04-11-2006
A finales del siglo 19, en la montañosa Armenia, situada en la región del Cáucaso, al oeste de Asia, rodeada por Georgia, Azerbaiyán, Irán y Turquía, los habitantas de esta tierra milenaria nuevamente vivian la inseguridad, el horror y el sufrimiento producto de la violencia con que las potencias extranjeras invadían su territorio, una vez mas en la historia.
En esta ocasión eran victmas de las represalias de los gobiernos turco y ruso, que se disputaban su posesión, surgiendo distintas facciones de armenios nacionalistas que buscaban el apoyo de una u otra de estas potencias.
Como resultado de estas diferencias, los turcos masacraron a los armenios, cometiendo las peores atrocidades imaginables; los rusos aunque de menor rigor, cerraron todas las escuelas armenias y confiscaron las propiedades de su Iglesia.
El Gobierno Otomano acusó a los armenios de alinearse con los rusos y, bajo esta “justificación”, llevó a cabo masacres y deportaciones masivas que supusieron la muerte de nueve de cada armenios residentes de Anatolia.
Cientos de miles de armenios fueron despojados de sus hogares y enviados al exilio en las áreas desérticas de Siria. Muchos de ellos perecieron de hambre y enfermedades o fueron asesinados por soldados, o inclusive por civiles, durante las marchas forzadas.
Más tarde, al finalizar la Primera Guerra Mundial se calcula que alrededor de 800 mil armenios habían muerto. Muchos historiadores coinciden en que el trato concedido por las autoridades otomanas a los súbditos armenios constituyó el primer genocidio del siglo veinte.
www.geocities.com/armenianmexico
A finales de 1880 había aproximadamente 2.500.000 Armenios viviendo en el Imperio Otomano. Desde la 1ª Guerra Mundial, el número de Armenios en Turquía apenas pasaba de 100.000. La diferencia puede comprenderse por el gran número de Armenios que fueron masacrados o forzados a emigrar a otros países en el periodo de 1894 a 1921.
La tensión comenzó cuando entre los Armenios de las provincias del este del imperio empezó a surgir la idea de un gobierno propio para el pueblo Armenio, bajo la instigación de Rusia. Como el número de revolucionarios crecía, ellos se dividieron en varios grupos políticos, y finalmente en dos partidos revolucionarios. El primer partido, creado en 1887, se llamó Henchak, que quiere decir "La Campana". El segundo, llamado Dashnaktzutiun, que significa "Unión", que se estableció en 1890. Durante este tiempo, el Sultán Abdulhamid II, estaba admitiendo sentimientos nacionalistas entre los turcos y atizando la animosidad hacia los Armenios entre los vecinos Kurdos, esperando debilitar a los revolucionarios.
La persecución resultante, junto con un incremento de los impuestos, dió a los Armenios dos sólidas razones para una revuelta. En 1894, en Sasum, se sublevaron rechazando pagar los impuestos requeridos. Su revuelta fracasó – aldeas Armenias fueron quemadas y miles de personas fueron asesinadas por tropas Kurdas.
Dos años después, volvieron a intentar levantarse contra la autocracia turca. Esperando hacer conscientes a las potencias europeas de sus motivos, tomaron el Banco Otomano en Estanbul. Grupos de turcos musulmanes organizados por tropas del gobierno ahogaron en sangre el esfuerzo matando más de 50.000 disidentes Armenios.
La persecución de los Armenios continuó durante la 1ª Guerra Mundial. Aquellos que ayudaron voluntariamente al ejército ruso contra los turcos se vieron forzados a emigrar cuando el gobierno turco ordenó la deportación de todos los Armenios a Siria y Palestina. Incluso aquellos que combatían con el ejército otomano fueron deportados. A estos se les ordenó en batallones de trabajo, donde estaban sujetos al mismo horror que todos los demás armenios – la muerte prematura. Algunas veces el método de ejecución era lento y doloroso, como la muerte por hambre o los abusos físicos. Otras veces el método era rápido y brutal, como el ametrallamiento.
