31-08-2010
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Redes antitorpedos antecedentes e historia
El problema sobre la protección de los navíos ante los ataques con torpedos, ha sido desde la aparición de estos estudiada por las diferentes armadas, las opiniones al respecto son en algunos casos tan variadas como contradictorias.
Durante la I Guerra Mundial, los buques mercantes ante ataques con torpedos, casi siempre llevados a cabo desde submarinos, no disponían de otra defensa que su velocidad, por tanto si la velocidad del buque mercante era superior a la de su atacante, las posibilidades de escapar al ataque eran elevadas, sin embargo si su velocidad era inferior a la del atacante, la pérdida del buque era, a corto plazo irremediable.
La defensa de estos buques se limitaba a dotarles de algunos cañones o en caso de localizar al submarino poner rumbo a su encuentro para ver si en un golpe de fortuna conseguía hundirlo; en algunos casos el método de embestir a los submarinos dieron sus frutos, a pesar de lo cual no era frecuente conseguirlo y el mercante siempre llevaba, caso de no conseguirlo, la peor parte.
Hubo casos en los que haciendo continuas variaciones de rumbo consiguieron escapar y otros en los que navegando cerca de la costa y lanzando una señal de petición de auxilio, por medio de la telegrafía, también lograron salvarse.
Esto es en síntesis lo que ocurría con los buques mercantes.
El caso de los buques de guerra de gran tonelaje como acorazados y cruceros la importancia de protegerse de ataques con torpedos siempre fue importante y compleja. En principio por razón de su valor económico, por el coste que supone en vidas y el valor militar que representan, deben ser protegidos contra ataques de esas temibles armas, que son los torpedos, por todos los medios posibles.
Los medios en sus inicios no eran ni numerosos ni eficaces.
Podemos citar como medios iniciales: La velocidad, la vigilancia y la maniobrabilidad.
La velocidad de los submarinos durante la 1ª y 2ª Guerras Mundiales no excedía de los 20 nudos en superficie por tanto todo buque de guerra que desarrollase una velocidad igual o superior tenía grandes posibilidades de eludir cualquier ataque submarino.
La vigilancia tenía su parte importante los buques tenían repartidos en varios puntos de observación proa, popa, puente y costados a serviolas que podían llegar a ver cualquier periscopio.
Algunos buques, podían ser apoyados por hidroaviones, que vigilaban también el entorno del grupo de buques o del buque y podían divisar en muchas ocasiones, la presencia de submarinos.
Pero aun así había casos en que, bien por velocidad, bien por la posición de espera del submarino, en lugares estratégicos, el ataque se hacía inevitable, es entonces cuando esos grandes buques recurrían a las redes protectoras llamadas redes antitorpedos.
Las redes ofrecían protección pero su uso no estaba exento de problemas.
La gran resistencia que las redes ofrecen al avance por causa de la densidad del agua es tan grande que a pesar del considerable peso de la red la parte baja de esta tiende a subir hacia la superficie, este inconveniente es tan importante que dicha red solo es eficaz cuando el buque esta parado o navega a muy bajas velocidades.
Una prueba de la eficacia de las redes antitorpedos usadas bien a baja velocidad o en situación estacionaria, (buque parado) la tenemos con el buque soviético Sebastopol, el cual atrapó en un día 8 torpedos cuando se encontraba en la bahía de Port Arthur, dichos torpedos quedaron atrapados en las redes sin ocasionar ningún daño.
Con la aparición de las redes pronto se idearon medios para destruirlas, que consistían en poner cuchillas especiales en la cabeza de combate de los torpedos para cortar las mallas de la red y así dejar paso libre al torpedo. No siempre se lograba cortar la red totalmente por lo que el torpedo quedaba enganchado llegando en muchos casos a estallar.
Hubo un marino inglés, apellidado Bullivan, que inventó antes de comenzar la 1ª Guerra mundial un tipo de red que llevaba su nombre que se oponía al corte de las cuchillas, con mallas de 5 cm. Y un modo particular de ensamblaje entre mallas dificultaban en grado sumo el trabajo de las cuchillas, la red era fácil de recoger y su peso era muy bajo en comparación con redes anteriores.
Las redes cuando no son usadas o no se necesitan se recogen y se secan para evitar su oxidación.
Cuando se colocan, se mantienen a una profundidad de unos 6 metros en su parte más baja, van separadas unos 5 ó 6 metros de los costados y sujetas por unas barras de acero que reciben el nombre de tangones. La colocación de una red por marinos bien entrenados, no superaba los 2 minutos y su recogida no más de tres.
Los británicos usaron con éxito la red Bullivan durante la 1ª Guerra Mundial, los franceses no usaron ninguna pretextando que eran excesivamente pesadas. Hubo almirantes franceses que criticaron la decisión, pues llegaron a la conclusión que de haber usado redes, varias unidades hundidas por torpedos se habrían salvado tal y como ocurrió con algunos navíos británicos y alemanes.
Cuando los EE.UU entraron en la guerra, las autoridades navales dieron orden de que todos los acorazados y cruceros fueran provistos de redes antitorpedos decisión que se demostró fue acertada.
La práctica en la lucha contra los ataques con torpedo ha demostrado que la mejor protección era dotar a los buques de una mayor división de los espacios internos dotando además a determinados buques de doble casco, una coraza interior con espacios entre ella y el doble casco.
Las redes antitorpedos fueron usadas en determinadas ocasiones durante la segunda guerra mundial sobre todo por parte de los buqes alemanes fondeados en fiordos noruegos, entre otros los casos del acorazado Tirpitz, lo que no impidió que sufrira diversos ataques aéreos o navales uno de ellos con minisumergibles británicos tipo X, o caso del Prinz Eugen que tras perder la popa durante un ataque con torpedos debió permanecer en un fiordo para someterse a una reparación de urgencia con el objeto de colocarle dos timones provisionales que le permitieran navegar hacia un astillero para llevar a cabo las reparaciones definitivas
Una de las cuestiones debatidas tras el ataque japonés a Pearl Harbor fue la no utilización de redes antitorpedos por parte de los buques fondeados en la base naval, es indudable que, tras las más que evidentes muestras de un inminente conflicto, su uso unido a otras medidas preventivas hubiera minimizado las pérdidas estadounidenses
Aun así tanto diseñadores como técnicos y expertos en el tema han llegado a la conclusión de que la protección de los barcos contra los torpedos siempre dejó mucho que desear.