22-03-2006
Que envidia :-[
22-03-2006
Que envidia :-[
22-03-2006
Me doy por aludido Wittmann, ;D ;D ;D, pero debes saber que soy un gran amante de la música clásica y lo único que me ha gustado hasta ahora de este hombre fue los herreros de Nuremberg y poquito más. Mi favorito: Camille Saint Saens y la danza de la muerte o su sinfonía número 3.
22-03-2006
Pues a mi me parece mucha tonteria, sobretoda la parte que afirma que su gustó por la música de Wagner deriva de la falta de un testiculo. Pues a mi también me gusta y yo estoy completo... >:(
;D ;D ;D ;D A mí también me gusta, pero no por no tener ninguno...
A los que no le guste la música wagneriana, podrían empezar, para hacer boca, con la Overtura de Tanhäuser o el aria de La Muerte del Amor, de "Tristán e Isolde". Sin embargo, coincido con ellos en una cosa: toda la obra de Wagner es monumental y debería ser disfrutada para ser vista en el teatro. De lo contrario, mejor atenerse a los pasajes favoritos, que arriesgarse a bostezar ante interminables diluvios musicales.
¡Oh, esa Overtura de Tannhäuser con una copa de vino espumoso en la mano!
22-03-2006
A mi me gusta Wagner por ser "el heavy metal" de la música clásica :D.Nadie como él usando los instrumentos de viento y percusión elevados al máximo explendor.
Por cierto,Hitler en sus tiempos en Viena,se gastó una gran suma de dinero acudiendo a la ópera para ver sus obras.Tambien que en Israel eata prohibido representar a Wagner.
UN SALUDO.
22-03-2006
Karl, aunque en las SS, una de mis piezas favoritas, es La Gran Puerta de Kiev. Y es de Mussorgsky.
Particularmente, me gusta más la música antigua (basicamente barroca), que la clásica.
22-03-2006
Yo me abro a todos los estilos. :D
23-03-2006
Tambien que en Israel eata prohibido representar a Wagner.
UN SALUDO.
¿No te lo creo? ¿Estas broemando?... Porque si no es así esta gente debe ser completamente... Bueno mejor no digo nada.
:o
23-03-2006
mejor abren un topic de musica o algo asi ¿no? se fue al traste el ocultismo
23-03-2006
Hitler quedó encantado, salvo por un detalle: la tradicional svástica orientada hacia la derecha debía ser invertida para formar lo que el escritor Francis King denomina «una evocación del mal, la degeneración espiritual y la magia negra».
Esta afirmación como dijo Sigel es más propagandística que cierta, y lo expuse en el tema de la svástica. La inclinación de la svástica que hizo Hitler no tiene nada que ver con un aevocación del mal, el giro hacia la izquierda significa el retorno a la pureza del ario, pues el giro a la izquierda es contrario a las manecilas del reloj es decir del tiempo, por tanto indica un retorno a los orígenes. Incluso la guerra siguió esta orientación: Polonia, Dinamarca, Francia, Grecia, Cáucaso.
23-03-2006
Recupero algo que escribí en el foro antiguo sobre el origen del esoterismo nazi, y que por lo que recuerdo, al menos a Graf le gustó:
Por un lado hubo un intento de unir el cristianismo muy mayoritario en la sociedad alemana con la idea de un pueblo identificado con una raza y una cultura milenaria a la que había que darle unas creencias religiosas propias. El nacionalismo romántico alemán del s. XIX quiso crear un neopaganismo basado en los mitos germánicos, el problema era que se desconocía casi todo de ellos. Tenían más a mano las tradiciones medievales y las historias épicas de Parsifal o los Nibelungos (que sirvieron de inspiración a uno de los grandes ideólogos del nacionalismo alemán, Richard Wagner, cuyas óperas se basan en esas historias épicas medievales, y lo que buscaban era reforzar el sentimiento patriótico del pueblo alemán y darle un pasado mítico, en los años en que el estado alemán se estaba formando). El problema estaba en que esas historias medievales tenían muchos elementos cristianos, mientras que uno de los grandes mitos del nacionalismo alemán era su identificación con el ideal de la pureza aria, la raza más perfecta de todas, acompañada de un fuerte antisemitismo. El cristianismo era de origen judío, por tanto era una religión antinatural para los pueblos germánicos. Ante eso había dos salidas: negar el cristianismo y explicarlo como un invento judío para el sometimiento y la domesticación de los pueblos arios, o germanizarlo. Esa era la solución menos traumática, por decirlo de alguna manera, porque en el fondo el cristianismo no podía ser borrado tan fácilmente de la sociedad alemana. Eso fue lo que hicieron muchos, como el mismo Wagner: Jesús era ario, como sus discípulos, y los símbolos cristianos que aparecían en las epopeyas medievales eran todos ellos símbolos del poder de la sangre del pueblo elegido (que por supuesto no era el judío, sino el germánico).
