Los motivos del general Vlasov

leytekursk

02-04-2011

 Los motivos del General Vlasov

En un libro que acabo de leer, “Entre Hitler y Stalin” de Peter Kleist me he encontrado con algún material referente a Vlasov, entre ello lo que podría considerarse su “Declaración de principios”. Aunque extensa la he transcrito en su totalidad a fin de no alterar en nada su sentido.

                 Peter Kleist, fue un diplomático germano muy cercano a Ribbentrop y su libro de memorias es muy interesante sobre todo por su participación directa en la  firma del pacto de no agresión ruso-germano de 1939.

                   Kleist también fue quien lanzó la dudosa teoría de las tratativas rusas de paz via Estocolmo en 1943, de lo que informa detalladamente en su libro.

                 Aún cuando existe un hilo sobre el ROA he preferido presentar estos documentos en forma separada por tratarse de conceptos más bien político-ideológicos que militares.

Vamos al texto de Vlasov:    

      Carta abierta del Teniente General A. A. Vlasov del 3 de marzo de 1943.

**¿Por qué he emprendido la lucha contra el bolchevismo?

**

Teniendo en cuenta el hecho de que he llamado a todos los rusos a la lucha contra Stalin y los suyos, y haber propuesto la creación de una nueva Rusia, sin bolcheviques y sin capitalistas, considero mi deber dar, a este respecto, una explicación que justifique mi proceder.

                    En primer lugar, he de llamar la atención sobre el hecho de que la dominación soviética no me ha hecho a mí, personalmente, ninguna injusticia.

                 Nací en la provincia de Nijni Novgorod, como hijo de un campesino, quien, a pesar de no ser rico, procuró que yo obtuviese una buena educación escolar. Participé de la revolución del pueblo ruso. Entré en las filas del Ejército Rojo para luchar por las tierras de los campesinos rusos, proporcionar a los obreros una vida mejor y coadyuvar a ofrecer a todo el pueblo ruso un futuro mejor.

                    Desde aquel momento, mi vida aparece íntimamente ligada al Ejército Rojo. Sin interrupción, he servido durante 24 años al Ejército Rojo. Desde sencillo soldado, me ha conducido mi carrera de soldado hasta comandante de un ejército y representante del comandante supremo de un grupo de ejércitos. He sido comandante de una compañía, de un batallón, de un regimiento, y también he sido comandante de una división y general jefe de un Cuerpo de ejército. He sido distinguido con la “Orden de Lenin”, con la “Orden de la Bandera Roja” y con la medalla conmemorativa “Veinte años del Ejército Rojo”. Desde 1930 soy miembro del Partido bolchevique.

               He declarado la lucha al bolchevismo y llamo a participar en ella a todo el pueblo ruso.

             ¿Por qué?  Esta pregunta se la hará todo aquel que lea mi llamamiento y a esta pregunta quiero dar una respuesta sincera.

                Durante los años de la guerra civil luché en las filas del Ejército Rojo en la creencia de que la revolución proporcionaría al pueblo ruso terrenos de cultivo, libertad y felicidad.

              Como oficial del Ejército Rojo he luchado al frente de los soldados y de los oficiales, entre los obreros, campesinos y miembros de las profesiones liberales que llevaban el capote gris de los soldados. Sabía cuáles eran sus pensamientos y opiniones, sus preocupaciones y sus necesidades. Tampoco perdí el contacto con los míos, con mi pueblo natal y sabía como vivía el campesino.

                         Y reconocí entonces que nada de aquello por lo cual había luchado el pueblo ruso durante la guerra civil había sido cumplido con la victoria del bolchevismo.

              La vida del campesino ruso continuaba siendo muy dura. Vi como obligaban a los campesinos a ingresar en los koljhozes, como eran eliminados millones de rusos, detenidos sin ninguna clase de investigación jurídica y condenados sin juicio.

                    Vi cómo se pisoteaba todo lo auténticamente ruso, cómo individuos ajenos a nuestro modo de sentir ocupaban los cargos dirigentes en el país y en el Ejército Rojo, individuos que en modo alguno comprendían ni se interesaban por las necesidades del pueblo ruso.

