19-07-2006
Siempre son de agradecer estas advertencias y puntualizaciones, tus palabras Bruno nunca están de más ;)
Entonces el mismo Rado comentó esta obra...? :-\
19-07-2006
Siempre son de agradecer estas advertencias y puntualizaciones, tus palabras Bruno nunca están de más ;)
Entonces el mismo Rado comentó esta obra...? :-\
20-07-2006
Karl, si ese libro fue el que utilizaste como fuente para tu artículo sobre la Orquesta Roja tengo que decir que no me parece nada de fiar.
¿Os habeis fijado qué alias más obvio utilizaba Rado-Dora?
Sobre el intento de golpe nazi en Brasil que había comentado: comenzó a fraguarse en 1942, a iniciativa del embajador alemán en Brasil, Prufer. Las relaciones entre los dos países empeoraron rapidamente durante ese año. El 11 de marzo el gobierno brasileño había confiscado los bienes pertenecientes a los países del Eje, en compensación por los barcos mercantes brasileños hundidos por sus submarinos. En enero el NSDAP brasileño había sido disuelto, y la policía empezó a perseguir la infiltración nazi en el país (y acertó al destacar en sus informes el estado de Rio Grande do Sul como la principal zona de influencia nazi en el país). En ese ambiente de próxima ruptura de relaciones, la embajada alemana empezó a planear una vasta operación de infiltración tomando contacto con alemanes residentes y militares simpatizantes del Eje. Finalmente, el 22 de agosto Brasil declaró la guerra a Alemania e Italia al no cesar los ataques de submarinos a buques brasileños, pero para entonces ya había un grupo importante de conspiradores brasileños.
La red fue desarticulada el 11 de febrero de 1943, cuando planeaba un levantamiento militar en los cuarteles de Cruz Alta, en el estado de Rio Grande do Sul, y la toma por los golpistas de la capital de ese estado, la ciudad de Porto Alegre. La conspiración la encabezaba el teniente Arthur Stiliner y tres pastores luteranos: August Hast, Heine Germano y José Beckker. Era una intentona con pocas posibilidades de éxito, pero a diferencia de otros movimientos subversivos o golpistas latinoamericanos que fueron acusados de pronazis, en en este hubo participación directa alemana en su preparación.
20-07-2006
No utilicé ese únicamente, no me baso sólo en un libro nunca, leí otro de Perrault y algunos más donde vienen pequeños artículos. :) En fin, que lo leí pero no me base exclusivamente en ello, claro que no, de hecho puede que sea el único de donde no he sacado mucha información.
20-07-2006
Bruno, KHG y Nonsei: Me equivoque de libro, y la razon es que ambos libros estan muy lejos de mi, alla en Cuba ahora, tienes Bruno toda la razon, si lo de Rado eran en Europa, no China ni un carajo, quise decir "Sonia Reporta" de Ruth Werner, y si lo has leido, te daras cuenta que buena espia y camarada era, pero que mala madre de familia, al hijo y al marido era a quienes habia que condecorar!!
Les ruego me disculpen la equivocacion
por cierto, no puedo insertar emoticons, tienen alguna idea de porque? asi como en Yahoo, no puedo responder ni eliminar mensajes, me pueden ayudar??
Gracias
21-07-2006
No hay espía perfecto, el tío al final tuvo su punto débil :D
Ese punto débil creo que lo tenemos todos. Volviendo a Latinoamérica, otra historia:
*En 1930 el reducido número de efectivos navales que el Tratado de Versalles le permitía tener a Alemania, sigilosamente creó la Etappen-Dienst o E-Dienst. Concebida en virtud de la posibilidad de otra guerra mundial con Gran Bretaña, la E-Dienst fue una red de respaldo y abastecimiento naval con base en puertos grandes y pequeños fuera de Alemania, particularmente en países con posibilidades de ser aliados o neutrales en caso de guerra. Una vez completa (como casi lo estaría para 1939), la red se extendería por todo el mundo. Ampliada en 1931, su lista de misiones incluía: preparar las instalaciones para mantener, reparar y reabastecer a los buques corsarios de superficie, submarinos y forzadores de bloqueos alemanes; ayudar a las naves alemanas a regresar a su base en caso de guerra; informar sobre los movimientos navales de todas las naciones; monitorear e informar sobre los movimientos de buques mercantes enemigos y neutrales; realizar espionaje comercial; llevar listas negras; desarrollar campañas de propaganda en la prensa local; envenenar la carga de buques de transporte enemigos y neutrales, etc. Su personal estaría compuesto por ciudadanos alemanes en el extranjero, la mayor parte del personal ya estaba empleado en la industria marítima: agencias marítimas y de seguros, astilleros, aprovisionadores y armadores navales. Prestarían sus servicios por razones de patriotismo y sólo se les pagarían los gastos.
