FDR Y Truman,continuidad y contexto en la decision de la bomba Atomica

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22-02-2012

Leyendo un numero atrasado de la muy interesante revista militar norteamericana Air & Space Power Journal - Cuarto Trimestre 2011 , encontre el articulo que a continuacion le paso resumido de uno mas grande y que fuera realizado por los Señores  HERMAN S. WOLK Y DR. RICHARD P. HALLION, cuyas biografias publicare al final del articulo con las fuentes a que recurrieron para realizarlo.

Tambien les pido sepan disculpar si hay cosas fuera de logica, pero la traduccion de este tipo de articulos se hace cada dia mas dificil y utilizar los traductores en circulacion, traen aparejados recomponer el articulo para que sea leible. Felizmente despues de luchar con la traduccion y como esta escrito en la Ley de Murphy ,encontre el articulo en otra revista exelentemente traducido al español lo que me permitio corregir muchos errores.

EL 50 ANIVERSARIO del bombardeo atómico en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, que precipitó la capitulación de Japón y el fin de la II Guerra Mundial, ha generado muchos comentarios, introspección y controversia. La discusión y acrimonia alrededor de la planeada exhibición del Enola Gay, en el Smithsonian Museum en Washington, el B29 de donde se lanzó la bomba atómica en Hiroshima, estimuló la controversia e intensificó la visión critica del público sobre la decisión del Presidente Harry S. Truman de emplear la bomba atómica contra Japón.

El contexto ha sido descuidado por la gran cantidad de palabras efusivas en los comentarios sobre la racionalidad detrás de la decisión de Truman. Los dos contextos cruciales que rodean la decisión de Truman son la evolución de la política estratégica estadounidense de bombardeo y la situación en la Guerra del Pacífico en la primavera y verano de 1945, vistas tanto por Truman como por los japoneses.

Quizás el elemento más importante que debe ser recordado en la larga evolución de la estrategia de la política de bombardeo, es la existencia de una fuerte continuidad entre las administraciones de Roosevelt y Truman. Mucho antes del traicionero ataque japonés sobre Pearl Harbor, el Presidente Franklin D. Roosevelt (FDR), escandalizado por el salvajismo del ataque del Ejército Imperial Japonés en China y de la ofensiva Nazi Alemana en Europa, había solicitado que el cuerpo aéreo del Ejército de los EE.UU., encabezado por el Mayor General Henry H. ( "Hap" ) Arnold, comenzara los preparativos para formar una poderosa fuerza aérea estadounidense.

Roosevelt, quien había sido Subsecretario de la Armada (Assistant Secretary of the Navy), determinó astutamente que el poder aéreo constituiría un elemento decisivo en cualquier conflicto venidero entre las democracias del occidente y el totalitarismo. Manteniendo por largo tiempo una simpatía hacia el sufrimiento de los chinos a manos de los militares japoneses, FDR pensó que en caso de guerra con Japón, sería muy importante que los EE.UU. tuvieran la capacidad de atacar las islas japonesas y las áreas urbanas con aviones de bombardeo de largo alcance y con base de operaciones en tierra.

La clave de la estrategia de FDR descansó en el éxito del Proyecto de "Muy Largo Alcance" (Very Long Range Project) que desarrolló el B29. A pesar de que algunos líderes de las Fuerzas Aéreas del Ejército (Army Air Forces AAF) consideraron el B29 como un juego arriesgado de tres mil millones de dólares, el General Arnold presionó intensamente para su desarrollo y producción.

Este avión revolucionario, que era un gran avance sobre los bombarderos de largo alcance B17 y B24, se convirtió en la gran obsesión de Arnold. Con voluntad de hierro, Arnold despidió a los subordinados que no fueron capaces de compartir su urgencia y condujo al gran bombardero a través de los ciclos de desarrollo y producción.

El General Arnold siempre visualizó el B29 como la única arma con la cual los EE.UU. podrían esperar ejercer presión contra Japón sin largas y costosas operaciones preliminares. Después que EE.UU. entró a la II Guerra Mundial contra Alemania y Japón, Arnold determinó que el B29 debería ser utilizado contra Japón: "Si los B29 son inicialmente empleados contra otros objetivos distintos que Japón, el elemento de sorpresa se perderá, y los japoneses tomarán las acciones necesarias para neutralizar las bases potencialmente utilizables."

El Presidente Roosevelt y el General George C. Marshall, Comandante en Jefe del Ejército, apoyó fuertemente el difícil desarrollo y producción del B29 (aparecieron graves problemas, y en un conflicto global menor, la producción en serie hubiera sido suprimida); ellos también apoyaron su utilización contra las islas japonesas nacionales. FDR y Marshall fueron defensores extraordinariamente tenaces del bombardeo estratégico.

