Como ampliación del tema, aquí traigo un artículo que publiqué hace algún tiempo en este sitio: http://granguerra.crearforo.com/el-batallon-perdido-es878.html Espero que os resulte interesante:
El 26 de setiembre de 1918 el I Ejército de los Estados Unidos con el IV Ejército de Francia a su izquierda iniciaron la ofensiva de Mosa-Argonne. A los americanos les tocabal limpiar el bosque de Argonne, una zona de cerros y barrancos boscosos donde los alemanes se habían fortificado bien con numerosos nidos de ametralladoras y alambradas, y donde la visión se reducía a unos pocos metros por la espesa vegetación. Después de varios días de duros combates, Pershing ordenó “avanzar sean cuales sean las bajas y sin tener en cuenta la exposición de los flancos”.
La 77 División del general Robert Alexander estaba en el extremo izquierdo de la línea americana. La mañana del 2 de octubre Alexander ordenó un avance general, teniendo como objetivo la carretera La Viergette – Moulin des Charlevaux. La división avanzó con la brigada 154 a la izquierda y la 153 a la derecha. El fuego enemigo pronto detuvo a ésta, pero la 154 pudo continuar. En la cabeza de la 154 estaba el primer batallón del 308 regimiento de infantería del comandante Charles Whittlesey. Detrás iba el segundo batallón, al mando del capitán George McMurtry (un veterano de la Guerra de Cuba). A ambos batallones los acompañaban destacamentos de ametralladoras del 306 batallón.
El 308 llevaba ya seis días de combates y sus efectivos se habían reducido a la mitad. Al llegar Whittlesey y McMurtry a unos 500 metros del Moulin des Charlevaux (que era el objetivo del avance y el lugar más peligroso) los dos batallones se dispusieron a defender sus posociones. En total, para defender una zona de unos 300 por 60 metros se contaba con unos 550 hombres.
La realidad era que en todo el frente estas tropas eran las únicas que habían avanzado con éxito, pues ni los franceses ni el resto de la división habían ganado terreno. El general Alexander intentó llenar el hueco entre los franceses y su división mandando al tercer batallón del 307 y al tercer batallón del 308 para que conectaran con Whittlesey. El movimiento, llevado a cabo de noche, en pleno bosque y disparando contra los alemanes, fue un caos. Al amanecer del 3 de octubre los dos batallones se habían dispersado y sólo la compañía K del 307 del capitán Nelson Holderman (apenas 82 hombres) pudo unirse a Whittlesey.
Los puestos de enlace que Whittlesey había colocado para mantener el contacto con el resto de la división no tardaron en caer. Ahora estaban aislados. Los hombres habían sido lanzados a la lucha con raciones para dos días y la mayoría ya las habían consumido. Tampoco las municiones abundaban. Whittlesey y McMurtry mandaron esta nota a los jefes de compañía: “Nuestro trabajo es defender la posición a toda costa. Nada de retirarse. Háganselo entender a los hombres a su cargo”.
Whittlesey llamó al soldado Omer Richards, el encargado de la caja de las palomas mensajeras (ocho en total, criadas en Inglaterra), escribió dos notas dando la posición y solicitando apoyo y suministros, los metió en sendos tubos de metal en las patas de dos aves y las soltó rumbo al palomar de la división. Antes del amanecer, el resto de la división ya estaba en marcha, pero entre la espesura, la niebla densa y las alambradas el avance no llegó muy lejos. Las bajas fueron importantes.
Por su lado, los alemanes estaban a menos de 200 metros de la posición de Whittlesey y atacaban con morteros, ametralladoras y francotiradores a los americanos, cuya tercera parte pronto resultó muerta o herida. El material sanitario se agotó enseguida. Se mandó otra paloma, solicitando suministros por vía aérea.
La situación de Whittlesey y sus hombres se filtró pronto a la prensa y Pershing no tardó en ser presionado políticamente para que los americanos ganaran esa batalla, que también era de propaganda. Pershing ordenó a Alexander romper el cerco de inmediato.
