El XV Grupo de Ejército Aliado que operó durante la Segunda Guerra Mundial en Italia "era una Babel", según palabras de su Alto Mando. Y no era para menos: tal vez haya sido el frente con soldados de más nacionalidades y etnias de todas las guerras, modernas y antiguas. Esto planteaba, inevitablemente, frecuentes y problemáticas dificultades en la logística: traductores, comida, aprovisionamiento, organización, etc. Entre sus efectivos se encontraban:
estadounidenses, algunos descendientes de inmigrantes italianos y japoneses (nisei, agrupados en una formación especial ya que se temía por su actuación a causa de su origen);
franceses, que luego pasaron a la lucha en su misma patria;
brasileros, pertenecientes a la 1º división de la Fuerza Expedicionaria Brasilera. El general Clark comenta que "nos había resultado extraordinariamente difícil encontrar intérpretes de habla portuguesa para los tanquistas que debían apoyar a unidades brasileras en acción";
efectivos de las Islas Británicas, entre ellos batallones escoceses, irlandeses (que pidieron, el día de San Patricio, que un avión especial les trajera de su patria una comida tradicional) y británicos;
italianos pertenecientes a pelotones de partisanos o del ejército regular, ya que a partir de 1943 Italia estaba de parte de los Aliados;
griegos;
canadienses pertenecientes a toda la geografía, incluso Terranova, algunos hablando inglés y otros francés;
sudafricanos, tanto de origen occidental como nativos, representados entre otros por los "Springboks" del Mariscal Smuts, el Batallón de Servicios Especiales de la 6º División Blindada Sudamericana que dejaron sus tanques y combatieron a pie;
polacos pertenecientes al 2º Cuerpo Polaco, con parientes en EEUU y que se hicieron famosos al conquistar las alturas de Monte Cassino;
judíos de Palestina;
marroquíes y argelinos de las colonias francesas, que aunque lucharon con gran valor e ingenio, trajeron no pocos problemas de logística;
neozelandeces;
indios de multitud de etnias reclutadas por los británicos en esa colonia, incluyendo sikhs, maharattas, madrasis, jats, rapjuts, punjabíes, pathanes, baluchis y gurkhas de Nepal; sus religiones y alientación trajeron no pocos problemas. Los hindúes no podían comer carne de vaca, que consideran sagrada, y otros no podían comer carne de cerdo; el Octavo Ejército Británico tenía que llevar un rebaño de cabras detrás suyo para alimentarlos a todos.
Había en servicio numerosos cuerpos femeninos de enfermeras y auxiliares, con mujeres estadounidenses, inglesas, sudafricanas y canadienses. Los hospitales tenían que tener multitud de intérpretes y ser capaces de abastecer de alimentos, ropa, medicamentos y demás sin romper ninguna regla cultural. "Hubo un gran revuelo cuando los enfermos árabes franceses se negaron a usar pijamas, usando los pantalones como turbantes", recuerda Clark.