Constantemente, ponían enorme presión sobre Arnold para bombardear a Japón (por eso, el origen de la invasión de Tokio por el Teniente Coronel Jimmy Doolittle a comienzos de 1942). Roosevelt declaró públicamente que los poderes del Eje serían bombardeados fuertemente y se consternó grandemente por las atrocidades y salvajismo a decir verdad, el holocausto cometido por el Ejército Imperial japonés en Asia del Este.

Arnold, que sufrió varios ataques al corazón durante la guerra, (él fue constantemente aconsejado por Marshall de ir más lento), reaccionó infatigablemente controlándose a si mismo y al personal aéreo. El creyó que la guerra con Japón le presentaba a las AAF la oportunidad, finalmente, de probar que una nación moderna tal como Japón podría ser conducida fuera de la guerra sin necesidad de una invasión.

Arnold encontró en el Mayor General Curtis E. LeMay, al hombre que necesitaba para dirigir la campaña estratégica del B29 contra Japón. A comienzos de 1945, la campaña se había rezagado de las Islas Mariana, y Arnold relevó al Brigadier General Haywood ( Possum ) Hansell en favor de LeMay. El General Arnold insistía en resultados. LeMay era un aviador táctico destacado; más aún, era un operador y un conductor recio. Éste había desplegado un liderazgo sobresaliente en la campaña estratégica en Europa

Como es bien conocido, en marzo de 1945, LeMay cambió de una campaña de bombardeo de precisión a gran altura a una campaña incendiaria de bajo nivel que comenzó el 9-10 de marzo de 1945 con el asalto incendiario en Tokio, el ataque de bombardeo más destructivo de la II Guerra Mundial.

Es importante subrayar que los ataques incendiarios contra las ciudades japonesas en la primavera de 1945 fueron apoyados y aclamados por el liderazgo de guerra estadounidense, comenzando por el Presidente Roosevelt y el General Marshall. A fines de 1944 y a comienzos de 1945, Roosevelt estaba cada vez más ocupado con la Guerra del Pacífico, conocedor meticuloso de sus detalles y trayectoria y preocupado por el costo potencial en bajas si una invasión fuera necesaria. De hecho, le imploró a Marshall que proporcionara un golpe decisivo.

Con relación a la pregunta de por qué los comandantes de bombardeo operacional de las AAF en el Pacífico tenían carta blanca en estrategia y táctica, la respuesta correcta es: FDR y Truman enfatizaron muy claramente a Marshall y a Arnold que tenían que hacer todo a su alcance para terminar la guerra con Japón lo más rápido posible, y con el mínimo en bajas estadounidenses y aliadas. Este hecho es el hilo constante y abrumador entre Roosevelt y Truman, y fundamenta la decisión adoptada por el Presidente Truman entre junio y agosto de 1945. No puede ser sobre enfatizado.

Cuando Truman llamó a sus Comandantes en Jefe a la Casa Blanca el 18 de junio de 1945, en primer lugar, en su mente estaba el elevado número de víctimas estadounidenses durante las campañas en la Isla del Pacífico. Muy revelador de la forma de pensar de Truman y frecuentemente ignorado por los historiadores fue el Memorándum del Almirante William Leahy del 14 de junio convocando a los Jefes del Estado Mayor Conjunto (Joint Chiefs of Staff JCS) a esta reunión. Leahy informó a los JCS que Truman necesitaba un cálculo del tiempo estimado y un cálculo de bajas y heridos que resultarían de una invasión a Japón.

Truman deseaba un cálculo del tiempo y las bajas que resultarán de un esfuerzo para derrotar a Japón por aislamiento, bloqueo y bombardeo por fuerzas navales y aéreas.

Era su intención de tomar sus decisiones de la campaña con el propósito de reducir al máximo grado posible el número de bajas norteamericanas.

La economía en el uso del tiempo y costo monetario fue comparativamente poco significativo.

Continua

TITUS20050

23-02-2012

A mediados de junio de 1945, Okinawa era la única campaña que Truman tenía en su mente. Había sido una campaña tremendamente sangrienta que mató o hirió un total de 49.000 estadounidenses. La ferocidad de los defensores japoneses, y el exitoso uso de los aviones japoneses suicidas kamikase, le dieron a Truman y al liderazgo militar una pausa en relación a las potenciales víctimas estadounidenses en una invasión a Kyushu (Operation Olympic), la cual Truman aprobó el 18 de junio para llevar a efecto el 1º de noviembre de 1945.

Basado en el efecto de proporción del 35% de víctimas norteamericanas en Okinawa-confirmó a Truman durante la reunión del 18 de junio de 1945-que los EE.UU. podrían sufrir aproximadamente 268.000 víctimas en la invasión de Kyushu, dado el tamaño de las fuerzas invasoras.

