15-02-2006
LA SVÁSTICA
El culto solar es, de todas la creencias de los habitantes de la Europa Protohistórica, el que ha tenido una mayor importancia en la vida y en el arte de estos pueblos así como el que más trascendencia tuvo en otras épocas de la Civilización Occidental. El arte europeo de la Edad del Bronce y de la primera Edad del Hierro presenta en todos los lugares, a pesar de las diversidades locales, ciertas similitudes de tipos en los que una de las principales causas de estas analogías hay que buscarlas en sus creencias comunes.
El culto al Sol y la rueda solar en la Europa Protohistórica
Los griegos de la época clásica designaban con el nombre de hiperbóreos a los pueblos situados vagamente en los extremos del norte y del oeste de Europa, es decir los celtas y los germanos. Gracias al comercio del ámbar, ellos poseían sobre estos pueblos algunos conocimientos mezclados con fábulas. Sabían que aquellos hiperbóreos reverenciaban mediante un culto especial a un dios que ellos identificaban con Apolo (Apolo era primitivamente un dios de la Luz y el Sol). En el siglo IV a.C. Hecateo de Abdera hablaba de una isla (Gran Bretaña) ocupada por los hiperbóreos en la que éstos habían levantado a Apolo un templo magnífico de forma circular (algunos autores lo han asociado a Stonehenge). Julio Cesar cuenta en su obra “La guerra de las Galias” que los germanos adoraban al Sol, el fuego y la Luna.
Los pueblos de estirpe indoeuropea rendían culto al Sol, mediante la celebración de la fiesta y los ritos del Solsticio, cuyos ritos cristianizados (Navidad, liturgia del Sábado de Gloria, fuegos de la noche de San Juan) han permanecido hasta hoy entre nosotros. Según Pierre Vial: “Los textos arios hacen del sol el origen de todo lo que existe, el principio y el fin de toda manifestación... El ciclo solar simboliza la alternación vida-muerte-renacimiento... El Sol es un aspecto del árbol del mundo (del árbol de la vida) que se identifica con el rayo solar”[1] Entre estos pueblos el culto solar no se reducía a una simple adoración material del astro solar, sino que era la expresión de reverencia ante el símbolo de una realidad más alta e inaprensible. Para los arios el Sol era el símbolo de Dios.
En el año 1902, en Trundholm, localidad situada en la parte norte de la isla de Seeland (Dinamarca), apareció un pequeño carro de bronce con un caballo que arrastraba un disco dorado colocado verticalmente. Este objeto, imagen incontestable del disco solar, revelaba el destino preciso de toda una serie de discos en oro y carros votivos que han ido apareciendo posteriormente. Estos discos están profundamente decorados con símbolos solares como son los círculos concéntricos, el círculo crucífero y la estrella[2] .
También hay que constatar la asociación entre el culto solar y el caballo, que veremos reaparecer en otras regiones y épocas: Así, el mito indoeuropeo del disco solar arrastrado por un caballo, reaparece en un himno védico que habla del carro solar “de rueda única” que hace avanzar “un corcel único” [3] Dechelette ve reforzada esta teoría en la asociación de símbolos solares y cráneos de caballos que aparecieron en los túmulos de Mané-Lud, en Locmariquer (Bretaña), y en el tema caballo-disco solar que volvemos a ver en la isla de Siros en el mar Egeo[4]
En las regiones del norte, el Sol describe un movimiento rectilíneo a lo largo del horizonte produciendo así la imagen de una rueda de fuego que gira lenta y serena en las alturas. Aquí el resplandor del Sol dibuja a veces en el cielo una gran cruz luminosa que se destaca sobre el fondo de un círculo radiante (es el meteoro que se conoce con el nombre de halo solar o parhelios). Esto nos da la forma de rueda o disco cruzado con que aparece representado en los petroglifos escandinavos de la Edad del Bronce[5]
Los mitos antiguos relativos al Sol se refieren al recorrido aparente que efectúa en veinticuatro horas alrededor de la Tierra, trayecto dividido en dos fases: durante la primera, se eleva de Oriente, recorre su ruta celeste y desaparece en Occidente sobre las aguas del río Océano que rodea a la Tierra; durante la segunda, invisible a los humanos, navega sobre las aguas, de Poniente a Levante, para regresar a su punto de partida. El astro, durante ese segundo recorrido, navega sobre un barco que simboliza este viaje en que deja a la tierra en tinieblas. Este éxodo del astro de la luz afectaba especialmente a los habitantes de las regiones hiperbóreas, donde las interminables noches de invierno contrastaban con los días más largos del verano.
