09-04-2006
Miembros de los grupos de acció n especial asesinaron el 5 de octubre de 1942, en Dubnov (Ucrania), a 5000 judíos. El testigo ocular Hermann Friedrich Gräbe relata:
Moennikes y yo nos encaminamos directamente a las zanjas sin ser molestados. En un momento determinado oímos disparos, con breves intervalos de silencio. El sonido venía del otro lado de una colina. Aquellas pobres gentes, hombres, mujeres y niños de todas las edades, se desnudaban a la voz de mando de un tipo de las SS que se lo ordenaba agitando una fusta de montar o algo similar. Las víctimas iban dejando en montones su calzado, asi como la ropa de vestir y la interior, cada cosa en un lugar diferente. Vi un montón de zapatos en el que habria de ochocientos a mil pares y grandes pilas de ropa blanca y trajes. Las víctimas se desnudaban sin un grito, sin una lágrima, y permanecían esperando la aparición de otro sujeto de las SS que se encontraba junto a la fosa y blandía igualmente una fusta... Durante el cuarto de hora que permanecí en aquel lugar no oí ni un lamento, ni un ruego de clemencia. Me detuve observando una familia de unos ocho miembros...
Una mujer mayor sostenía en sus brazos a un pequeño que debería tener poco más o menos un año. La mujer cantaba mientras le mecia. El nino lanzaba pequeños gritos de satisfacción. EI matrimonio le miraba con lágrimas en los ojos. De pronto, el individuo de las SS que se encontraba junto a la fosa gritó algo a su camarada.Este separó a unas veinte personas y les ordenó que se colocaran al otro lado de la colina. Entre ellas iba la familia a la que había observado detenidamente.Todavía recuerdo bien como una chica, de pelo negro y muy espigada, se señaló a si misma con la mano cuando pasó cerca de mi y dijo: "Veintitrés años!" Descendí de la colina y me coloque junto al foso, de enormes proporciones. Las victimas se hallaban tan pegadas unas a otras que solamente se veían las cabezas. De casi todas ellas brotaba sangre, que se deslizaba por los hombros. Algunos de los fusilados movían la cabeza como indicando que aún vivían... Me volví hacia quien había disparado. El asesino, un hombre de las SS, se encontraba sentado en la parte más estrecha de la zanja, en el suelo, con las piernas colgando hacia el interior de ésta, tenía una ametralladora sobre las rodillas y fumaba un cigarrillo. Aquellos pobres hombres desnudos seguían llegando por una escalera excavada en la tierra, en la misma pared de la fosa, y se tropezaban con las cabezas de los que habían sucumbido antes que ellos, hasta que al fin se colocaban en el lugar que les había indicado el de las SS. Se situaban ante los muertos o heridos; algunos acariciaban a los que todavía daban muestras de continuar con vida y les hablaban quedamente. Luego volví a oir una rafaga de disparos. Miré hacia el interior del foso y ví como se estremecian los cuerpos y como algunas cabezas yacían ya destrozadas sobre los cuerpos de los que habían muerto antes. De sus nucas manaba la sangre a borbotones
UN SALUDO.