                          Los comisarios políticos desarticularon el Ejército Rojo. La irresponsabilidad y la constante vigilancia a que estaban sometidos, convirtieron a los oficiales en un balón de juego en manos de los funcionarios civiles o uniformados del Partido.

                    Durante los años 1938-1939, ejercí las funciones de consejero militar de Chiang Kai Shek en China. Cuando regresé a la Unión Soviética, me enteré de que durante este tiempo, habían sido eliminados, por orden expresa de Stalin, los más altos jefes del Ejército Rojo. Miles de los mejores oficiales, incluso mariscales, habían sido detenidos y fusilados o internados en campos de concentración, desapareciendo para siempre.

              El terror no sólo se apoderó del Ejército sino que extendió sus garras y sus graves consecuencias al pueblo ruso. No existía familia que no lamentara la muerte o desaparición de uno de los suyos. El Ejército fue debilitado y el atemorizado pueblo contemplaba lleno de horror el futuro. Todos temían la guerra que, sin duda alguna, Stalin estaba preparando.

                Al comprender los penosos sacrificios que el pueblo ruso se vería a hacer en el caso de una guerra, hice todo lo que estuvo en mis manos para preparar al Ejército Rojo para esta lucha. La 99 división de la cual yo era el comandante en jefe, era conocida como la mejor división del Ejército Rojo; durante el trabajo y la constante preocupación por las unidades militares confiadas a mi mando, traté de acallar mi indignación por la acción de Stalin y los suyos.

               Estalló la guerra. Yo me encontraba al mando del 4to Cuerpo de Ejercito motorizado. Como soldado e hijo de mi patria hice cuanto me fue posible para cumplir honradamente con mi deber. Mi Cuerpo de Ejército rechazó, cerca de Przemyls y Lemberg los primeros embates del enemigo e iba a emprender el ataque por nuestro lado cuando mis proposiciones fueron rechazadas. La indecisión y las contínuas preocupaciones de índole política de los comisarios hundieron al Ejército Rojo en una serie de terribles descalabros.

                    Conduje mis fuerzas a Kiev. Allí pasé a ocupar el mando del 37 Ejército y el difícil cargo de comandante de la guarnición de Kiev. Reconocí que sufríamos derrotas en esta guerra por dos causas: En primer lugar, el pueblo ruso no se mostraba inclinado a defender la dominación soviética y el poder de la fuerza creado por el mismo, y, en segundo lugar, cabe añadir la dirección irresponsable del Ejército y la continua interferencia de los grandes y pequeños comisarios en sus actividades como jefes militares.

                         En condiciones sumamente difíciles actuó mi Ejército en la defensa de Kiev y rechazó durante dos meses los ataques que el enemigo dirigía contra la capital de Ucrania. Pero los medios insufucuentes de que disponía el Ejército Rojo pronto se hicieron notar. El frente fue roto en el sector que defendía el Ejército vecino. Kiev fue cercada. Siguiendo órdenes del alto mando, abandoné la línea fortificada del frente.

                           Después de haber logrado escapar del cerco, fui destinado como representante del comandante supremo al sector sudoeste del frente y, poco más tarde, fui nombrado Comandante en Jefe del 20 Ejército. La creación del 20 Ejército se hizo en las condiciones más difíciles de imaginar, puesto que al mismo tiempo se decidía el destino de Moscú.

                                   Hice todo cuanto estuvo en mi poder para defender la capital. El 20 Ejército logró detener el ataque contra Moscú y pasó incluso al contraataque. Rompió el frente alemán y reconquistó Tsolnketschnogorsk, Volokolamsk, Shashovskaya, Tsereda y otras localidades lo que posibilitó que las fuerzas soviéticas pasaran igualmente al ataque en los demás sectores del frente de Moscú.

                                 Durante los días de las batallas decisivas por Moscú, comprendí que la patria prestaba toda la ayuda que le era posible al frente, al igual que los soldados, los obreros y todos los demás ciudadanos. Por su patria soportaban innumerables sacrificios. Pero a menudo se me planteaba la cuestión:

                   ¿Defiendo en realidad a la Patria, mando a esos miles de hombres a la muerte para defender la Patria?

                       ¿No se vierte acaso la sangre del pueblo ruso por el bolchevismo que se oculta bajo el sagrado nombre de la Patria?

