14-12-2007
El Tratado de Versalles, que impuso a Alemania unas draconianas reducciones de material y efectivos de sus fuerzas armadas, fue bastante benigno con la Caballería alemana. Mientras otras armas o servicios de las fuerzas militares alemanas eran suprimidas, como el Arma submarina o la Aviación, o bien limitado el material que podían emplear, como la Artillería -en cuanto al calibre de sus cañones- o la Flota de Alta Mar -en cuanto al tonelaje de sus buques-, los Aliados permitieron que las Fuerzas Armadas de la República de Weimar -la Reichswehr- mantuviera un importante contingente de Caballería. Del total de 100.000 efectivos que estaban autorizados para el ejército de tierra -el Heer-, más del 16% pertenecían a la Caballería, que se articuló en tres Divisiones, por siete de Infantería.
La razón no obedeció a ningún gesto de magnanimidad o a un despiste en el seno de la Comisión Inter-Aliada de Control, sino que, partiendo del hecho de que la Caballería siempre ha sido un arma muy cara de mantener, ya que se necesita mantener paralelamente un servicio de remonta para garantizar el relevo del ganado, un servicio veterinario para el cuidado de los animales (el caballo, en contra de la opinión común y de las películas del Oeste, es un animal delicadísimo, y a la más mínima enferma o sufre lesiones que implican la pérdida del mismo), comprar forrajes, mantener establos, herrerías y campos de entrenamiento y que la instrucción de un soldado de caballería requiere el doble que el de uno de infantería, ya que aparte de la instrucción militar propiamente dicha, necesita ser instruido en el arte ecuestre, pensaban los sesudos políticos Aliados que gran parte de los recursos militares alemanes irían destinados a mantener este contingente a caballo y no los destinarían al desarrollo de nuevas armas, aún dentro de las estrechas limitaciones del Tratado.
Aparte de ello, y como medida suplementaria, los Aliados impusieron que estas Unidades de Caballería no estuvieran concentradas, sino dispersas por toda Alemania, lo que conllevó en muchos casos, que Regimientos tuviesen uno o dos Escuadrones en una localidad y el resto del Regimiento en otra.
La Reichswehr alineó un total de 18 Regimientos de Caballería (Reiter Regimenter), que perdieron la tradicional división de especialidades del Arma (coraceros, dragones, ulanos, húsares y jaeger montados), y que estaban articulados en tres Divisiones de Caballería. Cada Regimiento estaba compuesto por:
Mando.
- Sección de Transmisiones.
- Banda.
- 4 Escuadrones de línea, cada uno formado por 4 oficiales, 170 hombres y 200 caballos.
- 1 Escuadrón de depósito, para instrucción y reemplazos, formado por 4 oficiales, 110 hombres y 170 caballos.
- Sección de Armas, con cuatro ametralladoras MG 08, refrigeradas por agua.
Siete Regimientos tenían, además, un quinto Escuadrón, formado por 4 oficiales, 150 hombres y 180 caballos, destinados a ser asignados a las Divisiones de Infantería como elementos de reconocimiento divisionario.
El armamento estaba formado por la carabina K98, de 7,92mm, con bayoneta, sable y una lanza de acero tubular de 3,2m.
En el año 1926 cesó la Comisión Inter-Aliada de Control de Armas, y los alemanes comenzaron a reorganizar con sigilo su caballería: se constituyó en cada Escuadrón una Sección de Armas, con cuatro ametralladoras ligeras MG 08/15 (refrigeradas por agua), y en el año 1927 se retiró del servicio las lanzas, y se sustituyó la carabina K98 por la K98b, con mejores condiciones balísticas. También se formaron en las Divisiones secciones para maniobras que manejaban cañones de cartón o madera en las maniobras, con el fin de que las Unidades comenzasen a entrar y familiarizarse con la artillería a caballo.
Fuente: www.militar.org.ua