Otros fueron más allá, y optaron por la primera opción: el cristianismo no sirve para el pueblo alemán, es un invento judío para corrompernos. Pero aún así mantuvieron la afición por esos símbolos teóricamente cristianos. La verdad es que no les importaba mucho la lógica: eran objetos unidos a la historia del pueblo alemán por las leyendas medievales (al romanticismo alemán le gustaba mucho el medievalismo). El grial era un objeto unido históricamente al pueblo alemán por la búsqueda que protagonizaron los caballeros del Parsifal. Que tuviera su origen en Palestina dejó de importar. Igual que pasó con la lanza de Longino, que fue una reliquia que había pasado de un emperador a otro a través de los siglos, era un símbolo del poder de los líderes germánicos, y no una reliquia cristiana como los clavos de la cruz de Cristo y tantos otros supuestos restos que se conservaron en muchos lugares de la cristiandad.
La ariomanía del s. XIX nació de los estudios lingüísticos del XVIII, que descubrieron el parentesco entre el sánscrito, el avéstico (el persa antiguo) y muchas de las lenguas europeas. Así el origen de los pueblos europeos se situó en algún lugar de Asia Central (el Tibet, Cachemira, los montes Altai...). En algún momento, en tiempos remotos, salió de allí el pueblo primigenio, y en una marcha siempre hacia el oeste fue colonizando la India (sus descendientes serían las personas de piel clara habituales en las castas superiores hindúes), Persia, Oriente Próximo y Europa. La expansión colonial entre los siglos XVIII y XIX hizo que los europeos descubriesen y quedasen fascinados por las milenarias civilizaciones asiáticas, como los grandes filósofos alemanes del s. XIX: Schopenhauer se inspiró en el hinduismo y los textos sagrados sánscritos, y Nietzsche en el mazdeísmo y los textos avésticos, Los europeos ateos, anticlericales, neopaganos, etc, habían descubierto un origen alternativo al de la tradición judeocristiana, una “historia” distinta a la que se contaba en la Biblia. Existía una raza primigenia, con su lengua y su religión, de la que ellos eran descendientes. La lengua primitiva era la más perfecta, nacida del contacto con la naturaleza, y su máxima expresión era la poesía épica (con lo que se podían unir las epopeyas griegas, las sagas nórdicas, o los romances medievales, como los restos del espíritu de la lengua original común). La religión original era un culto natural, muy diferente del cristianismo, que era totalmente ajeno a la raza aria, aunque hubo quien también quiso buscar en las raíces del cristianismo esa religión original, quitándole todas las impurezas y corrupciones que se le habían añadido a lo largo de los siglos. Así no era necesario renunciar al cristianismo, sólo había que limpiarlo de su influencia judía. A medida que se realzaba la raza aria y su expansión hacia el oeste llevando consigo la civilización, caía en desgracia la raza de la Biblia, la judía, por su resistencia a esa influencia civilizadora, al no tener la suficiente grandeza de espíritu.
Al mismo tiempo, por influencia de la teoría de la evolución, empezó a extenderse la idea de la degradación de la raza: la raza aria primitiva había ido corrompiéndose por el mestizaje y perdiendo sus valores originales. Todo esto, más la moda del ocultismo y de las sociedades secretas de la segunda mitad del s. XIX, está en el origen de las teorías esotéricas nazis.
En las últimas décadas del s. XIX se pusieron de moda las sociedades secretas dedicadas al ocultismo: espiritistas, satánicas, neopaganas, etc. En algunos de estos grupos empezaron a circular teorías que mezclaban las filosofías orientales de los universos cíclicos, la reencarnación y los distintos estados de consciencia con la teoría de la evolución. Había distintas versiones, pero coincidían en que la historia de la Tierra había pasado por varias fases, cada una de ellas empezaba con el dominio de una raza superior, luego venía su decadencia y acababa en un cataclismo que permitía volver a comenzar cuando del desastre surgía una nueva raza que volvía a dominar el mundo. La última raza de semidioses o superhombres, la de los míticos pueblos arios, ya había entrado en decadencia, y la misión de estos grupos era la de ayudar a nacer a la nueva humanidad. La evolución natural había dejado de ser positiva, ahora era el hombre el que tenía que hacerse cargo de su propia evolución. Esta se entendía no sólo en el aspecto físico, sino sobre todo en el espiritual: el nuevo superhombre tenía que tener acceso a estados superiores de consciencia. En algunos de estos grupos los adeptos se dedicaban a experimentar y buscar caminos por los que alcanzar esos niveles superiores (con drogas, por ejemplo, o a través del dolor o el placer sexual, los más duros), aunque en el fondo la mayoría de las veces era un pasatiempo inofensivo para las clases burguesas europeas o norteamericanas, como reunirse para sesiones de espiritismo o rituales inofensivos. Pero en este ambiente de sociedades esotéricas apareció un grupo que fue muy importante en el nacimiento del partido nacionalsocialista, y puede que en la política de Hitler cuando llegó al poder: la sociedad Thule.