Los arqueólogos tienen por representaciones solares a las barcas que frecuentemente aparecen en los grabados rupestres de esta región. Sobre la barca solar M. Montelius afirma: ”Del modo en que se representaba el Sol portado por una barca, la barca pertenece a los símbolos solares. Entre los numerosos navíos de los grabados rupestres, muchos deben ser símbolos. De ellas hay también diversas figuraciones similares que aparecen sobre los cuchillos y otros bronces nórdicos de la misma época”[6]
Asociado al tema de la barca solar y en los carros votivos aparece el cisne. Este ave la veremos como el principal símbolo o compañero del Sol durante la segunda mitad de la Edad del Bronce y de la primera Edad del Hierro en la Europa del sur, del centro y del norte portado por los pueblos indoeuropeos de la “Cultura de los Túmulos” y especialmente por los de la “Cultura de los Campos de Urnas”. Así en la cultura de Villanova en Italia, creada por los pueblos de los “Campos de Urnas”, aparecen constantemente los cisnes junto al disco solar en jarrones de bronce, cascos, fíbulas y armas (en unión de círculos concéntricos, espirales y svásticas). Las sepulturas de Hallstatt (1ª Edad del Hierro) han dado numerosos ejemplares del mismo tipo. En la región del Rhin, los cinturones de la necrópolis del bosque de Haguenau llevan símbolos similares y los círculos concéntricos están así mismo asociados a la svástica. En la Galia, el símbolo de la rueda solar sobre la barca con dos proas en forma de ave, se vuelve a encontrar en pendientes y amuletos del final de la Edad del Bronce.
En líneas generales se puede decir que, desde la expansión de los indoeuropeos, el Sol aparece desde la India hasta Escandinavia vinculado al caballo durante su viaje celeste y al cisne durante su regreso infernal sobre le río Océano. Los dos animales uncidos al carro o a la barca solar son instrumentos de viaje funerario hacia Occidente, más allá del Océano, lo mismo en Creta al final del minoico que en los países nórdicos.
Una pervivencia del tema sol-cisne la encontramos con posterioridad en la mitología de la Grecia clásica, en la que el símbolo del Apolo hiperbóreo (que habita en las regiones del norte) era el cisne. En estrecha relación con este Apolo hiperbóreo está el “gorgonèion” (otro emblema conocido del Sol) que reemplaza a las ruedas solares en la ornamentación de las armaduras y a las svásticas que aparecen sobre los cascos de la época clásica.
La svástica y los símbolos derivados de la rueda
La svástica es uno de los símbolos más antiguos y enigmáticos de la historia de la humanidad. El nombre, de origen hindú, deriva del sánscrito “Su” (bien) y “As” (ser), por lo que se puede traducir por “lo que es bueno”. En griego equivale a “vigoroso” o “sano”. La svástica de cuatro brazos en ángulo recto es conocida también por cruz gamada o “gammadión” porque puede constituirse juntando cuatro letras gamma del alfabeto griego. Poseía, al menos en su origen un carácter sagrado, más tarde reducido a un valor simbólico o profiláctico.