Buenos Aires fue uno de ocho centros neurálgicos marítimos en los que comenzaría la organización de la E-Dienst y ya en 1930 el personal naval alemán había identiflcado a su hombre en esa ciudad. Era el Capitán de Fragata (retirado) Dietrich Niebuhr, veterano de la guerra de 1914-1918 y en ese momento trabajando en una dudosa empresa de venta de armas llamada "COARICO". EI ingreso de Niebuhr a los círculos de negocios germano argentinos e internacionales en Buenos Aires había sido facilitado por su primo Karl Niebuhr, director de 18 compañías. Su hombre de confianza en los círculos navales de la Argentina era un tal V.A. Ferrer, con quien continuaría colaborando ya entrada la década del 40. Para 1932 ya estaba nuevamente en servicio activo y se desempeñaba como "agregado naval" no oficial delministro alemán. Poco después fue reclutado para inteligencia militar/naval (Abwehr) y pasó un tiempo en Alemania, donde se desempeñó como jefe de inteligencia naval. Cuando regresó a Buenos Aires, a fnes de 1936, Niebuhr ostentaba los títulos de agregado naval y de la fuerza aérea, jefe (Abwehrbeauftragte) de inteligencia militar naval para la Argentina, sur de Brasil, Uruguay y Chile y comandante designado de las actividades de la E-Dienst en dicha área, con posterioridad designada "Gross-Etappe 7" (Teatre Etappe 7). Ante la amenaza de guerra, en setiembre de 1938 se le ordenó activar su "organización de guerra" ante la recepción de una "orden especial", y en lo posible, transferir su cuartel general a Río de Janeiro, ya que "la E-Dienst tenía especial interés en la costa Atlántica".
Para entonces Niebuhr ya había reclutado al jefe civil de la E-Dienst local. Se trataba de Thilo Martens, también oficial naval retirado y representante en Buenos Aires de North German Lloyd en la década del 30. Martens, un hombre de negocios sumamente activo, a su vez reclutó a muchos otros alemanes que trabajaban en el negocio naviero en Buenos Aires. (No debía existir superposición entre la pertenencia a la E-Dienst y a la Abwehr). No está claro qué estuvieron haciendo Niebuhr y Martens hasta setiembre de 1939. Niebuhr no reclutó ninguna red de inteligencia; se vería obligado a hacerlo en forma apresurada e ineficiente a partir de setiembre de 1939. Si bien en setiembre de 1939 la E-Dienst de La Plata ocupaba el segundo lugar en magnitud de gastos anuales de todas las organizaciones en el exterior, Martens, que se encontraba en Alemania cuando estalló la guerra, debió ser persuadido por el Almirante Wilhelm Canaris, jefe de la Abwehr, para volver a Buenos Aires y darle vida a la estructura de la cual, nominalmente, era el jefe. Para Martens la guerra fue buena; para 1945 se había convertido en un hombre muy rico.
Después de setiembre de 1939 las actividades de la E-Dienst y de la Abwehr en la Argentina consistieron en operaciones de espionaje, incluyendo información sobre movimientos de buques; esfuerzos infructuosos para utilizar buques mercantes alemanes atrapados en puertos chilenos, argentinos, uruguayos y brasileños para romper bloqueos; su eventual venta a armadores neutrales; la operación del Admiral Graf Spee que en diciembre de 1939 hizo trasladar a más de mil miembros de la tripulación del buque de guerra hundido desde Montevideo a Buenos Aires para su reclusión, y la huida y el regreso a Alemania de más de ciento cuarenta oficiales y personal técnico del Spee. Para fines de 1942, las actividades de espionaje de Niebuhr (sobre las cuales nunca fue muy entusiasta), y su intervención en las huídas del Graf Spee le valieron la declaración de persona non grata. En enero de 1943 regresó a Alemania.
