La Batalla de las Hormigas
La doctrina terrestre americana implica movimientos de corta duración, en coordinación con la fuerza aérea, que aniquilen al enemigo, teniendo equipo de respaldo en alerta y a mano, recibiendo los problemas militares una solución militar, y no de acuerdo a un plan político. El Coronel de la U. S. Army, Ken Keen las definió: “La estructura de nuestra fuerza es muy parecida a la de una unidad ligera de infantería… (Sus operaciones) se hacen en cualquier lugar con operativos del tamaño de un pelotón, o como hicimos en La Tormenta del Desierto, con poco más de un batallón. Me gustaría decir que somos una fuerza táctica de impacto estratégico”.
Las operaciones de comando con soldados profesionales son espectaculares, y nunca determinan por sí sola la guerra, pero sirven para confundir y desconcertar al enemigo, carcome su moral, sustrae información y los presiona, y prepara mazazos demoledores a las fuerzas regulares. Por ello deben existir fuerzas motorizadas que hostiguen y casen a las fuerzas de elite del enemigo, y operen en contra de sus unidades, aeródromos, depósitos de suministros y cuarteles generales, desgastando su capacidad de repuesta.
Se ordenará un reconocimiento en profundidad, por delante del cuerpo principal para cerciorarse del orden de batalla del enemigo, en vez de fiarse exclusivamente de la inteligencia táctica que se pueda disponer, porque pudiera ser errática. Entre las medidas preventivas: un absoluto silencio de radio antes del ataque; las órdenes preparatorias no se transportarán en avión, ni se transmitirán por radio ni teléfono, ni siquiera en clave; se llevarán diarios de guerra especiales, las tropas que fueran poco dignas de confianza serán retiradas del frente y se amenazará con represalias de muerte a la familia de los desertores.
Las unidades destinadas a la ejecución de misiones especiales, se vestirán con uniforme del enemigo y sobre vehículos utilizados por él, aprovecharán la sorpresa creada por el ataque para confundirse entre las tropas enemiga en retirada, llegando con ella a puntos neurálgicos. Su misión consistirá en sabotaje y producir confusión en las filas enemigas, con objeto de simplificar el avance de las unidades, que alcanzarán sus objetivos mediante un rápido avance.
Se insistirá en la decepción destinada a confundir al adversario, engañándolo para que crea que el ataque se va a producir en un sitio, atacando en otro, empeñando sus reservas. La fuerza aérea contribuirá en la concentración en un lugar y atacando en otro, cosa que solo se pondrá lograr disponiendo de un gran número de aviones. Una conseguida la sorpresa de las divisiones motorizadas y de cañones de asalto se abrirán paso, ayudada por fuerzas de asalto, que atacarán con lanza cohete y mísiles antitanques, en la oscuridad de la noche. Las fuerzas acorazadas no entrarán en juego hasta que no éste abierta la brecha, con intención de preservar su potencia de fuego, hasta los momento cruciales de loa batalla.
Las fuerzas acorazadas explotarán la brecha, sin esperar a que se consolide su posición. Su misión es ocupar los sitios dominantes, y dependerán de su puntería y manejo de sus armas. El avance de los blindados será precedido de un nutrido fuego de ametralladora y artillería de fragmentación, ante la posibilidad del enemigo usar lanzacohete y mísiles antitanque a mansalva, superándola y abriéndose paso. Utilizando las divisiones motorizadas que se apoderarán de encrucijadas, puentes y lugares donde se embotelle el enemigo, desorganizando su marcha y formación de combate. Se pudo apreciar su efecto devastador de los batallones motorizados con cañones de tiro rápido, mísiles portátiles y ametralladoras pesadas, en la guerra de Libia-Chad, donde columnas de Toyotas, vencieron a batallones completos de T-54 y T-55 libios.
Las fuerzas blindadas tendrán prohibidos ataque frontales contra puntos fortificados, así contra la infantería que posea armas antitanque, su objetivo es rebasarlos y cerrar el cerco, perseguirlos cuando se retiren y atacarlos al huir, dejando a la infantería la tarea de destruirlos, dando un golpe tan certero como el del martillo a la nuez.
