06-06-2010
El escritor italiano Francesco Lamendola, especialista en temas bélicos, publicó recientemente un hermoso artículo, en el que glosaba la figura de un compatriota, Arnaldo Fraccaroli, brillantísimo periodista, escritor, ensayista, autor de teatro…pero fijándose en su faceta de Corresponsal de Guerra, durante la Primera Guerra Mundial. Al comienzo de la contienda, Fraccaroli se desplazó, como enviado de “Corriere della Sera”, a Polonia, en cuyo frente se encontraban enfrentadas, las fuerzas austrohúngaras, contra las rusas del Zar. Sus crónicas se publicaban en una Sección, denominada “Una pagina al giorno…” (Una página al día…), y cuyos apuntes, dieron lugar a un libro sobre dicha campaña.
Francesco Lamendola, elige , ( previa una introducción para poner en situación al lector ), la que lleva el siguiente titular, (que considero no necesita traducción…)
Una pagina al giorno: La disfatta di un esercito, di Arnaldo Fraccaroli.
Desde el 26 de agosto al 11 de septiembre de 1914, sobre las tierras del frente oriental de la primera guerra mundial, se desarrolló una de las más grandes batallas de la historia moderna: la doble batalla denominada de Leopoli, en italiano; ó de Lemberg, en alemán; ó de L’ vov,en polaco, en la que lucharon austrohúngaros contra rusos, con un total de cerca de dos millones de combatientes y acabada, después de alternos hechos, con la victoria de los segundos y la retirada de los primeros hasta la línea del río Dunajec y a las laderas de los Carpazi.
Para conocer el cómo y el porqué, hay que poner en evidencia los errores de concepción y de ejecución que llevaron al General Conrad von Hötzendrof a la derrota; derrota que ocurrió al mismo tiempo que aquella otra, menos clamorosa pero decididamente más humillante, padecida por los austrohúngaros en su primera, y desdichada tentativa de invasión de Serbia, (cfr. Fco. Lamendola, "La primera campaña austro-serbia, el 12-24 de agosto de 1914").
Se trató de una de las mayores batallas de la primera guerra mundial, pero que -extrañamente - casi es ignorada por las Historias generales de la guerra 1914-1918, que dedican el más amplio espacio a la del Marna y a aquellas de Tannenberg y de los Lagos Masuri,( ver, p. ej., la clásica "Los cañones de agosto" de Bárbara Tuchman). Las batallas de Leopoli, que culminaron con la quiebra del ambicioso plan estratégico de Conrad von Hötzendorf que pretendía cortar de raíz el "saliente polaco", y cercar al ejército ruso, demostraron la incapacidad de Austria para desarrollar un papel principal sobre el frente oriental. A partir de aquel momento, Alemania tuvo también que asumir un papel militar creciente entre el Mar Báltico y Rumania, volviéndose en el verdadero motor de arrastre de la máquina bélica de los Imperios Centrales. Y Rusia, que derrotó a los austríacos, pero no pudo explotar a fondo el éxito por sus deficiencias industriales, logísticas y organizativas, se encaminó hacia una guerra larga y extenuante, de la que el régimen zarista saldría destruido.