El pronóstico le indicaba a Truman que entre 6.000 y 8.000 aviones kamikase estarían disponibles para oponerse a un aterrizaje en Kyushu y que los japoneses podrían contar con más de 2 millones de soldados para defender las islas nacionales con gran ferocidad.

A través de la II Guerra Mundial, la Marina de los EE.UU. sufrió 34 buques hundidos, 368 averiados, 4.907 marinos muertos, y 4.824 heridos en consecuencia de los ataques kamikase.

Aproximadamente, por cada 7 ataques kamikase, la Armada tenía un buque hundido o averiado. La verdad es que los líderes militares japoneses intransigentes, y su gobierno, estaban insistiendo en una lucha hasta el fin, con el objetivo de forzar una paz negociada que modificaría o destruiría la política de capitulación de la administración de Truman. Ellos recalcaron las bajas que los estadounidenses habían sufrido en Okinawa. El plan médico del Ejército de EE.UU. para la Operation Olympic estimaba que el total de víctimas de batalla y no batalla (sin incluir bajas) podrían ser de 394.859.

Incluso, el descifrado de las comunicaciones secreta diplomática de Japón por los EE.UU., a través de las intercepciones denominadas Magic, indicaron que la retención del Emperador no era el único impedimento para la paz. Las intercepciones Magic indicaron que los japoneses estaban intentando negociar con la Unión Soviética para permitirles mantener su imperio previo a la guerra.

Más aún, el alto mando del Ejército Imperial era el que estaba dictando el paso. Las intercepciones estadounidenses del tráfico militar japonés, nombre de código Ultra, mostró claramente que el ejército japonés no tenía ninguna intención de rendirse. De hecho, desde la reunión del 18 de junio entre Truman y los jefes militares, Ultra señaló una gran formación de tropas japonesas en Kyushu. Esta situación dio credibilidad a la advertencia que Truman dio a sus jefes militares que él quería prevenir otra Okinawa de un extremo de Japón al otro.

Los japoneses no quisieron aceptar la declaración Potsdam que llamaba a la rendición

incondicional y Truman ordenó que la bomba atómica fuera lanzada en Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Pero asi, Japón no se rindió. No hasta que una segunda bomba fue lanzada en Nagasaki y no hasta que la Unión Soviética declarara guerra al Japón, comenzó el Consejo de Guerra japonés a pensar en debatir una capitulación.

En una reunión de gabinete el 9 de agosto, luego de conocer el ataque en Nagasaki, el Ministro de Guerra japonés General Korechika Anami, comunicó que debemos pelear la guerra hasta el final no importa cuán grande sean las disparidades en contra nuestra.

Los líderes más antiguos del Ejército y la Armada japonesa discutieron por una continuación de la guerra y buscaron frustrar los esfuerzos de capitulación a los aliados del Emperador Hirohito. Subsecuentemente, los oficiales radicales gatillaron un breve golpe de palacio que resultó en la muerte de soldados leales al emperador y de oficiales rebeldes que buscaron prevenirlo de difundir una rendición ante los aliados.

Numerosos antiguos oficiales japoneses y otros oficiales incluyendo Anami y Vicealmirante Takajiro Onishi, padre de la fuerza kamikase cometieron harakiri (suicidio ritual) antes que rendirse. El emperador anunció la aceptación de Japón de los términos de rendición, el 15 de agosto (hora de Tokio). Luego después, envió a miembros de su familia a instalaciones militares claves para asegurarse que los militantes no continuarían la guerra.

Si no se hubiesen utilizado las bombas atómicas, ¿Se habría rendido Japón antes de la invasión de Kyushu, programada para el 1º de noviembre de 1945? Esta respuesta, por supuesto, no puede ser determinada. Sin embargo, si la campaña del B29 hubiese continuado por varios meses más, muchos japoneses hubiesen muerto, más que en Hiroshima y Nagasaki.

Por cierto, es difícil imaginarse cualquier otro medio por el cual Japón se pudo haber rendido con víctimas equivalentes o menos que aquellas experimentadas en Hiroshima y Nagasaki. Japón había sido derrotado pero no estaba dispuesto a rendirse. Las fuerzas armadas japonesas y el gobierno estaban, en efecto, reteniendo a su propia gente como rehénes.

Hiroshima y Nagasaki eran, bajo los principios de ley internacional, blancos militares legítimos de ataque. Ambos tenían extensas fábricas de armamento, así como industrias relacionadas con la guerra y ambas contribuyeron significativamente a las redes de transporte militar japonés. Más aún, ambas tenían instituciones militares fuertes. Hiroshima, por ejemplo, era la sede del Segundo Ejército Japonés virtualmente destruido en el bombardeo atómico de la ciudad.

