21-09-2008
Con anterioridad al comienzo de la IGM, el criterio imperante, entre Políticos, y Altos Mandos de la Flota Británica, con respecto a la importancia y efectividad del arma submarina, era el de un inequívoco escepticismo, pero pronto los hechos, trágicos por cierto, les forzaron a cambiar de opinión, como veremos a continuación:
Otto Weddigen. Comandante del Submarino U-9
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“Nosotros, nos hicimos a la mar, el 20 de Septiembre ( de 1914), y al adentrarnos en el Mar del Norte, nos encontramos con un fuerte oleaje proveniente del Oeste. El viento, su compañero habitual, no se hizo esperar.
La orden que nos había sido entregada en sobre sellado decía así: “ Se situarán en las inmediaciones del barco-faro de West-Hinder y atacarán a todo navío de guerra ó de transporte enemigo que navegue por esa zona.” Así pues, nosotros debíamos obstaculizar el transporte del ejercito ingles hacia Belgica. Pesada misión para un barco a petróleo, la de quedarse durante mucho tiempo ,cerca del puerto de Ostende , donde desembarcarían, creíamos, los ingleses. Las noches, apenas serian suficientes para recargar los acumuladores, y no se podría hacer frente a una fuerte reacción del enemigo.
El 21 de Septiembre, divisamos el faro de Ijmuiden y el resplandor luminoso de Scheveningen que destacaba nítidamente en la oscuridad del cielo. Nosotros queríamos quedarnos allí a pasar la noche, y continuar nuestro crucero al dia siguiente, más allá del barco-faro de La Meuse. El mar seguía estando muy agitado, y a nosotros nos era imposible inmovilizarnos sobre el fondo, para poder disfrutar de un poco de calma durante la noche. A pesar de que habíamos medido a la sonda, una treintena de metros, el U-9 era sacudido de tal manera, que para evitar averias , ó vías de agua causadas por los choques, volvimos lo más rápidamente posible a la superficie.
Más, por segunda vez en esta noche, nos vimos en la necesidad de sumergirnos, al divisar las luces de unos barcos, que nos parecieron destructores ingleses. Así pues, el Comandante Weddigen, decidió navegar sumergidos el resto de la noche. Ello nos permitió dormir tranquilos durante algunas horas, ya que el mal tiempo de los últimos días, nos tenia extenuados, y eso que nuestro crucero no había hecho más que comenzar…
Durante la navegación sumergida, el submarino se mantenía a una profundidad suficiente para no ser em-bestido por los barcos de superficie de gran calado. Para economizar energía, se redujo la velocidad lo más posible, pero sin que ello pudiera impedir la posible respuesta del barco a la acción de las barras de inmersión.
Cuando emergimos, en la mañana del dia ( que pasaría a ser memorable ) 22 de Septiembre, nos llevamos una buena sorpresa: el cielo estaba claro; la visibilidad era excelente y la mar mucho menos agitada, aunque todavía movida. Nos encontrábamos a 22 millas O.N.O de Scheveningen. A las 5 h.45, hora de Europa Central, poco antes de salir el sol, soltamos lastre, poniendo inmediatamente los motores de petróleo en marcha, para recargar los acumuladores, que nos habían estado suministrando energía durante la noche.
Era mi turno de guardia, y yo observaba el horizonte, mientras el Comandante Weddigen y nuestro Ingeniero Schön, desentumecián las piernas sobre el puente, y se llenaban los pulmones de aire fresco. Observé con disgusto, que el humo blanco de los motores, era muy escandaloso. El podía hacer visible al U-9, desde muy lejos, por la buena visibilidad de este día, además de hacer complicado nuestro servicio de guardia. Por ello, me puse a navegar en zig-zag, a pequeña velocidad, para poder observar, evitando las molestias del humo. A parte de algunos pesqueros holandeses, que se dedicaban, muy lejos de nosotros, a sus ocupaciones habituales, no había nadie a la vista. Más de pronto, en la dirección del barco-faro de La Meuse, ví aparecer en mis binoculares, sobre la línea del horizonte, la flecha de un mástil largo y delgado. Tenía todo el aire de un mástil de navío de guerra. ¿ Acaso nos encontrábamos en presencia del primero de los adversarios que nos reservaba la guerra…?... Percibiendo el rastro de humo que íbamos dejando, no tuve ninguna duda. Hice parar los motores, y previne al Comandante, que acababa de descender para desayunar. El llegó inmediatamente a la torre, y dió la orden de sumergirse. Pronto el mar se cerró sobre nosotros.
A pesar de la marejada, el U-9 se colocó fácilmente a profundidad de ataque.
Yo estaba en el puesto de mando, detrás del Comandante, y me encargaba de que, de tiempo en tiempo, se izase el periscopio, para que él observase. Nuestra impaciencia se trocó en alegre emoción, cuando Weddigen gritó : “ ¡¡ Son tres pequeños cruceros de cuatro chimeneas..!! “
Pero…¿ no nos encontraríamos, por azar, en presencia de alguno de los nuestros…? No. Era imposible.