La svástica, junto al disco, la rueda solar en llamas (también conocida como “cruz céltica”), el “triskele” (svástica de tres brazos utilizada por los celtas), los círculos concéntricos, etc. Es un símbolo solar: En las épocas remotas de la humanidad el Sol era representado en principio como círculo, luego doble círculo, para terminar por grabar en éste una cruz. De ello resultó una rueda solar de un rayo. A veces el círculo era solo esbozado brevemente, a veces el Sol representado simplemente como cruz. Ahora bien, ¿qué relación tiene éste con la svástica? En las excavaciones que el arqueólogo alemán Schiemann realizó en la segunda ciudad de Troya (del 2500 a.C.)encontró urnas en al que la svástica está asociada con la rueda solar crucífera y más concretamente, los dos símbolos tendrían un mismo significado: ambos eran el sagrado símbolo del Sol.
Sobre su significado Dechelette afirma: “No puede, en nuestra opinión, subsistir ninguna duda sobre su significación primitiva: era el emblema del Sol en movimiento, el equivalente de la rueda de la cual no es más que su derivación doble”[7] Para Ludwig Müller, en la Edad del Hierro, la svástica representaba al dios supremo[8]. Pero para René Guènon tendría un significado diferente: como símbolo del Polo, sería el centro de la acción del Principio sobre el Universo[9]. No obstante, la interpretación más generalizada, ya en la Edad Media, es que corresponde al movimiento y ala fuerza solar (visión que es asumida por Dechelette y la mayoría de los autores).
Los primeros testimonios en que aparece la svástica son de Irán en la época neolítica y en Elam durante el cuarto milenio antes de nuestra era. En Siebenbürgen (Transilvania) aparecieron vasijas (tales vasijas debieron ser recipientes de ofrendas junto a los sepulcros). También empieza a verse en los últimos períodos de la Edad del Bronce en Italia Central.
El punto concreto desde el cual se expande este símbolo no ha sido todavía determinado con exactitud. Para algunos autores tendría un origen hindú, mientras que otros señalan como su probable lugar de origen la zona del Egeo y del Asia Anterior. Así los especímenes encontrados por Schielemann en Troya y los utilizados por otros pueblos indoeuropeos de la zona del Egeo pudieran ser el punto desde el cual se difundió este símbolo.
Lo cierto es que la generalización de su uso se debe a que fue portada y extendida por las diferentes estirpes indoeuropeas durante la primera Edad del Hierro (Período del Hallstatt, que va del 1000 al 500 a.C.) y, desde Troya hasta la península Ibérica, la svástica está relacionada con las creencias de estos pueblos junto laos viejos motivos escandinavos del caballo solar y de las aves acuáticas: En Grecia la encontramos primero entre los inmigrantes dorios ( hacia el 1150 a.C.) y la veremos reaparecer entre los espartanos, descendientes de los dorios. En Persia y la India la svástica fue introducida por los arios (hacia 1500 a.C.) y sobrevivió hasta nuestros días como símbolo religioso de los Jainas y de los Budistas. Z. Mayani indica que entre hicsos que invadieron Egipto hacia el 1788 a.C., la svástica era utilizada por éstos como un símbolo de diferenciación racial respecto a los no arios del Próximo Oriente, pues los pueblos semíticos de Babilonia, Asiria, Fenicia o Israel jamás utilizaron la svástica, símbolo específicamente ario.
Pero con el paso del tiempo no se puede atribuir a todas las figuraciones de la cruz gamada un mismo significado. Para algunos autores, la svástica comienza aparecer con un nuevo significado en el arte escítico: La imagen del carro solar portado por cuatro caballos... que alguien ha querido identificar con los jinetes del Apocalipsis (como se ve en el tesoro de Craiova).