El 19 de febrero de 1940 Niebuhr envió un telegrama cifrado vía Transradio (sin duda monitoreado por los británicos); en el que enviaba una propuesta por parte de un hombre de confianza alemán conocido sólo como "Robert" para crear una base secreta de submarinos clase U en la costa patagónica, a 44ª 15' de latitud sur (es decir, en Bahía Vera justo al norte de Cabo Raso). Debía disfrazarse como una fábrica para el procesamiento de grasa, aceites, pieles y harina de pescado provenientes de la caza de lobos marinos. La ubicación, para la cual "Robert" tenía una "concesión", estaba (dijo) alejada de los buenos caminos y podía ocultarse fácilmente. En una instalación de ese tipo, construida sobre el modelo de una empresa noruega en la costa sur de Comodoro Rivadavia, los depósitos de Gasoil y lubricantes no despertarían sospechas. Se trataba asimismo de una empresa que prometía ser muy lucrativa. Si bien Niebuhr avaló la propuesta, el OKM la rechazó sin más trámite, ya que el comando naval no tenía intenciones de provocar a los estadounidenses quienes habían proclamado una "Zona de Seguridad Panamericana" que se extendía 200 millas mar adentro de los continentes americanos. El proyecto no reaparece en la correspondencia alemana clandestina, pero ocupa un lugar destacado en la creciente mitología de la costa patagónica.
En mayo de 1941, por ejemplo, una "fuente habitualmente confiable" describió dos bases alemanas, una en Península de Valdés entre Lobería y Punta Delgada y la otra en el extremo sur en el Territorio Santa Cruz, 8 km al norte de la desembocadura del Río Deseado, un área de numerosas cuevas. En palabras del informante, "numerosos" reabastecimientos de combustible habían sido llevados a cabo por los buques cisterna propiedad de la firma Astra. La figura central en estos asuntos clandestinos fue un empleado de Casa Lahusen, un tal Schulz, cuya base de operaciones estaba en el pueblo de Nueva Lubeca. El 18 de diciembre de 1941 llegó un informe similar con respecto a Lobería. Y de acuerdo con el mismo informante, en Caleta Córdoba se encontraba otra base secreta y había otra en Caleta Olivia que estaba disfrazada como Cía. de Extracción de Aceites y Grasas, una sucursal de la firma Lahusen (ésta es aproximadamente la misma ubicación de la empresa "noruega" a la que "Robert" había hecho referencia anteriormente). Una vez más se informó que el buque cisterna Astra, de la compañía petrolera del mismo nombre, había reabastecido de combustible a submarinos.
En este momento, y nuevamente en setiembre de 1943, se informó que buques pesqueros de la firma japonesa CACIP habían participado activamente en operaciones de reabastecimiento de combustible. A veces operaban desde la región de Santos, en Brasil. A fines de agosto de 1942, una aeronave brasileña descubrió a un buque argentino llamado Santa Cruz reabasteciendo de combustible a un submarino clase U, en altamar, entre Santos y Montevideo. La aeronave brasileña puede o no haber bombardeado al submarino. No fue hundido. En noviembre de 1942 la Embajada de los EEUU se enteró de que el Mayor Pablo Stagni, jefe de la Fuerza Aérea Paraguaya había visto un submarino alemán en la desembocadura del río Colorado. Los estadounidenses verificaron la historia y no hallaron nada salvo una operación de guardacostas británica muy eficiente. Florecieron los rumores de que buques cisterna de YPF habían reabastecido de combustible a submarinos clase U, pero no pudo substanciarse nada. El Cónsul británico en Comodoro Rivadavia les señaló a los estadounidenses que el Capitán de un submarino alemán clase U sería tonto si desperdiciase el escaso combustible en un viaje de ida y vuelta entre Patagonia y las zonas en guerra, a miles de millas al norte.
