16-01-2010
**Gabriele D’Annunzio: el vuelo del poeta
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Introducción:
Poesía y guerra, aunque parezca un contrasentido, vienen de la mano desde los orígenes de los tiempos. La gran mayoría de las obras literarias fundacionales de las más importantes culturas, son poemas épicos, en donde el poeta canta las hazañas de un héroe real o mítico que lucha por el bien en una guerra justa. La Iliada, la Eneida, La Chanson de Roland, Os Luisiadas, Mio Cid Campeador, etc. Son algunos ejemplos cercanos de ello.
Si bien en estos casos, el poeta canta hazañas ajenas, con el devenir de los tiempos, será el propio poeta quien irá a la guerra. Cervantes combate en Lepanto, Ercilla en América, Stendhal hace la campaña de Italia con Napoleón, Lord Byron muere mientras luchaba por independizar Grecia del Imperio Otomano, en 1918, el poeta inglés Wilfred Owen cae abatido por un tiro en Francia, una semana antes del armisticio y durante la Segunda Guerra es famoso el caso de Antoine de Saint Exupery.
En este mensaje pretendo revisar, en general, la participación del poeta italiano Gabriele D`Annunzio en la Primera Guerra Mundial, y en particular la planificación y ejecución de lo que en su momento se llamó “El vuelo del poeta”.
Apuntes biográficos
Gabriele D’Annunzio nace en Pescara en 1863, en el seno de una familia acomodada. Desde muy joven destacó por sus dotes oratorias y literarias. En 1889 publica su primera novela “El Placer” con un gran éxito de público y crítica. Es uno de los más importantes representantes del “Decadentismo” movimiento literario que seguía a Baudelaire y opuesto al Naturalismo. Publicó muchas obras, novelas, poesía y teatro todas con gran éxito. Era el preferido de la aristocracia italiana, un poeta de corte, querido y famoso. Algún crítico lo definió como un “Nietzche sensual”. También incursionó en la política, ejerciendo varios cargos de elección popular.
Gabriele D`Annunzio
La guerra
El inicio de la guerra sorprende a D`Annunzio en Francia, adonde había tenido que huir por importantes deudas contraidas en Italia por su fastuoso nivel de vida. De inmediato inicia una vigorosa campaña para el ingreso de Italia en la guerra en ayuda de Francia, apelando a una “hermandad de los pueblos latinos”.
El 30 de septiembre de 1914, en el periódico “Journal” publicó un extenso discurso bajo el título “Llamado a los italianos” del cual reproduzco un fragmento:
“Para Italia, no se trata sólo de reconquistar, con la curación de su pulmón izquierdo, la plenitud de su respiración. Tanto para Italia como para Francia, como para nuestros hermanos de Dacia Trajana, como para toda nación de cultura Mediterránea, se trata de combatir una suprema batalla contra una inminente amenaza de esclavitud y de exterminio. Esta guerra no es un simple conflicto que puede ser pasajero, diverso o ilusorio. Es una lucha de razas, una oposición de potencias inconciliables, una prueba de sangre, que los enemigos de la gente latina hacen de acuerdo a la antigua ley del hierro”.
A principios de mayo, el poeta ya puede volver a Italia, en donde continuará con mayor intensidad su campaña en pro de la guerra.
“Si se considera un crimen el incitar a la violencia a los ciudadanos, yo me vanagloriaré de tal crimen, yo lo tomaré sobre mí, solo. Si en lugar de alarmas yo pudiera arrojar a los resueltos, armas, no titubearía; ni siquiera me parece que tendría remordimiento”.
Por fin, el 23 de mayo Italia declara la guerra al imperio Austro-húngaro y por, supuesto, el poeta solicita su inmediato enrolamiento como voluntario.
Lo anterior, ponía en serios aprietos al gobierno italiano, D`Anunzzio era un personaje público muy querido y no se le podía arriesgar en acciones de guerra, pero por otro lado, negarle la solicitud a semejante patriota les habría acarreado las penas del infierno ya que la hábil y acerada lengua del poeta no les daría tregua.
Luigi Cadorna, Comandante Supremo del Ejército le sugirió que participara como observador en la línea de frente con el fin de que una vez terminada la guerra pudiera escribir sobre sus experiencias, pero eso no era lo que el poeta esperaba.
D’Annunzio se dirigió entonces al Presidente del Consejo de Ministros Antonio Salandra: “Es la pimera vez que yo pido algo al Gobierno de mi país, y no pido sino servir…”
Tras muchas insistencias y presiones, por fin, el 19 de junio se publica el Boletín con su nombramiento con el grado de teniente asimilado a los Lanceros de Novara y destinado al Cuartel General del Duque de Aosta. El mismo documento nombraba también a otro voluntario muy famoso en aquellos años, el ingeniero e inventor, Guillermo Marconi.