Pero el I Ejército USA no conseguía avanzar en su flanco izquierdo. La situación dentro del perímetro era desastrosa: la mitad de los hombres ya eran bajas, se quitaban las vendas a los muertos y se ponían a los nuevos heridos, McMurtry y Holderman tenían varias heridas graves. Se mandaron más palomas pidiendo ayuda mientras estallaban las granadas alemanas.
Alexander ordenó a su artillería bombardear a los sitiadores. Un avión marcó la zona y pronto cayó un diluvio de granadas. Whittlesey escribió a toda prisa: “¡Nuestra propia artillería nos está bombardeando. Párelos, por Dios!” Richards sacó otra paloma pero escapó. Ya sólo quedaba una, un macho llamado “Cher Ami”. Se le ató el mensaje a una pata y fue soltado, pero se posó en una rama y no hubo forma de que volara. Tuvo Richards que trepar al árbol para hacer volar al animal. Los alemanes le dispararon. Perdió un ojo, una pata y tuvo otras heridas, pero llegó a su destino y el bombardeo cesó poco después. Ochenta hombres fueron muertos o heridos por este “fuego amigo”.
Pero apenas paró el bombardeo los alemanes se lanzaron al asalto, aunque fueron rechazados. Por la noche, cayeron bengalas alemanas para delimitar el perímetro, tras lo que hubo un nuevo bombardeo alemán y otro ataque que también fue rechazado.
El 5 de octubre se intentó abastecerles por aire, pero casi todos los paquetes cayeron fuera del perímetro y además se perdió un avión. Ese día fracasaron dos intentos de romper el cerco. No hubo ningún asalto alemán, limitándose el enemigo al fuego de francotiradores.
El 6 tampoco hubo ningún asalto. Parecía que los alemanes esperaran a que se murieran de hambre; de hecho, muchos soldados ya estaban mascando hojas de los árboles y casi no había agua.
Sin otra forma de comunicación, Whittlesey mandó esa noche a tres hombres con un informe. Increíblemente consiguieron pasar a través de los alemanes y llegaron con información muy útil para el asalto del día siguiente.
El 7, nueve hombres incapaces de aguantar el hambre fueron a intentar coger alguno de los paquetes caídos en la tierra de nadie. Cuatro fueron capturados y el resto murieron. Un teniente alemán que había vivido en los Estados Unidos habló con ellos y entregó al soldado Lowell Hollingshead una nota para Whittlesey, solicitando la rendición. Al leer la nota, Whittlesey, Holderman y McMurtry decidieron no contestar. Los hombres conocieron pronto tanto la nota como la decisión de sus oficiales, pero ellos sí decidieron contestar: se dedicaron a insultar a gritos a sus enemigos.
Esa tarde, y provistos de lanzallamas, los alemanes atacaron. La posición estuvo a punto de caer. Los hombres ya no podían más y algunos intentaron huir, pero cuando una ametralladora Hotchkiss acabó con los lanzallamas el ataque alemán perdió fuerza. Cuando los atacantes comenzaron a retirarse se oyó ruido de combates en el extremo opuesto, un ruido que se acercaba cada vez más. Los alemanes empezaron a retirarse hacia el norte: Alexander había roto el frente por fin y ahora los que corrían el riesgo de ser cercados eran los alemanes. Sobre las 19:00 horas una patrulla del 307 con el teniente Richard Tillman al frente enlazó con Whittlesey.
Al día siguiente al amanecer, Alexander llegó a la posición y saludó a Whittlesey. El encuentro fue breve y formal. Alexander no sabía muy bien qué decir y Whittlesey estaba demasiado agotado para conversaciones. Abandonó el lugar con 194 hombres que pudieron caminar, junto a 190 en camillas; 107 hombres habían muerto y 63 estaban desaparecidos.
Whittlesey fue ascendido a teniente coronel y McMurtry a comandante. Ambos, junto con Holderman, recibieron la Medalla de Honor.
Fuentes:
“Against all odds!”, de Bryan Perrett.
http://www.homestead.com/prosites-johnrcotter/lost_battalion.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Lost_Battalion