02-10-2008
Porta el apellido que Hitler se empeñó en borrar de la historia desde que el coronel Claus von Stauffenberg trató de acabar con la vida del líder nazi. Ahora, uno de los descendientes del militar revela desde Pollença los entresijos de una historia que pronto llegará al cine ESTEBAN MERCER. POLLENÇA. El 20 de julio es para los europeos una fecha destacada y muy celebrada. También en EEUU e Israel. En ese día de 1944, el coronel Claus von Stauffenberg cometió el atentado que intentaba acabar con la vida de Adolf Hitler. Si hubiera funcionado, millones de personas habrían salvado su vida, tanto en los campos de batalla como en los de concentración, y la historia que hoy conocemos habría sido muy distinta.
Claus von Stauffenberg entregó su vida a cambio de la de su país, era consciente de que estaba cometiendo alta traición y que eso significaría su fin, y posiblemente el de su familia, pero pudo más su honor y lo entregó todo. Alemania le ha recompensado con creces convirtiéndole en el héroe nacional por excelencia, un ejemplo a imitar, un orgullo que se reconoce cada 20 de julio públicamente ante el Reichstag o parlamento alemán, con un juramento de bandera en honor a la resistencia alemana y a la familia Stauffenberg, una de las más antiguas y respetadas de la nobleza alemana, descendiente de la familia imperial Stauffer, con miles de años de historia a sus espaldas. También en el Bendlerblock, donde fue asesinado, se pone una bandera y una corona de laurel. Para que la historia no se repita.
En Mallorca vive uno de sus descendientes, el conde Dominik von Stauffenberg, que recibe a DIARIO de MALLORCA en su lugar de reposo en Pollença, justo el 20 de julio, y a la misma hora del fusilamiento del héroe alemán.
-¿Qué ha significado para usted pertenecer a una familia tan importante?
-Desde pequeño he estado muy orgulloso de lo que hizo mi tío Claus, sabiendo que otra gente intentó también acabar con Hitler y terminar así la guerra.
-¿Era nazi Claus von Stauffenberg?
-Nazi no, pero sí nacionalista. Pensaban que con los nazis podían liberarse del comunismo y superar la crisis política que había en el país.
-¿Cuándo decide matar a Hitler?
-Entró en la conspiración tarde, pero fue el único que se atrevió a llevar el maletín con explosivos hasta el Führer. Lamentablemente, alguien lo cambió de sitio y no pudo matarlo. Al principio él estaba a favor de Hitler, sobre todo después de los primeros éxitos en la guerra, pero cuando notó la persecución de los judíos y la guerra contra la URSS y la brutal política de ocupación en otros países, Stauffenberg dio la espalda a Hitler y se entregó a la resistencia alemana, convirtiéndose en una de las principales fuerzas de presión contra el régimen.
-¿Cómo afectó a su familia?
-Después del atentado, a mi padre la Gestapo lo llevo a la cárcel de Noerdlingen, de ahí al campo de concentración de Buchenwald, y después a Dachau hasta el final de la guerra, cuando fue liberado por los americanos momentos antes de ser asesinados. La idea de Hitler era borrar el nombre de Stauffenberg de la historia, quemar los palacios y castillos de la familia, como si nunca hubiéramos existido.
-¿Cómo marcó esta experiencia a su padre?
-Para mi padre fue un shock terrible, nunca pudo hablar del tema con nosotros, ni siquiera con mi madre. Sin embargo fue un industrial muy importante formado en EEUU, con una vida social muy intensa. Junto a mi madre, Clementina, trató siempre con los mas grandes. Le encantaban las grandes fiestas mundanas y se sentía muy orgulloso de ser alemán, aunque su país se la jugó al meterle a los catorce años en los campos de concentración. Para un adolescente eso es dramático.
-En Alemania son una leyenda, ¿eso exige mucho de ustedes o su familia ha podido vivir al margen?
-Somos historia, y la familia cada vez es más conocida, aunque intentamos pasar desapercibidos. Mi hermana mayor es la princesa heredera de Hohenzollern Sigmaringen, una casa muy importante, y hay poquísimas fotos de ella, sólo en actos oficiales. La pequeña igual, vive en su castillo y nadie la molesta, sólo cuando es necesario. Mi madre, nacida Metternich, es la más mundana, pero no le gusta nada salir en los periódicos. Yo, por mi parte, accedo a hablar con su diario para celebrar con todos los mallorquines y alemanes residentes una fecha tan importante para el Estado alemán. Tras nueve años viviendo en Mallorca, ya me siento mallorquín, y la mayoría de mis amigos son españoles. La gente me ha recibido maravillosamente, tanto en Palma, donde trabajo en lo que me gusta, como en Pollença, donde descanso los fines de semana. Aquí puedo ser yo mismo, en Alemania es mucho mas difícil desarrollar una personalidad al margen del nombre y título que con tanto honor ostento.
-¿Qué le gusta de Mallorca?
-Nada de sol, playa y cerveza. Me gusta su cultura, la gente, sus montañas, su mar. Me gusta todo, sus fiestas privadas llenas de gente divertida de todo el mundo. Es una isla muy moderna, donde se puede vivir al día de todo. Me enorgullezco de ser un buen embajador de Mallorca, sobre todo con mi familia y amigos, que tenían una imagen muy equivocada de la isla. Ahora todos están enamorados de ella y vienen continuamente a disfrutarla. Me tienen envidia? y es que el clima de aquí no tiene rival.
-¿Cómo ha sentado en la familia Stauffenberg que Tom Cruise sea el encargado de dar vida en la pantalla al coronel Claus?
-Hay dos opiniones; una parte a favor porque el nombre de Cruise es un imán para atraer a la gente al cine y conseguir que conozcan a los Stauffenberg y la historia de la resistencia alemana, poco contada y poco reconocida internacionalmente. La otra parte tiene sus reticencias porque no les gusta nada su conexión con la iglesia de la Cienciología, que en Alemania no está reconocida y está siendo investigada por el Estado por sospechas de ser una secta. La familia Stauffenberg siempre ha estado estrechamente vinculada a la Iglesia católica, con muchos obispos-príncipes defendiéndola en un país donde el protestantismo también es importante.
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saludos