La red de espionaje de la Abwehr de Niebuhr no tenía contacto directo con los submarinos clase U en altamar. En vez, de acuerdo con los procedimientos de inteligencia alemanes, se enviaba la información de inteligencia naviera a Alemania por medios electrónicos (cable, radio comercial o clandestina) y allí era transferida al personal de planeamiento táctico de operaciones con submarinos clase U, y desde allí a las unidades en altamar. Como los criptógrafos británicos y estadounidenses habían roto los códigos secretos supuestamente inviolables a comienzos de la guerra, estaban en condiciones de leer una creciente cantidad de telecomunicaciones de inteligencia alemana; por lo tanto, los convoyes Aliados podían ser reencaminados para evitar las emboscadas de los submarinos clase U. Por esta razón no se perdieron embarcaciones Aliadas que zarparon de Buenos Aires como resultado directo del espionaje alemán. Una razón igualmente importante para el grado insignificante de actividad por parte de los submarinos alemanes clase U en aguas argentinas estaba dada por el deseo del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán de mantener a la Argentina (y a Chile) neutral, a toda costa. Por lo menos hasta agosto de 1944 estaba prohibida toda la actividad de submarinos clase U al sur del paralelo 28ª aproximadamente en el nivel de los estados brasileños de Santa Catarina y Río Grande do Sul.
Los últimos radiomensajes alemanes clandestinos (probablemente leídos en su totalidad por los criptógrafos Aliados) fueron enviados desde suelo argentino durante agosto de 1944. Desde entonces quedaron escasas posibilidades de cualquier clase de comunicación transatlántica. Una fue la red marítima de marinos mercantes y correos españoles y portugueses, particularmente de la línea Ybarra, que operaba el Cabo de Hornos y el Cabo de Buena Esperanza. Sin embargo, este método siempre había sido lento e incierto y, para ese momento, ya era muy inseguro (los "agregados legales" de la embajada de los Estados Unidos - el FBI - pagaron precios altos por los mensajes que les eran desviados); obviamente, sólo podían confiarse mensajes poco significativos a estos marinos/correos. Si, hipotéticamente, hubiera sido necesario enviar un mensaje importante - tal vez con respecto a la huida hacia la Argentina de una de las principales figuras del Eje- hubiera sido mejor encomendárselo a algún viajero neutral de alta posición. Este tipo de viajeros no escaseaba: es casi seguro que los diplomáticos españoles y el personal militar permitían que la valija diplomática y su equipaje personal fueran utilizados en esta forma. De todos modos, nunca salió a la luz información específica sobre el contenido de estas comunicaciones.
Algunos agentes alemanes - entre quiénes Johann Siegfried Becker es el más conocido - cruzaron el Atlántico como "polizones" a bordo de embarcaciones españolas durante la guerra. Hasta donde se sabe, ningún submarino transportó agentes alemanes a la Argentina. La poca importancia que las autoridades navales alemanas le dieron a las cuestiones sudamericanas está indirectamente sugerida por la aventura del velero Santa Barbara (o Passim). Este ex barco langostero de 22 metros, de construcción francesa, perteneció a la pequeña flota de la Abwehr. En tres ocasiones el Santa Barbara transportó agentes al hemisferio sur, a Sudáfrica en 1941, Brasil en 1943 y la Argentina (Punta Mogotes, Provincia de Buenos Aires) en 1944 y al hacerlo, efectuó seis travesías del Atlántico en tiempos de guerra. En las últimas dos misiones los agentes fueron arrestados casi instantáneamente; nunca más se supo del agente que se quedó en Sudáfrica. Cuando el proyecto argentino surgió por primera vez a fines de 1943, la marina denegó la solicitud del Sicherheitsdienst para efectuar un desembarco submarino. El Ministerio de Relaciones Exteriores dio su consentimiento sólo renuentemente a una inserción usando un velero y la Abwehr dio su consentimiento, con el mismo nivel de renuencia, a proveer la embarcación. El Capitán Niebuhr (que en ese momento asesoraba sobre cuestiones argentinas) opinaba que los agentes serían capturados y que su captura pondría en peligro el resto de las operaciones clandestinas alemanas en el país. Estaba equivocado, pero sólo debido a que dichas operaciones ya habían sido penetradas extensivamente por la contrainteligencia Aliada y argentina. En el bando de los Aliados, a numerosos oficiales navales británicos, así como a J. Edgar Hoover, les resultaba imposible creer que un velero hubiera cruzado seis veces los controles navales Aliados sin peligro. Para ellos, debe haberse tratado de un submarino. *
(http://www.histarmar.com.ar/InfHistorica/BusquedasUBoats/5-InformeCeanaCastellano.htm)
Después se habla del mito del Cuarto Reich y de los famosos U-530 y U-977, que se rindieron a los argentinos tras el fin de la guerra. Muy interesante.