El historiador inglés David Stevenson, autor de uno de los mejores libros sobre la historia militar de la primera guerra mundial, "La gran guerra", traza el siguiente balance de las batallas de Leopoli en el 1914, título original: "1914-118, the History of the First World War.", traducción italiana de Milán, Rizzoli, 2004, pp. 114-15):
"Conrad intentó sin éxito un contraataque al flanco ruso en la batalla de Rawa Ruska (del 8 al 10 de septiembre), pero se vió obligado a ordenar una retirada general sobre la línea de los Carpazi al sur y sobre el río Dunajec al este de Cracovia, dónde al final de septiembre el frente se estabilizó. En este punto el ejercito septentrional de Conrad también había sido derrotado, pero eran los rusos, una vez rechazados los invasores, los que tenían que combatir por carreteras inundadas, ferrocarriles inadecuados y con entrevía diferente con respecto del suyo y un enemigo del que era imposible entender de leer y escuchar sus mensajes además de estar obstaculizados por la gran plaza fuerte de Przemysl, con una guarnición de 100.000 hombres y protegida por 50 kilómetros de trincheras. Podría parecer que, se hubiera llegado a un punto muerto, pero lo cierto, era que los rusos había golpeado más duramente a los austríacos que lo que los alemanes hubieran golpeado a los rusos o a los franceses. De hecho, el ataque de Danilov sobre el flanco oriental de Conrad fué la única ofensiva del agosto de 1914 que alcanzó sustancialmente los objetivos previstos: los austríacos perdieron el Bucovina y gran parte de la Galitzia oriental,( una zona rica en tierras de cultivo, así como en petróleo), las fortalezas de Lemberg y Jaroslav y un trampolín de lanzamiento hacia el flanco meridional de la Polonia rusa; tuvieron cerca de 100.000 muertos,222.000 heridos y 100.000 prisioneros, además de la pérdida de 216 cañones,1.000 locomotoras y las irreemplazables pérdidas entre las filas de los oficiales y los suboficiales.
Ahora es difícil imaginarse estas batallas, (mucho menos documentadas que las desarrolladas en Francia), en las que las tropas imperiales avanzaron en medio de un calor sofocante, por llanos monótonos, contando con un reconocimiento de la caballería poco eficaz sobre ambos flancos y acabando encontrándose con fuerzas rusas superiores, cuya artillería impuso un precio terrible. Sus pérdidas fueron debidas en parte a los terribles ataques frontales que con ánimo suicida realizados por la misma infantería, según lo previsto por las doctrinas tácticas precedentes al 1914. También los rusos padecieron cerca de250.000 pérdidas, incluidos 40.000 prisioneros, pero para un ejército más numeroso, se trató, en porcentaje, de cantidades inferiores. El gran número de prisioneros sobre ambos frentes reflejó en parte las características de las operaciones de movimiento, pero también reveló la existencia de una moral vacilante, sobre todo en el ejército austrohungaro, cuyas unidades checas, serbias e italianas ya se demostraron incumplidoras, y que la desaparición de muchos Oficiales entre sus efectivos mejores habrían agravado el problema. Austria-Hungría se encontró en la imposibilidad de combatir a los rusos sin la ayuda alemana y así fué para el resto de la guerra. Bien pronto Conrad se arrepintió de haber atacado por su cuenta , e hizo muchas peticiones para conseguir ayuda, también acusó a Alemania de la derrota y tuvo en consideración una paz separada, pero si los alemanes tenían que sustentar al aliado sobre el frente oriental, más difícilmente habrían logrado reunir fuerzas aplastantes al oeste."
Las batallas de Leopoli tuvieron un testigo de excepción en el periodista italiano Arnaldo Fraccaroli, que, en calidad de enviado especial del milanés "Corriere della Sera”, atravesó Austria y Hungría en cuanto la guerra comenzó, fue huésped próximo al Cuartel general de Conrad y el archiduque Federico, el comandante nominal del ejército austríaco, en Przemysl; y, por fin, asistió directamente a algunas fases de la grandiosa batalla, participando luego - con algunos periodistas de otras naciones - en la retirada hacia el Dunajec. Periodista de clase y escritor de expresión fácil y segura, de palabra clara, capaz de esbozar personajes, lugares y situaciones con extrema evidencia e inmediatez, Fraccaroli nos ha dejado un testimonio precioso y único en su género, aprovechando la temporal neutralidad de Italia, lo que hizo posible –al único entre los periodistas italianos - visitar el frente austríaco; ( otro italiano estuvo presente, justo en aquellos mismos días, sobre los campos de batalla de Leopoli, , pero en el bando contrario: Concetto Pettinato, que llegó a la retaguardia de la batalla de Krasnik viajando a Rusia, vía Varsovia y Lublino).
