20-12-2006
Buena parte de los prisioneros rusos se habían entregado sin combatir, manifestaban un muy sincero anticomunismo y en especial un antisemitismo rabioso y por ésto, se ofrecían como voluntarios para combatir a los judeomarxistas. Muchos otros adoptarían justo la misma actitud en los años venideros del conflicto, y así hasta en los durísimos últimos meses de guerra. A pesar de las reservas de HITLER, la «Wehrmacht» empezó a incorporar a algunos de ellos, como «Hilfswilliger» ("voluntario de ayuda"), y que, poco a poco, pasaron de unos servicios auxiliares a las unidades combatientes. Reagrupados en "batallones nacionales", se legalizó su existencia ya a finales de 1941, con el nombre de "Östtruppen" ("Tropas del Este"). Más de 500.000 hombres servirían en esas unidades; y ésto sin hablar de los 300.000 voluntarios que reclutó la «Luftwaffe», para sus instalaciones terrestres.
En julio de 1942, un joven general del Ejército Rojo, Andrei VLASOW, a quien el mismo José "STALIN" había calificado "Salvador de Moscú", cayó prisionero y ofrece sus servicios a los alemanes. HITLER no se fía apenas de él; e incluso menos aún confía HIMMLER que nunca ha querido aceptar rusos en la «Waffen-SS». VLASOW era, indiscutiblemente, un gran anticomunista, pero no por ello dejaba de ser un convencido paneslavista; e incluso, hasta imperialista. Eficaz aliado en la guerra, sería para Alemania, un temible rival en la paz posterior a la victoria. VLASOW consigue, sin embargo, que las «Osttruppen» tomen el nombre de «Ruskaia Osvoboditelnaia Armiia» ("Ejército Ruso de Liberación"), y que en el uniforme sus combatientes llevasen un escudo blanco bordeado de rojo, con una cruz de San Andrés azul: los colores de la Rusia Imperial. Llega a constituir, en Datendorf, cerca de Berlín, un embrión de Estado Mayor, con siete generales y sesenta coroneles, todos rusos, pero sin un mando efectivo sobre tropas que permanecen repartidas, por batallones, en las unidades de la «Wehrmacht». A finales de 1944, HIMMLER autoriza a VLASOW, un tanto a regañadientes, a formar dos divisiones bajo mando ruso, exclusivamente, y que aun dependiendo de la «Wehrmacht», estarían bajo control de la «Waffen-SS». Estas unidades no llegarían a combatir; contra los soviéticos al menos. Incluso, en Praga, ya a principios de Mayo de 1945, el comandante de la segunda división, general BUSCHARENKO, traiciona y se daría la vuelta contra el sufrido regimiento SS que defiende la ciudad. Pero también, como les pasó a todos los voluntarios del "R.O.A.", después sus hombres les serán entregados a los soviéticos por los anglonorteamericanos; y fusilados. El vive todavía en los Estados Unidos donde goza de una pensión... HITLER e HIMMLER tenían razón en desconfiar del Estado Mayor panruso de VLASOW.
El caso de los ucranianos era muy diferente. Los de Galitzia nunca habían pertenecido al imperio ruso; sino que, se integraban el imperio austrohúngaro -y luego, tras Versalles, se les integra dentro de las fronteras la nueva Polonia-. Profesaban la religión católica de rito eslabón. Los del Este, que más o menos conformes en tiempos de los zares, habían proclamado su total independencia en 1917, con ayuda del ejército alemán; ya después los soviéticos les habían hecho pagar sumamente caro aquella secesión sin éxito. Además son muy diferentes de los rusos. Con predomino del biotipo alpino y un cierto aporte de sangre mongol, son de raza diferente a la población mayoritariamente eslava de Rusia; poseen un idioma propio, con una literatura apreciable; tienen una cultura propia, más antigua que la de sus vecinos del Norte. No es extraño, pues, que ambos grupos de ucranianos, cuando llegaron allí los soldados alemanes, evidenciaran acogerlos como a viejos amigos, que venían a librarlos no ya sólo de la opresión comunista, por cierto, sino? también del yugo eslavo, fuese polaco o ruso. De aquí que HIMMLER no vacilase, ya en 1943, en crear la «SS-Division Galizien» y que es nutrida por ucranianos, descendientes de los del viejo entorno imperial austriaco. Resultó destruida, a lo largo de tres semanas de durísimos combates, en 1944, defendiendo su propio suelo. Otra leva masiva de voluntarios, permitirá su inmediata reconstrucción Pero mientras los voluntarios sobraban ya faltaban los armamentos para dotarles y, por ello, no pudo volver al frente de combate.
