Lo prometido es deuda. Los Balcanes.
Ningún otro escenario de guerra se prestó tanto a la intervención de los Servicios Secretos alemanes y sus grupos de operaciones especiales como la región de los Balcanes. Hasta mediados de 1944 se sucedieron las más diversas misiones especiales confiadas a los Brandenburgers.
Siguiendo un orden cronológico comentaremos los enormes esfuerzos alemanes por asegurarse la llegada del vital petróleo rumano de la zona de Ploesti. Ya en 1940, soldados del Regimiento Brandenburg se infiltraron en las compañías petrolíferas y en las línea de transporte de crudo, camuflados como ferroviarios, obreros o técnicos, para prevenir sabotajes. Este trabajo se desarrolló en estrecha colaboración con la Siguranza, el servicio de seguridad rumano. Así, se frustraron los intentos británicos de taponar el Danubio en su estrechamiento en la llamada Puerta de Hierro, mediante el hundimiento de barcazas o la voladura de las paredes rocosas. También fueron abortados los actos de sabotaje en los propios pozos de petróleo que, por ironías del destino, eran explotados por empresas inglesas que no tenían más remedio que vender sus producciones a los alemanes.
Aprovechando estas experiencias se organizaron comandos para realizar la misma misión en Bakú (URSS), desde donde los 2 primeros años de la guerra se exportaron grandes cantidades de petróleo hacia el Reich, pero la operación Barbarroja anuló estos planes.
Otra misión especial ejecutada por los Brandenburg fue la salida a finales de 1940 de una embarcación corsaria al Mar Negro para entorpecer la navegación británica. Este barco, un simple pesquero armado que llegó por carretera desde Hamburgo, sólo hundió 1 pequeño mercante inglés antes de regresar a puerto.
En la primavera de 1941 comenzaron las operaciones en Bulgaria, Grecia y Yugoslavia, y todos los hombres disponibles del Rgtº Brandenburg fueron destinados allí. Muchos de ellos tuvieron que proteger las largas líneas de comunicación, otros asegurarían instalaciones vitales que corrían riesgo de ser destruidas por el enemigo en retirda (centrales eléctricas, puentes y presas) y algunos de ellos se internaron en territorio hostil para enviar preciosos informes desde enclaves estratégicos.
Un Bón. fuetrasladado a Sofía, donde el propio Ejército Búlgaro les prestó sus propios uniformes, y adespues se distribuyeron por los pueblos que atravesarían las unidades del 17º ejército del Mariscal List de camino hacia Grecia. Su misión, además de asegurar las vías de comunicacion, consistió en preparar el ambiente para asegurar la amistosa colaboración de la población civil búlgara. El éxito de la misión fue extraordinario y la marcha de List por Bulgaria se convirtió en un triunfal desfile en medio de la aclamación popular.
Más complicada resultó la tarea de los comandos que eran vanguardia de las fuerzas de invasión en Grecia. Uno de estos grupos ocupó por sorpresa el Ministerio de la Marina en Atenas, asegurando la entrega del edificio intacto con importante documentación secreta. Al tratarse de tropas especializadas en temas navales, esos mismos comandos organizaron rápidamente el transporte de las fuerzas alemanas que habrían de ser trasladadas a las islas del Egeo con buques de cabotaje griegos.
Pero las más sangrientas luchas en los Balcanes las libraría la División Brandenburgo (Ojo, ya era División), a partir de 1943 en Yugoslavia, combatiendo a las bandas de partisanos. El 4º Rgtº completo fue enviado a la región de Kosovo para apresar al jefe de los chetniks Draga Mihailovic, quien fue localizado en mayo-43 en Kolashin, aldea de Montenegro. El comandante del Rgtº optó por la vía diplomática, aprovechando una coyuntura favorable, y entabló negociaciones con Dyuresec y Pugovic, jefes del estado mayor de Mihailovic, para que los partisanos anticomunistas se uniesen a los alemanes en su lucha contra Tito y contra la URSS a cambio de ciertas concesiones.
Cuando el OKH conoció las conversaciones cometió la estupidez de retirar inmediatamente el mando al comandante brandenburger, a quién salvó el almirante Canaris de un consejo de guerra. Se ordenó la captura de los negociadores yugoeslavos y, a continuación, se inició un brutal desarme de los guerrilleros de Mihailovic, quienes se unieron a las fuerzas de Tito por millares en cuanto tuvieron oportunidad.
Se perdió así la gran ocasión de solventar el problema de los partisanos yugoeslavos, que tantas bajas supondría a los alemanes en años venideros. Incluso cientos de hombres de la División Brandenburger fueron cayendo víctimas de acciones de sabotaje y guerrilla similares a aquellas en que ellos eran maestros. Sus unidades se desgastaron inútilmente en misiones de lucha antipartisana a largo plazo, para las que no estaban preparados.
A pesar de eso, lograron éxitos parciales en esta zona, como cuando arrasaron el cuartel general de los partisanos griegos en Grávena, o desarmaron a los Rgtº,s italianos en los puertos albaneses tras la capitulación de Badoglio.