Más allá de esta exposición razonada, la decisión de lanzar la bomba atómica en los dos objetivos no constituyó un acto de agresión contra un enemigo ya reducido e impotente, por las fuerzas aliadas. Por cierto, en agosto de 1945, la lucha aún era vehemente a través de Asia: una invasión a Malasia había sido planificada para más adelante en el año.

En particular, cientos de miles de prisioneros aliados estaban en peligro mortal. En ese momento, el 43% de los prisioneros en las manos japonesas (casi 400.000 cautivos) habían muerto una clara medida de la brutalidad del gobierno japonés. (El número de víctimas del gobierno japonés fue aproximadamente 20 millones de muertos). Recientemente un experto a mostrado que, existe evidencia clara, de que si los aliados hubieran invadido, los japoneses hubieran asesinado a estos prisioneros de guerra.7 Es importante recordar que Japón también tenía en marcha un vigoroso programa para desarrollar una bomba atómica.

Es adecuado mirar hacia atrás desde la perspectiva de hoy y concluir que el lanzamiento de las bombas atómicas no fue necesario. El Presidente Harry Truman no tuvo esta opción. Aunque militarmente derrotado, Japón no estaba dispuesto a rendirse. Bandos militares y del gobierno estaban llamando a una lucha hasta el final, aún invitando a una invasión y planificando infligir enormes bajas en las fuerzas estadounidenses. Truman tenía una responsabilidad hacia los militares y hacia la población de los EE.UU. de poner término a la Guerra del Pacífico y de evitar las grandes bajas que hubiera costado una invasión.

A pesar de que a los historiadores revisionistas les gusta sostener que la mayoría de los historiadores estadounidenses cuestionan la decisión de Truman, esta declaración está lejos de la verdad. Muchos historiadores creen dado el contexto de tiempo y las opciones de Truman que el presidente tomó la decisión correcta. Por cierto, una encuesta llevada a cabo por la Organización de Historiadores estadounidenses mostró que de 854 historiadores estadounidenses encuestados, sólo seis pensaron que el lanzamiento de la bomba fue un punto oscuro en la historia.

Claramente, si el presidente Roosevelt hubiera vivido, indudablemente él hubiera tomado la misma decisión que Truman. En el contexto del tiempo, ambos hombres, como comandantes en jefe, creyeron que los EE.UU. necesitaban emplear un bombardeo estratégico contra las naciones del Eje quienes estaban matando millones de personas e intentando destruir la democracia. Truman, como FDR antes que él, creyó profundamente que los EE.UU., debería, siempre que fuera posible, terminar la guerra y salvar vidas norteamericanas.

Continua

mister xixon

23-02-2012

a mi entender me parece un magnifico articulo. Aunque no simpatizo mucho con los EEUU en este punto concreto estoy totalmente de acuerdo con la decision tomada en aquel crucial momento de la historia, y aunque trajo un numero incalculable de victimas para mi la culpa de esas victimas va dirigida a los dirigentes japoneses que viendo una guerra perdida no les importo para nada su pueblo, la consecuendia....

saludos

gilfi

24-02-2012

Concuerdo con Mister Xixon sobre que es un muy buen artìculo..... espero la continuaciòn del mismo.....

Saluten

TITUS20050

24-02-2012

Para finalizar este articulo publico a continuacion las fuentes consultadas ademas de el articulo en cuestion:

Fuentes:Carl Berger, B29: The Superfortress (New York: Ballantine Books, 1970).

              B. Allen y Norman Polmar, CodeName Downfall: The Secret Plan to Invade Japan and

              Why Truman Dropped the Bomb (New York: Simon and Schuster, 1995).

              Stanley Weintraub, The Last Great Victory: The End of World War II (New York: Dutton,

                1995) 

Estos libros fueron consultados via internet en la Biblioteca del congreso de los EE.UU ,Washington, D.C.

Datos de los autores del Articulo:

El señor Herman S. Wolk es un historiador principal de la Oficina de Apoyo Histórico de la Fuerza Aérea. Es coautor de Evolution fo the American Military Establishment since World War II (1978) y autor de Strategic Bombing: The American Experience (1981) y Planning and Organizing the Postwar Air Force, 1943 47 (1984)

El Dr. Richard P. Hallion (PhD, University of Maryland) es el historiador principal de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Cargos previos incluyen analista de asuntos importantes y de política, grupo de personal de la secretaría, Oficina de la Secretaría de la Fuerza Aérea; profesor visitante de Historia de Aeroespacio, Museo de Aire y Espacio, Charles A. Lindbergh, Instituto Smithsonian; Historiador Ejecutivo, Dirección de Programas Avanzados, Sede Comando de Sistemas de la Fuerza Aérea, Base Aérea Andrew, Maryland.-

josmar

24-02-2012

Un excelente trabajo de recopilación, Titus.... Mi felicitación por tu acierto y esfuerzo...

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