*“Eramos dos soldados de Italia. Su Ciencia y mi Poesía se habían convertido en instrumentos de guerra, quizas, en combativas promesas de victoria… Aún cuando la ciencia tenga un poder universal, aún cuando la poesía esté destinada a todas las almas, nosotros nos sentíamos hombres de nuestra tierra, hombres de nuestra estirpe, devotos de una sola idea, soldados de una única Italia.”
La guerra del poeta había comenzado. Y D’Annunzio quiere acción inmediata, la marina italiana estaba bastante activa por lo que se embarca como marino voluntario en el caza-torpedero “Impávido” para una acción de patrullaje ofensivo en el Adriático, pero no logran dar con el enemigo. Participa luego en acciones de minado de la bahía de Panzano sin mayores novedades. Luego de la guerra sabría D’annunzio que su nave estuvo dos veces en la mira de los submarinos enemigos.
**Un primer ensayo; el vuelo sobre Trieste
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A fines de julio de 1915 En Venecia D’Annunzio entabla amistad con Giussepe Miraglia, comandante de la unidad de Hidroaviones de Venecia. D’Annunzio solicita autorización, para volar sobre Trieste con el fin de lanzar volantes con un mensaje de aliento a los soldados italianos que allí combatían sitiados por el enemigo. (D’Annunzio era un experimentado piloto). Su solicitud es rechazada. El Almirante Cutinelli, comandante de la plaza de Venecia consideró que era un riesgo demasiado grande para el poeta en una empresa que, para ese entonces era considerada audacísima.
El poeta se indignó y de su pluma nació otra vehemente carta para Antonio Salandra de la cual cito algunos emocionados fragmentos:
*“Usted sabe que toda mi vida he esperado esta hora. Habiendo vivido con tristeza y con ira en un pueblo al que no le importa la Gloria, he aquí que finalmente asisto a un milagro que responde a mi implacable espera. El cielo mismo de Italia se ha convertido en Gloria. La hora de los grandes hechos ha sonado para este pueblo, la hora de mi sangre ha llegado para mí. Hasta hoy yo no he podido componer un poema, ni una estrofa ni un verso. Tengo horror del trabajo inmóvil, de la pluma, de la tinta, del papel, de todas estas cosas convertidas hoy en vanas. La fiebre de la acción me devora. El peligro es el único Dios relampagueante a quien me place consagrar mi poesía inexpresada...
¿Cómo es pues, posible, a propósito de mí, hablar seriamente de “vida preciosa”, del “deber de no exponerse”, y de semejantes lugares comunes?... Yo no soy un literato de estampa antigua en bata y pantuflas. Yo soy un soldado, he querido ser un soldado, no para entrar al café y sentarme a la mesa, sino para hacer lo que hacen los soldados. Le ruego, le suplico, mi grande y querido amigo: escúcheme. Tenga paciencia en leerme, se trata de mi sola razón de vivir hoy.... Quereis salvar mi preciosa vida, me estimáis como un objeto de museo, de conservar en tapices y sedas... Estoy humillado y descorazonado. Mi energía y mi fe se han roto como bajo un golpe traicionero, le suplico amigo, haga que ese veto odioso sea levantado, es para mí una cuestión vital y no se trata de deseo de morir sino de razón de vivir... Deje que yo ame a mi patria enteramente, no permita que se debilite mi fuerza ni que se pierda mi fe...”*
La prohibición fue levantada, y el vuelo sobre Trieste se realizó el 7 de agosto de 1915. El avión conducido por Miraglia y con D’Annunzio en el puesto del bombardero, partió de Venecia a las 15:30 horas. Luego de una hora de vuelo, estaba sobre Trieste. Fueron lanzados los mensajes encerrados en saquitos impermeables y numerosas banderas italianas. También se lanzaron bombas sobre el arsenal enemigo y otros puntos de interés militar. A las 18:25 hrs. El avión estaba de vuelta en Venecia con los dos aviadores incólumes. El volante arrojado sobre la ciudad decía:
“¡Animo y coraje! El fin de vuestro martirio está próximo. El alba de la gran alegría es inminente. Desde la altura de estas alas italianas, que guía el valiente Giuseppe Miraglia, arrojo a vosotros en prenda, este mensaje de mi corazón”.
Durante el vuelo el avión fue atacado por la artillería antiaérea enemiga. Un fragmento de metralla se incrustó en la madera de la carlinga a un par de centímetros del codo del poeta. D’Annunzio extrajo y conservó este trozo de metralla como un talismán de buena suerte.
El primer vuelo del poeta había finalizado con éxito, vendrían muchos más, pero en la cabeza del poeta rondaban ideas aún más audaces.
DÀnnunzio y Miraglia en tenida de vuelo
Continuará