
Para el que quiera escuchar la cancion "En el barranco del Lobo" que has posteado, solo teneis que pinchar y abrir...
http://cancionesdemili.webcindario.com/LAS%20CANCIONES%20DE%20LA%20MILI-1/En%20el%20Barranco%20del%20Lobo.mp3
Heinz von Westernhagen
09-04-2014
El 23 de Enero de 1900 una fuerte columna británica estimada en 11.000 infantes, 2.200 soldados de caballería y 36 cañones, al mando del General Woodgate se presenta ante Spion Kop para cruzar el río Tugela e intentar aliviar el asedio de Ladysmith, que está a 18 kilómetros. Spion Kop es un promontorio de unos 430 m. de altura formado por cuatro colinas...y que era parte de una línea defensiva bóer, que contaba con 8.000 hombres y 6 piezas de artillería.
Por la noche, el Teniente Coronel Thorneycroft asalta y ocupa la colina entre una densa niebla, defendida por unos pocos bóers. La media compañía de zapadores que lleva consigo comienza a cavar una trinchera en el duro suelo de roca...con 20 picos y 20 palas, mientras más de 1.000 soldados se apiñan a su alrededor. Por la mañana los británicos descubren que han ocupado la colina más baja y que los bóers les dominan por tres lados. Un primer asalto de 400 bóers es rechazado, llegándose al cuerpo a cuerpo. Comienza un eficaz fuego de artillería (calculado en 10 disparos por minuto) y de fusilería dirigido a los británicos. Woodgate es abatido. Thorneycroft pide refuerzos y se le envían dos batallones más. La matanza en la trinchera es horrorosa. Tiene unos 40 cm. de profundidad y no protege a los británicos del fuego bóer. A lo largo del día, un área de 200 x 20 metros se llena de muertos y heridos. Hace calor y comienzan a escasear el agua y las municiones. La moral británica está por los suelos, sin oficiales y con las unidades mezcladas. El fuego bóer será constante, interrumpiéndose sólo para que dos asaltos más fracasen ante la posición enemiga.
La trinchera y sus alrededores...
Al anochecer los británicos huyen de la colina, abandonando a los muertos y moribundos. Lo que no saben es que los “de enfrente” también han aprovechado para retrasar sus líneas, cansados y desanimados por el “éxito” de sus ataques frontales. Por la mañana, los bóers se dan cuenta, con estupor, de que la colina está desierta...a excepción de los 243 muertos y 1250 heridos británicos. Los bóers, que han tenido 68 muertos y 267 heridos, no persiguen a la fuerza británica que se retira.
Saludos!!
peiper
27-04-2014
Es una lástima que al ocurrir este tipo de cosas a veces no se aprovecharse de la situación que habían conseguido
Heinz von Westernhagen
30-04-2014
El 8 de Septiembre de 1965, tres regimientos blindados indios (al mando del Brigadier Thomas K. Theograj) con 45 viejos Sherman, 45 AMX-13 y 45 M24 Chaffe, toman posiciones de emboscada en la localidad de Asal Uttar, intentando frenar el avance de la 1ª División Blindada pakistaní (220 M47 y M48 y 44 M24 Chaffe). Van a obligar a los pakistaníes a meterse en un corredor en forma de herradura (inundado en sus laterales), en donde han dispuesto los blindados y algunos jeeps con CSR de 106 mm. ocultos tras los altos cañaverales. Theograj no las ve todas consigo, pues su parque blindado es muy inferior en cantidad al pakistaní...y además, sabe que éstos tienen los Patton, con un potente cañón, un buen blindaje y con visores IR. El Brigadier decide jugarse todo a una carta y ordena a sus hombres abrir fuego a corta distancia, para asegurar las penetraciones en los carros enemigos.
Desde el día 8 hasta el 10 de septiembre, el cañaveral se convierte en un cementerio de blindados y hombres, todo sumido en el caos. Los indios se alzan con la victoria a costa de 32 carros, de los cuales 15 (entre ellos, 10 Sherman), han sido capturados por los pakistaníes. Éstos han sufrido la baja mortal de su jefe (el Brigadier Thang Raj) y perdido 72 Patton (28 de ellos en perfecto estado de funcionamiento) y 25 M24 (cuatro de ellos capturados intactos).
Mucho se ha hablado de esta batalla, sobre todo queriendo comparar al M48 Patton con el Centurión. Lo que está demostrado es fueron varias las razones por las cuales los indios ganaron la lucha: su eficacia táctica en el manejo de las operaciones, el desastroso control de la situación por parte de los mandos pakistaníes (con una desorganización absoluta que incluso permitía a las unidades retirarse por la noche a la relativa seguridad de sus posiciones de partida, abandonando las conquistas del día); la infrautilización de los medios blindados pakistaníes y la desmoralización de sus tropas, que abandonaron corriendo muchos de los carros al ver como eran alcanzados sus compañeros.
Saludos!!
peiper
09-05-2014
Es curioso que la falta de motivación,el miedo junto con el caos organizado por varias razones en la batalla les permitiera coseguir tanto material enemigo en perfecto estado siempre he oído pero la mayoría de las veces tenían algo o falta de munición, combustible o algún tipo de problema mecánico
Heinz von Westernhagen
09-05-2014
Es que, peiper, los pakistaníes tenían la mala costumbre de abandonar los carros en cuanto oían un disparo...
Saludos!!