La sociedad Thule nació como la versión alemana de otro grupo inglés, la Golden Dawn. Esta defendía la existencia de unos misteriosos seres, los Superiores Desconocidos, que iban a ser los encargados de llevar a los elegidos a un nivel evolutivo superior, y con los que supuestamente estaban en contacto. Era un grupo muy influyente, con miembros entre la élite cultural británica (como el poeta W. B. Yeats, ganador del premio Nobel, o Bram Stoker, el creador de Drácula). También se había sumado a la ariomanía, lo que la hacía tener también muchos contactos en el mundo intelectual alemán. Por causa de su influencia en un grupo rosacruciano alemán, nació de él la Sociedad Thule, en la que estaban Karl Haushoffer, Alfred Rosenberg, Dietrich Eckart, Rudolf Hess y el propio Adolf Hitler. El símbolo de la Sociedad, creado por Haushoffer, era una esvástica cruzada por una espada vertical, y fue el origen de la esvástica como símbolo nazi. Su objetivo era recuperar el mítico reino de Thule, la patria original de los arios primigenios, que se encontraría en Asia Central, y hacer revivir la raza y su civilización. Los miembros de la sociedad tuvieron un papel muy importante en la fundación del partido nacionalsocialista y en un porcentaje importante pasaron a ser dirigentes del nuevo partido.
14-05-2006
Para los amantes del misterio, de teorias conspirativas y del ocultismo aleman durante la SGM...
Link ---> http://www.robinbook.com/promociones/talismanpoder/index.htm
14-05-2006
Que títulos mas interesantes... ;)
15-05-2006
El talismán del poder era la lanza de Longino. Se suponía que quien la poseyera podía dominar el mundo. No creo que Hitler lo creyese, teniendo en cuenta que antes que él había sido de los Habsburgo austriacos, y no les fue muy bien con ella.
15-05-2006
Yo no sé tanto argüende de ese autor Ravencroft con la tal lanza de Longinos. Tengo otro libro de él llamado "La Conspiración de las Tinieblas", de una gran erudición, ciertamente, sobre todo respecto a la interpretación esotérica de la obra de Minnensinger (trovador medioeval) v. Eschenbach acerca del Sto. Grial; pero por desgracia hace un verdadero arroz con mango respecto a Hitler, el satanismo, la lanza de Longinos, el holocausto, el catolicismo, el nacionalsocialismo, etc. Al final uno queda más enredado que exclarecido. >:(
En la mencionada obra, Ravencroft pretende que la lanza de Longino era una supuesta lanza utilizada por el guerrero (y genocida) judío Phineas del Antiguo Testamento... ¡algo así, en vez de admiración, debió causarle repulsión a Hitler!
Todavía si se hubiera tratado de la lanza sagrada de Wotan, la lanza que llevaba las runas del destino grabadas en un asta, la Lanza Sagrada del viejo paganismo germánico, muy de acuerdo. Pero, ¿la lanza de Longinos? ¿la lanza de Phineas? ¿qué diablos podría impontar eso a un movimiento pretendidamente nacionalista?
Y luego, Ravencroft pertende que Hitler era una reencarnación de un mago negro italiano llamado Landulf de Capua... ¿y eso que diantres tendrá que ver con Alemania y sus problemas? ¡Todavía si Hitler hubiera sido un avatara del dios nórdico Loki, el demonio seductor del Walhalla, pase! ¿Pero un hechicero mediterráneo? ¿No se habrá equivocado el autor con el Duce?
En fin, pese a la aparente erudición, salta a la vista el propósito totalmente propagandístico y panfletero del libro que le resta la menor credibilidad. Basta la afirmación que el tal R. Steiner (consultado continuamente por el autor) pretendía reconstruir la historia del NS no a patrir de fuentes reales fidedignas, sino a partir... de intuiciones mediúmicas.
Me imagino que los demás títulos sean por el estilo, de manera que no puedo considerarlos más que puras obras de ficción de especulación seudohistórica.
15-05-2006
Me imagino que los demás títulos sean por el estilo, de manera que no puedo considerarlos más que puras obras de ficción de especulación seudohistórica
;D ;D
Muy de acuerdo....
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