17-09-2006
Queridos:
Este tema que yo propuse levanto incisivas discusiones y agudas observaciones por casi todos, sobre el espionaje en general y sobre todo allende los mares. Se hablo de casos en Chile, Argentina, y hasta de la Orquesta Roja y los espias sovieticos en Manchukuo...!! Pero al final nadie me confirmo o nego mi pregunta abierta a todos los foristas!!
Pero yo me averguenzo de no haber publicado lo que queria, acerca del espia nazi descubierto, procesado y fusilado en La Habana, que teoricamente, era el motor impulsor de este debate. como muestra de respeto a mis camaradas foristas, cumplo mejor tarde que nunca, mi palabra de soldado de miembro del Regimiento "Kremlin" del Ejercito Rojo, y les dejo con la historia que debi publicar hace ya 2 meses.
Abrazos
El espía alemán
El Castillo del Príncipe es una de las ultimas fortalezas que la Corona Española construyo como parte del cinturón defensivo que haría de La Habana una plaza inexpugnable, terminando su construcción en 1779. Sin embargo, nunca tuvo en su abolengo ningún hecho universal digno de ser mencionada, salvo si acaso el nacimiento en su seno del gran Genio Jose Raúl Capablanca. Durante casi toda su historia su papel se vio relegado a servir como penitenciaria de la capital de la Isla, de triste renombre por los abusos que alli se cometian.
Sin embargo, el 10 de noviembre de 1942 ocurrió un suceso único en la Historia de Cuba, y probablemente de toda Latinoamérica.
Bajo el templado clima del invierno cubano, y mientras muchos de sus compatriotas se congelaban en la arrasada Stalingrado, la justicia tomaba cuenta del primer y único espía del III Reich desenmascarado en plena acción en esta área geográfica, aparentemente tan distante del retumbar los cañones del Frente de guerra.
Heinz August Kunning se incorporo del camastro de su celda y sugirió a su vecino de galera y oponente de tablero que accediera a dejar tabla aquella partida de ajedrez que la fuerza de las circunstancias le impediría concluir. Sereno, tranquilo, y hasta con aire de indiferencia, caminó escoltados por guardias hacia el foso de la fortaleza. Una vez alli, y tras las ordenanzas de rigor, se situo en posición de firme ante la escuadra de fusileros que acabaría con su vida. Miró a los soldados y luego su mirada, totalmente inexpresiva, se posó en el oficial que estaba al frente de la tropa y que le daría el tiro de gracia. No pronunció una sola palabra ni pareció inmutarse al escuchar las voces de mando, como si durante los últimos años de su existencia hubiera estado preparándose para un final así. Días después, el teniente coronel Quirino Uría, supervisor militar de la Prisión de La Habana, mientras refería los detalles del suceso, dijo al poeta José Lezama Lima, entonces secretario del Consejo Superior de la Defensa Social, con sede en el Castillo: “Aquel hombre daba muestra de una marcialidad tremenda; mientras a mí, que mandaba el pelotón, me temblaban las piernas…”.
Cuba entró en la Segunda Guerra Mundial el 9 de diciembre de 1941, cuando tras el bombardeo japonés a la base norteamericana de Pearl Harbor, ocurrido el día 7, declaró la guerra a Japón, y dos días después, el 11, a Alemania y a Italia. Pero ya para esa fecha Kunning estaba en La Habana haciendo de las suyas. Bajo la cobertura de un comerciante hondureño y un pasaporte que lo acreditaba como Enrique Augusto Lunin, llegó a esta capital en septiembre de ese año. Venía de España a fin de establecerse en la Isla y montar aquí un negocio propio.
