29-11-2007
El partido fascista fue creado por Benito Musscolini, a poco de terminar la guerra. Agrupó inicialmente a individuos partidarios de detener la expansión izquierdista que se venía operando en Italia y para lo cual no vacilaban en propiciar el uso de la violencia. El fascismo fue ganando el apoyo de sectores vinculados con los militares, la burguesía y la clase media italianos, quienes alarmados por el auge de los izquierdistas, vieron en esta fuerza un medio para detener las agitaciones sociales.
Ante lo que calificaban de pasividad del gobierno, grupos fascistas armados realizaron frecuentes atentados contra líderes socialistas y comunistas así como en las sedes de esos partidos y de sindicatos.
En octubre de 1922, cincuenta mil fascistas, los llamados camisas negras (fasci de combatimento, distinguidos precisamente, por vestir camisas negras), realizaron una marcha sobre Roma y exigieron al rey Victor Manuel II la formación de un nuevo gobierno liderado por Musscolini. El rey cedió y los fascistas llegaron al poder.
Musscolini instauró una dictadura que no vaciló en recurrir a todos los medios coercitivos, aún el secuestro y el asesinato de destacados líderes opositores. Fue declarado Duce (guía, conductor, caudillo) y todo el poder se concentró en él.
Con el fascismo en el poder, se terminaron las libertades públicas en Italia. Se disolvieron los partidos políticos y todas las organizaciones hostiles al gobierno; sólo subsistió el Partido Fascista; toda oposición fue destruida.
Desde el gobierno se propició un nacionalismo extremo que derivó hacia prédicas militaristas e imperialistas, creándose un fuerte ejército y una poderosa escuadra.
Con la intención de poner fin a los enfrentamientos entre empresarios y trabajadores, los fascistas concibieron un Estado corporativo basado en las corporaciones (representaciones mixtas de patrones y obreros).
En el orden económico se apoyó la iniciativa privada y se planteó una política de pleno empleo propiciándose grandes obras públicas y estimulándose la producción de la agricultura y de la industria. Las reservas del Banco de Italia se incrementaron y la lira (moneda italiana), aumentó su valor.
Bajo el lema "Creer, obedecer, combatir", se estructuró un Estado que se fundamentó en la Cámara de los Fascios y las Corporaciones, ambas convertidas en instrumentos incondicionales del gobierno. El fascismo afirmó la primacía del Estado, encarnado en el Duce, jefe todopoderoso. La expresión "il duche ha siempre razione" (el Duce siempre tiene razón) envolvió a Musscolini con un hálito de infalibilidad indiscutible.
Fuente L'Italia fascista in cammino