La Alemania bismarckiana

Después de protagonizar la unificación alemana, el canciller Otto von Bismarck dirigió el nuevo Estado, en teoría federal y democrático, pero en realidad un imperio autoritario y centralista, con predominio prusiano.

Bismarck consiguió que Berlín fuera el centro de la diplomacia europea de su tiempo. Su actividad se orientó a lograr la hegemonía alemana y a evitar la revancha francesa, aislando a esta potencia mediante juegos de alianzas denominados sistemas bismarckianos, respaldados por una política de fuerza o realpolitik. Su mayor logro lo alcanzó con la firma de la Triple Alianza (1882) entre Alemania, Austria-Hungría e Italia.

Frente a este bloque, tras la dimisión de Bismark, Francia respondió con la formación de la Entente Cordial (1904) con Inglaterra, a la que se añadiría Rusia con la firma de la Triple Entente (1907). De esta forma, cualquier conflicto entre naciones corría el peligro de implicar a toda Europa, como sucedió al estallar la Primera Guerra Mundial

Jawohl, Hiwi! La Alemania bismarckiana fue la obra maestra de un polìtico prusiano de rara clarividencia entre sus congéneres alemanes. Un polìtico cuyo prusianismo, al fin y al cabo, fue quien hizo posible el milagro de hacer resurgir de sus cenizas al Santo Imperio. Pero el Reich que Bismarck edificó estaba tan lejos de parecerce a aquella fragmentada y caótica Alemania medioval, como del impotente territorio dominado por los ecuménicos Habsburgo. Bismarck soñaba con un Reich PRUSIANO que supiera marchar a paso de oca, que hablara alemán y que fuera de mayoría protestante. POr eso, su pesadilla no eran los franceses, ni los rusos, no señor: eran los alemanes. ¡Oh, esa romántica Alemania de la Lorelei, esos alemanes del sur y del oeste, esos bávaros y renanios con su catolicismo, su mediovalismo, su clericalismo, su socialismo, con sus obreros organizados y sus burgeses capitalistas! ¡Ellos eran la pesadilla de Bismarck, prusiano hasta las cachas, Príncipe de los Junkers, hidalgo rural! Para Bismarck, no era Prusia quien debía dejar su lugar a Alemania, sino Alemania quien debía ser prusianizada. Como esto era muy difícil, el resultado fue esa quincallera Alemania guillermina, más aficionada a las poses de opereta que a la sobriedad de Federico el Grande.

Demasiada cerveza, demasiada "Gemütlichkeit" (confort), demasiados lieder sentimentales, demasiado romanticismo, demasiado Sturm und Drang, demasiada filosofía, música y teología... No, con ese material no se podía edificar el pueblo que quería el Canciller de Hierro. Por eso los alemanes lo despidieron muy amablemente y se lanzaron a los brazos del apuesto y joven Kaiser con aspecto de Lohengrin, más dispuestos a representar una ópera wagneriana que a entrar responsablemente en la política mundial... El resultado lo sabemos todos aquí, así que sobran comentarios.

http://tinypic.com/qz0u2q

Algunas frases de Otto von Bismark

Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.

El hombre que nada teme es tan fuerte como el que es temido por todo el mundo.

Cuídate de los que sólo ven desorden en el ruido y paz en el silencio.

Amo a los perros porque nunca le hacen sentir a uno que los haya tratado mal.

La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse.

Con las leyes pasa como con las salchichas, es mejor no ver como se hacen.

Ante cualquier desavenencia no caigamos en el error de dudar o bien de su inteligencia, o de su buena voluntad.

No podemos hacer la historia, sino sólo esperar a que se desarrolle.

Cuando alguien dice estar de acuerdo, en principio, en hacer algo, quiere decir que no tiene la menor intención de hacerlo.

La política no es ninguna ciencia, sino un arte.

Sin duda Bismarck fue un gran hombre, extraño en su época y extraño en el lugar donde apareció. ;)

El canciller de Prusia, Príncipe Otto von Bismarck:

http://tinypic.com/ra0yg6

Sigel, disculpa que ponga las imagenes, pero creo que queda mas bonito asi el tema  ;)

Hiwi siempre atento ;)

Queda muy señorial el Canciller de Hierro. Que grande. :D

Un detalle que siempre me hizo gracia fue como en la Alemania del II Reich se implementó el seguro social para los obreros, adelantándose con ello a varios países vecinos y minando las expectativas marxistas de que la contradicción entre las clases sociales del país se agudice  ;D ;D

Eso era para tener contentos a los obreros. Revolución desde arriba para evitar revolución desde abajo. ;)

Quisiera apuntar una cosa muy interesante amigos... en 1897 el Gran Canciller de Hierro diría estas palabras: "Un día la gran guerra europea estallará a causa de alguna maldita estupidez en  los Balcanes". Aquella maldita estupidez sería diecisiete años después con el asesinato en Sarajevo del archiduque Fernando de Austria...

Esto si que es poder visionario. :-X

La Alemania prusiana (bismarckiana primero, y luego guillermina), es representada generalmente por la propaganda aliada como la cueva tenebrosa del militarismo y la reacción que había que destruir aún a costa de una guerra mundial. Sin embargo, la realidad histórica es bien diferente. Si bien el Kaiser y el Canciller de Hierro representaban los intereses de los junkers (la clase militar y terrateniente que dominaba Prusia) compartían el poder efectivo en el Reich con el vigoroso movimiento socialista que prevalecía en amplias esferas de la población del Reich. La diputación del Reichstag, por ejemplo, era con frecuencia mayoritariamente de centro izquierda- izquierda, si bien la Corona, apoyada en la fuerza militar, tenía el derecho a la decisión suprema.

Para garantizar la paz civil, las clases dominantes prusianas, encabezadas por Bismarck, tuvieron que pactar con los intereses de las clases populares y busguesas (particularmente empresarios y obreros) garantizándoles una serie de  demandas, entre ellas, la seguridad social para los trabajadores, los hogares infantiles (Kindergarten), nuevas colonias habitaciones (a cuya necesidad surgieron modernas formas de "edificios de apartamentos"), etc.

Esto permitió al Reich, apenas unificado en 1870, alcanzar, y aún superar, standares de industrialización, modernización y bienestar social de las primeras potencias europeas... lo cual, finalmente, fue una de las causas de su desgracia, aunque el principio del fin comenzara, efectivamente "por alguna maldita estupidez balcánica".