Sin embargo, dañar la máquina de guerra alemana no fue el único motivo por el que los líderes británicos comenzaron a abogar por una campaña de bombardeo estratégico en contra de los alemanes. Desde casi el advenimiento del bombardeo aéreo los estrategas comenzaron a desarrollar teorías de que esta nueva forma de librar la guerra podría afectar directamente la población civil de un país al afectar su estado de ánimo y disminuir su voluntad para luchar. Según algunos creían, someter a una población civil a una ansiedad constante y al temor del bombardeo, causaría pánico y caos en el país y por ende obligaría a los líderes políticos a pedir la paz o enfrentar la devastación constante de la población. A lo largo de la guerra, para todos los lados, el estado de ánimo de los ciudadanos desempeñó un papel cada vez más importante en las operaciones aéreas.El estado de ánimo británico en particular fue influenciado en gran medida por esta forma nueva de la guerra. Al fin y al cabo, Gran Bretaña estaba entre los primeros países en experimentar los efectos devastadores del bombardeo aéreo a sus pueblos más importante. En respuesta, el alto mando británico llevó a cabo su propia campaña estratégica de bombardeo ofensivo. De una necesidad militar que se podía discutir, esta campaña fue principalmente en respuesta al pedido del pueblo británico de ataques de represalias contra las ciudades alemanas en venganza a los ataques aéreos contra Inglaterra., aldeas y ciudad.El temor a un bombardeo aéreo“La ofensiva aérea estratégica es un medio de ataque directo en contra de un estado enemigo con el propósito de privarlo de sus medios o la voluntad de continuar la guerra”.Esta definición del bombardeo estratégico, aportada por el Señor Charles Webster y Noble Frankland escribiendo acerca de la Segunda Guerra Mundial es también indudablemente correspondiente a la Gran Guerra. La privación de los medios, es decir, materiales y abastos de guerra, y la voluntad, es decir, específicamente atacar a civiles en un intento de dañar el estado de ánimo del pueblo, fue legitimado durante la Primera guerra Mundial. Aunque las Guerras Napoleónicas a menudo son mencionadas como el primer ejemplo de la “guerra total”, la Gran Guerra de 1914-1918 fue verdaderamente la primera guerra donde los civiles a cientos de millas de los ejércitos en guerra fueron atacados.En 1914, los bombardeos estratégicos de ciudades y civiles por medios aéreos no era un concepto nuevo. Comenzando con los experimentos Montgolfièr con los vuelos tripulados en 1783, la posibilidad de utilizar globos y eventualmente máquinas más pesadas que el aire para uso militar fue prevista. Utilizados inicialmente como puestos de observación y observadores de artillería, la idea de emplear aeronaves y aviones ofensivamente pronto encontró entusiastas. Sin embargo, no fue sino hasta el advenimiento del motor de combustión interna que el potencial del bombardeo desde una plataforma controlada se convirtió en realidad. En una carta en 1893 al jefe de estado mayor del Ejército Alemán, el Conde Ferdinand von Zeppelin, creador de la aeronave rígida que llevar su nombre y el teórico sobre el bombardeo estratégico, escribió que su máquina podía desempeñar no tan sólo las misiones de observación y transporte, sino también “bombardear las fortificaciones del enemigo y las formaciones de tropas con proyectiles”.En la literatura popular y la ciencia ficción, la inevitabilidad de aeronaves navegando sobre ciudades y dominando la guerra futura era un tema popular para fines del siglo diecinueve. Julio Verne, que no desconocía la ficción profética, escribió en su cuento en 1887, Clipper in the Clouds(Clipper en las nubes) acerca de una batalla aérea entre dos aeronaves ligeramente similares a dos dirigibles alemanes de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, fue H.G. Wells quien imaginó el bombardeo estratégico de los centros de la población en el futuro. En su novela de 1908, The War in the Air (La guerra en el aire), Wells describió una escena en la cual una flota de aeronaves alemanas bombardeaban la ciudad de Nueva York, inquietantemente prediciendo el temor y terror que el pueblo en Londres y París sintieron durante la Gran Guerra. Tal como el historiador Lee Kennett argumentó, tan