                          Fui nombrado Comandante en Jefe del Grupo del Volkhov, al mismo tiempo que también del 2do Ejército de Choque. Tal vez en ninguna otra ocasión se demostró el desprecio de Stalin frente a la vida de los hombres rusos. La dirección del Ejército estaba centralizada en las manos del Alto Mando. Nadie, empero, estaba informado de la verdadera situación del mismo. Y, en realidad, ésta no interesaba a nadie. Una orden se contradecía con la otra. El Ejército estaba condenado al exterminio.

Los soldados y oficiales recibían un suministro de 50 a 100 gramos de pan al día. Estaban hambrientos y agotados, apenas podían avanzar por los pantanos donde habían sido dirigidos por los jefes del Alto Mando.

                                     Pero los hombres continuaron su lucha, haciendo caso omiso de sus propios sufrimientos. Los soldados rusos morían como hombres. Pero ¿Por qué? ¿Por qué causa sacrificaban sus vidas? ¿Por qué causa morían?

                               Hasta el último momento permanecí al lado de los soldados y oficiales de mi Ejército. Sólo que quedamos unos pocos y cumplimos con nuestro deber de soldados hasta el último instante. Logré escapar al cerco enemigo y durante más de un mes me oculté en los bosques y pantanos.

                               Durante este tiempo se me planteó con toda claridad la pregunta: ¿Debe la sangre del pueblo ruso continuar siendo vertida? ¿Está en el interés del pueblo ruso continuar con esta guerra?... ¿Porqué lucha y muere el pueblo ruso?

                                         Había reconocido claramente que el pueblo ruso había sido lanzado a la lucha por el bolchevismo para defender los intereses de las potencias extranjeras, de los capitales angloamericanos. Inglaterra siempre había sido un enemigo del pueblo ruso, siempre se ha esforzado en debilitar a nuestro país. Pero al servicio de los intereses angloamericanos, vio Stalin la posibilidad de realizar sus planes de dominación universal y, para poder llevar a cabo los mismos, ligó el destino del pueblo ruso al futuro de Inglaterra. Lanzó al pueblo ruso a la guerra y lo hundió en la desgracia; las miserias de esta guerra son el punto culminante de la desgracia que nuestro pueblo ha sufrido durante 25 años bajo la dominación de los bolcheviques.

                            ¿No era, pues, teniendo en cuenta estas circunstancias un verdadero crimen continuar la lucha?  ¿No eran el bolchevismo y Stalin los enemigos principales del pueblo ruso?  ¿No era acaso el primer y más alto deber de todo ruso honrado iniciar la lucha contra Stalin y los suyos?

                                  Allí, en los bosques y pantanos llegué a la conclusión de que mi deber era llamar al pueblo ruso a la lucha, a aniquilar el bolchevismo, a combatir por la paz del pueblo ruso y terminar lo antes posible esta guerra que el pueblo ruso lleva para defender los intereses de los demás y para crear una nueva Rusia en la que todos los rusos puedan llevar una vida más digna y más feliz.

                          Había llegado al firme convencimiento de que los deberes con los cuales tenía que cumplir el pueblo ruso podían ser resueltos favorablemente en una alianza y una colaboración amistosa con Alemania.

                            Las necesidades y aspiraciones del pueblo ruso se complementan con las de los alemanes, sí, incluso con las de todos los pueblos europeos. Los periodos más felices del pueblo ruso son aquellos en que su historia estuvo íntimamente ligada con la suerte de Europa. El bolchevismo separó al pueblo ruso mediante una muralla infranqueable de los restantes pueblos de Europa. Quería aislar a nuestra Patria de los países de Europa. En nombre de unas ideas utópicas y ajenas por completo l sentir del pueblo ruso, preparó esta guerra enfrentándose con la comunidad de los pueblos europeos.

                           En unión con el pueblo alemán, el pueblo ruso derribará esta muralla de odio y de la desconfianza. En la unión y en la colaboración con Alemania crearemos una nueva patria feliz que será admitida en el círculo de los pueblos libres de Europa.

                               Embargado por este pensamiento, cada vez más firme en mi decisión, fui cogido prisionero al lanzarme de nuevo a la lucha con un puñado de fieles amigos.

