Alejandro R.Ruiz
Cuando el avance de su unidad se vio detenido por un fortín enemigo hábilmente camuflado, mostró una notable valentía e intrepidez más allá del cumplimiento del deber. Su escuadrón, súbitamente bajo una lluvia de fuego de ametralladoras y un nocivo ataque de granadas, fue cercado. Lanzándose a tierra, el soldado Ruiz tomó un fusil automático y arremetió a través de las granadas voladoras y el fuego de rifles y armas automáticas hacia la parte superior del emplazamiento. Su fusil se atascó justo ante el ataque de un soldado enemigo. Sin acobardarse, el soldado Ruiz giró sobre su agresor y lo golpeó con la culata. Luego retrocedió corriendo a través de balas y granadas, tomó más municiones y otro rifle automático, y regresó al fortín. El fuego enemigo se concentraba ahora sobre él, pero continuó atacando, alcanzando milagrosamente la posición, y a plena vista trepó hasta la parte superior. Saltando de una abertura a otra, lanzó explosión tras explosión dentro del fortín, matando a 12 enemigos y destruyendo completamente la posición.
José F.Valdez
Se encontraba de guardia en un puesto fronterizo con otros cinco cuando el enemigo lo sorprendió con un violento contraataque. Desde su posición cercana a un bosque, a unos 400 metros de las líneas americanas, visualizó a un tanque enemigo a aproximadamente 70 metros de distancia, arrasándolo con su fusil automático hasta lograr su retirada. Posteriormente advirtió a 3 alemanes acercándose furtivamente a través del bosque. Rehusándose a protegerse cuando los soldados enemigos se abrieron fuego con armas pesadas automáticas desde una distancia de 27 metros, libró una batalla campal con los atacantes hasta bajar a los 3. Rápidamente el enemigo inició un ataque con 2 compañías completas de soldados de infantería, atacando a la patrulla con devastadoras concentraciones de descarga de fusil y armas automáticas y comenzando un movimiento envolvente que forzó al líder de la patrulla a ordenar la retirada. A pesar de las terribles condiciones, el soldado Valdez inmediatamente se ofreció como voluntario para cubrir la maniobra, y a medida que la patrulla se precipitaba de uno en uno a través de una lluvia de balas hacia las líneas americanas, disparaba ráfaga tras ráfaga contra el enjambre enemigo. Tres de sus compañeros resultaron heridos en su intento por alcanzar la seguridad y él resultó ser herido por una bala que penetró en su estómago y, pasando por su cuerpo, salió por su espalda. Tratando de superar el dolor agonizante, recobró el control de sí mismo y reasumió su posición de fuego, descargando un escudo protector de balas hasta que todos los miembros de la patrulla estuvieron seguros. Utilizando el teléfono de campaña, solicitó artillería y fuego de mortero sobre los alemanes y corrigió la distancia hasta que los proyectiles cayeron dentro de los 45 metros de su posición. Durante 15 minutos resistió el desalojo por parte de más de 200 enemigos; luego, al observar que la barrera había roto el contraataque, se arrastró hasta sus propias líneas. Murió más tarde como consecuencia de sus heridas. Gracias a su valiente e intrépida posición y a costo de su propia vida, el soldado Valdez hizo posible que sus compañeros escaparan, y fue el responsable directo de rechazar un ataque efectuado por fuerzas enemigas ampliamente superiores.
Yismael R.Villegas
Era líder del escuadrón cuando su unidad, en posición de avance, se topó con un enemigo fuertemente atrincherado en cuevas y trincheras individuales conectadas sobre un terreno dominante. Iba valientemente de hombre a hombre, ante granadas que estallaban y cargas demoledoras, a través de descargas de fusil y ametralladoras pesadas, para darle ánimo a sus compañeros. Inspirados por su valentía, sus hombres avanzaron hacia la cima de la colina. Numerosos fusileros enemigos, que se rehusaban a huir, continuaban disparando desde sus trincheras individuales. El Sargento Segundo Villegas, con total indiferencia por su propia seguridad y las balas que levantaban el polvo a sus pies, atacó una posición enemiga, y, disparando a quemarropa, mató a los japoneses de una trinchera. Arremetió una segunda trinchera mientras las balas le erraban por centímetros, y mató a 1 enemigo más. En una rápida sucesión, atacó una tercera, una cuarta, una quinta trinchera, destruyendo siempre al enemigo que se encontraba dentro. El fuego contra él crecía en intensidad, pero apresuró su avance para atacar una sexta posición. Cuando se aproximaba a su objetivo, fue herido y muerto por el fuego enemigo. Gracias a su heroísmo y a su invencible espíritu de lucha, el Sargento Villegas, a costa de su propia vida, inspiró a sus hombres a un ataque determinado en el que barrieron del campo al enemigo.
UN SALUDO.