En el Elba y el Mulde, los comandantes Aliados ignoraban la fortaleza de las fuerzas soviéticas y sobre todo sus intenciones. Los rumores presagiaban toda clase de posibilidades, desde el enfrentamiento abierto hasta la detención sin nada que lamentar. Ambos aliados sabían que durante la invasión de Polonia, al encontrarse las fuerzas alemanas con las soviéticas, habían ocurrido escaramuzas con bajas en ambas partes.
A 12 kms al suroeste de Berlín las fuerzas del General Emile Reinhardt, comandante del 69 División de Infantería de EEUU, esperando que tarde o temprano se encontrarían con los rusos al ocupar posiciones a lo largo del río Mulde había ordenado que las unidades de avanzada no se adentraran más de 8 kms al este del río, para evitar enfrentamientos con las avanzadas soviéticas. De hecho, todos los oficiales occidentales acataron a regañadientes la orden de Eisenhower de no proseguir hasta Berlín. Con gran disgusto Churchill dijo que el enemigo no era ya Alemania sino la URSS. Vale recordar que uno de los altos oficiales estadounidenses más molestos por la orden, y que no lo ocultó, fue Patton quien con su 3r Ejército fue enviado por Eisenhower al sur, en búsqueda del "reducto alemán" inexistente. Cuando los periodistas le preguntaron a Patton sobre sus razones para discrepar con la orden dijo: "la historia lo responderá en su debido momento."
Primer encuentro
Pero, lo que se trataba de evitar ocurrió. Cuando las patrullas estadounidenses se encontraron con las fuerzas soviéticas, comenzaron los disparos. El día 25 de abril de 1945 a las 13:30, la primera patrulla en avistar a los rusos, en Leckwitz, estaba bajo el mando del Teniente Albert Kotzebue, de la 69 División de Infantería del 1er Ejército estadounidense, quien ignorando las órdenes se adentró 32 kms más allá de sus líneas en el río Mulde llegando hasta el río Elba.
Segundo encuentro
La segunda patrulla del 2do Teniente William D. Robertson, oficial de inteligencia del 1er Batallón, se dirigía a Torgau en búsqueda de prisioneros aliados liberados por las patrullas del 273 Regimiento de Infantería de la 69 División que también estaban tratando de avistar a los rusos en el Elba. Después de encontrar prisioneros rusos y británicos escuchó fuego en las cercanías, Robertson utilizó un mantel para burdamente pintar una bandera de EEUU. Se subió a una de las columnas de un puente semidestruido sobre el Elba y enarboló la improvisada bandera. Los soldados soviéticos que no tenían la menor idea de qué bandera era esa, siguieron disparando. Afortunadamente no hubo bajas en ninguna de las partes y después de varios intentos por identificarse a gritos, un teniente soviético de los liberados que estaba con Robertson finalmente logró hacerse entender a la distancia y concertó un encuentro a mitad del río. La cita a las 16:00 horas se transformó en un festejo. Cada quien se manifestaba en su propio idioma, sin entenderse con palabras, pero con gestos que demostraban la alegría de saber que la guerra estaba llegando a su fin. Este es oficialmente "el primer encuentro" entre las fuerzas de EEUU y la URSS.
Tercer encuentro
La tercera patrulla estaba al mando del Mayor Fred W. Craig del 2do Batallón de Infantería que encontró a los rusos en Clanzschwitz a las 16:45. Hubo algunos disparos, pero pronto se restableció el orden.
En un posterior encuentro ocurrido el 30 de abril de 1945, cuando el 125 Escuadrón del 113 Grupo Mecanizado hizo contacto con unidades soviéticas, esta vez los estadounidenses no corrieron con la misma suerte. Un jeep del escuadrón cruzo a campo traviesa para encontrarse con los rusos, sin saber que era un campo minado por los propios soviéticos. Los rusos simplemente observaron hasta que el jeep voló por los aires matando a dos de sus ocupantes.
Durante los tres primeros encuentros, luego de intercambiar alimentos, Raciones K por parte de los estadounidense, que a los rusos les parecieron exquisitas, y pan negro con cebolla por parte de los soviéticos, todos celebraron la ocasión con vodka y grandes cantidades de vino alemán.
En el término de las distancias, el General Reinhardt y el General Vladimir Rusakov seguidos de un séquito acorde con la situación se reunieron para festejar oficialmente el encuentro entre ambos aliados. Consolidadas las posiciones a ambas riberas del río Elba, las tropas estadounidenses y soviéticas se reunieron formando fiestas donde se intercambiaron objetos, comida y bebidas. Los cigarrillos y las Raciones K se trocaron por vodka y vino alemán. Mientras los soviéticos paladeaban las Raciones K como si de verdadero manjar se tratara, los estadounidenses admiraban la calidad de las armas cortas soviéticas. Por supuesto que la orden del Alto Mando Soviético fue retirar todo el armamento y equipo procedente de la ayuda aliada siendo reemplazado por piezas rusas. Por orden de Stalin, desde 1941, a todos los miles de unidades mecanizadas recibidas de Estados Unidos, les borraban las marcas para que las tropas soviéticas pensaran que eran de fabricación rusa.
Lo que más llamó la atención a los soldados estadounidenses fue que la mayoría de los rusos no usaban casco en combate, pero ostentaban todas sus medallas como si se tratara de una parada militar. Contrastando con el equipo motorizado del aliado occidental los soviéticos mostraban la artillería y el transporte de suministros, tirados por caballos. Pronto los uniformes de campaña soviéticos, que de elegantes no tenían nada, dieron paso a los uniformes de gala y para sorpresa de los estadounidenses, con la llegada de la música aparecieron mujeres del Ejército Rojo. Muy de acuerdo con las costumbres soviéticas de mostrar lo mejor de la cartelera durante las celebraciones, fueron convocadas las mujeres más bonitas del ejército rojo a quienes vistieron, quizás por primera vez en su vida, con uniformes de gala, permitiéndoles algo de maquillaje y perfumes alemanes.
Los abrazos, los brindis, las arengas y vivas dieron paso al baile. Por primera vez en meses los infantes de la 69 División de Infantería tuvieron la oportunidad de abrazar a una mujer. En las celebraciones en ambas riberas del Elba los oficiales de cada unidad recibían a sus contrapartes aliadas mostrando lo mejor que tenían para agasajar e impresionar a sus invitados. Los intercambios de condecoraciones y objetos sólo rivalizaban con la comida y la bebida, jamón, quesos y pan ruso; huevos, chocolates, raciones K estadounidenses todo con abundante vodka, brandy y vinos alemanes. Pero los estadounidenses no pudieron, o no quisieron, competir intercambiando parejas en el baile. Sin embargo, las soldadas rusas, eran deliciosas para esos jóvenes que no habían visto una mujer durante meses.
Fuente: Exordio