Tenía entonces unos 30 años de edad. Fotos suyas que se conservan lo muestran como un hombre ligeramente grueso, de perfil afilado y una cabellera abundante de esas que parecen brotar desde la frente misma. Los que lo conocieron lo recuerdan como una persona fría y de pocas palabras, pero amable, bien vestido y de buenos modales, herramientas indispensables para triunfar en el entorno cubano. Dominaba el inglés y el español a la perfección, y había sido entrenado cuidadosamente para su tarea, que antes cumplió con éxito en otros países. Desde aquí debía informar al alto mando berlinés sobre la entrada y salida de buques mercantes y de guerra; reportaría asimismo sobre la economía y la situación política y social del país y comunicaría las direcciones particulares de las figuras principales del gobierno.
Para su labor de inteligencia, Kunning disponía de un potente aparato de radio que le permitía recibir y transmitir mensajes, una antena de doble línea y dos manipuladores telegráficos, y como también pasaría información por la vía epistolar, se valdría de tinta simpática invisible.
Buscó primero alojamiento en un hotel y se instaló después en una casa de huéspedes ubicada en el segundo piso del edificio marcado con el número 366 de la calle Teniente Rey, entre Villegas y Aguacate, en La Habana Vieja, y estableció su negocio en la calle Industria 314; una casa de modas a la que puso el nombre de La Estampa.
Ya para esa fecha la red de espionaje alemán se extendía por toda la América, incluido Estados Unidos, y es posible que Kunning hiciera contacto con algún agente destacado en la embajada de Alemania, ubicada entonces en la calle H, 408, esquina a 19, en el Vedado. Pero parece ser que él fue el jefe, o al menos el centro, de la red de espías nazis en la Isla. Muchas de las informaciones que allegó y transmitió le cayeron en las manos con una facilidad pasmosa. Se las suministraban marineros, obreros portuarios y prostitutas a los que, entre trago y trago, se las arreglaba para tirarles de la lengua.
Si en el mar estuvo lo más notable de la participación cubana en la Segunda Guerra Mundial, en el mar Cuba sufrió también las mayores pérdidas. La información suministrada por Kunning desde La Habana dio por resultado el hundimiento de varios de nuestros barcos con la muerte consiguiente de decenas de marineros y la destrucción de casi la totalidad de la flota mercante cubana.
Pero no operaría impunemente el espía por mucho tiempo. Los servicios de contrainteligencia norteamericano y británico establecieron en las Bermudas una oficina que filtraba la correspondencia que salía desde América hacia otros continentes. Una carta remitida en La Habana y dirigida a un connotado falangista español llamó la atención de agentes de esa entidad. Abrieron el sobre y el análisis del papel reveló un mensaje en clave escrito con tinta invisible. Fue entonces que a la sede del Servicio de Investigaciones de Actividades Enemigas (SIAE) sito en la calle Sarabia, en el Cerro, y bajo la dirección del capitán Mariano Faget, llegaron oficiales norteamericanos y británicos que revisaban la correspondencia en busca de mensajes para el enemigo. Un avión equipado para detectar ondas radiales en clave y precisar con mayor o menor exactitud su procedencia, comenzó a sobrevolar La Habana hasta que se concluyó que la señal se emitía en una zona comprendida entre Belascoaín y los muelles.
La contrainteligencia cubana hacía lo suyo y trataba de identificar a todas las personas que en dicha área recibían dinero del exterior. Fue así que el cabo Pedro Luis Gutiérrez, un comunista infiltrado en el SIAE, encontró en la sucursal del Banco de Boston, en Cuatro Caminos, una tarjeta firmada que daba cuenta de un dinero recibido. Se fue con ella al Ministerio de Comunicaciones en el convento de San Francisco, donde también radicaba el Correo Central, y se la mostró a todos los carteros con la esperanza de que alguno recordara la rúbrica. El cartero José Francisco Rojo recordó que aquella firma correspondía a uno de los inquilinos de la casa de huéspedes de la calle Teniente Rey, a quien enviaban dinero de manera habitual. El cabo Gutiérrez pidió a Rojo que le entregara una carta certificada a fin de contrastar la firma del recibo de entrega con la de la tarjeta.