De aquella experiencia de Fraccaroli surgió un libro, escrito sobre el terreno y publicado antes del fin del año, notable no sólo por el frescor y la viveza del estilo, sino también por la agudeza y la imparcialidad de los juicios sobre hombres y cosas.
Reproducimos algunas páginas del libro de Arnaldo Fraccaroli "La lucha de Leopoli y la guerra austro-rusa en Galitzia» Milano, Hermanos Treves Editores, 1914, pp. 180-195):
“He asistido al epílogo de una batalla formidable: aquélla en la que, durante diecisiete días,austríacos y rusos han combatido desesperadamente en Polonia y en Galitzia, desde el Vistula al Dniester, sobre una línea de cuatrocientos kilómetros, con casi dos millones de combatientes.
Naturalmente, he asistido a episodios singulares y limitados. En una gran batalla moderna no es posible ver más. Demasiado extenso es el campo, demasiado compleja la acción. Las líneas generales se recogen luego. En el momento, se vive la vida borrascosa de la batalla, y también el breve horizonte parece ilimitado: os truena por dentro la muerte, os son señalados los confines de la vida. Y lo que se ve y se siente, lo que se desarrolla alrededor de nosotros en esta gran hora, se imprime en el espíritu con una nitidez portentosa. Parece que, llevada por el peligro a su más alto grado de percepción, nuestra sensibilidad adquiere una sobrehumana potencia. Basta ya una llamada de la mente, y he aquí que, más tarde, la visión se presenta como se implantó en el momento vertiginoso, en una transparencia admirable.
Ya se habían desarrollado las pequeñas acciones de Kamionka Strumilowa y Turinka, el choque de Krasnik. De una parte, hacia Noroeste, el grupo austríaco del general Dankl golpeando y persiguiendo a los rusos se acercó a Lublino en la Polonia meridional, a setenta y cinco kilómetros en línea recta del confín galitziano. De la otra, al Norte de Leopoli, el general Auffenberg pasando victorioso la frontera rusa en Tomaszow dirigiéndose con sus tropas austrohungaras hasta Krasnostaw a ciento cuarenta kilómetros de la capital de Galitzia, venciendo y rechazando continuamente en pequeños combates a los rusos, los que se apartaban combatiendo y remontando Polonia. Estas acciones, especialmente las del general Auffenberg, fueron saludadas como grandes victorias del ejército austríaco: ellas confirmaron aquella engañosa confianza en la absoluta superioridad de las armas de Francisco José sobre las del Zar. Y el viejo Emperador, encerrado en su estudio de Viena, encorvado sobre los mapas para escudriñar los movimientos de los ejércitos, se apresuró a mandarle al general Auffenberg una de las mayores condecoraciones de los Absburgo. Una vez más la prisa se demostró mala consejera. Si el viejo Emperador hubiera esperado, la gran condecoración probablemente hubiera quedado en su cajón.
El general Auffenberg era sin duda un valeroso soldado pero tras sus victorias, la persecución tras un enemigo astuto y engañoso, en país extranjero, a setenta kilómetros del confín, a ciento cincuenta kilómetros de la capital de la Galitzia donde el grueso de las fuerzas del Zar amenazaba con cercar, ha estado el principio del fracaso. En aquel entonces no necesitó mirar lejos: el peligro estaba próximo. Los rusos para vencer con absoluta seguridad en el corazón de Galitzia necesitaban dividir las fuerzas austríacas, de fraccionarlas. Permitieron el logro de fáciles victorias en la Polonia meridional, sin demasiado derroche de armas, a los grupos Dankl y Auffenberg. Y los grupos Dankl y Auffenberg se dejaron seducir. Cuando ellos fueron atraídos lejos, los rusos del centro se arrojaron con ímpetu contra el centro austríaco debilitado que ha bia quedado para hacer la barrera delante de Leopoli, lo golpearon, lo rechazaron, ocuparon la ciudad, aún más lo hicieron retroceder cuarenta kilómetros al interior: a ciento cuarenta kilómetros de la frontera de oriente.
