11-07-2009
La derrota alemana en la 1ª Batalla del Marne en 1914 originó la llamada “carrera hacia el mar” en octubre, en la que ambos bandos intentaban flanquearse, atacando cada vez más hacia el norte.
Con la caída el 10 de octubre del último fuerte de Antwerp, el Ejército Belga se movió hacia el río Yser, donde tomó posiciones junto a los Fusileros de Marina franceses. La retirada belga hacia el Yser fue tomada por el mando belga tras consultar con sus aliados, pues la opción más cómoda era dirigirse hacia la frontera holandesa e internarse allí. El terreno del Yser era una enorme llanura cubierta de prados y terrenos fértiles, que a mediados de octubre estaba cubierta de verdes y húmedos pastizales. Las carreteras eran pocas y malas. El propio Yser corría casi recto hacia el mar desde Diksmuide hasta Nieuport, formando una especie de pequeño terraplén defensivo. Sin embargo, el terreno era tan húmedo, el agua estaba tan cerca de la superficie, que era imposible atrincherarse o cavar refugios subterráneos.
Los belgas tomaron posiciones el 15 de octubre. De un ejército de 120.000 hombres con el que empezaron la guerra sólo quedaban 80.000, y de ellos sólo 48.000 tenían fusiles. A pesar de todo, la moral se mantenía bastante bien, pues los hombres sabían que sólo dependía de ellos mantenerse en su país o ser definitivamente expulsados.
El gran ataque alemán comenzó el 17 de octubre con bombardeo de todo el frente, seguido al día siguiente con gran asalto de la infantería alemana. El IV Ejército Alemán tenía delante solamente a dos regimientos de infantería belgas (el 11º y el 12º) y a la Brigada de Fusileros de Marina de Francia. Más al este, pero fuera del núcleo de la lucha había más tropas francesas y dos divisiones británicas. La superioridad artillera alemana era aplastante y el 22 los alemanes cruzaron el río y resistieron los contraataques. Al día siguiente se unió a la lucha la 42ª División de Francia, pero los ataques alemanes no se detuvieron. Infantes belgas y fusileros franceses se lanzaron al contraataque sólo para ser aplastados por una fuerza muy superior. Los defensores ya no podían más y fue entonces cuando el mando belga tomó la decisión que condicionaría el resto de la guerra en este sector: la inundación.
Las tierras bajas de Flandes eran en gran parte terrenos ganados al mar, zonas de marismas con sistemas de drenajes, canales y exclusas que databan de la Edad Media. Para inundar el terreno ocupado por los alemanes bastaba abrir las exclusas de Nieuport, aunque el resultado final dependía en gran parte del viento y de las mareas. Bajo la dirección del ingeniero Louis Kogge el 27 de octubre el agua del mar comenzó a inundar los canales y el terreno circundante. Muchos soldados alemanes se quedaron aislados rápidamente en pequeñas islas y les fue casi imposible escapar. El material pesado se hundió literalmente en la mezcla de agua y barro. Todo el frente desde la orilla oeste del Yser hasta la vía del tren quedó anegado.