Coincidían y con esa certeza procedio a su detencion.. En su habitación le fueron ocupados equipos de comunicación, informaciones económicas, de operaciones portuarias en el occidente del país, de la situación política y su mas preciado tesoro: jaulas con pájaros cantores cubanos.
Heinz August Kunning o Enrique Augusto Lunin reconoció su culpabilidad. El 19 de septiembre de 1942 el Tribunal de Urgencia de La Habana lo sentenció a muerte. Al parecer fue inhumado en la necrópolis de Colón bajo un nombre supuesto, y que sus restos se repatriaron a Alemania en 1953.
Nunca se supo a ciencia cierta si fuera de los circulos del Partido Nazi Cubano y los elementos hispano-cubanos de corte falangista, Lunin hubiese trabajado con complices u organizado una red de espionaje activa. Un hecho curioso de la epoca sucedio poco después del ajusticiamiento del agente de Canaris, cuando un cadáver calcinado aparecio cerca de Rancho Boyers (en las afueras de la ciudad) Después se supo que era en vida un apacible quimico –farmaceutico aleman residente en el area, y del cual se sospechaba que trabajaba para los nazis y “planeaba la realización de sabotajes” en el puerto de La Habana .
Posteriormente, el mismo Edgar G Hoover envio una carta de reconocimiento personal a cada uno de los involucrados en al operación de desenmascaramiento y detencion de Lunning, encomiando su profesionalidad y rigor. Lastima que FAGET después se hiciera aun mas conocido por su faceta como torturador y asesino al servicio de Batista.
Esta es la tropical pero veridica historia del Espia Nazi de La Habana. No conozco otro caso en toda Latinoamérica con caracteristicas y resultados similares. Sigo siendo todo oidos….
Les dejo esta foto de la casa donde fue apresado Lunnig
Saludos ... ;)
01-05-2008
Aqui dejo un documento completísimo de como el ejercito alemán planeaba por medio de un gobierno Colombiano a su favor apoderarse militarmente del canal de Panamá, el presidente Colombiano alcanzo a ser derrocado por un dia pero el poder fue finalmente restituido, EEUU alarmado intervino el país y desde esa época no se han ido de Colombia.
[size=20pt]Intentos golpistas en Colombia en Los años de la II Guerra Mundial[/size]
Hoy, cincuenta años después, parecería el guión desilvanado de una sátira política. Pero es verdad histórica: entre 1941 y 1945, las conspiraciones con propósitos totalitarios contra los presidentes liberales Eduardo Santos y Alfonso López Pumarejo se dieron casi silvestres. Los grupos de conjurados -que iban desde anónimos ascensoristas de los principales edificios de Bogotá hasta altos mandos del ejército colombiano- actuaban bajo la influencia del falangismo del Generalismo, del nacional socialismo del Führer, del fascismo del Duce y, por supuesto, del alureanismo de Laureano Gómez.
Todos los intentos de derrocamientos de los gobiernos liberales -excepto el fragoso golpe de Pasto del 10 de julio de 1944- fueron descubiertos a tiempo: unos, por el oportuno «soplo» de algún revoltoso arrepentido; otros gracias a los servicios de inteligencia colombianos y norteamericanos. Pero no por eso la Organización Nacional, la Acción Nacional Militar Católica, la Legión Cóndor y la Legión Colombiana -que así se llamaron las agrupaciones conspiradoras- dejaron de estremecer la ya de por sí agitada vida política nacional. Eran tiempos de guerra y la exigencia de los Estados Unidos con respecto a la América del Sur se condensaba en una consigna inapelable: la defensa a ultranza del hemisferio occidental. En gracia de esta circunstancia, agentes secretos del FBI actuaron libremente en el territorio nacional, y tanto la embajada norteamericana como el Departamento de Estado -que veían a Colombia como un hervidero de actividades nazis, debido a su proximidad con el Canal de Panamá y al interés que debía tener Hitler de controlar tan estratégica zona- intervinieron en los asuntos internos de Colombia sin miramientos ni rubores.