En cuanto a los ucranianos orientales y obligados habitantes de la Unión Soviética, desde poco después de la llegada de tropas alemanas y hasta los finales de 1944, constituyeron el «Ukrainske Vysvolve Viysko» ("Ejército Ucraniano de Liberación") siempre con voluntarios, que en número de 200.000 combatientes, utilizan como distintivo propio el tridente de San Vladimir, y se estructuraban formando batallones autónomos, incorporados en distintas unidades alemanas; aunque después, durante los últimos meses de la guerra, todas estas unidades dispersas fueron reagrupadas en el "Ejército Nacional Ucraniano"; una de cuyas divisiones combatirá en Austria y otra, en Bohemia-Moravia.
Muy semejante a la de los ucranianos, aunque en menor escala numérica, era la situación de los naturales bielorusos o rutenos; una población que estaba, otrora, dividida entre Rusia y Austria. Ya en 1942 se reclutarán entre estos rutenos, sesenta "Batallones de Seguridad", para combatir a los partisanos y hasta el Ejército Rojo. Después, en 1944, se constituirán con los mejores elementos de esas unidades, la «SS-Division Weissruthenien» y donde también habrá encuadramiento parcial de los «Volkdeutsche» de Bielorusia. Además se les agregan, probablemente porque no se sabía que hacer con ellos, los sobrevivientes del "Ejército Popular de Liberación Ruso", la milicia local constituida en la región de Kursk y Orel, que por su heroica conducta contra los partisanos, acababa de ser convertida en Brigada de Asalto SS, pero con distintivo especial: Será una Cruz de Malta con dos sables en lugar de las runas. Esta unidad había demostrado actuar con un ilógico salvajismo extremo, durante la represión de la sublevación de Varsovia y tras haberla abortado; por salvajismo tal se la había disuelto y que una corte marcial SS se había condenado a muerte a su comandante, Bronislav KAMINSKI; fue ejecutado de inmediato. El honor del "Cuerpo Negro" no toleraba las atrocidades ni perdonaba el saqueo jamás. Durante el otoño de 1944, la «Weissruthenien» combate, en Alsacia, contra los norteamericanos y tiene tantísimas bajas que se la disuelve.
La «SS Kosaken Kavalleriekorps» merece una mención especial, por cierto. Las comunidades militares cosacas («voskoi») existían diferenciadas desde el siglo XIII. Estaban compuestas por siervos rebeldes, y siempre lucharon contra los mongoles, los turcos, los rusos y los polacos, según fuesen la época y genero de agresores. Fueron cosacos los que emprendieron la conquista de Siberia. Poco a poco, los zares, respetando mucho los fueros de esos indomables guerreros, consiguieron convertirlos tanto en cuerpos de frontera como en fuerzas de seguridad interior.
Ya en 1942, numeroso escuadrones cosacos combatían, pero sin cohesión entre sí y aisladamente, en el seno de diversas unidades alemanas de la «Wehrmacht». Helmuth VON PANNWITZ, condecorado con la "Cruz de Caballero con Hojas de Roble", al fin logra conseguir? convencer a HITLER, sobre la conveniencia de que a todos aquellos muy numerosos voluntarios cosacos se les reagrupe en una adecuada gran unidad operativa propia, respetándoseles así sus tradiciones y sus métodos muy particulares de combate. De modo que un año más tarde, en 1943, constituida esta división especial, entra en liza como tal. Sus voluntarios son todos cosacos, encuadrados bajo sus propios oficiales cosacos (unos procedían de los viejos ejércitos blancos, los otros del ejército soviético); aunque también tenían algunos oficiales alemanes, a los que VON PANNWITZ había obligado a conocer bien y acoplarse a las, para ellos, extrañas costumbres cosacas. Llevaban un curioso uniforme, que es medio cosaco, medio alemán. En 1944, esas unidades intervinieron en Croacia y Servia, limpiando de partisanos una amplia región.