La función de las fuerzas acorazadas en combinación de las divisiones motorizadas, es ofensiva y defensiva, sostendrán el frente ante la embestida de fuerzas contrarias y dará apoyo artillero a la infantería, y contraatacará con tácticas de guerrilla, protegiendo los flancos de la infantería, reuniéndose para emboscar o en ataques locales a los suministros o columnas motorizadas, donde cuenten con una superioridad abrumadora, dispersándose cuando aparezcan tanques en masa (a menos que las circunstancias sean muy favorables, desconociendo el enemigo su número y dispositivo). El éxito de una defensa flexible del frente, dependerá de una poderosa reserva móvil de cara al frente, que se infiltre y ataque, ya que la aplastante superioridad aérea de los americanos, jamás permitiría que tomen posiciones defensivas, llegando demasiado tarde, si es que llega a ver al enemigo, limitándose a cortar su logística, atacar sus depósitos y cuarteles, mientras las unidades motorizadas penetran hasta donde puedan soportar sus líneas de suministros, en función similar a la caballería, destruyendo todo a su paso, perdiendo la ofensiva su capacidad demoledora.
La actuación de la Guardia Republicana, en la Guerra del Golfo, con una potente artillería, con los excelentes tanques T-72 y fuerza de cobertura, nada pudieron hacer contra fuerza preparadas, dotadas de artillería anticarro y cobertura aérea. Los ejércitos que se baten en campo abierto, tienen pocas oportunidades de defenderse si no cuentan con protección aérea, las grandes batallas de este siglo serán de asedio, en ciudades altamente urbanizadas como: Mogadiscio, Beirut o Saigón, y nunca en campo abierto, donde los atacantes perderán su homogeneidad, con la ventaja que las ciudades se prestan para acciones defensivas, de ahí la importancia de que cada unidad se forme en una localidad o barrio en concreto, y conserve su nombre de pila, esto les dará una mayor cohesión al verse rodeado de amigos, con quienes comparten un pasado común, el soldado gozará de una moral a toda prueba, que lo ayudará ante el diluvio de fuego de los bombarderos de saturación.
Toda victoria se basa en el empleo de medios masivos y la capacidad industrial aparejada. Las armas que dispone el soldado deben darle confianza en la victoria, la moral de los americanos no se encuentra en sus mandos, sino en sus nuevos juguetes, y solo con armas confiables, uso adecuado y abundante, se podrá obtener un empleo eficiente. La técnica y la tecnología no son nada, sin una instrucción masiva de sus mandos, dotaciones y personal técnico, aquí radica el mayor problema del Tercer Mundo. Los países subdesarrollados deben instruir y organizar en poco tiempo a comandantes, instructores y artilleros, etc. Lo que sería una hazaña, que requerirá de instalaciones, instructores y escuelas a gran escala, todos preparados para soportar el peso de una de las maquinarias militares más impresionante del planeta.
Conclusión.
Las fuerzas armadas norteamericanas tienen cuatro fallos fundamentales. El primer fallo reside en su concepto estratégico de la logística y de las fuerzas de acción rápida, que las hace depender de aliados volubles, en los diferentes teatros de operaciones, extendiendo excesivamente sus comunicaciones, si se proyectan submarinos de reconocimientos y ataque, capaces de hacer travesías interoceánicas, sin repostar y lanzar ataque a instalaciones aeroportuarias, con mísiles tácticos o con mísiles tierra-aire a los aviones de transporte y con torpedos a los barcos mercantes, con agresividad; destruyendo y retardando los suministros. En vez de empeñarse en hacerlo operar en combinación de la flota de superficie, como el caso argentino en la guerra de Las Malvinas, la historia del conflicto se hubiera escrito de manera muy diferente.
El segundo fallo es la irritante cuestión de la infabilidad de la tecnología Stealht. Se tiene que experimentar con técnica alternativas y desarrollar nuevos sistemas operativos, aplicado a los aviones, tanques y barcos. Los norteamericanos no consideran necesario otros sistemas, que no sea relacionado con el procesamiento de información, porque creen asegurada la superioridad estratégica sobre sus contrincantes. Quizás desarrollando nuevas armas se lograría una ventaja técnica que sería decisiva en guerras prolongadas.
El tercer fallo reside en la superioridad de la fuerza aérea, el problema militar más peliagudo del siglo XXI. Se tiene que aumentar la cadencia, movilidad y el techo de los cañones antiaéreos y sus cantidad, los mísiles antiaéreos tienen que ser lo más versátiles posible y se debe contar con una sombrilla aérea para el ejército y la marina costera. Y no contar con una cobertura aérea, es estar indefenso a sus ataques y a la derrota.
Y el último fallo, es que las fuerzas armadas estadounidense son extremadamente heterogéneas, siendo muy difícil que en circunstancias apremiantes puedan cambiar sus tácticas, dependiendo en exceso de las directrices del Pentágono, de ahí la importancia de la interrupción de la transmisión de datos, que deben ser interferidas antes de comenzar o en medio del combate.
BIBLIOGRAFIA
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David Irving: La Guerra de Hitler. (Planeta, Barcelona, 1989)
Richard Humble: La flota de altamar japonesa. (San Martín, Madrid, 1980).
Atentamente
Kelder Toti