El investigador danés Axel Olrik estudió la svástica entre los germanos y constató que entre los pueblos teutónicos la cruz gamada es el signo del dios de la guerra: Donnar - Thor[10]. Esta svástica germánica está relacionada con el Martillo de Thor (Mjöllnir) que cruzaba el cielo despidiendo relámpagos y que, según las sagas nórdicas, de su golpe hizo salir el fuego del cielo.[11]
La svástica y la simbología solar en la Península Ibérica
La Península no iba a quedar al margen de estas creencias y simbología propias de los indoeuropeos que se habían extendido por toda Europa. En este sentido, E. Cabré afirma: “Por consiguiente, podría suponerse con verosimilitud que también los pueblos prerromanos de la península Ibérica habrían profesado el culto al Sol y justificado tanto por el origen centro-europeo de muchos pueblos peninsulares de la Edad del Hierro” [12]
Los primeros testimonios de simbología solar en nuestro territorio se remontan ala Edad del Bronce. Así, en el Museo Arqueológico Provincial de Oviedo, se conservan unos discos áureos decorados con círculos concéntricos y con una cruz en su interior (de la misma forma en que la rueda solar aparece en el rupestre escandinavo). Estos discos fueron estudiados por E. McWhite, el cual los relacionó con el ámbito irlandés y con especímenes semejantes encontrados en Portugal[13]. Sin embargo, otros autores no piensan en un origen irlandés sino que los asocian al gran mito solar que se expande durante la Edad del Bronce por la zona atlántica desde Escandinavia hasta Portugal. Otros testimonios de este período son los grabados del santuario solar de Cabrojo (Santander), el disco solar que aparece en la cueva de Los Hoyos (Santander) y sobre todo, los grabados rupestres de Galicia.
Con la llegada de las diferentes oleadas de pueblos célticos portadores del hierro (desde el 1100 a.C.) se produce una mayor difusión de las creencias solares, y con ello una manifestación de estos temas en el arte de los pueblos peninsulares. Ya a principios del siglo XX Dechelette señalaba como objetos que pudieran testimoniar este culto a las fíbulas de caballo y el conocido bronce con caballo-rueda solar de Calaceite. Posteriormente en la cultura céltica de Las Cogotas (Ávila), la cerámica encontrada ostenta en su decoración temas solares, incisos o estampillados. En la misma necrópolis de Las Cogotas aparecieron unas plaquitas de hierro recortado con ornamentación de tema solar, como svásticas, ruedas solares e incluso la barca solar escandinava. Los mismos temas de la barca ritual y las aves acuáticas aparecen entre los vácceos (antiguos pobladores de la actual provincia de Valladolid), y que han sido estudiados por F. Wattenberg.[14]
Singular importancia tenían entre los pueblos celtas sus armas de hierro, en las que se sustentaban su supervivencia y su preeminencia sobre otros pueblos. La espada, el arma indoeuropea por excelencia, estaba íntimamente ligada alas creencias hiperbóreas y solares. Cabré ha señalado que las vainas de las espadas célticas de la 2ª Edad del Hierro (Período de La Téne, que va desde el 500 a.C. hasta la romanización) representan en su totalidad una barca ritual, por lo cual aparece representada en ellas el agua (zigzag u ondas serpenteantes, al igual que en los cuchillos del Bronce Nórdico) y el disco solar. Cabré da la siguiente interpretación: “Dentro de esta barca simbólica viajaba la espada, arma portadora de la muerte, que debe ser guiada en su manejo certeramente por el dios solar, tan repetidamente representado en ella, para que a la vez sea talismán protector del guerrero que la usaba”[15]
Las creencias solares permanecerían entre los pueblos de origen europeo hasta la llegada de los romanos. Así, entre los celtíberos de Numáncia (cerca de la actual Soria) vemos a través de sus cerámicas y trompetas de guerra que le culto solar seguía vivo entre ellos por las numerosísimas representaciones de la cruz gamada (asociado al tema del caballo) que nos han legado sobre ellas. La cruz gamada. Aparte de símbolo religioso, parecía tener entre los numantinos un carácter emblemático de su ciudad, puesto que no aparece con tanta profusión en otras ciudades y asentamientos celtíberos. F. Wattenberg, entre otros, estudió los diferentes estilos de las cerámicas numantinas y los fechó en un período que va desde el 320 al 123 a.C. en que la ciudad sucumbe heroicamente tras largas guerras con Roma.[16]