profundo y convincente era este tipo de literatura futurista a finales del siglo, que cuando finalmente aparecieron aeronaves y aviones confiables en masa “a menudo se esperaba que lograran cosas extravagantes e imposibles”. Durante la guerra, los dirigibles y las aeronaves eran considerados como una extensión de adelantos científicos parecidos a otras innovaciones tales como los submarinos, ametralladoras, tanques y gas venenoso. Tan profundas fueron las preocupaciones sobre la posibilidad de un bombardeo aéreo, inclusive antes de que la tecnología para lograr esa tarea estuviese casi lista, que los políticos en Europa y Estados Unidos intentaron regular la guerra aérea. La Convención de la Haya de 1899, propuesta por el Zar Ruso Nicolás II en un intento de regular los armamentos y la guerra, aprobó una resolución “acordando prohibir, por un periodo de cinco años, el lanzamiento de explosivos y proyectiles desde globos, o por cualesquier métodos nuevos de naturaleza similar”.Durante la segunda Convención de la Haya en 1907, la tecnología del vuelo había cambiadola posibilidad y aumentado el peligro de la destrucción desde el aire. En 1903, Wilbur y Orville Wright habían probado que el vuelo controlado, propulsado y más pesado que el aire era posible con su vuelo en Kitty Hawk, Carolina del Norte. Para la segunda convención muchas naciones habían expresado interés en las capacidades militares de la aviación, aunque curiosamente Estados Unidos al principio estaba poco entusiasmado con la idea. Presagiando el bombardeo aéreo como un medio de “guerra total”, en la Convención de la Haya de 1907 se trató prohibir el bombardeo estratégico de ciudades y poblaciones indefensas. En vista de que muchos en la conferencia de 1907 creían que sería más fácil restringir el bombardeo a blancos militares en lugar de prohibirlo del todo, los acuerdos de la Haya con respecto a la guerra terrestre fueron extendidos a abarcar el bombardeo aéreo también. ya que los bombardeos de ciudades indefensas con artillería tradicional ya estaban prohibidos bajo el artículo 25 de la Convención sobre la Guerra Terrestre, los participantes en la conferencia sencillamente cambiaron el artículo a que rezara “el ataque o bombardeo, por cualquier medio, de pueblos, aldeas, viviendas o edificios indefensos está prohibido”.La inserción de “por cualquier medio” en el artículo fue un intento de extender la prohibición para incluir el bombardeo aéreo. A pesar de sus intenciones, el texto del artículo era muy impreciso para ser eficaz y dejó muchas preguntas sin responder. Por ejemplo, ¿cuál era la definición una ciudad indefensa? ¿Acaso eso significa que los miembros militares no estaban dentro de los límites de la ciudad o solamente la ausencia de soldados con la tarea específica de proteger contra una invasión o bombardeo? ¿Cómo puede un agresor notar la diferencia? . ¿Debe una ciudad sin defensas tradicionales, pero que aloja un arsenal, un almacén militar o una fábrica de armas realmente, considerarse “indefensa”? Estas cuestiones y muchas otras tornaron el tratado en algo inservible y fueron mencionadas de manera rutinaria como justificación para un bombardeo estratégico de ciudades con la Primera Guerra Mundial comenzó.Aunque el bombardeo aéreo táctico en apoyo a las operaciones de combate fue empleado desde 1911 cuando los aeroplanos italianos lanzaron las primeras bombas en combate sobre las fuerzas turcas en Libia, 1914 presenció el primer uso estratégico de aviones bombarderos para “atacar los cimientos de los esfuerzos bélicos del enemigo la producción de material de guerra, la economía en general y el estado de ánimo de la población civil”.Pocos días después del inicio de la Primera Guerra Mundial, los pilotos alemanes lanzaron unas cuantas bombas pequeñas sobre París en agosto de 1914. En octubre de ese año, los británicos lograron el primer éxito estratégico importante cuando una aeronave destruyó un zepelín en su hangar en Dusseldorf, Alemania. En diciembre de 1914, los alemanes estaban lanzando bombas directamente bombardeo a blancos militares en lugar de prohibirlo del todo, los acuerdos de la Haya con respecto a la guerra terrestre fueron extendidos a abarcar el bombardeo aéreo también. Ya que los bombardeos de ciudades indefensas con