Pero en agosto del mismo año, HIMMLER convocó al general VON PANNWITZ. Le ofreció transferir a la «Waffen-SS» aquella División Cosaca a sus ordenes; además ampliar su reclutamiento y crear así un Cuerpo de Ejército. VON PANNWITZ aceptó con gran alegría, pero no sin subrayar las grandes dificultades existentes: los cosacos, por cierto, son arios puros, pero no se puede ni soñar imponerles la «Weltanschauung» de la SS; al tener la suya propia que procede de una larga tradición militar. Ante ésto, el «Reichsführer» cree y decide, entonces, que aquel cuerpo de caballería cosaco pasaría como tal a integrarse en la «Waffen-SS», pero que sus voluntarios no deberían pertenecer individualmente a la Orden Negra. De forma que, por ejemplo y según una costumbre cosaca, los soldados deben ser acompañados por toda su familia, aún en combate; de modo que, se les destino y reagrupó en una «stanitsa» especial, en el Norte de Italia.
La sorprendente traición del almirante HORTHY había abierto, en septiembre de 1944, una gran brecha en el frente y por la cual el Ejército Rojo había logrado penetrar hasta el Drave, sin tener especiales dificultades, y estableciendo, en Pitumaca, una cabeza de puente sólida que debía permitirle conseguir el enlace con los partisanos de Tito. Entonces fueron los cosacos los que, atacando en su retaguardia a las felices fuerzas soviéticas, las obligaron a abandonar unas posiciones tan avanzadas, para deber cruzar otra vez el río y regresar a sus bases de partida. Es paradójicamente, esta acción cosaca la que le permitirá a Tito consolidarse dentro de Yugoslavia y luego conservar su independencia frente a Moscú.
La lucha proseguiría en Croacia hasta el 13 de mayo de 1945, cuando los cosacos pasaron a Austria. Su comandante VON PANNWITZ, que jamás los había abandonado, además de ser «SS Gruppenführer», resultó elegido, por unanimidad de los delegados de los «voskoi», tan sólo un mes antes, como «Feldataman» ("Atamán General"). Pero allí y entregándose como prisioneros a los ingleses, todos fueron entregados a los soviéticos en un pueblo de nombre muy simbólico: Judenburg. Unas semanas después, les tocó el turno a las familias de la «stanitsa»: más de cien mil mujeres, niños y ancianos serán previamente trasladadas de Italia a Austria. Ante su resistencia, sabiendo serían también entregados a los soviéticos, los ingleses lanzaron contra aquellas persona a la Brigada Judía; dado que hay cosas que los «gentlemen» británicos no hacen personalmente.
Tan sólo unos 300 cosacos consiguieron escapar a duras penas cruzando la frontera del Principado de Liechtenstein. Pero Suiza, tiene con este principado un acuerdo de unión militar y policial, y antes, ya había entregado a los soviéticos los rusos refugiados en su territorio. Entonces, quiso hacer lo mismo con los cosacos. Pero, cuando ya gendarmes suizos se presentaron en Vaduz buscando prenderlos y llevárselos, no insistieron ante el nutrido y fuerte cordón de montañeses, armados con fusiles, que rodeaba y protegía al campamento de estos asilados. Estos, gracias a la intervención del general PERON, se trasladaron unos meses después, a Argentina y establecieron una «stanitsa» en Garin, en las puertas de Buenos Aires, donde algunos de ellos, ya ancianos, permanecen todavía.
LA «WAFFEN-SS» MULTIRRACIAL.
Con la incorporación en la «Waffen-SS» de tantos voluntarios con lenguajes eslavos, parecía terminada una evolución que había llevado a la Orden Negra del nacionalismo gran alemán e, incluso, el pangermanismo, a un paneuropeísmo sin reserva. Evolución esta, que fue totalmente completada, en el último año de la guerra, por la formación no sólo de la brigada polaca -en realidad, era menor que un regimiento-, algo en verdad inconcebible unos meses antes, sino de las unidades pertenecientes a los diversos países aliados de Alemania, cuyos gobiernos habían traicionado al Eje. Entonces, sus poblaciones, quedan desconcertadas, y así, Rumania y Bulgaria sólo pudieron constituir batallones, pues además el Ejército Rojo ya ocupaba la totalidad de sus respectivos territorios. Pero, los italianos y los húngaros leales formaron verdaderas divisiones.