                                 He pasado más de medio año en los campos de prisioneros de guerra. Como prisionero y detrás de las alambradas, sin embargo, en ningún momento se ha debilitado mi decisión; al contrario, ésta se ha afirmado cada vez más.

                               No es posible volver atrás la rueda de la historia. No invito a mi pueblo a regresar al pasado. No. Lo llamo para iniciar la marcha hacia un futuro luminoso, a la lucha para completar la revolución, a la creación de una nueva Rusia, la Patria de nuestro Pueblo. La invito a ingresar en la comunidad de los pueblos europeos, sobre todo, sin embargo, a la colaboración y la eterna amistad con el gran pueblo alemán.

                                       Mi llamamiento no sólo ha encontrado un eco muy amplio entre la masa de prisioneros de guerra sino también entre la población civil rusa de las regiones en las cuales reina todavía el bolchevismo. El eco de la comprensión que he encontrado por parte del pueblo ruso, que se ha mostrado inmediatamente dispuesto a luchar bravamente bajo la bandera del Ejército de Liberación, me concede el derecho para afirmar que me encuentro en el camino acertado, en el camino de la verdad, que la causa por la que lucho, es la verdadera causa del pueblo ruso.

                                         En esta lucha por un futuro mejor, inicio, sincera y honradamente, el camino de la alianza con Alemania.

                                 Esta alianza es igualmente beneficiosa para ambas partes y nos llevará a la victoria sobre los negros poderes del bolchevismo y nos liberará de la esclavitud del capitalismo angloamericano.

                                 En el último momento ha tratado Stalin, al reconocer que el pueblo ruso ya no está dispuesto a luchar por más tiempo para defender los fines del bolchevismo internacional, de cambiar su política en un sentido ruso. Ha suprimido la institución de los comisarios políticos, se ha esforzado por concertar una alianza con los antiguos dirigentes de la Iglesia que él tan violentamente ha perseguido.

                             Intenta además revivir la tradición del antiguo Ejército. Para convencer al pueblo ruso a continuar vertiendo su sangre por los intereses que no le son propios, Stalin ha revivido la memoria de míticos héroes: Alexander Nevsky, Kutusov, Suvorov, Minin y Posharky. Quiere demostrar que se lucha por la patria, por Rusia. Pero este engaño indigno y desvergonzado lo emplea sólo para asegurar su poder. Sólo los ciegos podrían creer que Stalin ha abjurado de los principios del bolchevismo.

                    ¡Vanas esperanzas! El bolchevismo no ha olvidado nada y no se aparta ni un solo paso de su programa. Hoy en día habla de Rusia y de todo lo ruso sólo para conseguir la ayuda y colaboración de los rusos y llevarse la victoria y una vez lograda ésta, esclavizar de nuevo al pueblo ruso y obligarle a continuar desangrándose por intereses ajenos a su independencia nacional.

                                    Ni Stalin ni los bolcheviques luchan por Rusia. Sólo en las filas de nuestro movimiento antibolchevique se encuentra nuestra verdadera patria. Es cosa de los rusos, y su deber, luchar contra Stalin y, con ello, por la paz y una nueva Rusia.

                Rusia… nosotros la representamos. El pasado del pueblo ruso… nosotros lo conservaremos.  Su futuro… está en nuestras manos.

                              Este gran pueblo de millones de rusos ha encontrado siempre en el curso de su historia la fuerza para luchar por su futuro y por su independencia nacional. Tampoco esta vez sucumbirá el pueblo ruso, también en esta ocasión encontrará la fuerza para unirse en estos momentos tan graves y liberarse del yugo que le ata de pies y manos y para fundar un Estado unido en el cual encontrará de nuevo su felicidad.

                                                                 Firmado

                                             Teniente General A. A. Vlasov

 Hay otros textos similares que publicaré próximamente.

                                                      Saludos...

                           

                         

josmar

02-04-2011

Un prolijo texto de justificación, pero que encierra muchas verdades.....

Buen aporte, Leytekurks...

leytekursk

10-04-2011

Otro documento.

            Acuerdo tomado el 12 de abril de 1943 durante la primera sesión de los antiguos Jefes y combatientes del Ejército Rojo que ahora luchan en las filas del Movimiento de Liberación en Smolensk.

