V. Wobst
-¿Disculpe cómo debo llamarlo? –dijo Camilo, un poco desconcertado.
-Solamente Teniente Carlos Meyer Baldó. ¿Qué le parece si mientras esperamos que salga totalmente el sol hablamos sobre viejos recuerdos de guerra?
-Me parece válida y conveniente su propuesta, siempre es bueno conocer un poco de tu compañero de viaje, es una costumbre que mantenemos algunos pilotos y veo que usted también es un caballero del aire.- contestó Camilo.
-Hay tantos pactos y promesas de honor que rigen a los que tuvimos la oportunidad de vivir la guerra que es imposible olvidarse de ellas y más aún cuando por alguna circunstancia la historia te cambia la vida aún sin darte cuenta de ello. Sabe lo que es llegar desde Maracaibo a estudiar en Alemania y que se declare una Guerra Mundial y empaparse del entusiasmo propio de tus jóvenes compañeros de estudios, todos prestos a servir la patria, a luchar por una causa noble. Todos tendríamos la oportunidad de ser héroes y llenar los corazones de nuestra generación de gloria y valentía a través de nuestras acciones. Todavía recuerdo mi primer uniforme, era 1914 cuando ingresé como soldado raso al cuerpo de caballería "Dragones 9" de allí a Finlandia para después ir a combatir a Rusia con mi regimiento. En ese tiempo de casi un año fui ascendido a Teniente.
-Todos tenemos que realizar algo arriesgado alguna vez en la vida- dijo alegremente Luis Camilo-. Yo tampoco imaginaba que tanto le cambia la vida a un hombre una conflagración mundial. Uno no es el mismo de antes y después de la guerra, antes y después del amor, antes y después de la muerte. Dos años de tú ingreso a las filas armadas alemanas había recibido el Título de "Piloto Aviador", en septiembre de 1912 en Francia. Sin embargo, mi carrera como militar ya había comenzado desde 1903cuando ingresé como "Alférez de Artillería" a bordo del vapórelo de guerra "Bolívar" de nuestra amada patria Venezuela.
-¿Dónde estaba usted cuando se declaró la guerra?- preguntó Meyer mirando las cuarteadas botas negras y sonriendo como un amigo.
-Era un Teniente recién egresado de la Academia Militar de Saint Cyr, me incorporé al 2do Batallón de la Legión Extranjera en Argelia, África. Uno cuando es niño juega a la guerra- dijo Camilo hablándole mientras le seguía el movimiento de las manos- imagina ser soldado, pero la historia infantil se diluye en tus ojos cuando están en un frente militar, cuando desde arriba de un avión vez a la muerte arropar hectáreas de cuerpo llenos de ideales, ilusiones y esperanzas. Sin duda alguna, el destino arrebata el aliento de los que estamos allí presentes. Comprendes que el destino deja de tener preferencia y la vida es una experiencia dilatada ante la supervivencia.
-No deja de ser sorprendente el hecho de que somos venezolanos casi de la misma edad, unidos por la fundación de la Escuela de Aviación Militar Venezolana, y sin embargo, prestamos nuestros conocimientos y servicios como pilotos de guerra a bandos diferentes. Yo al servicio de Alemania y usted al servicio de los franceses.
-¿Tal vez una de las trampas del destino? Es probable que sea eso lo que hace maravilla a la vida precisamente sus misterios. Algunas cosas retornan otra por el contrario se disipan en el limbo de la nada o del adiós. – replicó Camilo, en un tono que sería definitivo para cualquiera. Luego se inclinó un poco para acomodarse el saco y continuó- Ahora bien, me gustaría saber, ahora que habla de alemanes, ¿cómo fue que perteneció al escuadrón de vuelo del temible Barón Manfred Freiherr von Richthofen?
-El Barón Rojo estaba en la búsqueda de once pilotos para conformar un equipo de destacados combatientes del aire, así fue como fui seleccionado. Mis superiores ya habían visto mi actuación en los frentes franceses y consideraron que reunía las condiciones- explicó Meyer, mientras apartaba hacia atrás un mechón de pelo- Así fue como volé en misiones de combate, de caza, de escolta y de hostigamiento tantas veces por día como lo permitieran las condiciones atmosféricas.
-Todavía recuerdo como los franceses siempre estuvieron a la caza del máximo líder de tu escuadrilla, von Richthofen, teníamos información de que su avión estaba colorado como era costumbre entre nosotros los pilotos de esa época de darle un toque especial a cada uno de los aviones que volábamos, pero los franceses fueron burlados por la astucia alemana.
-Disculpe que le interrumpa- dijo Meyer- esa costumbre en nuestra escuadrilla era muy peculiar, ya que como sabe, nuestra escuadrilla estaba conformada por militares de varias fuerzas, así cada piloto llevaba un uniforme de donde pertenecía, y no de uno de aviación propiamente, pero continué.
-Cuando los enemigos del Barón Rojo pensaban que podía derribarlos al identificar el avión colorado que volaba, una mañana se aparecieron en el cielo todos los aviones de la escuadrilla pintados del mismo color.
-Esa idea surgió a instancia de todos nosotros los que acompañábamos a nuestro líder aéreo, por que sabíamos que siempre se le daba especial caza en los combates al Barón Rojo- respondió Meyer, con un tono de voz triunfante- a pesar de las ideas para protegerlo, el 21 de Abril de 1918, cuando Ritchtofen con 82 victorias se había consagrado como una leyenda, fue derribado cerca de Amiens, sé que aterrizó detrás de la línea aliada, pero ya había fallecido. Sin embargo, ustedes los aliados le hicieron un entierro con honores militares. Un tiempo sus aviones volaron sobre nuestro aeródromo alemán y vimos como desde el aire caían sus objetos personales y fotografías de su tumba. En ese momento no hubo enfrentamiento o altercado alguno, sólo él convenido de caballerosidad entre los que combatimos.
(...)