04-02-2010
El Tratado Naval de Washington de 1922 limitaba el número de grandes buques de cada una de las potencias navales, así como su desplazamiento, potencia y calibre de sus cañones. Durante las conferencias previas Francia había rechazado todas las propuestas que se hicieron para incluir los submarinos dentro de las limitaciones del tratado, consiguiendo dejarlos al margen. La apuesta francesa por el arma submarina iba más allá de construir un gran número de sumergibles convencionales. Su imaginativa solución para burlar las restricciones que imponía el tratado de Washington consistió en proyectar una serie de submarinos de gran tonelaje, con artillería propia de un crucero, cuya función principal sería realizar la guerra corsaria, además de poder presentar batalla a las flotas enemigas tanto en superficie como sumergidos. El primero de la serie empezó a construirse en el Arsenal de Cherburgo en diciembre de 1927 y fue botado el 18 de octubre de 1929. Fue entregado a la marina francesa en mayo de 1934 con el nombre de Surcouf, en honor de un famoso corsario francés de la época napoleónica. En su tiempo recibió la denominación de crucero submarino. Iba a ser el primero de una serie de tres, pero pronto quedaron en evidencia sus limitaciones y sus fallos, por lo que finalmente fue el único que se construyó.
El submarino Surcouf
La idea era combinar las virtudes de un crucero con las de un submarino: contaba, como todos los submarinos, con tubos lanzatorpedos (8 de 550 mm y 4 de 400mm) a los que se añadían además dos cañones de 203 mm situados en una torre doble estanca con los que podía presentar batalla a unidades de superficie de rango igual o menor a un crucero ligero. Contaba también con armamento antiaéreo, consistente en dos cañones de 37 mm y cuatro ametralladoras montadas en afustes dobles de 12,7 mm. Tenía además un hidroavión de reconocimiento Besson MB.411, guardado en un hangar estanco tras la torre.
Vista de la vela del Surcouf con la torre y el hangar
El hangar abierto
Con sus 4.000 toneladas y 110 metros de largo, el Surcouf fue el mayor sumergible del mundo hasta la entrada en servicio del I-400 japonés. Tenía una tripulación numerosa, de más de 120 hombres, además de tener la capacidad de transportar hasta 40 prisioneros. Su autonomía era considerable, pudiendo hacer casi 20.000 Km sin repostar combustible y pudiendo almacenar alimentos para tres meses. Sus condiciones como buque corsario parecían temibles.
Pero muy pronto quedaron en evidencia sus deficiencias: tardaba mucho tiempo en sumergirse (dos minutos en llegar a profundidad de periscopio), lo que le hacía muy vulnerable a los ataques aéreos. En superficie era muy inestable para utilizar los cañones con eficacia, aparte de que al tener la cubierta tan baja su visibilidad y su alcance efectivo disminuían considerablemente. Su mantenimiento era muy caro en comparación con los submarinos convencionales, a causa de su tamaño y su numerosa tripulación. Por si fuera poco, fue muy propenso a sufrir averías graves, que más de una vez estuvieron a punto de acabar en tragedia.
Puesto de radio del Surcouf
Características técnicas:
Eslora: 110 m.
Manga: 9,35 m.
Calado: 7,25 m
Desplazamiento en superficie: 3.250 toneladas
Desplazamiento sumergido: 4.304 toneladas
Velocidad: 18,5 nudos (superficie) / 10 nudos (sumergido)
Autonomía: 10.000 millas a 10 nudos / 60 millas a 5 nudos (sumergido)
Profundidad máxima de operación: 80 m
Motores: 2 diesel Sulzer de 7.600 CV
Hélices: 2
Armamento: 2 cañones de 203 mm en una torre doble (con 600 proyectiles)
8 Torpedos de 550 mm. en sus tubos + 14 almacenados
4 Torpedos de 400 mm. en sus tubos + 8 almacenados
2 cañones antiaéreos de 37 mm
2 ametralladoras antiaéreas de 13,2 mm
Un hidroavión MB.411 y una lancha de abordaje a motor de 5 metros
Vista delantera de la torre con sus cañones de 203 mm
Vista de la popa y uno de los cañones antiaéreos de 37 mm