El primer complot contra el presidente Santos empezó a gestarse en mayo de 1941, de acuerdo con cinco cuadernos encontrados a un suboficial del batallón Guardia Presidencial, que formaban un diario detallado de las actividades del movimiento y que fue descubierto por el Departamento de Información del Estado Mayor General de la Fuerzas Militares. Según el ministro de Gobierno, José Joaquín Castro Martínez -quien rindió un informe al senado- en el golpe estaban involucrados no sólo 11 suboficiales del Guardia Presidencial, sino también cerca de 200 miembros del ejército y «numerosos elementos civiles», entre los cuales se contaban los ascensoristas de los edificios más importantes de Bogotá. Supo también el ministro Castro que se había encontrado propaganda nazi en los sitios de reunión y uno de los ascensoristas comprometidos confesó que la fotografía de Laureano Gómez colgaba de las paredes donde se reunían los conjurados; la misma fuente agregó que «el jefe del conservatismo sería el dictador una vez eliminado el gobierno». Sobre este incidente, el embajador norteamericano en Bogotá, Spruille Braden, escribió a Washington: «Hitler está desesperado por incrementar las actividades nazis hasta el punto de provocar golpes de estado con el fin de distraer la atención de los Estados Unidos hacia países suramericanos en lugar de concentrarse en su ayuda a Inglaterra. La situación de Colombia no es estable y creo que empeorará».
La idea de que el ala laureanista del partido conservador -permeada por las doctrinas totalitarias del Eje- amenazaba golpear la democracia colombiana, era objeto de preocupación de los liberales. Ya en diciembre de 1940, José Umaña Bemal, político, poeta y amigo personal de López Pumarejo, le había confiando a Vemon Fluharty, quien, además de ser su vecino, era el tercer secretario de la embajada norteamericana: «Estoy absolutamente convencido de que habrá un intento conservador-nazi de llegar al poder a través de un golpe de Estado o revolución. No puedo darle datos concretos, pero como político que sabe de lo que habla, estamos convencidos de que el partido conservador cuenta con la promesa de una ayuda nazi».
Umaña Bernal no exageraba, y fue al presidente López Pumarejo a quien toco cargar con la cruz de la constante amenaza de derrocamiento. En julio de 1943, si FBI informó a su jefe J. Edgar Hoover en Washington: «El movimiento responsable de la revolución se conoce como Organización Nacional, está integrado por oficiales del ejército y la marina, sacerdotes, abogados, prominentes personalidades y una masa de seguidores de todas las clases sociales. El objeto del movimiento es iniciar una revolución en diferentes ciudades del país con el fin de establecer un régimen totalitario similar al de Franco en España. Mi fuente informa que la señal para comenzar la revuelca la dará una emisora de radio en Bogotá y la consigna ya esta arreglada».
La Voz de Colombia -que según el FBI estaba «estrechamente vinculada con el órgano del partido conservado, El Siglo»- era la emisora encargada de transmitir la consigna, pero no alcanzó a cumplir su misión, pues el complot fue descubierto y arrestados los oficiales involucrados por orden directa del presidente López. Durante las fallidas peripecias, los organismos de inteligencia supieron que el jefe de os conspiradores se llamaba Venancio Ferreira, un doctor barranquillero, «nazi confeso». También se supo que los amigos leí Eje tenían listas 50 ametralladoras cesadas, 11 ametralladoras livianas, 544 mil cartuchos de subametralladoras y 900 mil cartuchos de fusil..
Con todo, no hubo ni tregua ni desánimo. El grupo, reorganizado bajo el nombre Acción Nacional Militar Católica, preparó otro alzamiento para el 3 de Agosto de 1943, es decir, un mes después. según los planes acordados en Bogotá, os conspiradores debían sintonizar la radió del ejército y una vez escuchada la consigna, la revuelta comenzaría con el asesinato del comandante de la Brigada de Barranquilla. Como los anteriores, el intento fracasó gracias a la declaración de un arrepentido que, además, aseguró que Laureano Gómez era uno de los miembros más radicales de la ANMC. Antes de terminar el año, la conjura revivió, y con nombre nuevo: en adelante se llamaría Legión Colombiana. Sus fundamentos eran la religión católica, el antisemitismo, el nacionalismo, la lucha contra la corrupción política de los partidos y el resurgimiento militar de la Gran Colombia. El propósito: la instalación de un gobierno provisional totalitario.
Sigue aquí; http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/julio95/julio3.htm
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