artillería tradicional ya estaban prohibidos bajo el artículo 25 de la Convención sobre la Guerra Terrestre, los participantes en la conferencia sencillamente cambiaron el artículo a que rezara “el ataque o bombardeo, por cualquier medio, de pueblos, aldeas, viviendas o edificios indefensos está prohibido”.La inserción de “por cualquier medio” en el artículo fue un intento de extender la prohibición para incluir el bombardeo aéreo. A pesar de sus intenciones, el texto del artículo era muy impreciso para ser eficaz y dejó muchas preguntas sin responder. Por ejemplo, ¿cuál era la definición una ciudad indefensa? ¿Acaso eso significa que los miembros militares no estaban dentro de los límites de la ciudad o solamente la ausencia de soldados con la tarea específica de proteger contra una invasión o bombardeo? ¿Cómo puede un agresor notar la diferencia? ¿Debe una ciudad sin defensas tradicionales, pero que aloja un arsenal, un almacén militar o una fábrica de armas realmente, considerarse “indefensa”? Estas cuestiones y muchas otras tornaron el tratado en algo inservible y fueron mencionadas de manera rutinaria como justificación para un bombardeo estratégico de ciudades con la Primera Guerra Mundial comenzó. Aunque el bombardeo aéreo táctico en apoyo a las operaciones de combate fue empleado desde el 1911 cuando los aeroplanos italianos lanzaron las primeras bombas en combate sobre las fuerzas turcas en Libia, 1914 presenció el primer uso estratégico de aviones bombarderos para “atacar los cimientos de los esfuerzos bélicos del enemigo la producción de material de guerra, la economía en general y el estado de ánimo de la población civil”.**Percepción versus realidad **Un defecto en la definición del bombardeo estratégico fue la suposición que los aviones y los pilotos era capaces de atacar blancos estratégicos con precisión. En realidad los planificadores militares se percataron poco después de haber empezado la guerra que la tecnología aeronáutica y de armamento actual, las defensas antiaéreas y el clima afectaban tanto el rendimiento de la aeronave y del piloto que en realidad atacar el blanco pretendido era casi imposible y tenía que ver más con suerte que destreza. De hecho, no fue sino hasta la integración del visor de bombardeo Norden en la Segunda Guerra Mundial que las tripulaciones de los bombarderos contaban con una expectativa razonable (si acaso exagerada) del éxito de localizar blancos.Con tan pocas oportunidades de éxito en la destrucción del material de guerra alemán, un resultado que rápidamente fue obvio durante la guerra, ¿por qué el gobierno británico gastó recursos valiosos y personal en el bombardeo estratégico? ¿Por qué fueron las aeronaves desviadas de las misiones más críticas de apoyo terrestre, observador de artillería y a lo largo del frente occidental para misiones de bombardeo especulativas y ampliamente fracasadas en territorio enemigo? La respuesta radica más con la influencia del pueblo británico, presión política e inclusive psicología que con la necesidad militar.Desde el inicio de la guerra el alto mando alemán tenía planes de bombardear área continental de Inglaterra. Desde 1914, el Contraalmirante alemán, Paul Behcke, abogó por el bombardeo de civiles cuando le aconsejó al Almirante von Pohl, comandante en jefe de la Armada Imperial, que usara dirigibles de la Armada para atacar a Inglaterra para “ocasionar pánico y confusión entre sus ciudadanos”.El Mayor Wilhelm Siegert, comandante de una unidad de bombarderos alemanes, opinaba que el bombardeo estratégico de Londres provocaría una crisis en el gobierno británico y rápidamente terminó la guerra. Además, una vez que el Ejército Alemán invadió a Bélgica y Francia, la geografía se convirtió en su aliado. La milicia alemana rápidamente estableció campos aéreos de avanzada que le permitían a sus dirigibles y aeronaves de ala fija llegar fácilmente a Londres en misiones de bombardeo. En cambio las aeronaves británicas que volaban desde campos aéreos internos tenían dificultad en llegar a lo profundo del territorio alemán, en vista de esta falta de alcance, ninguna aeronave de los Aliados pudo bombardear con éxito la capital alemana de Berlín durante la guerra, aunque un piloto intrépido francés tuvo éxito en lanzar panfletos.CONTINUA