Pedí permiso al Comandante, que asintió, para acudir al compartimento de los tubos lanzatorpedos de proa para hacer preparar y armar los torpedos de reserva. Después de dar las últimas recomendaciones y consejos a mi equipo, (perfectamente entrenado) de los tubos de proa, volví rápidamente al puesto de mando. El Comandante, emocionado y alegre, me dijo mientras me daba palmadas en la espalda…” Son tres cruceros ingleses del tipo Birminghan…”…nos miramos, y yo le respondí: …“ ¡ Venguemos al U-15 ¡ “. Los ingleses, en efecto, habían anunciado, hacía poco, que el “Birminghan”, había abordado y hundido al U-15, y esta pérdida, nuestra Armada, aún no se la había hecho pagar a la Marina inglesa.
A partir de ese momento, la actividad a bordo, fue frenética.
Ante la próximidad del enemigo, no sacábamos el periscopio, más que algunos segundos, porque su estela de espuma, nos podía delatar. Pero todos nosotros, nos preguntábamos si el U-9 no emergería al momento de salida del torpedo, y que efecto tendría , sobre el submarino , la explosión del torpedo al golpear su objetivo. El primer torpedo cargado, lanzado por un submarino en inmersión, había sido poco tiempo atrás, por el U-21, contra el “Pathfinder”. Aunque a 1200 metros de distancia, el submarino, había sido, al parecer, fuertemente sacudido. La opinión general, era, que a una distancia inferior a 500 metros se podían esperar, averias en la proa, é incluso en las barras de inmersión.
Weddigen tomó como objetivo el crucero del medio, y dio orden de tener los tubos prestos a lanzar. Yo le respondí que todos los tubos estaban listos, y él preguntó ¿Qué tubo piensa utilizar?.” Tubo 1 de proa”, fué mi respuesta.
Yo destapé enseguida la tapa de seguridad del botón eléctrico de disparo del tubo uno, y puse el pulgar sobre él para pulsarlo en cuanto la orden fuera dada. Con la mano izquierda, yo hacía funcionar la manecilla del motor que servía para hacer subir o bajar el periscopio.
Poco antes de ordenar “Fuego”, el comandante gritó en el puesto de mando:”En cuanto se lanze el torpedo, descender a 15 metros y mantenerse. Nosotros estamos pegados al enemigo”
A las 7 h. 20, ordenó: “Izad periscopio! Tubo 1 , atención” Todo él estaba tenso, mientras cada uno de nosotros contaba los segundos.
-“¡Tubo 1, Fuego. ¡ ¡Bajar el periscopio…¡”
Yo apoyé al mismo tiempo, el pulgar sobre el botón eléctrico, mientras gritaba delante del tubo portavoz del compartimento de proa :” Tubo 1, Fuego…”, en tanto que con la mano izquierda activaba la manecilla del periscopio para hacerlo bajar. ¿ Que sucedió ? Al pulsar el botón de disparo, yo me esperaba el fin inmediato, porque yo también en mi mente había exagerado los efectos de un torpedo lanzado a tan corta distancia del blanco. Yo miraba maquinalmente los manómetros de profundidad, para ver si eramos lanzados a la superficie, y me aferraba con las dos manos al periscopio. Como se puede ver, todavía era un debutante muy excitado.
De repente, oímos un golpe sordo en la lejanía, seguido de un estruendo sonoro. ¿ Se había dado en el blanco ?. Al fin gritamos “Hurra..”. En el interior del submarino, y en el puesto de mando, el mismo grito salía espontanemente de nuestras gragantas, a pesar de que no podíamos ver nada, puesto que, estábamos a 15 metros de profundidad, con el periscopio bajado.
Todo esto pasó en menos tiempo de lo que cuesta contarlo, porque estábamos a 500 metros del crucero, y la detonación resuena 31 segundos después de la orden de Fuego. Este es el tiempo que había empleado el torpedo para alcanzar el objetivo, y el ruido de la explosión para llegar a nosotros.Despues que comprobamos que nuestro barco estaba intacto, y que los hombres de las barras dominaban la estabilidad del mismo, Weddigen dio la orden de remontar a profundidad de ataque, para ver lo que ocurría en el crucero torpedeado. Eché una rápida ojeada por el periscopio al primer adversario; la popa estaba sumergida, un espeso humo blanco se escapaba por las cuatro chimeneas, el espolón estaba fuera del agua, y se estaban bajando embarcaciones al mar. El crucero- era el “Aboukir”- el primero en la lista de la flota puesta por el Almirantazgo ingles-dio pronto fuertemente a la banda, desapareciendo entre remolinos, y arrastrando con él la mayor parte de su equipaje, formado por, aproximadamente 900 hombres.
Crucero Acorazado HMS Aboukir
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