                              Nosotros, antiguos jefes y combatientes del Ejército Rojo caídos prisioneros y actualmente formando en las filas del Movimiento de Liberación, tenemos la intención de exponer en el siguiente documento nuestras relaciones con el bolchevismo que desde hace veinticinco años esclaviza nuestra patria.

                              La mayoría de nosotros nos hemos formado espiritualmente en las condiciones de vida impuestas por el poder soviético. Hemos estudiado en las escuelas y universidades soviéticas y hemos trabajado en empresas y oficinas soviéticas, hemos cumplido honradamente nuestro deber como soldados y oficiales en las filas del Ejército Rojo.

                            Sin embargo, ahora que nos hemos puesto bajo la bandera de la lucha contra el bolchevismo, nos consideramos obligados a responder sinceramente a la pregunta de por qué hemos procedido de esta forma, por qué hemos emprendido este camino y esta lucha.

                          No se trata de unos sentimientos personales que nos hayan llevado a reconocer la lucha contra el bolchevismo como nuestro deber más sagrado. No es el odio personal el que mueve nuestros corazones. ¡No! Todos nosotros, que somos cuerpo del cuerpo y sangre de la sangre del pueblo ruso, hijos de la Patria, sabemos perfectamente que el poder de los bolcheviques, el poder de Stalin y los suyos, ha representado un continuo e ininterrumpido tormento y yugo para nuestra patria.

                      Hace tiempo hemos reconocido que el bolchevismo ha traído la miseria y la desgracia, no sólo al pueblo ruso, sino también a otros muchos pueblos de nuestra patria. Los trabajos forzados, las condiciones de esclavitud que reinan en los pueblos colectivizados, una existencia bajo el látigo de los judíos que se han infiltrado en el poder, tormentos y sufrimientos en los calabozos y en los campos de concentración, y, sobre todo, la falta de justicia, han sido coronados para el pueblo ruso con la última y peor desgracia de todas; una guerra al servicio de intereses que nos son ajenos.

                          Han sido vertidos ríos de sangre rusa en esta maldita guerra. ¿Con qué fin? Para que Stalin y los suyos puedan continuar esclavizando al pueblo ruso. Para que los capitalistas ingleses y americanos puedan continuar explotando sus colonias. Para asegurar la continuidad del poder de los bolcheviques y de los capitalistas en todo el mundo.

                        Sólo por estos fines vierte hoy en día su sangre el pueblo ruso y sacrifica la vida de sus mejores hijos. Es, por lo tanto el deber , no sólo de todo hombre ruso decente y honrado que ha reconocido este hecho, ponerse al servicio de la lucha para la liberación de nuestra patria del yugo bolchevique, para poner término a esta guerra sangrienta, para la creación de una nueva Rusia en la cual nuestro pueblo pueda caminar hacia un futuro luminoso.

                        El bolchevismo es un enemigo tanto del pueblo ruso como de los demás pueblos de nuestra raza. Con el entendimiento y el corazón, en lo más íntimo de nuestro ser, odiamos al bolchevismo, tal como lo odia todo nuestro pueblo. Hace ya veinticinco años que dura el poder de los bolcheviques, hace veinticinco años que dura la lucha sangrienta, cruel e ininterrumpida, entre el pueblo y los que han usurpado el poder. Ni los fusilamientos ni las cárceles o los campos de concentración han podido hacer hincar de rodillas al pueblo ruso ante el bolchevismo, como tampoco la propaganda y la ideología que han tratado de inyectarnos a la fuerza, han podido convertir al hombre ruso en un bolchevique.

                            Somos rusos y continuaremos siéndolo. Sin embargo, en tales condiciones de un sistema de terror monstruoso, del espionaje, teniendo que contar sólo con nuestros propios medios y sin poder contar con la menor ayuda del exterior, no nos fue posible concentrar nuestras fuerzas para provocar la caída de este poder estatal tan odiado por el pueblo. Pero actualmente se le ha ofrecido a los hombres rusos la posibilidad, con ayuda del pueblo alemán, que dirige la lucha contra el bolchevismo mundial, de llevar a cabo nuestro propósito.