Entonces el Mando austríaco se dio cuenta del gran error de aquella azarosa incursión y volvió a llamar a Auffenberg y Dankl en ayuda, los volvió a llamar en aquel corazón de Galitzia del que no habría tenido que distraer ninguna fuerza para aventuras ofensivas. Pero ya era tarde . Los rusos, que prepararon su primer juego terrible, previeron este segúndo juego de Austria. Se lanzaron enseguida contra el grupo austríaco central alrededor de Leopoli sobre el cuarto de círculo Jaworow-Grodek-Mikolajow y lo tuvieron en combate, otros proyectaron grandes contingentes contra el ejercito de Auffenberg que descendió a marchas forzadas y que después de cuatro días alcanzaba Rawa Ruska , le atacaron el 9 de septiembre y le batieron. En el mismo tiempo una nueva armada rusa bajó de Lublino persiguiendo por el oeste a las tropas del general Dankl para impedir que se unieran a las tropas de Auffenberg y colocar un importante número de tropas a la espalda de Auffenberg, para cortarle la via de la retirada. Atacados sobre el frente, a los flancos, y a las espaldas, los austríacos tuvieron que emplear todas sus energías para huir de la terrible tenaza, para disminuir el desastre. Así en la noche del 11 de septiembre, después de una serie de combates espantosos, empezó la retirada general. Los austríacos batidos y acosados abandonaron otros cien kilómetros de Galitzia al enemigo, retirándose sobre la línea fortificada de Przemysl.
Los laureles de las rápidas victorias de Polonia se secaron muy pronto.
Se hacen muchas preguntas y muchas discusiones en estos tiempos sobre el modo de combatir de los varios ejércitos.
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¿Cómo se baten los rusos?
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¿Cómo se baten los austríacos?
Los soldados rusos se baten muy bien. Los soldados austríacos se baten muy bien. Empiezo a creer que todos los soldados de todo el mundo se baten muy bien. Hay lugares donde los nacidos se baten muy bien como combatientes, - y que combaten como generales. El ejército austríaco se ha preparado admirablemente bien para esta guerra. . Los estrategas de café se asustarían con una declaración parecida a esta: “ Si los austríacos son vencidos, quiere decir que están mal organizados y que no saben combatir”. No es verdad. Ellos se han preparado bien, pero con excesiva confianza. Tenían la certeza de vencer: de vencer fácilmente. Todas las vías para la victoria estuvieron listas: las de la retirada un poco menos. Y ahora están percatándose que éste fué un error. Y se desahogan con cierta sorda irritación contra la diplomacia, que no ha visto nada, que no ha sabido nada. Qué hizo la diplomacia en Pietroburgo - ¿perdón, se llama todavía Pietroburgo.?- ¿que hizo, si no lograron tampoco advertir que Rusia tenía esta formidable potencia militar rehecha y una fácil movilización e inmensas reservas de munición? Sólo quién ha estado sobre la línea del fuego en Galitzia puede tener una idea del inagotable recurso de proyectiles que tienen que tener a los rusos. Sus artillerías - excelentes y magníficamente dirigidas y servídas - no conocen tregua. En los duelos con la artillería austríaca ellas contestan con tiros de batería a los tiros aislados. ¿Un proyectil austríaco? ¡Cuatro, seis proyectiles rusos! He sentido de ello por mi mismo, al llegar y estallar a menudo alrededor de mí, aquí y allá. Fueron granadas y "shrapnels" lanzados como señal, para buscar al enemigo. Los rusos no tiran solamente sobre las masas: también tiran sobre la eventualidad. Y éste es un juego que puede dar a veces resultados inesperados y preciosos, pero es un lujo: no se lo puede permitir un ejército que no sea rico.
Infantería austrohúngara.
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