09-04-2006
Hola a todos.
Yo sigo por mis fueros.
Otra traducción del alemán, de excombatientes alemanes en Stalingrado.
**Supervivientes recuerdan la batalla de Stalingrado (VII).
El radiotelegrafista Hellmut Hoffmann.**
Texto original: Gerald Praschl
Foto: M. Handelmann
¡Made Rusia! Me siento muy culpable.
Hellmut Hoffmann de 92 años, aun guarda la maleta de madera con la que volvió a su patria desde Rusia. Por aquel entonces, el 3 de noviembre de 1949, su mujer Hildegard y su hija Bärbel aún le esperaban. Esperaban el retorno de alguien que se daba por muerto. Hellmut y Hildegard se casaron poco antes del estallido de la guerra en 1939. En la foto de su boda, hellmut ya llevaba el uniforme militar. El original cuelga con una cruz de hierro en el comedor de su casa. En la guerra, en el infierno de Stalingrado, conoció la verdadera cara de la dictadura Nacionalsocialista. Hellmut Hoffmann: “Las palabras del fanfarrón de Göring aún resuenan en mis oídos. El 30 de enero de 1943, cuando mordíamos el polvo en Stalingrado, sus palabras sonaron en la radio: “Cuando hayan pasado mil años, cada alemán hablará de esa batalla con un sagrado escalofrío.” Eso fue sólo la cumbre de la hipocresía. Stalingrado no fue ninguna batalla de héroes. Fue una infame masacre. Y ninguno de los que sobrevivió se siente como un héroe.
Muerte en el Volga.
Soldado desde 1940, Hellmut luchó como radiotelegrafista y conductor de la 14 Panzerdivision. Con otros 260.000 soldados alemanes fue rodeado en 1942 en noviembre de 1942 por los soviéticos. Hoffmann: “Lo que yo debí presenciar, no puedo describirlo con palabras. Las horribles torturas de los heridos, gente joven, que apenas se podían mover por las graves congelaciones que padecían. Traicionados y vendidos por el ‘Gran Führer’, se entregaban a su destino ante mis ojos. Aquello no era morir dignamente, era estirar la pata como un perro. La muerte llegaba a 40 grados bajo cero, sino era abatido antes por las balas soviéticas o aplastado por sus tanques.”
El fin.
Hoffmann: “Las últimas noches nos escondimos en un sótano. Ya no pensábamos en la lucha. La mayoría ya no tenían armas. Un teniente me preguntó: ‘Hoffmann, ¿nos volamos la cabeza?’. Pero yo quería sobrevivir a aquello. Pensaba en mi mujer Hildegard y en nuestra hija Bärbel. Cuando el 30 d enero del 43, los tiroteos estaban cada vez más cerca, tomé una decisión y salí del sótano. Con las manos en alto fuimos al encuentro de los rusos.”
El cautiverio.
Como Hellmut Hoffmann, entre 90.000 y 130.000 alemanes se rindieron a los soviéticos. Sólo 6.0000 sobrevivieron. Hoffmann: “Sólo la marcha al campo de trabajo de Beketowka se cobró muchas vidas. Al que no podía caminar más, le disparaban allí mismo. En el campo no había casi nada que comer. Por eso se extendieron la disentería y el tifus. Cada día morían cientos. Más tarde las relaciones mejoraron. Llegué a conocer gente encantadora y amigable. Ellos también habían sufrido durante la guerra y con Stalin.” Hoffmann pasó casi siete años en el campo de trabajo. Trabajaba como escritor, cosa que le aportaba ciertas ventajas. “Lo que me daba fuerzas era un único pensamiento: quería volver al lado de mi mujer e hijas.” Como algunos pocos de los que estuvieron en Stalingrado, Hellmut Hoffmann tuvo mucha suerte. El 3 de noviembre de 1949, pudo abrazar a su esposa en el andén de Schandau.
El arrepentimiento de los soldados.
Desde 1952, Hofmann lleva una mercería en Sebnitz. En 1992 se jubiló y se mudó a casa de su hija en Görlitz. Ha plasmado sus vivencias en papel para su nieto. “para que pueda leer, que duro tuvimos que pagar los asesinatos de los demagogos y charlatanes.” Ha publicado un poema:
*“¡Madre Rusia! Te conocí.
Pero eran tiempos de guerra y solo puede ver de paso la belleza de tus tierras.
La juventud alemana llevo a cabo los abusos de los demagogos.
Me inclino ante tu tierra, porque me siento culpable.
Me arrepiento tanto... de lo que los soldados alemanes te hicimos.
Uno solo, no puede cargar con todo el peso de la culpa,
Pero cada uno de nosotros, llevamos una pequeña parte."*
Hellmut Hoffmann de 92 años, jubilado, en su casa en Görlitz en el año 2003.
Hellmut Hoffmann el día de su boda en 1939.
Hellmut Hoffmann y su camarada Kurt en el campo de trabajo de Morschansk en 1946.
Aquí podéis descargaros el mp3 del discurso de Göring. Está en alemán.
Más información:
Saludos