Los turcos no dejaron a nadie. El 24 de abril, en 1915, 254 intelectuales Armenios fueron arrestados en Estanbul y llevados a las provincias de Ayash y Chankiri, donde en su mayoría fueron posteriormente asesinados.
Los Armenios estaban ahora casi sin líderes. Los otomanos destruyeron a sus defensores tanto militares como sociales. Tomando ventaja de la situación vulnerable del pueblo armenio, los turcos ordenaron la expulsión de todos los armenios de Asia Menor y de la propia Armenia otomana. Según las aldeas eran evacuadas, los hombres a menudo eran fusilados inmediatamente, y las mujeres y los niños se veían forzados a caminar distancias ilimitadas al sur, donde, si sobrevivían a las violaciones, eran internadas en campos de concentración. En aquellos campos, como el más terrible de todos llamado Deir ez-Zor, localizado en Siria, los Armenios sufrieron agonías y tormentos similares a los que experimentarían los judíos en el Holocausto en los años futuros. Los prisioneros armenios pasaban hambre, eran golpeados, y asesinados por guardias sin piedad. En ocaciones, residentes alemanes, palestinos y sirios trataron de ayudarlos, aunque sin mucho éxito. A veces sin embargo, los armenios no eran enviados a los campos de concentración. En Trebizonda, por ejemplo, se les puso en barcos y en alta mar fueron lanzados por la borda al Mar Negro. El genocidio Armenio se continuó ejecutando todavía en 1921, cuando los Kemalistas fueron acusados de abusar y matar de hambre a los prisionesros Armenios.
A pesar de la heroica resistencia, aproximadamente 1.500.000 de Armenios murieron en un periodo de 28 años. Esta cifra no incluye el medio millón o más que se vieron forzados a dejar sus hogares y marchar al extranjero.
El genocidio armenio no se conoce hoy en día como se merece. Los otomanos tuvieron éxito en asesinar a 1,5 millones de Armenios. Poca atención se le prestó a este trágico episodio en la historia por las potencias vencedoras de la 1ª Guerra mundial, así como por los historiadores. Así, ignorada por la mayoría, la valiosa lección que se podría haber aprendido de este genocidio pasó mucho tiempo desapercibida. Si se hubiera puesto más atención a esta masacre de inocentes, hombres, mujeres y niños, quizá los eventos posteriores del holocausto judío nunca hubieran tenido lugar. Esta es la valiosa lección que cada uno debería aprender.
http://www.galeon.com/ateneosant/Ateneo/Historia/SigloXX_1/sxx-Armenia.htm
Original en: http://birdofprey.bxscience.edu/organizations/holocaust/edguide/armenian.html
Aunque enmarcado en la PGM, el genocidio contra el pueblo armenio es anterior al atentado de Sarajevo y se prolongó después de 1918. Sin embargo, como su fase más virulenta comenzó a partir del 24 de abril de 1915, (cuando con el pretexto del estado de guerra en que se encontraba Turquía, el Pachá encargado del Ministerio del Interior otomano ordenó el arresto de los dirigentes desidentes y autorizó la persecusión antiarmenia) se puede decir no solamente que la PGM también tuvo su holocausto, sino que fue uno de los primeros y más grandes del siglo XX pese a que la historia, generalmente eurocéntrica, se ha tardado notablemente en reconocerlo.
Conociendo los hechos, creo que vale la pena evitar reacciones antiturcas vicerales normales ante el horror de las matanzas (que por desgracia, no han sido ninguna novedad en el comportamiento de la polìtica otomana tradicional con los pueblos sometidos) y pasar a analizar con mayor detenimiento aquellos eventos.
