28-02-2006
La armonía de los tres emperadores no duró mucho tiempo. La manzana de la discordia fue un conflicto que estalló en los Balcanes.
En 1877 Rusia entró en guerra con los turcos que dominaban, la península logrando la victoria. Tras el enfrentamiento, se firmó el Tratado de Berlín. En dicho acuerdo, a pesar de que Rusia ostentaba la calidad de vencedora no obtuvo todas las ventajas que esperaba. Durante la conferencia de paz, Bismarck no hizo nada por apoyar las pretensiones rusas. El zar, resentido, acusó a Bismarck de haber "olvidado sus compromisos". La armonía de los tres emperadores se había trizado.
A partir de ese momento, Bismarck comprendió que debía preocuparse no sólo de Francia, sino también de Rusia. La salida más aconsejable fue reforzar su amistad con Austria, con la que firmó un nuevo tratado secreto, de carácter defensivo. A este pacto se incorporó más tarde Italia. con lo que nació la Triple Alianza, firmada en Viena el 20 de mayo de 1882.
Francia y Rusia quedaron virtualmente aisladas luego de la constitución de la Triple Alianza. Esto no agradó para nada al zar. A pesar de los roces que habían tenido, se resistió a cortar definitivamente sus vínculos con la vigorosa Alemania. Por esa fecha, Rusia tenía un nuevo gobernante, el zar Alejandro III, que fue coronado en 1881. Bismarck hizo valer sus buenos oficios y este emperador ruso firmó un acuerdo con Guillermo I, por el cual se comprometió a mantenerse neutral en el caso de que una potencia extranjera atacase a Alemania, Dicho pacto secreto fue el último triunfo diplomático de Bismarck, quien fue alejado de su cargo en 1890. En Alemania también había subido un nuevo emperador, Guillermo II, que encarnaba la ambición imperialista que, por ese entonces alimentaba el pueblo alemán.
La caída de Bismarck no pasó inadvertida a los otros Países europeos. Sin el astuto Canciller, Alemania ya no parecía tan temible. Dadas las circunstancias, Francia y Rusia no tardaron en estrechar sus lazos de amistad. Llegaron así a pactar una alianza en 1892, la cual tenía un carácter puramente defensivo.
A esta amistad anglo-rusa adhirió años más tarde Inglaterra, preocupada por el creciente poder de Alemania. Así, para mantener el equilibrio con la Triple Alianza, surgió este segundo pacto conocido como la Triple Entente, o Triple Entendimiento, entre Francia, Rusia e Inglaterra.