                              Nuestros esfuerzos, nuestros sueños y nuestros pensamientos con respecto a la lucha contra el bolchevismo , para la terminación de la guerra y lograr una paz digna y honrada con Alemania, así como para la creación de una nueva Rusia sin bolcheviques y sin capitalistas, han encontrado su expresión en la carta abierta del teniente general A. A. Vlassov. El ha anunciado nuestras esperanzas, nuestras ilusiones y los pensamientos de todo el pueblo ruso. Su fuerza radica precisamente en hecho de que son tan populares. La carta del general Vlasov nos invita a todos nosotros a cumplir los fines por los cuales luchamos durante la Revolución, para forjar un futuro mejor para nuestra patria.

                                Conocemos al general Vlassov, confiamos en él. Ponemos toda nuestra fe al servicio de la idea de la gran lucha de liberación del pueblo ruso. Sabemos que gracias a esta lucha de liberación el pueblo ruso sabrá crearse un futuro más feliz. Este futuro luminoso de nuestro gran pueblo nos permitirá, bajo el mando y dirección de los mejores hombres del pueblo ruso, con el general Vlasov al frente de nosotros y en una alianza con Alemania, que será sincera y beneficiosa para ambas partes y justificada históricamente, volver a ingresar en la comunidad de los pueblos europeos amantes de la libertad y la justicia.

                                      Sabemos que la suerte de nuestro pueblo depende solamente de nosotros, de los hombres rusos. No será fácil de conquistar, sino sólo después de una lucha muy dura. Creemos y sabemos que esta lucha por el derecho y la justicia es una lucha santa. Sabemos que el final de nuestra lucha representa la vida y felicidad de nuestras madres, esposas, padres, hermanos y todo nuestro pueblo. Por ellos estamos dispuestos a sacrificar nuestra sangre y nuestras vidas.

                                  No tememos las dificultades y los sacrificios que esta lucha contra el bolchevismo, el enemigo mortal del pueblo ruso, exija de nosotros. Nos ilumina la gran idea de la reconstrucción de una nueva Rusia y conquistar la libertad, la felicidad, la justicia y la paz. Nuestro guía es el gran pasado de nuestro pueblo y en esta lucha nos conduce un hombre acostumbrado al mando y a la lucha.  ¡Venceremos!

                                    Llamamos a todos los hombres rusos a ingresar en las filas de nuestro Movimiento de Liberación. ¡Rusos!  ¡Amigos y hermanos!  ¡A la lucha contra el bolchevismo!  Sea donde sea donde os encontréis, a este o al otro lado del frente, en los campos de prisioneros de guerra o en las filas del Ejército Rojo escuchad nuestro llamamiento, escuchad la voz de vuestros propios corazones. Luchad por la pronta terminación de esta guerra, por una paz digna con Alemania, luchad por la nueva Rusia y por la felicidad del pueblo ruso. Reforzad al Ejército de Liberación, terminemos de una vez con el hambre, los trabajos forzados y con los tormentos de los calabozos bolcheviques. No vertamos ya ni una gota de sangre más para defender los intereses ajenos a nuestro pueblo.

                    Rusia nos pertenece sólo a nosotros.

                    El pasado del pueblo ruso nos pertenece sólo a nosotros.

                    El futuro del pueblo ruso está en nuestras manos

                    Os llamamos a la lucha por la sagrada causa de nuestra patria

                    Os llamamos a la lucha de vida o muerte por la felicidad del pueblo ruso

               

            Comité de Liberación de los pueblos de Rusia. 14 de noviembre de 1944.

                            Presidente:

                            General A. A. Vlasov

                            Miembros:

                            Teniente General E. I. Balabin

                              Profesor F. P. Bogatyrschuk

                              Profesor  N. N. Budsilovitsch

                              Teniente General J. N. Shilenkoff

                              General de Brigada D. E. Sakutny

                              General de Brigada W. F. Malyshkin

                              General de Brigada F. I. Truchin

                              Profesor S. M. Rudnev.

Fug

12-04-2011

Esto hay que leerlo con mucha calma, por lo interesante de este hombre que se hizo tan famoso, y no por perder la comida, (no es broma hombres)

Saluten

Haz login o regístrate para participar