La población armenia había sido hostigada duramente por sus dominadores otomanos porque se trataba de una minoría diferente, o sea, era una etnia indoeuropea con una cultura propia y una religión CRISTIANA ortodoxa. Para colmo, esta última particularidad la hacía fatalmente atractiva para las ambiciones rusas en el Cáucaso, y aunque de hecho acabó sometiendo a Armenia a su dominio hasta la caída de la URSS y llevó a cabo una polìtica de rusificación análoga a la de otros pueblos no-eslavos sometidos, los armenios sentían cierto alivio bajo dominio ruso en comparación a la opresión otomana debido en buena parte a que compartían la misma cultura religiosa (la ortodoxia bizantina). De manera que la hostilidad turca antiarmenia estaba fundamentada no solamente en la intolerancia religiosa (otomanos versus cristianos), sino en la rivalidad de intereses caucasianos con una potencia extranjera (Rusia) irreductiblemente enemiga de Turquía.
Solo con lo anteriormente mencionado habría suficiente material inflamable como para hacer estallar el incendio. Pero se añadieron además otras circunstancias fatales, como el comienzo de la era nacionalista tanto en Turquía como en Armenia. En esta última, las naturales aspiraciones independentistas armenias se veían instigadas interesada y obviamente por Rusia. Por otro lado, la descomposición del Imperio Otomano y las abiertas intensiones de desmembramiento de su territrorio manifestadas por algunas potencias occidentales, hicieron que los jovenes revolucionarios turcos abrigaran un nacionalismo extremo, concibiendo a la nueva Turquía como un país étnica y religiosamente homogéneo, lo que evitaría futuras revindicaciones territoriales de minorías apoyadas por potencias extranjeras. Es necesario tener en cuenta, en este punto, que los nuevos estados posteriores a la SGM surgidos en el este de Europa (Polonia, Rumanía, Checoslovaquia, etc.) también se esforzaron por constituirse con la mayor homigeneidad posible luego de las correspondientes "limpiezas étnicas", con el beneplácito de las potencias vencedoras. De manera que el pecado de la homogeneidad étnica y cultural no es exclusivamente otomano.
Pues bien, ya tenemos armados todos los elementos, y en efecto, en las últimas décadas del siglo XIX ocurrieron enormes matanzas antiarmenias con el fin de mantener sujeto a ese pueblo mediante el terror y la opresión. Pero faltaba el colofón: la PGM. Aquí la iniquidad y la mostruosidad se desató "justificadamente" en aras de una pretendida "defensa nacional" para realizar lo que fue en concreto un verdadero exterminio de la población armenia.
Ante sus aliados alemanes y austrohúngaros, los turcos intentaron presentar la represión antiarmenia como una acción contra una minoría rebelde sublevada y traidora. Sin embargo, pronto los informantes de las potencias Centrales trasmitieron datos precisos denunciando que las acciones de las autoridades turcas contra la población armenia constituían un verdadero genocidio.
Después de la guerra, los armenios esperaban "justicia" de las potencias vencedoras atendiendo a la propaganda de la Entente acerca de que luchaban por la autodeterminaciòn de los pueblos. Pero la Entente no solo hizo oídos sordos a la tragedia armenia, sino que defraudó totalmente las aspiraciones de las víctimas refrendando el reparto de Armenia entre Turquía y Rusia. Después de la SGM, Armenia era todavía una "república soviética" más, situación que se mantuvo hasta la caída del comunismo.
Es legítimo decir, pues, que el holocausto armenio no respondió exclusivamente a causas de intolerancia religiosa o de simple racismo, sino (sin descartar estos elementos) en gran parte también a los intereses confrontados de potencias en estado de guerra. En mi entender, los holocaustos son posibles sin que medien situaciones bélicas entre las potencias (las empresas coloniales en otros continentes), pero sin duda, la guerras imperialistas han sido responsables de desencadenar los genocidios más grandes hasta la fecha, y de ahí la necesidad de evitarlas.
La historia trágica del pueblo armenio podría ser típica para todos los pueblos pequeños que han sido víctimas de la polìtica y los intereses de las grandes potencias. Pero la magnitud de su holocausto a manos de los turcos nos alerta una vez más de que los genocidios de esa naturaleza no sólo son posibles, sino incluso frecuentes, por lo que se pone en evidencia la necesidad de hacer respetar las leyes internacionales que garantizan el respeto al derecho de los pueblos.